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L’altérité de la personne de l’autre : pourquoi un tel abîme entre pratique et discours ?..

24mai

A l’occasion du colloque à Bordeaux L’Âge classique dans les fictions du XXIe siècle,

ce matin au Studio Ausone,

deux communications d’universitaires auxquelles j’ai assisté :

La Carte de Tendre dans L’Eveil de Line Papin (2016), par Frédéric Briot ;

La Chine dans La Blessure et la soif  (2009), par Laurence Plazenet.


La communication de Frédéric Briot m’a au moins appris l’existence d’au moins trois Cartes de Tendre au sein de l’œuvre de Madeleine de Scudéry

_ dont la plus célèbre, la seconde, se trouve dans son roman Clélie (10 volumes, publiés de 1654 à 1660) _ ;

alors que l’usage qui est fait de cette fameuse Carte, dite _ de façon bien erronée ! _ « du tendre« ,

est d’un extraordinaire succès à travers les siècles ;

et toujours aujourd’hui…

Il faudrait aussi s’interroger sur le succès, en 1668, des Lettres de la religieuse portugaise,

et du thème des Bérénice de Racine et de Corneille…












La communication de Laurence Plazanet porte, elle, sur son propre roman, La Blessure et la soif, de 2009.

Et nous y apprenons que son goût, ici, pour la très grande estrangeté _ ou estrangèreté ? _ de la Chine (au XVIIe siècle,

au moment très précis de la violente disparition de la dynastie des Ming ; en 1644, Pékin est conquise par les Mandchous)

fonctionne, en la singularité de son imaginaire d’auteur de fictions _ à distinguer de ses fonctions (annexes) d’universitaire, prend-elle bien soin de préciser… _,

comme un analogue de son goût pour l’estrangeté profonde _ et fascinante _ de l’augustinisme _ et du jansénisme de Port Royal _,

exactement au même moment en France (sous la Fronde et ses suites) : de 1648 à 1662…

Et la conférencière de citer comme exemple d’écrivain admiré par elle

en ses méthodes comme en ses goûts d’écriture,

Pascal Quignard _ dont elle a rencontré l’œuvre au moment du film Tous les matins du monde ; avant de la lire goulûment in extenso très vite…

Il se trouve que j’ai moi aussi lu presque tout Quignard,

du moins jusqu’à un certain moment _ celui (2009) du film Villa Amalia

Film et livre m’ont profondément agacé. Le charme était rompu.

Cf mon article du 26 avril 2009 : 

De même que j’ai fini par m’agacer de la thématique (de l’altérité _ sacralisée en paroles _) de François Jullien,

que j’avais fait inviter à de nombreuses reprises chez Mollat et à la Société de Philosophie de Bordeaux,

avant de m’apercevoir de la très profonde cécité _ narcissique ; et en actes… _ à l’autre de cet auteur…

Les yeux se décillent. 

A ma question sur les rapports entre son goût de la passion et le masochisme _ un mot électrique ! _, le sadisme _ qui évoque déjà le raffinement (extatique ! ) de cruauté de certains supplices chinois, au moins dans nos imaginaires… _, la pulsion de mort et les pulsions de vie _ et autres concepts freudiens ! _,

Laurence Plazanet a choisi de botter immédiatement en touche,

en avançant que toute référence postérieure au XVIIème siècle

tombait forcément hors de propos _ pour profond anachronisme ; et incapacité d’approcher la singularité historique et civilisationnelle visée par son approche documentaire extrêmement rigoureuse et poussée, mais aussi fictionnelle… _ pour elle…

Dont acte.

Son dolorisme se trouve ainsi placé comme au-dessus de toute approche, et par conséquent hors d’atteinte.

Dogmatiquement : il n’a pas à être _ confusément et hors de propos _ discuté.

J’ai trouvé cette position archi-romantique…

J’ai relevé aussi l’aveu de la conférencière de sa vive passion des ruptures…

Ah ! bon…

Pour ma part, je préfère Montaigne à Pascal _ et Augustin et l’augustinisme _,

et j’aime la subtilité sobre et infiniment fine de Marivaux.

Ce jeudi 24 mai 2018, Titus Curiosus – Francis Lippa

 

A propos du métier d’éditeur : une interview d’Elena Ramirez, des Editions Seix Barral

12mai

A propos du métier d’éditeur _ un passeur crucial de l’essentielle culture ! _,

je découvre ce matin sur le site d’El Pais,

ce samedi 12 mai,

une passionnante interview de l’éditrice (chez Seix Barral) Elena Ramirez ;

et qui donne bien à penser…

 

Elena Ramírez: «Es falso que las grandes editoriales se dediquen nada más que a ganar dinero y solo los independientes publiquen literatura»

Publicado por Fran G. Matute

Fotografía : Sonia Fraga

Como directora editorial de un sello tan prestigioso como Seix Barral, Elena Ramírez tiene sin duda mucho que decir _ certes _ sobre el presente del mundo del libro, hoy tan mitificado por fuera como vapuleado por dentro _ dont acte. No obstante, lo que más nos llama la atención no es ya su privilegiada visión del sector, el cual conoce de cabo a rabo toda vez que comenzó en este negocio trabajando en los escalafones más bajos, sino el hecho de que se atreva a hablarnos sobre él con firmeza, sinceridad y sin pelos en la lengua _ bien !

A lo largo de esta entrevista, en la que no solo repasamos su ya larga trayectoria profesional sino que tratamos de comprender el funcionamiento del sector editorial español, Elena Ramírez no dejará inconscientemente de recordarnos que, por mucho romanticismo que exista tras la publicación de un libro, no se debe olvidar nunca que estamos ante un negocio _ pourrait-on l’oublier ? Uno maravilloso, absorbente y tremendamente vocacional, al que solo podrá dedicarse con éxito quien posea el entusiasmo y la convicción que destila Elena Ramírez en cada una de sus palabras.

 

El editor, ¿nace o se hace?

El editor se hace, pero para ejercer esta profesión uno ha de tener cierta sensibilidad y percepción, así como un amor y una pasión por los libros que creo es algo que no se puede aprender _ bien sûr que si (cela n’a rien d’inné!), mais pas par réception d’un enseignement ; cf la distinction entre to learn et to teach ; par apprentissage personnel et passionné. A lo largo de mi carrera he visto las dos cosas : gente con una intuición increíble, sin experiencia profesional previa, que ha llegado a ser un gran editor solo con esa materia prima ; y gente muy bien posicionada, que oficialmente es considerada un editor, pero que, sin embargo, no ha sido nunca capaz de desplegar ese feeling del que te hablo _ celui qui sait reconnaître les voix singulières des vrais auteurs.

Date cuenta de que el editor trabaja fundamentalmente con personas _ oui. Trabaja con material sensible de los escritores, con su potencial _ voilà : à déceler dans sa dynamique à aider… Trabaja con algo que en un momento dado le ha emocionado _ et c’est crucial _ y necesita a su vez transmitir a otros _ voilà. En mi despacho tengo un cartel que dice: «Si editar fuera solo publicar libros…». Porque mucha gente cree que un editor solo se ocupa de corregir textos, de decidir la portada, de establecer una campaña de marketing, de acompañar a los autores… y no. No es «solo» eso. Es todo eso junto, no digo que no, pero también muchas cosas más _ voilà. La edición es por definición un trabajo muy vocacional al que le entregas un porcentaje altísimo de tu vida. No hay horarios, no hay límites. La edición se lo come todo.

¿Qué hay que estudiar entonces para ser editor?

La mayoría de editores viene de Filología, Filosofía o Periodismo, pero en España no hay una carrera universitaria como tal, ni siquiera una especialización. Sí es cierto que existen muchos másteres en edición, muchos cursos de posgrado ; yo, por ejemplo, doy clases en el máster de la Pompeu, en Barcelona. Bajo mi punto de vista, cualquier carrera de humanidades _ dont acte _, si es que siguen existiendo el día de mañana, puede ofrecer una muy buena formación base para ser editor.

Tiene uno sin embargo la percepción de que el sector editorial se está profesionalizando mucho últimamente.

Es cierto que desde los cursos de posgrado que te comentaba antes se está dando bastante protagonismo a la figura del gestor empresarial. Pero, ojo, no nos engañemos : esa figura, de una forma u otra, ha existido siempre en el sector editorial. Leí un librito escrito por el fundador de Minimun Fax, una editorial italiana chiquitita, en el que se cuenta la historia de cómo nació, que es muy curiosa. Empezaron enviando una comunicación por fax a una serie de números de teléfono anónimos, a modo de newsletter de la época, y recibieron tantas peticiones solicitando información que no les quedó otra que empezar a enviar pequeñas publicaciones, que fueron cobrando cierta periodicidad, hasta que aquello terminó convertido en una editorial. Por muy «romántica» que parezca esta historia de éxito, este editor independiente lo dice bien claro en sus memorias: «No nos confundamos. Un editor es ante todo un empresario». Quiero decirte con esto que es falsa esa idea de que las grandes editoriales se dediquen nada más que a ganar dinero y solo los independientes publiquen literatura. Es, además, una idea que yo misma me encargo de desmentir en las clases que imparto. No caigamos en el cinismo de quitarle al gran editor la pasión y la maravilla que hay detrás de esta profesión, así como tampoco olvidemos que en este mundo la gente está siempre jugándose la pasta. Si eres independiente, la pasta será tuya. Si trabajas para un gran grupo, será de un tercero. Pero una editorial es un negocio, y como tal ha de ser sostenible _ oui, le principe de réalité accompagnant de ses exigences le principe de plaisir.

¿Dejó Seix Barral de ser una editorial independiente tras la compra de Planeta en 1982?

No en cuanto a su línea editorial. Seix Barral sigue siendo totalmente independiente en la medida en que a mí, o a mi predecesor, jamás nos han dicho «Esto lo tienes que publicar» o «Esto no lo puedes publicar». Ni siquiera cuando no he cumplido con el presupuesto que me habían asignado. Y me consta que pasa igual en los demás sellos editoriales adquiridos por Planeta. Date cuenta de que cuando un gran sello adquiere uno independiente lo que hace es comprar básicamente un catálogo, una marca, un intangible que solo se busca potenciar con la fuerza de un gran grupo. Si no, no tendría ningún sentido la operación.

¿Y qué grado de autonomía tiene Elena Ramírez como directora editorial de Seix Barral?

Todo, dentro del grado de responsabilidad implícito en el cumplimiento de mis obligaciones, que incluyen el de un presupuesto, of course. Yo soy la culpable de todo [risas]. A ver, este es un trabajo en equipo _ oui _, y yo cuento con un gran equipo _ c’est nécessaire. Digamos entonces que soy la responsable de este equipo, pero cada editor en Seix Barral es soberano sobre su porción de catálogo _ voilà. Teresa Bailach, por ejemplo, es nuestra editora de castellano ; Irene Lucas lo es de internacional ; y Jesús Rocamora hace ambas cosas.

En el mundo anglosajón se distingue entre el publisher, que sería mi actual función, toda vez que abarca cuestiones más a largo plazo, muchas relacionadas con la gestión, y el editor, que es la persona que está más apegada al libro en sí. Con todo, yo no he sido capaz de separarme completamente del texto. Tengo autores, mis autores, para los que sigo siendo su primer editor. Esa parte del trabajo, consistente en leer manuscritos y trabajar su contenido _ voilà _, sigue formando parte de mi ADN. Me gusta hacerlo.

¿Cuál es entonces la labor de Pere Gimferrer en la editorial?

Gimferrer es el director literario de Seix Barral. Es una especie de asesor permanente, constante, al que a veces llamamos «Google» porque lo sabe todo [risas]. Él sigue yendo a la editorial a diario, está siempre al pie de cañón, pero no está, digamos, generando ideas en el día a día. Está, obviamente, para lo que necesites. Y si lo necesitas, cuenta con él a muerte.

 

Repasemos un poco tu carrera profesional. ¿En qué momento entras en contacto con el sector editorial?

Los libros han sido una constante toda mi vida _ et c’est indispensable. Yo he sido una persona no sé si decir solitaria o independiente _ voilà _, pero muy ratón de biblioteca. Los libros, en este sentido, han sido como un refugio _ ou une ouverture _ para mí. Estudié Filosofía y Letras _ oui _ y, antes de entrar en el sector editorial, estuve trabajando en mil cosas. Por ejemplo, como profesora para gente con dificultades de aprendizaje, también para mayores de veinticinco años que querían entrar en la universidad. Estuve trabajando en un geriátrico, en una agencia inmobiliaria mucho tiempo, en fin, en distintos lugares haciendo las cosas más diversas. Me ocurrió entonces que sufrí un gran batacazo vital, porque murió un hermano mío y aquello me dejó completamente noqueada. Me llevó a plantearme muchas cosas sobre lo que quería hacer con mi vida _ voilà. Y un día, simplemente, me di cuenta de que no podía seguir viviendo así, que tenía que hacer algo que me gustara realmente _ exactement _, y me dije eso de «Si quieres, puedes» [risas]. Sé que esto suena muy flower power, pero fue así, fue algo un poco epifánico : decidí entonces que quería trabajar con libros _ oui. Mi madre, Pilar Rico, que era periodista cultural, trabajaba para distintos medios, le hizo llegar mi currículum a Juan Cruz, que me hizo la entrevista de trabajo más rara que he tenido en toda mi vida. Quedé con él, pero mi currículum lógicamente ni lo miró, porque allí no había nada que fuera muy atractivo para trabajar en una editorial. Solo se fijó en que decía que dominaba el inglés, y me preguntó si eso era cierto o lo había puesto ahí de adorno. Tenía tantas ganas de entrar a trabajar en el mundo editorial que, no sé cómo me atreví, le respondí en inglés, y le dije : «¿Quieres que sigamos la conversación así?». Y me dijo: «Contratada» [risas]. Y al día siguiente empecé a trabajar en _ la maison d’édition _ Alfaguara.

¿De editora?

De asistente. Llevando y trayendo cafés, vamos. Te hablo del año 1994, ¿eh? Cuando el mundo editorial era todavía muy masculino. ¿Te cuento una batallita al respecto? Como asistente, una de mis tareas era organizar los comités periódicos de lectura _ voilà _, en los que se analizaban los manuscritos que llegaban a la editorial _ voilà. Yo me dedicaba a ir recopilando informes de lectura para luego clasificarlos entre positivos y negativos, y en esas reuniones exponía los resultados a los miembros del comité, para que luego ellos debatieran. Como te puedes imaginar, yo no opinaba, me limitaba a exponer lo que había, pero para mí era como una reunión importante : era el momento en el que estaba ahí delante de mi jefe, y sus asesores (todo tíos, claro), así que aquello me lo tomaba muy en serio. Y en una de estas, estando yo en la pizarra de pie, explicando lo que fuera, uno de los ponentes, no diré quién, levantó la mano y me dijo: «¡Elena! Un café». Y solo se me ocurrió responder: «No, gracias» [risas]. En el fondo me quedé muy cortada, me puse toda colorada, pero me salió así, espontáneo, no pude evitarlo. El mundo editorial de antes no tiene nada que ver con el de ahora, en el que, te diría, al menos el setenta y cinco por ciento del sector está formado por mujeres. Hasta llegar al top, claro. Ahí arriba la proporción se invierte.

Muchas mujeres en el sector, pero no tantas en los catálogos.

Es cierto, pero te garantizo que no es una cuestión de misoginia. A la editorial llegan muchísimos menos manuscritos firmados por mujeres que por hombres _ dont acte. La diferencia es además abrumadora. Un día tengo que hacerlo, tengo que comprobar el porcentaje exacto. Habría, de hecho, que preguntarse por qué ocurre esto. La respuesta a lo mejor tiene que ver con la famosa «habitación propia» _ de Virginia Woolf. Me da la sensación de que, en verdad, la cosa no ha cambiado tanto. Creo que sigue habiendo muchas mujeres que solo escriben en el tiempo que la vida les deja para escribir, mientras que ellos escriben cuando les da la real gana. Me temo, por tanto, que todavía hay mujeres que están dejando sus sueños atrás por los motivos de siempre.

¿Es hoy día la literatura escrita por mujeres un target editorial?

Sí. No ya tanto la literatura escrita por mujeres como la literatura que tiene que ver con el mundo de la mujer. No te lo niego. Se trata, sin duda, de una tendencia al alza y es por tanto una temática que tenemos muy interiorizada en el plan editorial de Seix Barral. Ahora bien, las modas están ahí para aprovecharse uno de ellas, pero también para criticarlas. La mayoría de las tendencias son burbujas, así que hay que tener mucho cuidado con lo que se publica al hilo de estas. En este sentido, las memorias de una sufragista son algo que publicaría siempre, por su propio valor intrínseco, no porque ahora estén de moda, por más que sea consciente de que ahora van a ser quizás más leídas que en otro momento. Hay que tener en cuenta también que muchos títulos que se compran ahora no verán la luz hasta dentro de unos cuantos años, cuando lo mismo la moda que motivó su compra ha expirado. Cuidado entonces con eso de moverse solo por tendencias _ oui. Y cuidado con ignorarlas _ aussi.

¿Hasta qué punto crees que es importante para un editor empezar, como tú, desde abajo?

En mi caso no solo empecé desde abajo, sino que pasé luego por diversos departamentos. Asistencia, Logística, Diseño, Internacional… He estado toda la vida corriendo por los pasillos fundiendo zapatillas, así que creo que tengo un conocimiento muy profundo del sector _ c’est formateur. Mis inicios fueron en su día un no parar, pero aquello me gustaba tanto, tenía tanta hambre por aprender _ c’est important _, que hoy día agradezco muchísimo tener esta visión tan transversal _ oui _, y que sobre todo me ha servido para poder mostrar una mayor sensibilidad _ oui _ hacia ciertos puestos teóricamente menos glamurosos que el editorial, cuyo día a día he conocido de primera mano.

¿Cómo llegas a Seix Barral?

A Seix Barral llego en el año 2000 de la mano de Adolfo García Ortega, que había entrado a trabajar allí hacía solo unos meses, sustituyendo a Basilio Baltasar. Adolfo se propuso desde el principio reestructurar todo el equipo editorial de Seix Barral, sabiendo que si no lo hacía nada más llegar no iba a ser capaz de hacerlo más adelante. Fichó también a Nahir Gutiérrez, la directora de comunicación, que venía de Tusquets, y a Elena Blanco, actual jefa de prensa del sello. Yo entré como editora ejecutiva. Luego, unos cuantos años más tarde, en 2007, me convertí en la directora editorial. Adolfo decidió cambiar su forma de trabajar en su labor editorial para centrarse más en su escritura, y digamos que el paso natural fue proponerme a mí para dirigir el sello.

Recuerdo que, cuando entramos, Seix Barral estaba bastante perjudicada _ ah. Había sufrido en los últimos años muchos cambios de manos, muchos cambios de línea editorial, incluso hubo periodos en los que no hubo nadie al frente. Mi primer día en la oficina fue como visitar unas catacumbas _ eh bien ! En el que se suponía que iba a ser mi despacho estaban todas las paredes llenas de manuscritos, desde el suelo al techo, que llevaban allí años, vete a saber si fueron en algún momento leídos. Encontramos en aquella montaña algún que otro autor maravilloso, ¿eh? Fue como empezar de cero. Tuvimos además que poner orden sin demasiados recursos _ voilà. La verdad es que las pasamos canutas [risas].

¿Cómo conseguisteis reflotar el sello?

Proponiéndonos un objetivo claro _ oui _, como claros fueron los medios _ aussi _ para conseguirlo. Por una parte, quisimos rejuvenecer _ bien sûr _ el sello. La percepción que se tenía entonces de Seix Barral era que estaba un poco anticuado, y para romper con esa idea una de las primeras cosas que hicimos fue quitar el cuadradito que se seguía utilizando en el diseño de las portadas _ oui. Tratamos así de hacer que las portadas fueran más atractivas, toda vez que sin el cuadradito podíamos usar más formatos.

Empezamos también a apostar por valores un poco más jóvenes, pero, sobre todo, como al principio no teníamos dinero para nuevas contrataciones, recuperamos algunos libros del fondo editorial, que era, claro, magnífico _ oui. Para decidir qué libros rescatar, pensamos en qué títulos nos gustaría que leyesen nuestros hijos. Así, Adolfo propuso reeditar Opiniones de un payaso, de Heinrich Böll, y yo El corazón es un cazador solitario, de Carson McCullers. Nuestra idea era poner estos títulos a disposición de una nueva generación _ voilà. De Carson McCullers, como sabes, hemos ahora reeditado toda su obra, con nuevos prólogos e ilustraciones a cargo de Sara Morante, pero ya en aquellos primeros años 2000 hicimos una primera recuperación fuerte de su obra, y, la verdad, se vendió muy bien. Otra cosa que hicimos fue preguntar a los libreros _ oui. Les pedimos consejo acerca de qué títulos del catálogo tendríamos que reeditar _ voilà. Fueron de hecho unos libreros de Bilbao los que nos aconsejaron recuperar El hombre sin atributos, de Robert Musil, que sacamos en un estuche maravilloso, muy bien presentado, con los volúmenes mejor organizados. Lo pusimos caro, pero lo vendimos fenomenal. Ese libro nos ayudó mucho a arrancar. Nos permitió contratar autores nuevos _ oui.

Otro de nuestros objetivos, uno que además nos propusimos conseguir de manera muy consciente, y no digo con esto que fuera una ocurrencia nuestra, pues fue una estrategia que terminaron siguiendo muchas otras editoriales en paralelo, fue aplicar las técnicas del marketing más comercial a títulos muy literarios _ oui. Ahora el marketing está en todas partes, es como la madre del cordero, pero en aquella época se consideraba que lo literario debía de ser algo minoritario, de culto, invisible a poder ser, y que lo publicitario iba asociado únicamente a la literatura comercial, pues de algún modo su uso desprestigiaba todo lo que tocaba. Nosotros conseguimos demostrar que si esa publicidad venía presentada de una manera coherente, con identidad y elegancia _ oui _, siempre bajo la premisa de «menos es más», porque en las reuniones era fácil que, metafóricamente hablando, alguien de marketing se emocionara y saltara con un «¡Vamos a ponerle a este libro un gato en la portada!», o cosas así [risas], todo era posible.

Al principio de llegar nosotros, la imagen clásica de Seix Barral, la imagen blanca de sus portadas, había perdido mucha fuerza. Tuvimos entonces que romper con esa marca e inventarnos otros diseños _ oui _, con más colorines y tal. Así publicamos un best seller como Pasión india, de Javier Moro, que, si recuerdas, la portada no era blanca, era además a sangre. Y fue así, poco a poco, como comenzamos a recuperar la marca blanca, ¡incluso para los best sellers!, como ocurrió con La elegancia del erizo, de Muriel Barbery, o con Firmin, de Sam Savage, uno de esos libros literarios a los que supimos meterle mucha caña de marketing basándonos siempre en su contenido.

Me llama la atención el peso que le disteis a la opinión de los libreros en todo este proceso de reflote de Seix Barral.

Los libreros son las personas _ les plus et les mieux en contact avec les acheteurs-lecteurs de livres _ de las que, históricamente, más he aprendido sobre este negocio. A los editores siempre les digo : «Salid a la calle. Salid del despacho». Date cuenta de que entre el despacho de un editor y una librería hay un montón _ déjà ! _ de intermediarios. En su despacho, un editor está en su «La La Land», pensando en que sus libros son fantásticos y van a funcionar fenomenal, pero una charla con un librero puede llegar a ser una bofetada brutal de realidad _ et revoilà le rugueux principe de réalité. No me refiero ya a la hora de saber si un libro funciona o no, sino sobre todo a la hora de detectar tendencias _ tendenceurs est même devenu un métier ! A los libreros les pregunto mucho : ¿qué se está vendiendo bien?, ¿qué no se está vendiendo bien?, ¿qué es lo mejor que se ha hecho últimamente? y ¿qué es lo peor? De esta forma te podrás dar cuenta de que aquella colección de bolsillo fabulosa que se te ocurrió en tu despacho, aquella de tapa dura que pretendías vender a X,95 euros, es en realidad una cagada, básicamente porque al librero no le caben esos libros en la estantería, o lo que sea. El librero es sabio _ un pragmatique. Ayuda.

Los editores, mea culpa, solemos ver la vida demasiado a través de los índices de venta que te dan empresas como Nielsen o GFK. Nos limitamos a decir : «Esto no vende», y nos quedamos ahí. Pero cuando esto pasa, me acuerdo siempre de una reunión, una de las últimas que tuvimos todos los editores del Grupo Planeta con José Manuel Lara, que fue una bestia de la edición, un tipo con un carisma espectacular, a la que fuimos todos muertos de miedo a exponerle nuestros proyectos del año. Llevábamos todo ahí superbien presentado, con sus gráficos y tal, y justo antes de la reunión, durante el almuerzo, nos dice: «Si alguno de vosotros va a plantear su presentación basándose en lo que dice Nielsen, que se marche ahora mismo y lo cambie. No me digáis lo que dice el mercado. Decidme qué es lo que el mercado aún no sabe _ voilà _ que quiere». En el marco de una empresa grande esta visión resultaba muy osada. El caso es que, a la hora del café, empezamos todos a levantarnos sutilmente, todos yendo, claro, a cambiar nuestras presentaciones [risas].

¿Para qué sirve entonces Nielsen?

Para saber dónde te metes. Si te llega una oferta de un autor estadounidense que desconoces, y ves en Nielsen que ya ha sido publicado en siete editoriales diferentes y en ninguna ha funcionado, lo mismo ese autor es tierra quemada. Llegado el caso, siempre puedes decirte a ti mismo : «El mundo es de los osados», y contratarlo. Si el libro te gusta, te va a dar igual lo que diga Nielsen, porque, ¿quién sabe si tú puedes triunfar donde otros fracasaron? Ahora bien, la ley de probabilidades te dice que ese autor no está causando buena impresión, por lo que quizás sea menos arriesgado probar incluso con alguien nuevo, que no conoce nadie. Hay que tener también en cuenta que uno tiene pocos disparos en el revólver, así que para tomar este tipo de decisiones tiene todo el sentido del mundo consultar Nielsen o GFK, que son ahora mismo los dos grandes auditores de ventas.

En el pasado, estos índices no eran tan completos, se basaban sobre todo en muestreos sobre los que se hacían extrapolaciones, pero hoy día son bastante fiables. Por ejemplo, son muy útiles también a la hora de fijar una oferta económica. Cuando no tienes otra referencia, las ventas pueden ser de mucha utilidad. No es lo mismo contratar a un autor que presenta unas ventas que van cada año cayendo en picado que uno con ventas que cada año aumentan _ certes : cela dit, du sens d’une tendance (toujours conjoncturelle) est totalement indépendante la valeur d’éternité d’un livre ; Stendhal l’avait identifié ! Ici, ni l’intérêt à court terme du libraire, ni l’intérêt à court terme de l’éditeur, ne coîncident pas avec le désir passionné d’un vrai lecteur ! Esta es una información que se ve clara en los índices citados. Dicho lo cual, no debe ser la única información _ ah ! _ a tener en cuenta a la hora de tomar una decisión. Cuando tengo un editor delante, siempre _ simplement _ pregunto : «Pero ¿el libro cómo es?». Y si la respuesta es: «El libro está bien», ya puede decir Nielsen misa, porque si solo está «bien», no vamos a ningún lado. Si Nielsen me dice que contratar un libro es poco recomendable pero el editor me viene entusiasmado _ voilà ! _ con él, el libro sale. Te lo digo yo.

¿Sigue siendo Frankfurt el lugar donde encontrar los grandes libros del año?

Todos los editores que vamos a la feria de Frankfurt decimos que no vamos a comprar nada allí porque todo se pone muy caro, pero siempre volvemos con algún manuscrito _ tiens, tiens ! _ debajo del brazo. Al igual que se han polarizado las ventas de libros a lo largo del año, condensándose ahora en periodos muy concretos fuera de los cuales no entra ni un alma en las librerías, las ventas de manuscritos parecen también concentrarse alrededor de ciertas ferias como la de Frankfurt. El motivo es muy sencillo : los agentes literarios se esperan a estas ferias para enseñar su mejor material, porque saben que allí todos nos vamos a pelear en las subastas. Es por esto que uno termina comprando siempre allí _ voilà _ y comprando caro aunque no quiera, porque se concentra la oferta _ telle est la situation. De todos modos, en Frankfurt ocurre como cuando vas a una pastelería y te empachas : tras leer treinta y dos manuscritos en cuatro días, termina uno perdiendo la perspectiva, hasta el punto de decir : «¡Ya no quiero ver más libros!» [risas].

Al margen de Frankfurt, ¿cuáles son los métodos más usuales por los que un manuscrito llega a Seix Barral?

La mayoría de manuscritos que leemos en Seix Barral llega a través de subasta _ dont acte. Estas subastas las puede organizar bien un agente literario o bien una editorial, si es que esta representa a sus autores.

Estas subastas a veces nos llegan a través de lo que llamamos un submission, es decir, un envío directo a una o dos editoriales, con una oferta mínima de tanto y quien la supere se lo lleva. Pero otras veces jugamos simplemente a ver quién es el mejor postor _ voilà _, que es un poco como ir al circo, porque ahí entran ya componentes irracionales _ certes _ que pueden hacer que pagues por un libro mucho más de lo que pagarías en circunstancias normales.

La otra forma más común de adquirir un manuscrito es a través de un preempt, que supone pagar un extra por él a cambio de sacarlo de la mesa de negociación, de forma que no pueda pujar nadie más _ voilà. Cuando tú recibes un libro, lo mismo estás dispuesto a pagar por él, por ejemplo, tres, pero a la agencia le ofreces diez a cambio de que lo retire del mercado. En ese caso es la agencia la que tiene que valorar si podría llegar a sacar más de diez de seguir negociando con otras editoriales, o si prefiere quedarse con tu oferta _ les uns et les autres doivent donc parier…

Luego están, por supuesto, los manuscritos que nos llegan directamente a la editorial enviados por los propios autores. A estos los llamamos «espontáneos» _ oui, absolvíment inédits.

¿Se compran muchos libros solo leyendo el comienzo de la novela?

Sí. Incluso solo sabiendo el título _ dites donc ! A ver, te explico : uno intenta siempre leer los libros enteros, pero, para no mentirte, conozco casos en los que solo sabiendo el título de la novela o viendo el perfil del autor no ha hecho falta más que leer tres o cuatro páginas para lanzarte a comprarlo. Son excepciones, por supuesto. Si para conseguir el libro te tienes que meter en una subasta, ahí no te queda otra que leerlo, porque si no estarías pujando a ciegas. Esto ocurre sobre todo con la literatura comercial, donde el argumento es muy importante. Nos hemos encontrado muchas veces con que una novela estupenda se estropea al final de forma irreversible. En la editorial estamos siempre pendientes de ver cuándo aparece «el albino», que es una especie de broma interna que tenemos al hilo de esto, porque una vez estuvimos flipando con una historia que pintaba muy bien, pero al final se liaba con la aparición de un personaje albino que no venía a cuento. Así que siempre que una historia apunta maneras y se estropea al final con alguna cosa inverosímil decimos : «Ya apareció el albino» [risas].

Al hilo de esto, recuerdo oírte una vez una anécdota muy impactante del día que acudiste a tu primera reunión comercial como directora del Departamento de Ficción Internacional del Grupo Planeta.  

Sí, sí, la recuerdo. Fue, en efecto, en una reunión donde se estaba diseñando el plan de marketing de no recuerdo qué libro, pero era un best seller internacional, y hubo un momento en que pregunté : «Pero ¿alguien se lo ha leído?». Y nadie lo había hecho _ waf ! waf !! De todos modos, en esto hay que tener en cuenta, y es lógico además, que por regla general la única persona que suele haber leído un libro entero y en profundidad es el editor, pues ese es su trabajo _ voilà _, así como desbrozarlo. Otros profesionales que están luego trabajando alrededor de ese libro no han tenido por qué hacerlo, toda vez que existen otro tipo de herramientas como informes detallados, extractos, etc. _ tiens, tiens : tout va trop vite… Et lire vraiment un livre prend beaucoup, beaucoup de temps. Si bien que pas mal de potentiels lecteurs de livres, se contentent de les avoir achetés !..

novela literaria

¿Qué es una «novela literaria»? Me sorprende que una editorial literaria pueda publicar novelas no literarias.

Bueno, una novela literaria es cualquier novela, del mismo modo que una novela comercial es cualquier novela. Me explico : para mí las dos tienen los mismos méritos, las mismas cualidades. Pero utilizamos erróneamente el término «novela literaria» para referirnos a aquellas novelas de mayor calidad, supuestamente con menor capacidad para llegar a un gran público _ ah. La historia de la literatura ha demostrado que lo literario y lo comercial son barreras de lo más permeables. Ha habido grandes obras literarias que han llegado sin ningún problema al gran público, y grandes obras comerciales que han sido un gran fiasco. Digamos entonces que la etiqueta _ ce n’est donc rien que cela _ de «novela literaria» se utiliza simplemente para distinguir una novela de una supuesta calidad sobre una novela más popular.

¿Cuáles dirías que son las señas de identidad de Seix Barral ahora mismo?

[Gran silencio] Sé que decir «literatura de calidad» es como un chiste, porque todos los editores dirán eso mismo de su editorial. Con esto me pasa igual que cuando un editor me pone en una contracubierta que el libro está «estupendamente escrito». En estos casos le digo siempre que lo quite, porque, claro, si no está bien escrito, apaga y vámonos.

Creo que lo que buscamos en Seix Barral son libros que de alguna manera importen _ certes. Sea porque desde la no ficción generen un cierto debate público, sea porque desde la ficción nos causen a nosotros una determinada impresión que queremos transmitir fuera. Por otro lado, ponemos mucho empeño en apoyar nuestro catálogo sin perder de vista a los nuevos autores.

Pero Seix Barral tiene fama de ser un sello que publica pocas voces nuevas españolas.

No tengo yo esa percepción _ ouf ! En los últimos años hemos publicado a muchos autores nuevos, lo que ocurre es que, lógicamente, el espacio es limitado. Date cuenta de que la ficción internacional ocupa una gran parte de nuestro catálogo. Todo autor nuevo que incorporemos, sea o no joven, implica para nosotros darle una continuidad en el catálogo _ Très bien. Por eso la política de Seix Barral no es tanto publicar a gente nueva porque sí, política seguida por otros sellos con resultados no muy positivos, sino mantener una política de autor _ parfait ! _, de forma que cuando incorporemos a alguien no lo hagamos solo por un título concreto sino porque queremos darle a ese autor una carrera _ oui. Con esto no te estoy diciendo que piense que lo que nosotros publicamos es lo único que vale. Somos conscientes de que hay mucho talento ahí fuera, pero para nosotros es físicamente imposible dar cabida a todos.

¿Cómo descubriste a Jesús Carrasco?

A Jesús Carrasco lo descubrí a través de Arantxa Martínez, una editora fabulosa que estuvo mucho tiempo trabajando en la editorial hasta que se fue a vivir a Chile. Un día Arantxa me mandó un e-mail diciéndome que tenía un manuscrito que quería que leyera, pero me mandó solo un capítulo, el capítulo cuatro de Intemperie, lo recordaré toda mi vida. Leí el capítulo, aluciné e inmediatamente le escribí pidiendo el resto. Esto fue un viernes y el lunes ya llamé a Jesús, y le dije: «Hola. Soy Elena Ramírez, de Seix Barral. Me gustaría publicar tu libro». Y la respuesta de Jesús me encantó: «¿Qué te parece si cojo un avión mañana y lo hablamos en persona?». Tuvimos entonces la misma conversación que hubiéramos tenido por teléfono, pero lógicamente se creó ahí un lazo, una vinculación, muy fuerte _ c’est bien.

Desde que contraté el libro hasta que se publicó pasó un poquito de tiempo, porque, claro, yo pensaba: «¿De qué forma puedo publicar esto tan bueno sin que sea como lanzar una piedra a un estanque?». Lo normal hubiera sido publicarlo en España, ver que acaparaba buenas reseñas, y con eso moverlo en el extranjero, pero lo hice al revés. Tirando de amigos y contactos míos, quiero decir, no a través de una submission oficial, fui poco a poco contagiando a la gente de que teníamos una joya entre las manos _ voilà. Detrás vino el departamento de venta de derechos de la editorial, a cargo de Daniel Cladera, y arrasó. Conseguimos que la primera subasta fuera en Inglaterra, que es lo más difícil de todo, porque, una vez que los derechos se vendieron al inglés, aquello fue como un dominó. A Jesús lo llamaba de vez en cuando para decirle: «Lo hemos vendido a Alemania», «Lo hemos vendido a Francia»… Pero en verdad él no sabía muy bien lo que estaba haciendo con su libro [risas].

De nuevo los libreros tuvieron un papel muy importante en el éxito de Intemperie. Antes incluso de tener las galeradas, envié a una serie de libreros de confianza _ voilà _ el manuscrito, en Word, a palo seco, porque necesitaba contrastar con gente de fuera que no me había vuelta loca. «¿Es tan bueno como yo creo?», les decía. Y todos me dijeron que sí. Cuando ya tuve las galeradas, invertimos en hacer un folder precioso para el resto de libreros, con una caja donde iba dentro el texto, todo envuelto con una cuerda, con citas maravillosas de editores de todo el mundo, para que se viera que lo mío con Jesús Carrasco no era «amor de madre». Cuando salió publicado, todo el sector _ voilà _ sabía ya que era un libro especial.

Recuerdo que, poco antes de ponerlo en circulación, Jesús me preguntó: «¿Y yo qué tengo que hacer ahora?». Y le dije: «Nada. Dos o tres entrevistas y para casa» [risas]. La verdad es que no lo quería acojonar. La primera entrevista que hizo, con la que se estrenó, fue para el programa Página Dos, con Óscar López. Fíjate. Y así estuvo un año. Sin parar. Nahir Gutiérrez, jefa de prensa entonces, y Elena Blanco hicieron un trabajo brutal. Y, durante todo ese primer año, como Jesús realmente todavía no había asimilado lo que le estaba pasando, me seguía preguntando cada vez que nos veíamos: «Oye, pero ¿esto no iban a ser dos entrevistas y ya está?» [risas]. De Intemperie se han llegado a vender cien mil ejemplares. Y la película empezará a rodarse este verano.

¿Es Jesús Carrasco tu gran descubrimiento literario?

Los grandes descubrimientos literarios no tienen por qué estar vinculados al éxito comercial _ bien ! El que Intemperie vendiera mucho no altera el hecho de que con Jesús Carrasco lo que descubrimos fue, por encima de todo, a un gran escritor _ voilà. Entonces, desde ese punto de vista, puedo decirte que en mi catálogo tengo más grandes descubrimientos literarios que, por lo que sea, no han llegado a triunfar comercialmente como debieran _ bien, bien. Jesús ha sido sin duda un muy grato descubrimiento, pero también Sam Savage, por ejemplo, más que nada porque no todo el mundo lo veía claro. Digamos que la alegría no me la da tanto vender mucho o poco como hacerlo saliéndome de la pista [risas]. Recuerdo que cuando propuse contratar Firmin, Carlos Revés, mi jefe, me dijo : «¿Quién es este Sam Savage? ¿Por qué quieres complicarte la vida así?». Y yo le respondí : «Porque tengo un feeling». Y me dijo : «Entonces, adelante» _ Très bien. Y es ese feeling lo que hace que uno siga dedicándose en cuerpo y alma a esto _ oui, avec passion. Cuando uno comprueba que su pálpito era correcto, la emoción que se siente, la alegría que te envuelve, es casi infantil _ oui.

Tal y como lo planteas, ¿dirías que la edición es tu vida o vives para la edición?

¡Ay! Esta pregunta solo te la podría responder tumbada en un diván, porque no sé si confesar aquí, delante de todo el mundo, que soy una especie de workaholic, o negártelo rotundamente, mintiendo como una bellaca. Cualquier cosa que te responda queda mal, ¿no? [risas]. Sí que creo que la culpa de todo la tiene mi madre, que me hizo una persona hiperresponsable _ parce que capable de passion. Mi forma de ser, mi entrega al trabajo, no tiene tanto que ver con la ambición _ voilà _ como con una necesidad imperiosa _ c’est mille fois mieux, et plus fort ! _ de hacer bien lo que hago _ simplement ; avec probité. Rt la chose devient rare. En este sentido te reconozco que he tenido que educarme mucho para obligarme, por ejemplo, a no responder e-mails durante el fin de semana o a no coger llamadas, salvo urgencias verdaderas, terminada la jornada laboral. Antes el trabajo se comía toda mi vida, hasta el punto de que no sé si no tenía vida porque estaba todo el rato trabajando o trabajaba tanto porque en realidad no tenía vida. Así que he tenido que protegerme un poquito, he tenido que aprender a hacerlo como solo una workaholic haría [risas].

Recuerdo una vez, hace ya un montón de años, que me fui cinco días de vacaciones, nada del otro mundo, y decidí guardar el teléfono en la caja de seguridad del hotel. Al volver, tenía, claro, el buzón lleno de mensajes, pero algunos eran verdaderos lamentos de alguno de mis autores. ¡Me sentí tan mal, tan culpable! Pero ya por fin lo he conseguido. Ahora soy capaz de priorizar _ voilà.

Hablando de priorizar, ¿por qué crees que se publica tanto en España?

En Seix Barral, antes de la crisis, publicábamos alrededor de cincuenta títulos al año. Ahora no más de cuarenta. No sé si es mucho o poco, la verdad, pero por regla general las editoriales publicamos más títulos de los que podemos gestionar con normalidad, muchas veces solo para mantener cierta cuota de mercado, o por mera visibilidad, para no desaparecer de las librerías. En otras ocasiones, el volumen de publicación responde a una necesidad financiera. Luego está, no olvidemos, la propia ludopatía del editor : cuantos más boletos compre uno, cuantos más libros tenga en la calle, más posibilidades hay de que uno de ellos funcione [risas].

Me gustaría que, para terminar, nos hablaras un poco de tus gustos lectores, de tu canon personal.

Cuando era joven, igual que hoy, leía sin orden ni concierto, cuanto caía en mis manos, desde Los cuentos para contar por teléfono de Gianni Rodari, a Perrault, pasando por Grease. ¡Por Dios, aquella edición de Grease hecha con fotografías y bocadillos de texto! [risas]. A un nivel más serio, me marcó mucho Michael Ende, me deslumbró García Márquez, y me mataron Carson McCullers y Salinger, Borges y Camus. De La Regenta y Anna Karenina no quería salir, y me gustaba mucho descubrir libros raros, que por supuesto no lo eran, porque, como sucede en la juventud, que los conociera solo yo (o eso creía) me hacía sentir que estaban escritos por o para mí, como me sucedió con Viaje a través del cristal, de George SandEl gran Meaulnes, de Alain-Fournier.

En mi casa había un cuarto llamado «el cuarto de jugar», sabiamente denominado así por mi madre. En realidad, era el cuarto de estudios, pero albergaba juguetes y cómics, cientos de cómics. Mis cuatro hermanos y yo hemos crecido leyendo cómics como energúmenos, y el paso de aquellos cómics a los libros fue tan natural para mí que no encuentro la transición en mi memoria. Tal vez por eso adoro la novela gráfica.

Todo lo que leía entonces procedía de la biblioteca de casa, ingente, enorme, sin excepción. Mi madre, como te conté, era periodista cultural y una gran lectora _ ah. Su amor por los libros fue para mí su gran legado. Años más tarde, teniendo yo entre veintidós y veinticinco años, hice de negra para/con ella, y leí por dinero mucho de lo que publicaron las editoriales en aquella época. Así que no sé si fue antes o después de entrar a trabajar en Alfaguara, pero pronto mis lecturas se fueron ciñendo a la actualidad de lo que se iba publicando y dejaron de ser tan erráticas:  Rosa Montero, los Manolitos de Elvira Lindo, Murakami, el Saramago de Ensayo sobre la ceguera, Julio Ramón RibeyroVirginia WoolfJanet Frame, Henry Roth… you name it. Si miro atrás, no tengo recuerdos en los que la lectura no forme parte de mi vida _ certes.


Passionnant !

Ce samedi 12 mai 2018, Titus Curiosus – Francis Lippa

Call me by your name : le captivant film de Luca Guadagnino

12mar

J’ai pu voir cette fin de matinée le film de Luca Guadagnino Call me by your name, en version originale _ mêlant anglais, italien et français, en fonction des  adresses à leurs divers interlocuteurs des divers personnages du film : ainsi, par exemple, la mère d’Elio, Annella Perlman, étant à demi-italienne (par son père, prénommé déjà Elio ; et juif…) et à demi française (par sa mère), s’adresse à Elio en français ; de même que c’est en français que conversent Elio et sa bientôt petite amie Marzia ; etc. D’autant que les interprètes de ces divers personnages d’Annella (Amira Casar), Elio (Timothée Chalamet) et Marzia (Esther Garrel) sont au moins eux-mêmes à moitié français. De même, d’ailleurs, et c’est un élément très important, que le réalisateur lui-même, Luca Guadagnino, par sa mère, elle-même à moitié algérienne et française, est imprégné de cette perception française (soit un certain tropisme classique : à la Ravel, disons…) de son esprit et de ses goûts, du moins me le semble-t-il… Une certaine culture française imprègne donc pas mal (et irradie sur) ce film, en plus d’une certaine culture juive, d’une culture italienne, bien sûr, et même de ce que j’oserai qualifier de « culture gay » : un éloge du métissage, de l’ouverture, et de l’accueil à l’altérité des minorités (âmes en peine des déplacés et errants)… Et je n’ai même pas parlé de la très importante part française, aussi, de ce juif italo-turc francophone venu d’Alexandrie qu’est André Aciman, l’auteur du roman de départ du scénario, Appelle-moi par ton nom

D’abord, voici, à titre d’introduction ici,

et précédant ma vision du film

une présentation _ il s’agit à l’origine d’un courriel : j’aime m’adresser à un interlocuteur particulier, et en rien anonyme _ préliminaire, factuelle, à propos de ce que j’ai pu, de bric et de broc, reconstituer tant bien que mal de la genèse _ assez longue et tortueuse _ de la conception, puis fabrication du film :

Ce matin,
je vais pouvoir aller voir Call me by your name en salle _ n’allant que très rarement au cinéma ; seulement quand un film me fait vraiment envie. Ce qui renforce mon désir du film…
Et cela, afin de confronter à la réalité du film en son entièreté les premières impressions _ forcément très partielles _ issues des clips fragmentaires et divers commentaires et interviews nécessairement partiels.

Même si celle-ci n’est qu’anecdotique, l’histoire de la gestation du film en amont de sa réalisation est assez intéressante.

L’achat des droits d’auteur en vue de la réalisation à venir d’un film
précèderait même, paraît-il _ mais oui ! aussi étrange que cela puisse paraîttre !!! _, la sortie (en 2007 et aux États-Unis _ en anglais, donc _) du livre d’André Aciman !!!
Ah ! ah !

C’est en effet une équipe _ solide, soudée _ de producteurs (homosexuels et juifs californiens _ installés à Los Angeles-Hollywood _) autour de Peter Spears (né en 1965) et Howard Rosenman (né en 1945),
ainsi que de l’agent des stars _ dont le jeune Timothée Chalamet… _ Brian Swardstrom (né en 1962 ; et compagnon de Peter Spears),
qui ont réalisé en 2007, il y a 11 ans !, l’achat de cette option sur une adaptation cinématographique à réaliser du livre même pas encore paru _ mais on devait déjà en parler ! : il faudrait creuser cela plus avant… _ d’Aciman.

Ainsi, pour le projet de ce film,
et au sein de cette équipe de producteurs _ californiens, à Hollywood _ possédant les droits d’adaptation du roman,
l’italien Luca Guadagnino a-t-il été _ la précision des dates serait ici pour sûr intéressante _ successivement consultant _ probablement au triple titre, aux yeux de l’équipe des producteurs réunie autour de Peter Spears, d’italien (ayant une bonne du terrain, en l’occurrence les divers lieux en Italie évoqués parfois très allusivement dans le roman), de cinéaste, bien sûr, et enfin de gay… _, puis producteur exécutif, puis co-scénariste (avec le grand James Ivory), et enfin le réalisateur unique _ on imagine le terreau riche de conflits de toutes sortes (et concurrentiel) qui constitue le contexte de gestation de ce passionné et de très longue haleine projet cinématographique, avec les rivalités de conception qui n’ont pas manqué de l’entourer-constituer, au long de ses diverses péripéties à rebondissements… Au point qu’on pourrait presque s’étonner, au su de cette genèse cahotée, de son résultat apollinien si abouti, si maîtrisé, si apaisé…

Avant Luca Guadagnino_ l’heureux réalisateur in fine _,

avaient été successivement pressentis à cette réalisation, avant de s’en retirer _ pour des raisons que j’ignore _ : Gabriele Muccino, Sam Taylor-Johnson, puis James Ivory.
Et sont cités aussi _ sans préciser leur part d’investissement (ou pas) au travail collectif _ les noms de Ferzan Oztepek et Bruce Weber…

De fait, James Ivory a travaillé 9 mois à l’adaptation du roman d’Aciman : de septembre 2015 à mai 2016.
Et ce serait, semble-t-il, principalement son âge (approchant les 90 ans _ il est né le 7 juin 1928 _) qui l’aurait fait exclure par certains des financeurs de la production (notamment français)
de la tâche de réalisation du film ;

ainsi laissée à Luca Guadagnino _ le réalisateur d’Amore (sorti en 2009) et A Bigger splash (sorti en 2015)..

Le tournage, autour de chez lui à Crema, en Lombardie _ non loin de Crémone _,

Crema où réside Luca Guadagnino,

eut lieu en moins de six semaines, du 11 mai au 20 juin 2016 _ et chaque soir du tournage, le réalisateur-maître d’œuvre du film, rentrait dormir dans son lit, a-t-il raconté, en riant, à diverses reprises…

Timothée Chalamet, quant à lui, était venu plus tôt séjourner à Crema : 5 semaines avant ce début du tournage, soit à partir du 6 avril 2016, en se mêlant (incognito !) aux jeunes de son âge de la petite ville, à travailler à s’imprégner de son personnage d’Elio, et, à raison de une heure et demi chaque séance (soit quatre heures et demi en tout), à parfaire sa connaissance du piano, à apprendre à jouer de la guitare, et maîtriser sa pratique de la langue italienne ; cf cet article du Los Angeles Times du 17 novembre 2017 : Timothée Chalamet is Hollywood’s next big thing with ‘Call Me by Your Name’ and ‘Lady Bird’  ; ou celui-ci de Libération du 26 février 2018 : Timothée Chalamet, appelez-le par son nom… Fin de l’incise.


On voit par là combien Luca Guadagnino a fait de ce film une affaire toute personnelle !!!

Et cette intimité-là, avec son équipe de tournage comme avec ses acteurs, se ressent très positivement à la vision fluide et intimiste, sereine et heureuse, du film…

« J’ai trouvé Elio ! », déclara l’agent des stars Brian Swardstrom à son compagnon le producteur Peter Spears, à propos de Timothée Chalamet (qu’il avait vu dans la saison 2 de Homeland en 2012), dont il devient tout aussitôt l’agent _ Timothée Chalamet avait alors 16 ans ; c’était donc en 2012, puisque Timothée est né le 27 décembre 1995.
Et c’est en 2013 que Swardstrom présente Timothée Chalamet à Luca Guadagnino, qui l’intègre aussitôt au casting du film à venir.

Quant à Armie Hammer,
c’est Luca Guadagnino _ tombé amoureux de lui (dixit le réalisateur lui-même) en voyant The Social Network (de David Fincher), en 2010 : Armie Hammer y tient avec maestria les rôles de deux jumeaux : Cameron et Tyler Winklevoss _ qui l’intègre au casting du film en 2013, lui aussi, après l’avoir vu dans The Lone Ranger (de Gore Verbinski)_ le film est sorti sur les écrans américains le 3 juillet 2013…

Dernière chose sur ce très remarquable et magnifique acteur, lui aussi :
Armie Hammer a une superbe voix grave, profonde et très ductile à la fois ;
et les extraits de sa lecture du roman d’Aciman auxquels on peut accéder, sont carrément impressionnants ! : nous tombons immédiatement sous le charme ;
l’acteur est donc vraiment très bon,

et n’est pas seulement

_ et l’article, en anglais, auquel envoie ce lien quasi anodin (!!), est le plus juste de tous ceux que j’ai lus jusqu’ici sur ce film !!! _  

juste un beau gosse _ une expression que je n’aime pas _, ou un bel homme pour l’affiche…

Le contraste, d’ailleurs,

entre son interprétation magistrale et parfaitement évidente du très fin et élégant, ainsi que retenu et secret _ sans, par son naturel éminemment fluide et sobre, en donner le moindre soupçon : si c’est une certaine partie de son jeu qu’il cache, ce n’est certes pas la plus grande partie de son corps exposé au soleil  _ personnage d’Oliver _ son seul moment d’un peu d’extraversion, avant les moments de relations plus intimes avec Elio (mais très discrètement filmés, avec pudeur et sans exhibitionnisme, par le réalisateur), est la sublime séquence (de 44 ‘) dans laquelle, yeux et poings fermés, Oliver se lâche presque dionysiaquement sur la piste du dancing de Crema, sur le rythme lancinant de Love my Way _,

et ses prestations extraverties d’acteur faisant la promotion du film,

est, lui aussi, marquant : c’est dire combien la direction d’acteurs de Luca Guadagnino est elle aussi excellente ; autant que sont vraiment parfaits ses acteurs dans l’incarnation subtilissime des moindres nuances de leurs personnages !!!

A nous, aussi, de bien les percevoir…

Ainsi, dans la gestation de ce film,

le choix, au casting, des titulaires _ Armie et Timmy, donc _des deux principaux protagonistes _ Oliver et Elio _, dès 2013,

précède-t-il donc _ il faut le noter _ celui, final, de Luca Guadagnino comme réalisateur,
même si celui-ci a fait très tôt partie de l’équipe aux commandes _ la date en serait à préciser, ainsi que son pourquoi et son comment… _ dans ce projet _ au long cours et à rebonddissements divers _ de production : d’abord comme consultant.

Tout cela est donc assez intéressant ; même si cela reste malgré tout anecdotique par rapport au principal : la valeur artistique du film…
Je vais bien voir !

A suivre…
Je pars au cinéma…

P. s. :

Timothée Chalamet :


Timothée Hal Chalamet naît le 27 décembre 1995 dans le quartier de Hell’s Kitchen, à New York. Il est le fils du français Marc Chalamet, ayant travaillé _ comme éditeur _ pour l’UNICEF, et de l’américaine Nicole Flender _ née en 1960 _, diplômée de Yale, actrice, danseuse à Broadway, puis agent immobilier. Il étudie au lycée LaGuardia pour jeunes artistes, d’où il sort diplômé en 2013. Il a une sœur aînée, Pauline, une actrice qui vit à Paris.


Depuis son enfance, Timothée Chalamet et sa famille ont régulièrement passé des vacances _ l’été _ au Chambon-sur-Lignon _ haut-lieu de la résistance civile (protestante) au nazisme ! cf l’admirable travail de Jacques Sémelin : Persécutions et entraides dans la France occupée : comment 75 % des Juifs en France ont échappé à la mort ; et mon article du 30 juin 2013 : « …  _, en Haute-Loire, dans une maison où habitaient son grand-père paternel Roger Chalamet, pasteur _ voilà ! _, et sa grand-mère Jean, une canadienne _ née Jean Elizabeth Asthworth, et décédée en octobre 2010.


La famille de sa mère, d’origine juive russe et autrichienne _ tiens, tiens ! _, est très présente dans le cinéma : son grand-père maternel est le scénariste _  new-yorkais, né dans le Bronx _ Harold Flender (1924 – 1975), son oncle Rodman Flender _ né le 9-6-1962 _ est réalisateur et producteur, et sa tante Amy Lippman, épouse de celui-ci, également productrice _ et dialoguiste.


De nationalité américaine et française _ les deux ! _, il parle couramment l’anglais et le français _ dont acte.

Puis, ce courriel à un ami, cet après-midi, à mon retour du cinéma :

Cher …,

tu serais, je pense, bien plus critique que je ne le suis à l’égard de ce film _ attentif aux chicanes de premiers émois amoureux au moment de l’entrée dans l’âge adulte _ : je suis, en effet, assez bon public _ au moins a priori : la critique est plus aisée et prompte que l’art ! L’œuvre, que ce soit de cinéma, de littérature, de musique, ou toute autre, a besoin d’abord être accueillie et reçue avec un minimum d’attention bienveillante (et d’appétit…) ; le regard critique ne doit pas être un a priori fermé et massif comme un coup de gourdin ; mais ne venir qu’après, avec finesse et à bon escient ; soucieux de ce qu’on peut estimer constituer les visées de fond de l’œuvre en question… Du moins quand, public, nous avons fait l’effort d’aller à la rencontre de cette œuvre-ci : en l’occurrence nous déplacer jusqu’à la salle de cinéma… Et je remarque, qu’au cinéma, les projections des subjectivités des spectateurs, se déchaînent sans vergogne ! Les unes et les autres reprochant au film de ne pas leur offrir ce qu’eux, tout spécialement et très égocentriquement, les spectateurs se trouvent parfaitement légitimes d’en attendre ! C’est le monde à l’envers ; et c’est infantile… Il faut commencer par accepter de décentrer son regard de ses habitudes subjectives. Et accueillir vraiment l’altérité de l’objet offert…

Le point de vue privilégié par le réalisateur du film _ Luca Guadagnino, à la suite, et dans les pas, du point de vue choisi par le romancier, André Aciman _ est celui du regard, mi-neuf, mi-perspicace (en analyses de signes à décrypter : Aciman a dû lire le Proust et les signes de Deleuze…), du jeune garçon _ vierge, puceau (au moins quant à l’homosexualité : il vient juste de faire l’amour avec Marzia…) _ de 17 ans, Elio, face au très séduisant inconnu, Oliver, qui débarque au mois de juillet dans la demeure familiale _ ouverte et accueillante (même si discrète, par tradition familiale, en Italie, sur sa judéité) _, près de Crémone,

et auquel, en la fougue de ses élans pulsionnels adolescents, le très fin, intelligent, sensible et cultivé, Elio est assez vite _ à condition, bien sûr, de se voir vraiment agréé aussi, et non rudement refusé, par l’aimé _ prêt à se livrer _ corps et âme… Mais les signaux, les feux verts, et cela des deux côtés, manquent encore de clarté, ainsi que de constance : d’où des blessures (réciproques) et des retards par divers malentendus et quiproquos successifs…
Nous sommes en 1983 _ a choisi le réalisateur Luca Guadagnino, plutôt qu’en 1987, à l’origine dans le roman d’André Aciman _, dans une Italie d’avant Berlusconi _ c’est le moment, confus, de Benito Craxi _, et d’avant le Sida…

Le choix de ce point de vue du regard d’Elio

facilite, bien sûr, l’identification avec le personnage d’Elio _ très brillamment interprété par le merveilleusement  expressif (ses regards !) Timothée Chalamet _, de pas mal des spectateurs _ à commencer, bien sûr, par le vaste public (visé ?) des jeunes ; mais pas seulement lui : il est bien connu de tous que, quand on aime, on a toujours vingt ans ; et c’est vrai ! L’élan est puissant.

L’astuce romanesque _ du film comme du roman _,

c’est que le bel objet désiré, le splendide _ mais pas que _ universitaire américain _ il enseigne déjà à Columbia et publie ses livres : et c’est précisément pour préparer l’édition en traduction italienne de son travail sur Héraclite (dit l’Obscur) qu’il est venu en Italie, et chez le Professeur Perlman, cet été là, au moment de ses propres vacances universitaires : il s’est d’abord rendu en Sicile, puis va passer un mois et demi (soit quasiment la même durée que le tournage !) dans la résidence d’été du Pr. Perlman et sa famille _, Oliver,

qu’interprète avec beaucoup d’élégance et brio et finesse, Armie Hammer,

use de pas mal d’artifices de fuite (later, later, ne cesse-t-il de répéter pour se défiler des approches _ il les voit, bien sûr, venir ! _

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et tentatives d’emprise sur lui du jeune Elio… _ et le titre du roman choisi lors de sa première parution en français, en 2008, aux Éditions de l’Olivier, était Plus tard ou jamais ; de même que le titre de la première partie du roman  d’Aciman est Si ce n’est plus tard, quand ? ; c’est à relever… Il y comme de l’urgence dans l’air ; le temps leur est compté… _ ) ;

mais longtemps dans le film, nous non plus, n’en pénétrons pas bien les raisons…


Á la suite d’Elio,

dont nous ne cessons à nul moment de partager et suivre le regard, l’angle de vue, le cadrage, au présent de la survenue frontale des événements (et non rétrospectivement, au filtre de la mémoire),

nous aussi, spectateurs, nous sommes souvent déroutés par le comportement d’Oliver…

Et c’est là un élément décisif _ voulu par le réalisateur, à la suite du choix, aussi, du romancier _ de notre perception de l’intrigue  !!!

Ce sont donc ces yeux-là d’Elio,

non seulement hyper-curieux, mais aussi extrêmement inquiets car follement épris et séduits,

que nous, spectateurs du film, avons sans cesse

pour le beau et très retenu, et discret _ à l’exception de sa plastique exposée au soleil _, sinon secret, Oliver !

Et ce ne sera qu’a posteriori _ après le retour chez lui aux États-Unis d’Oliver, une fois son stage de six semaines auprès du Professeur Perlman terminé, et le texte de sa traduction en italien scrupuleusement revu et achevé _,

in extremis donc,

que nous comprendrons que ces diverses esquives _ arrogance ? timidité ? goujaterie ? s’était-on demandé _ et mesures dilatoires _ later, later... _ du bel Oliver

étaient, tout au contraire, chargées d’infiniment d’égards et de délicatesse _ protectrice ! _ envers le jeune Elio _ de 17 ans ; et le contraste physique entre eux deux est très net ! _,

eu égard aux obstacles auxquels lui-même, Oliver, s’était, en sa récente adolescence _ lui-même n’a, après tout que 24 ans ! _, heurté et durement blessé,

et probablement se blessait maintenant encore, chez lui aux États-Unis (à commencer en son milieu familial)

_ fort discret (c’est-à-dire prudent ! : larvatus prodeo…), Oliver parle d’autant moins de lui-même, nous semble-t-il, que c’est seulement via le regard d’Elio que nous, spectateurs, dans le film, avons accès à lui, c’est-à-dire à ses gestes et expressions, mais pas à ses sentiments et pensées : à cet égard le film, moins bavard (et cahoté) quant aux élucubrations du garçon ne sachant jamais sur quel pied danser avec Oliver, est beaucoup mieux réussi que le roman !)  ; Elio ne cessant passionnément d’essayer (non seulement il est d’un naturel extrêmement curieux de tout, mais il est surtout très épris !), de percer à jour d’abord ce que ressent l’apparemment versatile Oliver, mais ensuite surtout peut-être le tréfonds de ses secrets… _ :

afin de tempérer (un peu) et filtrer (sinon les refroidir vraiment, car le désir, nous le découvrirons, est bel et bien _ mais à partir de quel instant ? c’est très difficile à situer en regardant pour la première fois le film, assez subtil en cela… _ réciproque…) les fougueuses ardeurs du jeune garçon, Elio :

d’où la succession de péripéties à rebondissements de l’intrigue _ retournements de situations, surprises après atermoiements, révélations, semblants de démentis, prises de conscience… _ survenant _ et nous surprenant, nous aussi ! _ le long des 2 heures du film.

Il s’agit donc ici, d’abord _ mais immédiatement derrière, même si c’est habilement et très discrètement suggéré, sont tapis les secrets de la vie (passée, présente, mais à venir aussi…) d’Oliver : car celui-ci a des projets, tant professionnels que personnels (voire conjugaux et de paternité aussi), déjà en voie de formation, et à mener à long terme… _,

de la première (mais décisive) éducation sentimentale _ qualifions-la ainsi ! _ d’Elio _ pour la vie ! : avec une dimension verticale (et fondamentale !) d’éternité. Qu’en adviendra-t-il donc ? Et pour l’un, et pour l’autre ?..

Pour la vie est aussi _ il faut le noter _ le mot d’Elio lui-même pour sa proclamation _ émue et parfaitement sincère _ d’amitié envers Marzia, sa petite amoureuse _ très joliment interprétée par Esther Garrel _, une fois que celle-ci a bien compris, et osé très ouvertement le lui déclarer, que c’était d’Oliver qu’Elio était vraiment épris, et non d’elle _ qui ne l’en aimait pas moins, pour autant !.. Car Elio est fondamentalement honnête ! S’il lui arrive _ souvent désemparé qu’il se trouve, bousculé par ce qui survient de non anticipé par lui, pourtant si réfléchi _ d’être indécis et partagé, Elio n’a rien d’un traitor

Car il se trouve, aussi, qu’ici nul des protagonistes _ pas un seul ! _ n’a de mauvaises, ni a fortiori perverses, intentions ! Pas un seul méchant ou salaud…

Même ceux qui sont déçus ou blessés :

tous ceux qui s’expriment à propos de leurs relations inter-personnelles, sont ce qu’on appelle maintenant _ même si je n’aime pas du tout cette expression _ de belles personnes

Et cela agace, voire irrite, certains spectateurs, soucieux de davantage de réalisme cinématographique.

Et reste _probablement pour les faire davantage encore enrager de trop de concentré de beauté ! _,

au dessus de tout, la sublime lumière _ magnifiée par le doigté magique du chef opérateur d’Apichatpong Weerasethakul : Sayombhu Mukdeeprom ! C’est mon amie Marie-José Mondzain (cf le podcast de mon entretien avec elle sur ce livre, le 16 mai 2012) qui me les a fait découvrir et connaître en son Images (à suivre) _ de la poursuite au cinéma et ailleurs _

qui nimbe la luxuriance tranquille des verts paysages de Lombardie _ y compris Bergame et la montagne bergamasque, pour les Alpi Orobie, à la fin du séjour italien d’Oliver, en grimpant vers les cimes, à la montagne… _ en ce si bel été qui va être brutalement interrompu.


Ainsi que l’intérieur du très beau palazzo de la Villa Albergoni, à Moscazzano, dans  la province de Crémone…

Et avant le vespéral paysage de neige de la nuit de décembre, le soir de Hanouka,

à la fin du film…

Le point culminant du film est probablement la double réaction finale _ chacun de son côté, et en deux temps nettement séparés, au mois d’août, puis au mois de décembre _ des deux parents d’Elio :

d’abord, et immédiatement, au mois d’août, le regard et les gestes compréhensifs et très tendres de sa mère (la très belle, et toujours parfaite, sublime, Amira Casar), au moment du départ _ pour jamais ? _ du bel américain, lors du parcours du retour en voiture d’Elio, en larmes _ telle Ariane abandonnée de Thésée à Naxos _, à la maison ;

et plus encore le sublime discours détaillé (et les confidences très personnelles à son fils) de son père, le Professeur Perlman (Michaël Stuhlbarg, d’une splendide humanité !), révélant à Elio, six mois plus tard, en hiver, tout à la fin du film, son admiration _ admiration tue de sa part, il le lui dit, à tout autre que lui, Elio : y compris son épouse Annella… _ pour la chance qu’Elio, lui et au contraire de lui-même, en sa propre jeunesse _, a su _ not too late !!! sur cela, et pour célébrer cette fois le miracle de la naissance d’une amitié (et pas d’un amour), cf en mon Pour célébrer la rencontre rédigé au printemps 2007, ma référence au divin Kairos et à l’impitoyable châtiment (de la main coupée !) infligé à ceux qui (too late !) ont laissé passer leur chance et voulu, mais trop tard, la ressaisir… _ courageusement saisir à la volée _ au contraire de lui-même, donc ; avec les regrets qui lui en demeurent encore maintenant, mais oui !, et il le confie alors, magnifiquement, à son fils _, et lui conseillant d’en tirer (sans amertume ou aigreur, ni oubli _ ou refoulement _ non plus) le meilleur pour la suite de sa vie adulte qu’adviendra-t-il donc de la vie amoureuse future d’Elio ?.. Le film, à très bon escient, en restera là…

Mais des suites viendront, très probablement, dans quelques années : le passage du temps ayant fait son office…


Soit, ici avec ce père intelligent si magnifiquement humain… _ une autre identification possible pour les spectateurs de ce film.

Et je suppose que c’est bien pour faciliter ces diverses identifications des spectateurs à ces divers personnages du film, face à la relative énigme _ qui demeure en grande partie à la fin du film (et à la différence du roman) _ du personnage d’Oliver

_ bien différent en cela de l’ange terrible qu’incarne Terence Stamp dans le brûlant Théorème de Pasolini _,

que,

prenant en mains la réalisation du film,

Luca Guadagnino a choisi de renoncer au procédé du commentaire _ rétrospectif, mélancolique, un peu trop auto-centré sur les regrets du narrateur : passéiste ; à rebours des très vifs effets de présent recherchés en ses spectateurs par le cinéaste !.. _

par une voix-off,

qu’avait d’abord retenu James Ivory !

Et c’est probablement le jeu très précis, subtil et infiniment nuancé _ leur incarnation de ces nuances complexes de leurs personnages est vraiment magnifique ! _ des acteurs

qui produit _ en plus de cette merveilleuse lumière qui nimbe les paysages de l’été italien _ le principal impact,

émotivement très puissant,

de ce si émouvant et si beau film.


La poursuite de ce décryptage par le spectateur de ces images en mouvement que sont un film _ mieux capter chacune de leurs nuances furtives, à l’instar du regard scrutateur et interrogatif d’Elio lui-même _ accroît ainsi

l’urgence d’aller revoir un tel film,

avec un nouveau surcroît d’attention de notre regard

pour le moindre de ses détails qui nous aura échappé…

Tu vois comme je suis gentil.

Parmi les critiques du film que j’ai lues _ aucune de très subtile ni de vraiment fouillée jusqu’ici ; mais je ne m’abreuve probablement pas aux meilleures sources !

Cf cependant celle-ci, par Isabelle Régnier, dans Le Monde du 28 février dernier : « Call Me by Your Name » : entre ombre et secret, l’été amoureux de deux garçons … ;

ou celle-là, quoique un peu trop contournée pour mon goût, par Johan Færber, dans la revue Diacritik du 27 février :  Call Me By Your Name : l’académisme est un sentimentalisme… _,

certaines trouvent au film trop de longueurs ;
alors que, à l’inverse, d’autres se plaignent que le film _ d’une durée paraît-il de 4 heures en sa toute première version _ souffrirait un peu trop des ellipses _ notamment concernant les personnages secondaires _ résultant des coupures opérées au montage pour améliorer le rythme du récit.

Pour ma part, je n’ai éprouvé aucune de ces deux impressions ; et j’ai regardé le film avec une forme d’empathie _ la mienne a priori quand (et puisque) je décide d’aller voir un film, de lire un livre, d’écouter un CD : la critique sera seulement a posteriori ; je me répète… _ pour les divers protagonistes, très humains _ chacun à sa manière… _ de cette intrigue…

Lequel d’entre nous _ qui sommes sexués _ ne tombe pas un jour amoureux ?.. et passera complètement à côté d’émotions questionnantes de ce genre ?..

Ou ignorera complètement les chagrins d’amour ?


Et cela, ici, à la vision de ce film, avec un très grand plaisir : celui de baigner pleinement par le regard dans les parfums, saveurs et couleurs d’une Italie aimée ;

tout en sachant aussi que l’Italie est certes loin de se réduire à ces images idylliques _ ce qui ne manque pas d’agacer, voire irriter, certains des spectateurs du film, jugé par eux trop idyllique…


De même que semblent, malgré tout, encore assez menues, et surtout peut-être réparables, les blessures infligées _ par de tels chagrins _ à la personnalité des principaux personnages, notamment le jeune Elio…

Mais là je suis peut-être un peu trop optimiste…

D’abord, en effet, un premier amour n’a pas de substitut ! Sa marque, oui, indélébile, est et demeure pour toujours la référence…

Ici, je repense, a contrario, à l’humour acéré et absolument terrible de Pasolini (Théorème _ en 1968 _)…
Ou à la verve pleine de charge comique très incisive d’un Fellini (Amarcord _ en 1973 _)…

Mes références _ et alors que je suis d’abord un très fervent antonionien (Par delà les nuages, Identification d’une femme, L’Eclipse, sortis respectivement en 1995, 1982 et 1962…) _ seraient plutôt ici les auras solaires d’un Bertolucci (La Luna _ en 1979 _) ou d’un Rosi (Trois frères _ en 1981 __ qui me comblent aussi ; même si, à la revoyure de ces films, je m’aperçois bien que chacun d’eux et tous comportent une dose très importante de réalisme tragique ; aucun d’eux n’est vraiment idyllique…

Mais le tragique, ici, est d’un autre ordre.

Bref, j’y ai éprouvé du plaisir.
Comme celui pris aux films _ Chambre avec vue, Maurice, Retour à Howard Ends, en 1985, 1987 et 1992… _ de James Ivory : est-ce un hasard ?

Francis

P. s. :

Je viens de lire une interview particulièrement niaise (et donc agaçante) d’André Aciman _ vaniteux, pour aggraver son cas _, dans En attendant Nadeau _ il me faudra lire le roman afin d’être plus juste envers lui !..

Enfin,

existe en audio-livre, la lecture _ en anglais, bien sûr _, par le magnifique Armie Hammer

_ quelle spendide voix ! et quelle merveilleuse lecture ! Quel grand acteur il est donc !!! Et aurait-il pâti jusqu’ici, en sa carrière d’acteur (il est vrai à Hollywood surtout) de sa trop manifeste beauté ?.. Que l’on se donne la peine de revoir la scène magnifique (de 44 ‘) de sa danse presque sauvage, yeux et poings fermés, aux prises peut-être, seul avec quelque fantôme de son histoire, au milieu de la piste du dancing à Crema… ; et que l’on écoute, à côté, ses confidences amusantes (1 et 2) d’acteur sur les circonstances particulièrement « uncomfortable«  pour lui du tournage de cette sublime hyper-sensuelle séquence… _

du roman Call me by your name, d’André Aciman ;

la lecture _ splendide par cette voix si bien timbrée et si juste en ses intonations comme en sa fluidité ! _ dure 7 h 45 _ en existait bien un podcast, mais le lien en a été, depuis ma mise en ligne, effacé !

C’est superbe !

La principale question que pose toute rencontre, surtout, bien sûr, toute rencontre heureuse,

est celle de son devenir, par delà tout ce qui peut la menacer, corroder, ruiner ;

de son suivi, de ses suites ;

de la dynamique _ à inventer davantage qu’à subir _ de sa poursuite-perpétuation-renouvellement d’enchantement…

Et c’est bien ce qu’il y a de terrible

dans le dernier regard _ mouillé, car très probablement se sentant coupable de partir ainsi, sans projet de vraiment revenir bientôt (ou jamais) ; et le sentiment non dilatoire, cette fois, de quelque too late !.. _, dans le compartiment du train _ qui démarre et s’en va _, du personnage d’Oliver en direction du personnage d’Elio ;

Elio, demeuré, lui _ abandonné, telle Ariane à Naxos… _ à quai,

comme plombé, là, par la peine-douleur de cette séparation, sur le quai de cette toute petite gare de Clusone, au pied des Alpi Orobie livré, totalement, là en vrac, à son impuissance d’agir face au train qui imparablement éloigne Oliver vers Milan et les Amériques. Elio (qui va entrer en classe Terminale) n’a pas pu retenir Oliver, qui rentre (sans nul retour ?) chez lui, aux États-Unis, retrouver son travail et sa carrière à l’université, sa famille, ses projets déjà formés, etc. _ ;

et très bientôt en larmes.

Elio, totalement désemparé par cette séparation _ sans remède ? à jamais ? _ d’avec son amant de ces quelques journées volées au reste du monde, 

Elio, va, au téléphone public de cette gare perdue de Clusone _ n’existaient pas encore, en 1983, les telefonini dont vont très vite raffoler les Italiens _, prier sa mère de bien vouloir venir en voiture jusque là _ c’est assez loin de Crema : à plus d’une heure de route… _ le récupérer et le ramener chez eux…

Mais s’ensuivra, encore _ ultime rebondissement du lien (puissant…) entre Elio et Oliver dans le film _ la séquence finale du coup de fil d’Oliver à Elio, le soir de Hanouka, le 6 décembre 1983.

On comprend aussi combien est intelligent le choix

_ de classicisme et de ligne claire : à la française ; et à la Ravel, donc… _

de Luca Guadagnino

d’avoir interrompu à ce moment précis le récit des rapports entre Elio et Oliver,

sans le prolonger sur ce qui les suivra bien plus tard

_ mais ce sera là matière, pour plus tard, pour un ou plusieurs autres films, quand se retrouveront, et en quel état, à l’aune de l’éternité (car tel est là le critère !), Elio et Oliver _,

comme l’a fait André Aciman dans le roman.

C’est bien l’aune de l’éternité, en son impact _ hyper-puissant _ sur les personnages,

qui doit prévaloir

et triompher…

Ce lundi 12 mars 2018, Titus Curiosus – Francis Lippa

 

 

A propos du « Défions l’augure » d’Hélène Cixous : un article et deux interviews

02mar

Hélène Cixous vient de faire paraître, aux Editions Galilée, Défions l’augure

_ le titre reprend un mot de Hamlet, avant son duel avec Laerte, à l’acte V de la pièce de Shakespeare.

Le supplément littéraire du Monde consacre sa dernière page à Hélène Cixous,

avec un bel article de Bertrand Leclair _ auteur de l’excellent La Guerre sans fin aux Éditions Maren Sell _

intitulé « La Digression est l’âme de la littérature« .

D’autre part,

on peut écouter la belle et si juste voix d’Hélène Cixous, à propos de ce même Défions l’augure,

dans deux entretiens radiophoniques :

l’un (de 31′), sur France-Inter, dans l’émission Boomerang, le 7 février,  avec Augustin Trapenard :

De bon augure 

_ à l’audition, je ne suis pas du tout sûr que l’interlocuteur ait vraiment lu le livre ;

il l’a probablement seulement survolé, comme le font les journalistes pressés… _ ;

l’autre (de 59′), sur France-Culture, dans l’émission Par les temps qui courent, le 19 février, avec Marie Richeux :

L’Amour ne survit pas dans la société, il faut le tenir secret, dans l’abri

_ la rencontre, là, cette fois-ci, est tout à fait passionnante ;

non seulement l’interlocutrice est véritablement entrée dans le livre, et pose de justes questions, ou propose de légitimes relances,

mais, surtout, la parole (parfaitement libre, et très inspirée) de l’auteur se déploie absolument merveilleusement !!! Un très, très beau moment…

En forme d’introduction à tout cela,

ce bel article, La Peau du temps, de René de Ceccatty, le 8 septembre 2006 dans Le Monde des livres,

à propos de ce que celui-ci qualifiait alors de « la limpidité de ses derniers livres parus« 

dans le livre Hyperrêve, en 2006 _ il y aura bientôt douze ans _ :

La peau du temps

Hélène Cixous explore les tragédies
de l’intime dans Hyperrêve, un récit habité par le vieillissement de sa mère
et le deuil du philosophe Jacques Derrida


Certains lecteurs ont perdu le sens musical _ remarque et expression justissimes ! _, celui qui leur permettrait de retrouver, chez un auteur, les tonalités familières _ immédiatement reconnues à l’oreille de la lecture _ qui leur donneraient le sentiment d’être en sécurité _ c’est-à-dire en terrain de reconnaissance ! mais pour aller bien plus loin que le déjà su… _, le temps de la lecture _ « Le style, c’est l’homme même« , avait excellemment compris Buffon, dès la fin du XVIIIe siècle. Les mélomanes connaissent bien cette sensation _ oui _ qui fait que, entendant pour la première fois une pièce musicale, ils l’attribuent sans difficulté _ avec amour (ou haine) : en tout cas par passion bien incarnée en eux _ à un compositeur. Hélène Cixous, pour être lue et aimée, demande que les lecteurs récupèrent cette faculté _ d’oreille musicale, donc. Elle a construit son œuvre, contrairement aux préjugés qui traînent encore et qui en ont interdit l’accès à ceux qui seraient prêts à y entrer, avec une parfaite liberté _ celle des vrais créateurs (et non des suiveurs, profiteurs de modes…).

Joyce, auquel elle a consacré sa thèse, lui a montré une voie. Puis Kafka, puis Proust. Et il y a l’ami « pour toujours » _ d’éternité, donc _, Jacques Derrida, avec lequel elle a entretenu un dialogue constant, qu’elle prolonge _ tout naturellement _ au-delà de la mort du philosophe _ un vrai dialogue ne s’interrompt jamais : il marche de plain-pied dans l’éternité de ce qui fait (et ouvre) nourricièrement sens : le plus essentiel parmi ce qui peut se rencontrer de vraiment substantiel en une vie… La mort, donc, n’y peut rien, tant que survit la mémoire de l’autre ; voire que vit et resplendit l’œuvre, pour qui sait apprendre à la lire, l’écouter, la regarder, se prêter, jour après jour, à sa lumière… Là est la puissance (et le critère implacable) de tout art vrai, au regard du public. Et le théâtre, pratiqué essentiellement avec Ariane Mnouchkine et parfois avec Daniel Mesguich, l’a incitée à adopter une autre forme de communication, se tournant vers d’autres mondes, sans se couper d’elle-même.

Depuis quelques livres, on dit qu’Hélène Cixous est devenue « plus facile ». Elle a rendu plus directe _ voilà _ une réflexion sur son père, sur sa mère, sur son fils né handicapé et disparu très petit, sur ses ascendances juive et allemande _ ses proches, auxquels elle est profondément reliée _, sur sa jeunesse algérienne. Mais les thèmes _ à variations à venir _ étaient tous là, dès les premiers livres. De même que demeure toujours ici l’usage très vif _ qui nous incombe aussi, à tous ! _ de la mythologie, de la psychanalyse, de la littérature aimée (Stendhal, Montaigne, Balzac et bien d’autres). Toujours, Hélène Cixous a parlé de sa vie familiale _ à la fois très ouverte et durement bousculée par l’Histoire (avec l’enjeu de la survie) _, de ses rencontres, du monde extérieur et intérieur – les guerres, les violences politiques, l’existence quotidienne, les liens affectifs, et quelques lieux _ mais oui : ceux où l’esprit souffle (et qu’on le ressent) ! _, près d’Oran, près d’Arcachon, dont la tour du château de Montaigne _ qui m’est viscéralement chère : de chez moi, dès ma petite enfance, je m’y rendais à pied _, au sens symbolique très fort – dans un monologue que suspendent parfois des saynètes oniriques ou que viennent tempérer des dialogues très simples, très vivants, très drôles : avec son frère qu’elle avait un peu prématurément décidé, dans un livre précédent, de réduire au silence, et avec sa mère.

Stupéfiante digression

Cette mère, Eve Klein, d’origine allemande, est le centre de ce récit. Disons plutôt que c’est un thème _ au sens musical, donc _ principal _ mais pas unique. Ce n’est pas la première fois, mais jamais il n’avait été traité avec autant de présence, de ferveur, de précision _ remarque puissante et cruciale pour le lecteur que nous allons être aussi : qu’attendons nous donc d’un livre, d’une œuvre, d’un chef d’œuvre ? Présence et ferveur ; via la plus grande précision. Elle est atteinte d’une maladie de peau, rarissime, auto-immune, qui n’affecte que les nonagénaires et exige des soins quotidiens (que sa fille, Hélène, lui prodigue). Cette intimité ne provoque chez le lecteur aucun sentiment de gêne. Pas plus que la réflexion de l’auteur, qui la sait « avant la fin », c’est-à-dire au seuil de la mort. Le lecteur n’est pas embarrassé, parce qu’il ne s’agit pas d’impudeur : tout est _ en effet ici, au fil superbe des divers flux du texte _ matière à approfondissement, à intériorisation, à connaissance de soi et de l’autre _ voilà : l’aventure risquée d’une connaissance exploratoire hyper-attentive de (et à) ce qui est là, rendant pleinement grâce, par dû, mais aussi pleine reconnaissance de ce dû, à ces vies. Ne sont gênants _ en effet _ en littérature que les allusions _ opaques _, les appels usurpés à une basse _ par sa vulgarité _ complicité, les demi-mesures. Le traitement frontal d’un sujet ne suscite aucun malaise _ c’est juste. « Je serai cette peau demain » _ voilà ! un augure… _, tranche l’auteur en oignant le corps de sa mère. Cela suffit à déchirer le voile de distance _ de notre part aussi _ que pourrait tendre une excessive crudité.

Le vieillissement d’un être cher ne peut être aussi que le nôtre _ en effet ! La peau d’Eve devient alors l’image visible _ et qui nous est commune, générale _ du temps. « Tu es le temps », répète Hélène à sa mère _ le temps si précieux (quans nous accédons à la grâce inespérée de moments, parfaitement sensibles, d’éternité) de la vie. Et le livre tout entier apparaît comme un chant lyrique _ une célébration _ adressé au temps _ même. « Quand je peins ma mère, je peins la peau du siècle. Ce vingtième siècle si grand vu de loin, si petit vu de l’intérieur quand on est dans son wagon archiplein à ramper pour trouver une couchette et qui n’a pas arrêté un instant de faire l’histoire de ma mère _ comme d’autres parmi nos proches : pour moi, au premier chef, mon père. Chaque fois qu’un ulcère cicatrise il y en a un autre qui prend la suite du pus. On ne peut pas guérir. » De ce temps circulaire _ si cruellement répétitif ! _ se détachent quelques dates, quelques événements. Non pas seulement l’année 1971 où Eve Klein a dû quitter l’Algérie où elle avait vécu, en exerçant le métier de sage-femme. Mais des dates qui appartiennent à un « patrimoine de l’humanité ». La particularité du « ton Cixous » est qu’avec le plus grand naturel _ voilà ; et ô combien poétique sans le moindre pathos ! _, l’écrivain passe de tableaux intimes et familiaux à des analyses politiques et culturelles. De la scène intime à la scène publique. C’est, du reste, une des leçons du Théâtre du Soleil, qui pour toute évocation d’un drame historique ou politique a, en général, préféré le langage individuel, de personnages obscurs à la représentation démonstrative des grands de ce monde.

Un événement familial très étrange (la récupération d’un sommier de Walter Benjamin, à la fin des années 1930 _ était-ce dans le quartorzième arrondissement, où vivait Benjamin ? _) est le point de départ d’une stupéfiante digression. « Ton livre est sur Benjamin ? dit mon frère. – Sur les astres du déménagement dis-je, sur les trous dans les murs du dernier refuge, sur l’état des tapisseries. – C’est étrange, dit mon frère. J’aimerais comprendre. »

Le deuil de Jacques Derrida envahit, bien sûr, ces pages. Mais d’une autre manière que dans les essais que l’écrivain lui a consacrés (Portrait de Jacques Derrida en Jeune Saint Juif, Voiles, ou, plus récemment, Insister). Le philosophe est là, avec quelques-unes de ses phrases qui résonnent encore douloureusement : « On peut toujours perdre encore plus. » Ou « Moi, je suis toujours et chaque fois en train de lui rappeler, de mon côté, qu’on meurt à la fin, trop vite. » Ou le commentaire de la phrase de saint Augustin « Sero te amavi » (« Je t’ai aimée trop tard »). Il faut lire ces pages comme des échos d’analyses plus discursives que l’on trouvera ailleurs. Comme des échos tremblants d’émotion _ voilà : « admirable tremblement du temps« , a dit Chateaubriand… _, dans cette zone intermédiaire entre les visions du sommeil et leur description éveillée. Hélène Cixous a rédigé son livre, ses livres, dans cette marge-là _ nourricière, inspiratrice, ô combien vivante en sa vibrante et douce intensité.

René de Ceccatty

….

Relire Hélène

Bien que l’on ait dit qu’Hélène Cixous avait « changé de style » avec Or, Les lettres de mon père, suivi par Osnabrück (éd. Des femmes, 1997 et 1999) et par Les Rêveries de la femme sauvage (Galilée, 2000) qui ouvre un véritable cycle autobiographique – Le Jour où je n’étais pas là (ibid. 2000), Benjamin à Montaigne (2001), etc. –, il n’est pas d’œuvre plus fidèle au projet initial, lancé par sa thèse sur Joyce, L’Exil de Joyce ou l’art du remplacement (Grasset, 1968). Si, depuis son premier recueil, paru chez Grasset en 1967 (Le Prénom de Dieu), suivi par son prix Médicis, Dedans (ibid. 1969), ses publications se sont divisées en « fictions », « théâtre » et « essais », croisant souvent son travail d’enseignante à l’université de Vincennes (qu’elle a cofondée), puis de Nanterre, poursuivi par son séminaire au Collège international de philosophie et ses activités de dramaturge dans la compagnie d’Ariane Mnouchkine, elles ne sont jamais fermées sur elles-mêmes, mais se renvoient l’une à l’autre.

Et l’on est en présence d’un ensemble d’une rare cohérence : chaque livre pouvant servir de filtre ou de clé aux précédents. La multiplication de ses éditeurs (outre ceux qui ont été cités, Gallimard, pour La, 1976, et Le Livre de Promothéa, 1983, le Seuil pour Tombe, 1973, Prénoms de personne, 1974, Révolution pour plus d’un Faust, 1975) est à l’image non de ses hésitations, mais des incertitudes éditoriales _ hélas _ et des influences internes _ tristement parasites _ aux grandes maisons. Il est temps de relire les premiers livres d’Hélène Cixous, Neutre, Illa, Souffles, Angst (disponibles pour la plupart aux éditions Des femmes), à la lumière limpide des derniers (parus chez Galilée).

R. de C.

 

Ce vendredi 2 mars, Titus Curiosus – Francis Lippa

 

 

Les enjeux de pouvoir de la curiosité libre et ouverte : le passionnant « Sérendipité _ Du conte au concept » de Sylvie Catellin, un livre salutaire !

03mar

Rien n’est plus important pour le devenir même _ en qualité ! _ de la culture et cela en sa vérité même : contre les impostures de ce qui veut se faire passer (mensongèrement) pour « culture«  _,

pour la poursuite à vaste échelle de son enrichissement au lieu de son appauvrissement (auto-destructeur) dans le crétinisme de masse du (misérable) psittacisme que savent si efficacement former et développer, à échelle mondiale, les publicitaires stipendiés, faiseurs d’addictions stupides _ d’achats, pour commencer, et pour finir (car c’est bien là leur alpha et leur omega !). ; cf Dany-Robert Dufour : Le Divin marché _ la révolution culturelle libérale _,

que de cultiver vraiment _ et c’est un art ouvert, pas une technique fermée ! _, à commencer dans la pratique quotidienne de l’enseigner : l’enseignant doit apprendre, et sur le tas, en le faisant, à enseigner (how to teach) aux élèves comment eux-mêmes ils peuvent apprendre (how to learn) ! tout en mettant à leur disposition des références les plus judicieuses qui soient ! _ cf là-dessus le tout récent Transmettre, apprendre, de Marie-Claude Blais, Marcel Gauchet et Dominique Ottavi ; et L’École, question philosophique, de Denis Kambouchner _,

et à cela à tous les niveaux (sans exception) d’écoles, de formations, comme d’institutions de recherche,

et de manière fondamentalement ouverte,


la faculté si méconnue et l’art _ étouffé, asphyxié ; mais aussi masqué et nié, en empêchant toute prise de conscience réelle et authentique _ de la sérendipité.

Au point que l’histoire du mot même qui réussit à les repérer, mettre en évidence et d’abord désigner, est terriblement récente : en usage en anglais, d’abord parmi les cercles de bibliophiles, depuis 1875 (plutôt que 1754, date de sa création _ et hapax pendant plus d’un siècle ! _ en une lettre privée de Horace Walpole à son ami et cousin Horace Mann, à partir du très vieux conte tamoul des Trois Princes de Sarendip, qui inspira aussi le Zadig de Voltaire, en 1748) ; en français depuis 1952, d’abord dans des cercles scientifiques soucieux d’épistémologie ; avant de devenir, mais non sans ambiguïté, fort à la mode au tournant des années 2000, via le web.

C’est à la double histoire de cette notion et de ce mot, et sa possibilité d’advenir peut-être enfin au statut de concept _ mais un concept fondamentalement paradoxal, comme sont déjà les concepts de génie et de création : l’étrangeté de ce mot exotique de « sérendipité« , tant géographiquement (Serendip = Ceylan) que historiquement (le récit d’origine remontant à la nuit des temps…), connotant fortement l’étrangeté de la chose même qu’il désigne, voisine d’un trafic de l’imagination complexe et probablement risqué, réservé à très peu d’initiés ; voire carrément tabou… _,
que s’attache le livre très important et absolument passionnant _ tant par ses enjeux (y compris, et peut-être surtout) politiques et économiques, dans la répartition des pouvoirs (dont celui, capital, de créativité) auxquels accepter de consentir de partager avec davantage d’autres…), que par ses apports et analyses _ de Sylvie Catellin, Sérendipité _ du conte au concept, qui paraît ce mois de janvier aux Éditions du Seuil, collection Science ouverte.

La sérendipité est la faculté, ainsi que l’art infiniment précieux (de pratiquer celle-ci), de chercher et de trouver « par hasard et sagacité » _ une qualité cruciale ! et un mot lui-même trop bien oublié : Descartes s’y arrêtait fort justement… _ des choses que l’on ne cherchait pas au départ ;
ou encore l' »art de prêter attention _ un processus crucial ! de focalisation… _ à ce qui surprend et _ surtout _ d’en imaginer une interprétation pertinente » _ soit le raisonnement même que le génial Peirce qualifie d’« abduction«  _,
grâce à « l’importance de la prise de conscience par le dialogue ou l’écriture, dans la découverte » même _ au lieu de tout laisser filer dans l’inaperçu à jamais.

D’où le « triptyque conceptuel qui pourrait devenir la devise d’une future _ heureusement féconde _ République des Lettres, des Arts et des Sciences : sérendipité / indisciplinarité / réflexivité » ;
en mettant l’accent sur l’importance, dans la libido sciendi, de « la recherche comme implication subjective _ d’un soi qui entreprend de s’engager vraiment à rechercher sérieusement plus avant… _, qui sert _ aussi _ aux autres par cela même qu’elle est _ intensément, passionnément _ personnelle« .


Ce point est capital :

le processus très riche de découverte par sérendipité implique en effet l’engagement personnel et singulier (et passionné) de la personne pensante _ et cela, chacun, un par un, et existentiellement ; à la fois à part soi, en même temps qu’en échangeant avec les autres ! et surtout avec les mieux qualifiés et ouverts (cf Kant : « Penserions-nous beaucoup et penserions-nous bien si nous ne pensions pas pour ainsi dire en commun avec d’autres qui nous font part de leurs pensées et auxquels nous communiquons les nôtres ?..« …), ainsi que dépourvus d’imposture (cf Roland Gori, La Fabrique des imposteurs…) _, en la formation _ nécessairement précise et nécessairement contextualisée en une culture apprise, mais aussi toujours mouvante, jamais arrêtée ni figée : soit une culture vraiment vivante, toujours ouverte, sur le qui-vive, en chantier actif, et pleinement à vif… _ de son expérience propre et, in fine, unique.

Et qui sera à essayer _ aussi _ de partager avec d’autres personnes-sujets (et non individus-objets techniquement manipulables par d’autres !) en des récits précis et toujours relativement détaillés _ faisant place aux accidents et circonstances empiriques ; à l’ordre triomphant du contingent…

C’est en cela que « le récit d’enquête _ dans le conte déjà par exemple, tel celui des Trois Princes de Sarendip auquel se référait le curieux et érudit Walpole en 1754 ; ainsi que Voltaire, en 1748 _ est la meilleure démarche _ sans aller jusqu’à forcément passer par l’analyse conceptuelle _ pour transmettre _ in concreto dans une pratique, et en une adresse à des personnes chaque fois bien précises _ l’art de la sérendipité » :

un art ouvert, subtil et délicat, non strictement duplicable tel quel (mais à transposer, avec esprit…), ni a fortiori massivement programmable par des machines… Et impossible de faire l’impasse de la formation, chacun un par un, de la personne propre !

En cela, et à quelque niveau que ce soit _ scientifique ou pédagogique, pour reprendre ne seraient-ce que ces deux niveaux cruciaux-là _,

« il n’y a pas d’autres voies pour susciter la recherche _ à la fois en donner le désir et en esquisser des formes de premières pistes… _, que de raconter _ en son détail empirique et toujours particulier, voire singulier _ comment on cherche _ et, de fait _ on trouve » : soit « enseigner l’art de la recherche en la racontant«  _ ainsi que fait, par exemple, le magnifique récit de François Jacob La Statue intérieure

Et cela, face aux tenants des œillères dogmatiques étroites et obtues d’un utilitarisme de rentabilité à courte vue et à tout crin, qui s’obstine, très paradoxalement, à ignorer « l’aspect _ fondamentalement _ imprévisible et non planifiable de la sérendipité«  _ ce qu’illustre, en France, le conflit qui opposa, dans l’entre-deux-guerres, Jean Perrin, partisan d’une science désintéressée et libre, à Henry Le Chatelier, tenant d’une conception utilitaire de la science industrielle ou appliquée, dirigée.

Car, et cela à toute échelle _ dans la plus modeste petite salle de classe, comme dans le laboratoire de recherche scientifique le plus pointu _,
« la sérendipité justifie le _ fondamental et vital ! _ besoin de liberté et d’autonomie _ d’imageance active et ouverte à l’inconnu : un concept que m’a inspiré l’œuvre de mon amie Marie-José Mondzain _ des chercheurs » : face à ce qu’ils ignorent et vont pouvoir trouver _ chercheurs que doivent eux aussi être (ou devenir), et fondamentalement, en en prenant le goût, les élèves à l’école : « Edgar Morin _ page 25 de La Tête bien faite Penser la réforme, réformer la pensée, en 1999 _ a suggéré avec raison d’initier dès l’école l’art de la sérendipité« 

De même que « faire découvrir _ à d’autres _ la sérendipité, c’est _ leur _ faire comprendre que lorsque la science _ c’est-à-dire le chercheur qui tâtonne _ découvre,

elle _ la science _ est un  art  » :

celui qu’apprend à mettre en œuvre, et pas à pas, la personne même, singulière, de ce chercheur se livrant courageusement à sa patiente recherche _ un art complexe et jouissif (intensif, passionné) d’artisan qui invente et découvre (avec passion joyeuse et le plus grand sérieux cognitif, ensemble), donc, et non quelque technique mécanique programmable par quelque algorithme, aussi ingénieusement raffiné soit-il par les prouesses renouvelées et avancées de l’ingénierie informaticienne…

Là-dessus, lire l’ouverture génialissime du Métapsychologie de Freud, par lequel celui-ci,

tout en offrant, en 1915, à ses détracteurs (qui lui déniaient la moindre légitimité scientifique), de premières formulations de concepts fondamentaux « clairs et rigoureusement définis« , ainsi que doit être en mesure de les fournir toute discipline revendiquant, au-delà du seul fétichisme du mot, le statut authentique de « science« , en l’occurrence ici une formulation des concepts de « Pulsion« , de « Refoulement« , d’« Inconscient« … ;

par lequel Métapsychologie, donc, Freud fait très hautement entendre la priorité définitivement permanente et absolue du travail de recherche inventive du chercheur, à l’encontre des crispations arc-boutées sur le maintien sacro-saint de la théorie acquise ! ; autrement dit la priorité de l’activité créatrice et infiniment ouverte à jamais en son chantier, génialement féconde à cette condition, de la sérendipité !..

Et à cette priorité décisive de la recherche dans le devenir des sciences (du moins en leurs moments de « révolutions scientifiques« , selon Kuhn), Sylvie Catellin consacre des pages utiles aux apports (et limites) de Thomas Kuhn par rapport aux thèses de Karl Popper : La structure des révolutions scientifiques versus La Logique de la découverte scientifique

Par là,

« la sérendipité justifie le besoin de _ grande _ liberté et d’autonomie des chercheurs«  _ que tous, et pas seulement les scientifiques, nous humains sommes, dés le simple fait, largement ouvert et inventif (sauf niaiserie indurée à se contenter de répéter les clichés figés et arrêtés du discours dominant), du fait même de parler (et créer, et pas simplement répéter-reproduire, passivement et mécaniquement, nos phrases, comme le montre si bien Noam Chomsky : c’est en effet sur le champ, hic et nunc, que nous avons à construire nos phrases en les improvisant (voilà !) à partir des structures syntaxiques ouvertes et du vocabulaire de la langue reçue et partagée ; ensuite, « le style«  (quand « style » du discours il y a et advient : mais assez vite…) « est l’homme même« , comme l’a bien marqué Buffon… _, en favorisant « ces qualités les plus précieuses que sont la curiosité et la sérendipité, l’audace et la prise de risque » _ même si cela dérange certaines positions (arrêtées) de pouvoir acquises par certains…

Par ce qu’il est à même de modifier dans le partage _ toujours mouvant _ des pouvoirs entre les individus,

cet enjeu culturel et pédagogique pleinement humain (et humaniste) de promouvoir l’ouverture puissante de la créativité par une culture de la sérendipité _ mais combien, a contrario, s’en méfient, et agissent pour la raréfier et stériliser, ou au moins réduire à des jeux insignifiants et suffisamment contrôlés… _,

est donc rien moins que civilisationnel !

Titus Curiosus, ce 24 février 2014

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