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Woody Allen de paseo en Donostia – San Sebastian, avec son nouveau film « Rifkin’s Festival »

20sept

El Mundo d’hier samedi 19 septembre

nous a appris la présence à Donostia – San Sebastian

avec son dernier film « Rifkin’s Festival« ,

tourné là en juillet-août 2019.

L’article,

sous la plume de Luis Martinez,

s’intitule « Rifkin’s Festival : la versión más perezosa de Woody Allen inaugura el Festival de San Sebastián« .

Le voici :

FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

Rifkin’s Festival : la versión más perezosa de Woody Allen inaugura el Festival de San Sebastián

Sábado, 19 septiembre 2020 – 03:26

El cineasta neoyorquino abre el certamen del COVID con un paseo por su memoria cinéfila tan encantador como destensado y autocomplaciente

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Fotograma de la película ‘Rifkin’s Festival‘, de Woody Allen. MUNDO

Hasta no hace tanto, se acudía a la nueva película de Woody Allen como se va a una ceremonia de aire místico, pero muy pagana. Se celebraba la gracia de la autocelebración : pocos directores hacen sentir mejor a su audiencia. La inteligencia del más inteligente de los directores dispone de un fino y muy ajustado dispositivo que obliga al espectador, aunque sólo sea durante hora y media, a sentirse bien, a sentirse inteligente. No es que nos haga inteligentes, cuidado. Eso ya corre a cuenta de los genes, la formación o simplemente la dieta baja en grasas saturadas. Vaya usted a saber. Digamos que la forma entre alegremente pesimista y descaradamente autocomplaciente, todo a la vez, de sentirse mal le ha hecho a Woody Allen todo este tiempo tan idéntico a cualquiera de nosotros que es inevitable no verse reflejado por un momento en sus miedos, sus dudas y cada una de sus angustias. La exhibición impúdica de su falta de popularidad le hacía terriblemente popular. Y ahí sigue. O ya no tanto.

Rifkin’s Festival, la película inaugural del Festival de San Sebastián más extraño de los últimos años, es básicamente un paso más, quizá el más alto (o el más bajo, según de mire), en esta ceremonia de la autocondescendencia colectiva. Allen hace películas (ésta es si las cuentas son las correctas, la que completa el número 49) como el que rellena sudokus. Las reglas son estrictas. Tienen que salir las cuentas. El patrón, con variaciones cada vez más escasas, es conocido : un hombre duda de sí mismo convencido de que la vida le está negando algo. Y así hasta que cae en la cuenta de que el problema no es el asco de comida en que consiste la existencia ; el problema es que las raciones, pese a todo, son terriblemente escasas. Y así. El chiste es de Allen, claro.

La película cuenta el viaje precisamente al Festival de San Sebastián de una pareja. Ella (Gina Gershon) es representante de, en este caso, un director genuina y genialmente patán (Louis Garrel en un ejercicio de sí mismo que asusta). Él (Wallace Shawn) es un escritor empeñado en redactar la obra maestra que nunca será capaz de imaginar siquiera. También es cinéfilo, aprensivo, orador balbuciente y, por tanto, suya es la responsabilidad de hacer de ‘alter ego‘ del propio director. Por el camino, este último caerá deslumbrado de la belleza, aplomo y acento de su médico (Elena Anaya), que no puede por menos que estar enamorada fatalmente de otro, de un artista (Sergi López convertido en el más divertido y feliz de todos) tan inconstante como caótico. Más sencillo, una película de Woody Allen. Y punto.

 

Elena Anaya, coprotagonista de 'Rifkin's Festival'.

Elena Anaya, coprotagonista de ‘Rifkin’s Festival’.EFE

Digamos que el director opta por no complicarse la vida y vuelve a rodar lo de siempre en un escenario que se diría idéntico al habitual. Hay que remontarse a 2013 con la irrefutable Blue Jasmine para asistir a su último golpe de genio. Desde entonces, han sido cinco las películas y una miniserie entera las que nos han permitido disfrutar a todos del más brillantemente perezoso de los creadores. Allen es un trabajador incansable de su propia pereza a razón de una película por año, salvo la pausa obligada por boicot o por COVID.

El mayor logro de la cinta es también su peor pecado. Por momentos, interrumpe la narración para recrear los sueños de películas eternas. Y por ahí aparecen Ciudadano Kane‘, ‘Persona‘, ‘El ángel exterminador o, por supuesto y en lugar de honor, El séptimo sello con Christoph Waltz en el papel de Muerte. Welles, Buñuel, Bergman o Fellini son entre parodiados y homenajeados en un recurso que se antoja a la vez encantador y terriblemente pedestre. Son citas a películas pensadas para ser reconocidas sin esfuerzo, situadas en la memoria de cualquier espectador no demasiado exigente para, y volvemos al principio, hacer que nos sintamos bien ; hacer que nos sintamos inteligentes.

La ceremonia, por tanto, continúa. Se va a una película de Allen, decíamos, como los creyentes menos convencidos acuden a una misa en latín. No importa tanto el contenido o la propia fe, como el espectáculo, la teatralización arcaica y muy pasada de moda de la propia ceremonia. El problema es que con el paso del tiempo, el director exige cada vez más a un espectador cada vez más descreído. Nos gusta reencontrarnos con el genio maltratado ; agradecemos su buena disposición a viajar por el mundo siempre dispuesto a hacer una nueva película… y ya. Sales del cine, ves lo de siempre… ¡qué poco dura eso de sentirse inteligente! Cada vez menos.

Faute d’avoir pu voir le film, nous nous abstiendrons de partager pour le moment _ sinon pour jamais _ l’appréciation _ plutôt convenue : perezosa = paresseuse… _ du journaliste de ce quotidien madrilène…

D’autre part, un article de Sud-Ouest du 19 septembre, signé Olivier Darrioumerle, et intitulé « Saint-Sébastien : Zinemaldia s’associe au festival de Cannes pour sa 68eme édition« ,

donnait plus sobrement cette même information :

Thierry Frémaux, directeur du festival de Cannes, était l’invité de la soirée inaugurale de Zinemaldia, ce 18 septembre 2020. 17 films initialement programmés sur la Croisette seront diffusés à Saint-Sébastien jusqu’au 26 septembre.

La 68e édition du festival du film de Saint-Sébastien, a été inaugurée, vendredi 18 septembre 2020, dans une ambiance tendue par l’épidémie et les restrictions draconiennes. Un acte de « résistance », pour Luca Guadagnino, président du jury. Alors que l’industrie du cinéma est frappée par l’épidémie de Covid-19, Zinemaldia a décidé de se maintenir, jusqu’au 26 septembre, comme la Mostra de Venise, s’est déroulée du 2 au 12 septembre.

En solidarité, Thierry Frémaux, directeur du festival de Cannes, annulé cette année pour cause de COVID-19, est apparu lors de soirée d’ouverture, sur les planches du Palais Kursall. « Le cinéma ne mourra jamais« , a-t-il lancé, rappelant les 135 ans de la naissance du cinématographe.

« Un hommage au grand cinéma« 

José Luis Rebordinos, directeur du festival du film de Saint-Sébastien, a rendu hommage au festival de Cannes, repêchant 17 films initialement programmés sur la Croisette, dont certains en compétition officielle pour la Concha de oro (la Coquille d’or).

En ouverture, c’est Rifkin’s Festival de Woody Allen, tourné en juillet 2019 à Saint-Sébastien, qui a été projeté. Un long-métrage qui se veut être un « hommage au grand cinéma _ voilà ! _, comme « Midnight in Paris«  était un hommage à la grande littérature« , a précisé Luca Guadagnino, président du jury.

Le réalisateur new-yorkais de 84 ans est apparu dans une vidéo projetée au Palais Kursaal. Depuis Central park, Woody Allen, a salué une ville dans laquelle il « espère retourner, pour profiter des rues, admirer les vues, déguster la gastronomie et rencontrer des gens, quand l’épidémie sera terminée. »

 

Et même un « petit « Woody Allen _ cela peut arriver... _ dépasse, et de très haut, 99% de la production cinématographique…

Ce dimanche 20 septembre 2020, Titus Curiosus – Francis Lippa

L’Homme irrationnel : quand Woody Allen renoue avec la veine délectable de Crimes et délits

12jan

Ma fréquentation des salles de cinéma se faisant plutôt rare,

ce sont les DVDs

qui me donnent l’occasion de prendre connaissance des films

qui m’attirent un peu…

Ainsi des plus récents films de Woody Allen,

dont vient de me tomber entre les mains

le DVD de L’Homme irrationnel, film de 2015

_ avec les excellents Joaquin Phoenix et Emma Stone.

Eh bien ! j’y retrouve la veine captivante

_ philosophico-policière _

de l’excellentissime Crimes et délits (de 1989)

_ avec les excellents Martin Landau et Anjelica Huston _,

ou encore de Matchpoint (de 2005)

_ avec les excellents Jonathan Rhys-Meyers et Scarlett Johansson…

Ce dimanche 12 janvier 2020, Titus Curiosus – Francis Lippa

Un court livre jubilatoire qui dispense (presque) de lire tout le reste, la Bible y compris : « Pensées bleues _ aphorismes » de Dominique Noguez

18oct

C’est avec enthousiasme que je me plonge (et re-plonge, à plaisir _ et en ressors immensément réjoui... _ dans le génialissime petit volume  _ illustré de 13 dessins de Pierre Le-Tan _ intitulé Pensées bleues _ aphorismes, de l’excellent Dominique Noguez, qui vient de paraître aux Editions Equateurs :

un très alerte et incisif petit très grand livre de 112 pages _ sans gras aucun, ni pesanteur le moins que ce soit lourdingue _ qui donne inépuisablement à penser, par aphorismes, donc _ et non pas calembour : « Le calembour est la démangeaison des mots : ce n’est pas une raison pour se gratter« , lit-on page 14 _ ;

avec infiniment de finesse (et profondeur, mine de rien : comme il convient à cet exercice), et un humour _ tout d’élégance preste et vive _ tout bonnement jubilatoire pour le lecteur…

 

Quelques exemples _ de mon choix, en picorant ; et en mettant en gras, parmi ceux-là, ceux que je préfère… :

« Au bout de la fatigue, la vraie pensée ; au bout de la nudité, le vrai vêtement ; au bout de l’éclat de rire, les vraies larmes« , page 18 ;

 

« Le plus bel aphorisme n’est rien auprès du silence. Oui, mais, après des jours de solitude, une petite phrase, même murmurée, fait du bien« , page 18 ;

 

« L’aphorisme est l’arme des paresseux. Chacun d’eux est le reliquat d’une thèse non écrite, d’un système non construit. Mais c’est aussi la solution humaine : faute de pouvoir dire tout de tout, dire de tout un peu« , page 20 ;

 

« L’homme se croit un peu vite le roi de la création. Il lui manque pourtant un certain nombre d’attributs qui rehaussent tant d’autres espèces : ailes, trompe, queue, cornes, sabots, suçoirs, tentacules. Ne serait-ce qu’une jolie petite crête« , page 21 ;

 

« Il y a moins loin de la grâce au ridicule que du ridicule à la grâce« , page 25 :

 

« Les trois pires engeances : ceux qui font mal leur travail ; ceux qui vous forcent la main ; ceux qui prétendent savoir mieux que vous ce qui est bon pour vous « , page 25 ;

 

« Être un jusqu’au-boutiste hésitant« , page 26 ;

 

« À peine un écrivain est-il vaguement content d’un texte qu’il a mis tout son cœur à rendre beau, dix gredins s’acharnent à le saccager : l’imprimeur en y ajoutant des coquilles ; le maquettiste en y choisissant une typo illisible, le comédien en le défigurant dans son rythme et son sens, le musicien en l’écrasant de sons parasites… et les lecteurs en ne le lisant pas « , page 26 ;

 

« La parfaite bonne conscience rejoint souvent la parfaite mauvaise foi« , page 27 ;

 

« Quand on va prendre l’avion, soigner ses sous-vêtements : on pourrait retrouver le cadavre après la catastrophe« , page 27 ;

 

« Ces inscriptions en anglais sur les T-shirts de milliards de gogos dans le monde, comme le putride cordon ombilical qui les relie au ventre de la grosse Mère Amérique« , page 30 ;

 

« Il n’est pire aveugle que celui qui ne veut pas vous voir« , page 31 ;

 

« Etre un polygraphe intéressant, tel Gourmont, Schwob ou Barthes : ambition stimulante pour l’écrivain, plus modeste que celle de poète, plus variée que celle de romancier, plus ludique que celle de philosophe« , page 34 ;

 

« Trop peu sûr de lui pour avoir la force de douter« , page 36 ;

 

« Quand depuis très longtemps, les heures,les jours, les mois se suivent et se ressemblent, c’est vraisemblablement qu’on est déjà mort« , page 40 ;

 

« Le doute : noble grill de l’esprit. S’il ne garantit pas la vérité, il donne au moins des chances d’éviter l’injustice« , page  43 ;

 

« Le mieux est l’ennemi du bien, mais le pire reste l’ami du mal« , page 50 ;

 

« Si tout n’avait lieu qu’une fois, harcelés de surprises fugaces, nous mourrions tôt d’épuisement et de regrets« , page 52 ;

 

« L’âge où l’on ne sait pas quoi dire. Puis celui où l’on se répète« , page 54 ;

 

« L’oisiveté est la mère de tous les vices ; l’égocentrisme en est le père« , page 54 ;

 

« Il y a trois choses que les acteurs font très mal au cinéma : les baisers sur la bouche, les gifles, et la sortie du lit de façon qu’on ne voie pas leur zizi« , pages 55-56 ;

 

« Le comble de l’élégance, c’est le flegme, et le comble du flegme, c’est la rigidité cadavérique« , page 58 ;

 

« Avec leurs idiots tabous alimentaires, les religions vont à l’encontre de la souhaitable convivialité universelle ; elles ne relient pas, elles séparent« , page 61 ;

 

« Cette impression, somme toute assez désagréable, soudain, de n’être que ce qu’on est« , page 62 ;

 

« Plutôt Cioran que Coran ; Thoreau que Torah ; Bayle que Bible ; Boudu que Bouddha« , page 62 ;

 

« Anosognosie du vieillissement. On s’habitue aux changements de son corps. Avec un peu de chance on devient une ruine complète avant d’avoir remarqué la moindre lézarde« , page 64 ;

 

« Cette inclémence que nous inspire autrui dès que nous reconnaissons en lui nos défauts« , page 65 ;

 

« Être de gauche ? c’est garder toujours en soi une part de mauvaise conscience ; de droite , une part de mauvaise foi« , page 68 ;

 

« Pince-sans-pleurer« , page 68 ;

 

« Réfléchissons une seconde avant de démolir, pour le plaisir d’un bon mot, une amitié de vingt ans. Vive l’esprit de l’escalier, gare à l’esprit du toboggan !« , pages 68-69 ;

 

« Un texte est un organisme vivant : en quoi, avec ses plaies et ses bosses, ses laideurs et ses merveilles, il est intouchable. Ou alors, on tombe dans la chirurgie esthétique« , page 71 ;

 

« Ce n’est pas le tout d’être humble. Il faut encore que cela ne se voie pas« , page 71 ;

 

« L’avare : il reprend d’une main ce qu’il ne donne pas de l’autre« , page 72 ;

 

« Après un certain âge, à chaque fois qu’on achète un vêtement on n’est pas sûr que ce n’est pas celui qu’on portera dans la tombe« , page 72 ;

 

« Peu de lecteurs vont jusqu’au bout des livres qu’ils lisent. Et ne parlons pas des revues seulement feuilletées, des catalogues d’exposition, des « œuvres complètes » qu’on garde chez soi pendant des siècles sans les ouvrir. Moralité : on imprime chaque année dans le monde cent fois plus de livres que les hommes n’en pourront jamais lire « , page 74 ;

 

« Ces émissions « culturelles » à la télévision où des animateurs ignares reçoivent en boucle les mêmes invités flanqués de « livres » qu’ils n’ont pas écrits ; c’est comme si, au lycée, c’était le prof de gym qui faisait le cours de philo, et, en plus, en langue des signes« , page 78 ;

 

« L’érotisme est à la sexualité ce que le grand écart est à l’affaissement« , page 80 ;

 

« Un aphorisme n’est jamais assez court. Un recueil d’aphorismes jamais assez long« , page 81 ;

 

« Plutôt jamais que toujours. Mais plutôt un peu que rien« , page 81 ;

 

et « Je n’ai pas dit mon dernier mot« , page 81 : ces trois derniers-là ont été choisis par Dominique Noguez pour conclure, en ces Pensées bleues, la série des aphorismes proposés cette fois-ci.

 

Puis, en un Appendice, pages 83 à 107, l’auteur nous gratifie encore d’un Bref traité de l’aphorisme, en 6 courts chapitres.

 

Au chapitre IV, à la page 94,

Dominique Noguez liste 8 caractéristiques de l’aphorisme :

« L’aphorisme

1) a une structure particulière,

2) est comme un tour de magie difficile à réussir,

3) est comme la pièce d’un puzzle, mais

4) supporte mal la compagnie,

5) cherche l’universalité plus que l’originalité,

6) la concision plus que la simplicité,

7) il est souvent amer

et 8) il est mal aimé« .

Ce que l’auteur s’emploie à développer (un peu) dans les pages qui suivent, les pages 94 à 98.


Au chapitre V (pages 98 à 106),

Dominique Noguez classe et analyse les divers types d’aphorismes, qui selon lui sont au nombre de 8 :

« 1) La maxime ou le conseil

2) Le constat désabusé

3) La vacherie, la condamnation féroce

4) Le sottisier

5) Le retournement ou le détournement de proverbes

6) L’aphorisme drôle ou à jeu de mots

7)  Le concentré d’existence, le micro-récit

et 8) La métaphore cocasse, la drôlerie poétique« .

Et Dominique Noguez conclut ce petit chapitre V par une remarque notée « 9) Asymptote du rien« 

dans laquelle il s’interroge : « jusqu’à quel degré de concision peut-on aller dans le genre bref ?« …


Quant au chapitre VI et dernier,

Dominique Noguez nous fait part de notre devoir, à chacun, de nous préparer à,

et même « peaufiner

de façon qu’il dise vraiment le plus de choses en le moins de mots possible et résume toute une vie en quelques syllabes à peine,

ce texte brévissime, donc cet aphorisme des aphorismes« ,

qu’est « notre épitaphe

ou notre dernier mot _ ou mieux, car mot est encore de trop, notre dernier soupir »…

Page 94, Dominique Noguez évoque au passage « deux recueils au moins de textes littérairement très importants (quoique assez différents l’un de l’autre) » qui « portent depuis longtemps ce titre » d’Aphorismes :

« les Aphorismes de Lichtenberg

et les Aphorismes de Kafka« .

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Il me faut citer aussi , et très vivement recommander, le très réjouissant La Véritable origine des plus beaux aphorismes, toujours du magnifique Dominique Noguez, paru l’année dernière (= avril 2014), aux Éditions Payot & Rivages ;

pourvu, lui aussi, d’une excellente Postface, sous-titrée « Pourquoi et comment j’ai écrit ce livre » ;

livre (de 240 pages) qui est assurément indispensable à tout lecteur tant soit peu vraiment curieux!..

Titus Curiosus, ce 18 octobre 2015

 

P. s. : je pense aussi, ici et maintenant, à notre ami commun (et philosophe _ il a enseigné à philosopher aux lycéens de Terminales aux lycées François Mauriac, puis Michel Montaigne, à Bordeaux) Hervé Brevière,

à l’enterrement duquel Dominique Noguez et moi-même nous sommes croisés _ plutôt que vraiment rencontrés _ en décembre 2006. Hervé me parlait souvent de son ami Dominique Noguez, rencontré en Classes préparatoires au lycée Montaigne, à Bordeaux.

Dominique Noguez que je lis donc depuis ces conversations-là avec attention ; et tant de plaisir !

Comme l’ami Hervé Brevière aurait aimé ce livre !

Et je pense aussi à Woody Allen.

 

Créer versus s’adapter : l’urgence du comment contrer la logique mortifère du totalitarisme des normes d’existence, selon Roland Gori dans son si juste « La Fabrique des imposteurs »

25jan

Le présent essai de Roland Gori La fabrique des imposteurs est rien moins que d’urgence civilisationnelle, et, ainsi, de salubrité publique,

du moins pour la plupart des citoyens : ceux qui ne sont pas encore tout à fait ni des imposteurs plus ou moins (et à des degrés divers…) assumés et conscients, c’est-à-dire cyniquement, ni des personnalités as if (un peu moins conscientes de l’être, elles _ surtout sans le « côté plus monstrueux » (et plus spectaculaire ; du moins une fois l’imposture démasquée : au grand jour !) de l’imposteur… _) ;

ou qui pourraient cesser, les as if comme les convertis à l’imposture _ même si c’est, pour ces derniers, un peu plus difficile ! qu’est-ce qui pourrait, eux, les convaincre vraiment (mais est-on ici seulement dans l’ordre du rationnel ? voire d’une quelconque argumentation ?..) qu’ils font fausse route ? il existe un tel niveau de plaisir pervers (sadique) à abuser des autres ; voire un tel niveau de masochisme à s’abuser, se perdre et s’avilir soi-même : selon ce que Freud a nommé, d’une part, le sadisme, et d’autre part, le masochisme primaire… ;

sur cette difficulté à aider à changer de vie les imposteurs (et les salauds, dans le vocabulaire plus éthique de Sartre), il faut bien aussi constater l’échec final, en dépit de tous ses efforts, de Socrate (qui paie pourtant beaucoup de sa personne, et jusqu’à sa vie même, au final : lire ici Phédon ; et écouter ce qu’en a fait Éric Satie, par exemple dans la version frémissante de Hugues Cuénod, au disque…) face à Calliclès (et Gorgias et Polos, les professeurs de procédures d’imposture, c’est-à-dire la rhétorique et la sophistique, pour l’âme ; la panoplie du maquillage et de toute l’esthétique, ainsi que la fausse diététique, étant les procédures d’imposture pour le corps : ce sont là les quatre techniques (et pas arts !) de tromperie que repérèrent alors Socrate et Platon, en leur Ve siècle avant Jésus-Christ) dans ce dialogue fondamental qu’est le Gorgias de Platon ; j’en pratique la lecture très attentive depuis quarante ans en classe de philosophie ; parce que « les vrais éducateurs sont des libérateurs« , comme s’en souvenait et me l’a rappelé, de vive voix au téléphone, mon ancienne élève (en 1973-1974, à Bayonne) Elisabeth Lamiscarre, jointe après presque quarante ans ; et maintenant professeur de Français à Pau… ; sur les techniques de procédures de tromperie politique, lire aussi l’éclairage de feu (!) de Machiavel, dans Le Prince... _,

ou qui pourraient cesser, ces as if comme ces convertis à l’imposture,

ou qui pourraient cesser bientôt de l’être : car les « hyper-adaptés«  (aux modes de procédures socio-économiques dominants et terriblement envahissants depuis la vague néo-libérale du dernier quart du XXe siècle… _ et quasi totalitaires ;

et c’est non sans pertinence que Roland Gori cite, pages 245-246-247,

et en prenant soin de ne pas le généraliser : « je ne souhaite nullement établir une hiérarchie des civilisations et des sociétés,

rapprocher _ jusqu’à identifier et confondre… _ le nazisme et le néolibéralisme,

et réduire l’évaluation _ et ses très larges (et profonds) effets sociaux et civilisationnels _ à cette exécution sommaire de masse _ Roland Gori évoque là l’analyse que fait Harald Welzer du processus qui se met en place et déroule « dès lors que le meurtre devient administratif« .., en son très intéressant Les Exécuteurs _ Des hommes normaux aux meurtriers de masse _ qui produit, accompagnée par le chômage et la précarité, de vives souffrances individuelles et sociales.

Il faudrait simplement essayer de comprendre comment nous _ nous tous, collectivement _ en sommes arrivés là, là où nous sommes parvenus depuis trente _ ou quarante _ ans,

et _ surtout ! _ comment nous pourrions nous en sortir«  très effectivement, page 247 ;

car Roland Gori, psychanalyste et psycho-clinicien, garde toujours en vue, bien au-delà de la libération thérapeutique, par la cure, des personnalités se reconnaissant elles-mêmes comme malades, l’épanouissement effectif de chacun et de tous, et cela, à la lumière du cheminement patient et obstiné de la prise de conscience, par chacun (d’entre nous, encore un peu humains !), de la vérité ! sur le réel, par la probité et l’honnêteté pas seulement intellectuelles, mais aussi, et de part en part, existentielles ! ;

avec cette proposition de réponse, en suivant ce constat de situation de notre « moment«  présent de 2013, page 248, et qui justifie à elle seule les 314 pages de cet essai de salubrité publique qu’est La fabrique des imposteurs :

« Je suis intimement persuadé _ peut-être est-ce l’effet d’un délire sectorisé _ que nous tentons aujourd’hui _ un peu mieux qu’auparavant ? en 2013, semble-t-il penser… ; et il désire y aider… _ de sortir de cette sidération _ par intimidation massive d’un matraquage sournois persistant ?.. _, de ce trauma qu’a constitué _ durablement et en profondeur _ la colonisation néolibérale _ depuis bientôt quarante ans : et l’expression de « colonisation«  est plus qu’intéressante ! A quand, donc, la « décolonisation«  émancipatrice ?.. _ de nos mœurs

_ et ce sont de telles « tentatives de sortie » hors de l’étranglement des personnalités provoqué à longueur de temps par la nasse mortifère terriblement insistante (= tellement « normale«  !) de cette « sidération« -là, via les prétendues expertises massives (et en permanence martelées par les médias) de pseudo-experts stipendiés ! (cf, par exemple les pages 134 à 137 consacrées au « Rapport de mission (…) sur « la place et le rôle des nouvelles instances hospitalières » dans le cadre de la réforme de la gouvernance des établissement de soin«  » remis à la Ministre de la Santé Roselyne Bachelot en juillet 2008 : Roland Gori a, en effet, eu à se battre pied à pied et au quotidien contre, comme praticien de la psychopathologie clinique et comme consultant mandaté par ses pairs dans les instances de négociation…) que veut précisément accompagner La fabrique des imposteurs,

en poussant, par ce travail aussi, en l’écriture et la diffusion de ce livre, à la roue libératrice de ces « tentatives de sortie« -ci, par la générosité

tant du déroulé magnifique de son analyse très fine des situations (à mieux faire comprendre !),

que de ses propositions de « solutions » libres et créatives ! (tant à l’échelle des personnes singulières que d’une collectivité un peu mieux « démocratique » qu’elle n’est devenue, ces dernières décennies…) pour en « sortir«  !.. :

soit l’assomption, à contribuer à faire advenir très effectivement,

du devenir de la personne en « artiste«  (véritable) de soi,

devenir qu’il s’agit pour chacun d’accomplir avec la plus grande probité (et sans nul salut hors de cela !!!) ;

et pas en « entrepreneur gestionnaire«  (et normalisé, obsédé de la seule efficience…) d’un « faux soi«  !,

pour reprendre les thèses du dernier Michel Foucault, en ses si décisifs Cours au Collège de France… ;

je reviendrai plus loin sur la fondamentale pédagogie de la libération (qualifiée très justement, page 265, de « paradigmatique« …), que Roland Gori dégage, aux pages 265 à 270, du cas de Joseph Jacotot, en 1818, d’après, aussi, les éclairages de Jacques Rancière, dans Le Maître ignorant _ cinq leçons sur l’émancipation intellectuelle, en 1987, et de Philippe Meyrieu, dans Joseph Jacotot. Peut-on enseigner un savoir ? (aux Publications pour l’École française moderne, en 2001) : ce sera même là le pivot de ma lecture ici de La fabrique des imposteurs… Fin de l’incise _ ;

Je suis intimement persuadé _ peut-être est-ce l’effet d’un délire sectorisé _ que nous tentons _ quelques uns, un peu nombreux… _ aujourd’hui _ en janvier 2013, donc _ de sortir de cette sidération, de ce trauma qu’a constitué _ les quarante dernières années durant… _ la colonisation néolibérale de nos mœurs

et _ principalement et surtout, soulignerai-je ! _ que nous n’avons pas d’autres choix

_ de salubrité ! face aux ravages civilisationnels de l’extension, et en profondeur (pour la plupart des corps et âmes mêmes des « frères humains« , pour reprendre les mots de Villon), de la colonisation impériale à l’échelle de la planète, de la politique TINA : There is no alternative, initiée et commencée à marteler sur les médias de propagande complices par les Thatcher et Reagan au tournant des années 70-80…

Que nous n’avons pas d’autres choix _ poursuit Roland Gori, page 248, en martelant son expression _

parce que la simple adaptation sociale _ selon une logique devenant exclusive de l’intérêt bien compris… _ à une réalité purement formelle, technique et instrumentale,

conduit le monde et l’humain _ voilà ! _

à la facticité _ du factice et du toc, face au diamant du vrai ! _,

à la vie inauthentique _ = dés-humanisée ! _,

aux âmes mortes _ de misérables zombies et ectoplasmes, vidés (vampirisés qu’ils sont !) de la vraie vie… _,

et exsangues de tout potentiel _ le seul salvateur ! _ de création

_ cf ici le sublime appel au sursaut de l’humanité contaminée par le nihilisme, de Nietzsche dans le sublime Prologue de son Zarathoustra, son livre « pour tous et pour personne » : « Il faut encore porter du chaos en soi pour donner naissance à une étoile dansante » !..

Vivre, c’est créer.

Et nous n’avons pas d’autre choix que de créer pour vivre«  vraiment

et en vérité…

et c’est non sans pertinence, donc, je reprends l’élan de ma phrase, que Roland Gori évoque, aux pages 245-246-247,

le cas des hommes ordinaires devenus assassins de masse, à travers l’analyse qu’en donne Harald Welzer, en son Les Exécuteurs _ des hommes normaux aux meurtriers de masse ;

un ouvrage qui m’a aussi marqué, quand je l’ai lu en 2007 (c’est grâce à lui que j’ai découvert et pu me pencher de près sur les deux discours de Himmler à Poznan en octobre 1943, quand ce dernier révèle (tardivement : et c’est une façon de leur mettre à tous le revolver sur la tempe, au cas où certains étaient alors tentés de tourner casaque et changer de camp (!), quand la situation militaire se dégrade considérablement pour les Nazis sur le front de l’Est face aux Russes…) aux dirigeants de la SS, le 4 octobre, ainsi qu’à ceux de la Wermacht, le 6 octobre, l’état d’avancement de la « solution finale » des Juifs… cf l’article que j’ai consacré le 22 février 2012 au passionnant livre de Florent Brayard Auschwitz, enquête sur un complot nazi : Le travail au scalpel de Florent Brayard sur les modalités du mensonge nazi à propos du meurtre systématique des Juifs de l’Ouest : le passionnant « Auschwitz, enquête sur un complot nazi »… ) ;

_ de criminalité _ je cite Roland Gori :

«  Et ce, d’autant plus que l’exécution de leurs basses œuvres _ ici génocidaires _ peut se faire de manière anonyme et dans le cadre _ rassurant par sa mécanique appliquée _ de dispositifs bureaucratiques dont ils deviennent les fonctionnaires. (…) Des hommes ordinaires peuvent _ ainsi _ devenir des monstres _ de criminalité _ dès lors que l’absence de lien personnel _ avec d’autres que soi : comme dans une amitié et un amour qui soient vrais (= vrais de vrais !) et pas d’intérêt-utilité-commodité instrumentale !!! calculé… _ ouvre largement la porte aux comportements de soumission _ aux ordres _et de destruction _ effective d’autrui. Simmel disait déjà que l’argent permet aux hommes de ne pas se regarder dans les yeux _ voilà ! cf aussi, sur la relation éthique au visage, les admirables analyses de Lévinas… Dans les relations _ tant orales qu’écrites, contemporaines de ces actes, comme a posteriori _ faites par leurs auteurs des exécutions barbares et des génocides nazis, rwandais, serbes et croates, « la précision dans les détails techniques va de pair avec la description stéréotypée et floue des victimes » (pointait aussi Harald Walzer page 148 de son livre : une affaire de focalisation du regard ;

là-dessus, j’ai déployé, en 2007, un long essai, impublié, seulement donné à lire à quelques amis, intitulé Cinéma de la rencontre _ à la ferraraise, et sous-titré Un Jeu de halo et focales sur fond de brouillard(s) _ à la Antonioni, me penchant tout spécialement sur la sublime séquence ferraraise du film d’Antonioni, en 1995, Al di là delle nuvole, en français Par-delà les nuages…).

Dès lors que le meurtre devient administratif,

l’opération se réduit à un problème instrumental.

(…) Comme le montre Welzer, c’est parce que la tuerie se présente comme un travail pris dans la rationalité technique et instrumentale, cadré par les grilles normatives _ à appliquer mécaniquement, telle une machine : et l’informatique n’existait pas encore… _, qu’elle pouvait _ court-circuitant chez la plupart (mais pas tous !) le devoir d’humanité de l’éthique _ parvenir à cette industrie du déshumain _ magnifique justesse d’expression ! _ permettant aux bourreaux de s’absenter

_ voilà ! froidement… ; la vraie vie impliquant a contrario la chaleur d’humains vraiment chaleureux ! cf Étienne Borne, en 1958, dans Le Problème du mal : « L’enfer est le désert de la passion, et il faudrait le dire de glace et non de feu«  ; et il poursuivait avec une magnifique justesse : « L’homme entre en immoralité lorsqu’il organise la fuite _ voilà ! _ devant la passion _ et l’altérité de l’autre _, comme l’avouent, si elles sont correctement interrogées, les trois figures essentielles du mal humain : le dilettantisme, l’avarice, le fanatisme » : ce sont des fuites devant (et hors de) l’autre _

c’est parce que la tuerie (…) pouvait parvenir à cette industrie du déshumain

 

permettant aux bourreaux de s’absenter _ l’instant, ou le moment, nécessaire ; mais cela peut être tout le long d’une vie… _

de leurs actes« … :

c’est cette absentification de l’humanité à ses actes, qui ne sont plus les siens « personnels«  propres, et assumables et assumés


(et Roland Gori distingue fort bien, à cette croisée des chemins, la solution animale et la solution mécanique, comme constituant les deux alternatives à l’action véritablement humaine (celle d’une « personne«  !) ; et qui est de l’ordre de l’art proprement « personnel« , en effet, et par là en quelque façon, si peu que ce soit, un minimum singulier ; cela ne s’imitant et ne se re-copiant pas, mais seulement se proposant modestement et très humblement en exemple, et s’encourageant…)

c’est cette absentification de l’humanité à ses actes

 

qui fait évidemment l’essentiel du problème,

même dans des processus sociaux qui ne vont certes pas jusqu’au meurtre, ni, a fortiori, au meurtre de masse (tels que ceux des totalitarismes nazi et stalinien ; cf mon article du 29 juillet 2012 sur le livre très important lui aussi de Timothy Snyder Terres de sang _ l’Europe entre Hitler et Staline : chiffrage et inhumanité (et meurtre politique de masse) : l’indispensable et toujours urgent « Terres de sang _ l’Europe entre Hitler et Staline » de Timothy Snyder _

car les « hyper-adaptés«  (aux modes de procédures socio-économiques dominants et si efficacement envahissants, de la société marchande et de communication) que les imposteurs, comme les personnalités as if, sont très effectivement devenus,

sont aussi « terriblement malades« ,

comme l’a si bien formulé Roland Gori dans la présentation de son livre, en dialogue avec Patrick Lacoste, dans les salons Albert-Mollat vendredi 18 janvier dernier _ dont voici un lien au podcast (de 62′).

« Malades » de leur « propre singularité asséchée » _ et probablement jamais advenue, en vérité; étouffée, noyée ou encore étranglée dans l’œuf qu’elle est à jamais demeurée ;

cf ce que Jean-Pierre Lebrun nomme la « perversion ordinaire«  (in La Perversion ordinaire _ vivre ensemble sans autrui)…

Sur ce phénomène-là d' »inconsistance » asséchée du sujet humain

par « hyper-adaptation«  à une société de normalisation très efficacement envahissante et ô combien prégnante (= totalitaire !) dans tous les secteurs d’activité _ jusque dans l’intime (cf ici les magnifiques analyses de Michaël Foessel dans La Privation de l’intime _ mises en scène politiques des sentiments ; et mon article du 11 novembre 2008 : la pulvérisation maintenant de l’intime : une menace envers la réalité de la démocratie…) _, bien au-delà de la seule sphère du travail et de la consommation, là où se prend, dans la répétition des habitus formatés, le rail (= le droit fil conducteur) de l’accoutumance à la normativité (comme régime général et quasi totalitaire, de l’action !), par conséquent

_ il y a aussi, tel un renfort, et assurément très efficace, le formatage (sécurisant) des games (encadrés par des règles et des limites bien identifiées et fixées, et à peu près respectées, bien qu’on y triche aussi !!!), opposé à l’ouverture (avec toujours une part d’inquiétude voire d’angoisse, à surmonter, paradoxalement ; cf le phénomène mallarméen du « vertige de la page blanche« , qui tétanise ceux qui n’oseront jamais passer au jeu désirant et confiant de la création !) du playing, pour reprendre les magnifiques analyses de Donald Winnicott ; sans compter le formatage passivement subi du rouleau-compresseur des divertissements (et du fun) de masse, réduisant ceux qui s’y soumettent à la réception passive de stimuli reçus, avec réponses au quart-de-seconde… _,

sur ce phénomène-là d' »inconsistance » asséchée du sujet humain par « hyper-adaptation«  à une société de normalisation,

je renvoie au génialissime diagnostic du Prologue d’une lucidité tellement fine _ et désopilante, si ce n’était si profondément triste et affligeant : mais au moins prend-on mieux conscience de ce qui nous menace… _ d’Ainsi parlait Zarathoustra, de Nietzsche, en son bouleversant chapitre 5, à propos de celui que Nietzsche nomme « le dernier homme« , et de son fat grégarisme.

Page 211 de La fabrique des imposteurs,

à propos de « la grégarisation paradoxale des individus autonomes » _ ainsi qu’ils se figurent, mais ô combien illusoirement, l’être ! _ de la société de marchandisation généralisée qu’est devenue la nôtre,

Roland Gori cite aussi le joli mot d' »entousement«  de Jean-Pierre Lebrun, en son essai La Perversion ordinaire : vivre ensemble sans autrui (aux Éditions Denoël, en 2007) ;

à propos d’un phénomène qui marque « le passage d’une société hiérarchique à une organisation massifiée qui « prétend à la complétude, mais au prix de l’inconsistance » » des individus _ après l’Homo hierarchicus et l’Homo aequalis, brillamment analysés par Louis Dumont, voici l’ère de l’Homo pulverisatus gregarius Une « inconsistance » gravissime en l’étendue et la profondeur civilisationnelles de ses dégâts à long terme…

Et c’est à rien moins qu’à un vigoureux sursaut qu’appelle ici, une nouvelle fois, et avec l’optimisme d’une ferme et inlassable volonté, le magnifiquement généreux Roland Gori.

Là-dessus, et à propos de la sphère des loisirs, cette fois, je consacrerai mon article suivant à l’analyse du grégarisme encadré (afin de se rassurer un minimum dans l’expérience un tant soit peu téméraire de la transgression et des excès, le temps d’une courte vacance, entre deux avions), de la fête assez déjantée à Ibiza, en son passionnant essai Ibiza, mon amour _ enquête sur l’industrialisation du plaisir

En quelque sorte en préambule à ma « lecture » de La fabrique des imposteurs,

et en forme de « mise au net » préalable, pour les lecteurs un peu pressés, ou pas assez « diligents » _ pour reprendre le vocabulaire de mon cher Montaigne _,

je me permets de citer, et deux fois _ une première fois, tel quel, et, la seconde fois, en me permettant, le re-citant, de commencer à le commenter légèrement, en intégrant, au passage, à cet excellent résumé du « propos » assumé du livre, de légères, du moins je l’espère, « farcissures«  miennes, comme une amorce du déroulé de ma lecture du livre… _ l’excellent pitch de la quatrième de couverture de La fabrique des imposteurs :

« L’imposteur est aujourd’hui dans nos sociétés comme un poisson dans l’eau : faire prévaloir la forme sur le fond, valoriser les moyens plutôt que les fins, se fier à l’apparence et à la réputation plutôt qu’au travail et à la probité, préférer l’audience au mérite, opter pour le pragmatisme avantageux plutôt que pour le courage de la vérité, choisir l’opportunisme de l’opinion plutôt que tenir bon sur les valeurs, pratiquer l’art de l’illusion plutôt que s’émanciper par la pensée critique, s’abandonner aux fausses sécurités des procédures plutôt que se risquer à l’amour et à la création. Voilà le milieu où prospère l’imposture ! Notre société de la norme, même travestie sous un hédonisme de masse et fardée de publicité tapageuse, fabrique des imposteurs.

L’imposteur est un authentique martyr de notre environnement social, maître de l’opinion, éponge vivante des valeurs de son temps, fétichiste des modes et des formes. L’imposteur vit à crédit, au crédit de l’Autre.

Sœur siamoise du conformisme, l’imposture est parmi nous. Elle emprunte la froide logique des instruments de gestion et de procédure, les combines de papier et les escroqueries des algorithmes, les usurpations de crédits, les expertises mensongères et l’hypocrisie des bons sentiments. De cette civilisation du faux-semblant, notre démocratie de caméléons est malade, enfermée dans ses normes et propulsée dans l’enfer d’un monde qui tourne à vide.

Seules l’ambition de la culture et l’audace de la liberté partagée nous permettraient de créer l’avenir.« 

Ce qui donne, cette fois avec mes « farcissures » :

« L’imposteur est aujourd’hui dans nos sociétés _ qui le facilitent, sinon l’appellent et l’autorisent (!) : jusqu’aux plus hauts postes de commande financiers (bancaires et économiques), comme, au plus haut du visible !, politiques !.. _ comme un poisson dans l’eau : faire prévaloir la forme _ des actes _ sur le fond _ des choses et du réel _, valoriser _ jusqu’à l’obsession aveuglante et la cécité ! _ les moyens _ apparemment (au moins) efficaces, ainsi que les gains financiers, très effectivement effectués, eux !, dans l’objectif unique de réussir soi… _ plutôt que les fins _ davantage authentiques, elles, mais très vite perdues de vue par la myopie de l’obsession de l’efficacité des moyen, renforcée de l’obsession de la rentabilité !.. _, se fier à l’apparence et à la réputation _ seulement _ plutôt qu’au travail _ effectif, lui, et ses réels effets dans le réel effectif ! _ et à la probité _ bafouée ! tel un obstacle et une gêne à l’efficacité… _, préférer l’audience _ et l’audimat _ au mérite _ véritable, et pas joué : cf ici l’excellent et indispensable Qu’est-ce le mérite ? de mon ami Yves Michaud ; et mes deux articles d’octobre 2009 : L’acuité philosophique d’Yves Michaud sur de vils mésusages du mot « mérite » : la lanterne du philosophe versus le trouble cynique des baudruches idéologiques et  Où va la fragile « non-inhumanité » des humains ? Lumineux déchiffrage du « mérite » tel qu’il se dit aujourd’hui, par Yves Michaud le 13 octobre dans les salons Albert-Mollat, ainsi que le podcast de mon entretien avec Yves Michaud sur ce livre, le 13 octobre 2009, dans les salons Albert-Mollat… _, opter pour le pragmatisme avantageux _ en ses effets bien tangibles (d’espèces bien sonnantes et bien trébuchantes), à l’aune de la comptabilité… _ plutôt que pour le courage de la vérité _ plutôt dérangeante qu’arrangeante, elle, le plus souvent _, choisir l’opportunisme de l’opinion _ dont on sait aussi bien mesurer la versatilité, de même que la capacité d’oubli… _ plutôt que tenir bon sur les valeurs _ mais que deviennent-elles, celles-là ? et quelle réelle « consistance » peuvent-elles encore bien avoir ?.. _, pratiquer l’art de l’illusion _ vis-à-vis des gogos _ plutôt que s’émanciper par la pensée critique _ c’est bien trop angoissant ! _, s’abandonner aux fausses sécurités des procédures _ cf ici l’excellente (très éclairante) définition, donnée page 48, d’après Giorgio Agamben, de ce qu’est un « dispositif » : « tout ce qui a d’une manière ou d’une autre la capacité de capturer, d’orienter, de déterminer, d’intercepter, de modeler, de contrôler et d’assurer les gestes, les conduites, les opinions et les discours des être vivants « , in Qu’est ce qu’un dispositif ?… _ plutôt que se risquer à l’amour _ vrai d’un autre que soi _ et à la création _ exigeante et autonome, souveraine, capable de cheminer en parfaite indépendance à l’égard des calculs d’intérêt de tous ordres. Voilà le milieu où prospère l’imposture ! Notre société de la norme, même _ ou plutôt parce que _ travestie sous un hédonisme de masse et fardée de publicité tapageuse _ celle du marketing bien compris ; cf Edward Bernays, Propaganda _ comment manipuler l’opinion en démocratie _, fabrique des imposteurs. L’imposteur est un authentique martyr de notre environnement social _ qui même et surtout le suscite : l’imposteur faisant lui aussi marcher la machine, tant qu’il n’est pas pris ; et il arrive à la machine, même, de longtemps le couvrir (cf le cas, révélé en ce moment, des comportements des plus hautes instances de l’UCI à l’égard des tricheries de Lance Armstrong, par exemple…) _, maître _ en habileté (charlatanesque) _ de l’opinion _ qui, en retour, l’autorise et le cautionne, de fait (sinon de droit : mais la légalité elle aussi a bien de la plasticité, par les temps qui courent) _, éponge vivante des valeurs de son temps, fétichiste des modes _ et de leurs variations : elles se démodent (et très vite !!!) aussi… _ et des formes _ surtout celles de la légalité une fois manipulée : d’après ce qu’auront été , justement, les normes ayant cours dans la société ; à l’usure et de guerre lasse parfois, l’opinion finit par s’habituer, et même s’incliner… L’imposteur vit à crédit, au crédit de l’Autre. Sœur siamoise du conformisme _ voilà : elle en partage les objectifs et met son ingéniosité à en singer les moyens comme les fins seulement intéressées, loin de toute passion… _, l’imposture est parmi nous _ et très fort incrustée : que de vendus à elle !.. Elle emprunte la froide logique _ qui est aussi celle du cynisme pervers (psychiatriquement pathologique) _ des instruments de gestion et de procédure _ dont le potentiel d’efficacité (et l’étendue des applications) s’est considérablement (= terriblement) accru avec la puissance de traitement (mécanique) de l’outil algorithmique informatique, petit bijou du génie technicien et technologique de notre postmodernité… _, les combines de papier et les escroqueries des algorithmes, les usurpations de crédits, les expertises mensongères _ grassement rémunérées, et pour cause, à proportion de leur capacité à en imposer aux profanes et aux non-initiés _ et l’hypocrisie des bons sentiments. De cette civilisation du faux-semblant _ voilà ! et rien moins ! _, notre démocratie de caméléons _ seulement !.. _ est malade _ moribonde ! _, enfermée dans ses normes _ et de jour en jour plus incapable de « jouer«  et de les dépasser (ce qu’est créer vraiment ; cf le beau et important chapitre « la création est un détournement des normes« , pages 275-290) _ et propulsée dans l’enfer d’un monde qui tourne à vide _ voilà !!! et « va dans le décor », rien moins !!! : « à force de s’adapter au tableau de bord et aux règles de procédure, les professionnels ne regardent plus la route, ils perdent la direction et le sens spécifique de leurs actions« , page 122. Seules l’ambition _ haute et noble _ de la culture _ vraie et ouverte : véritablement et joyeusement, artisanalement, créatrice ; et pas ses misérables ersatz de l’industrie de l’entertainment !.. _ et l’audace de la liberté _ généreusement _ partagée nous permettraient de créer l’avenir » _ en faisant que nos actes aient bien « un sens, et pas une fonction » seulement (page 189), car « sans la création« , « il n’y a pas de vraie vie » pour la personne, réduite eu statut d’objet (rangé et classé dans le répertoire tellement  commodément flexible, car de plus en plus corvéable et jetable à merci, des dites « ressources humaines« ), ni pour la communauté vraiment vivante que doit être la société vraiment démocratique ; soit, avec du recul, le dilemme en tension (historique de la seconde moitié du XXe siècle) du Principe Espérance et du Principe de précaution (dit Principe Responsabilité) ; cf les ouvrages cruciaux d’Ernst Bloch, Le Principe Espérance, et Hans Jonas, Le Principe Responsabilité (sous-titré, c’est à souligner, une éthique pour la société technologique ; et maintenant Frédéric Gros nous propose, sur ce dilemme tendu, u passionnant Le Principe Sécurité…) ; ainsi que l’œuvre entier de Cornelius Castoriadis, en commençant par l’Institution imaginaire de la société

Après cette présentation du projet même de ce livre,

j’en viens à ma lecture plus personnelle.

Vivre _ et tout particulièrement, au milieu et à côté des autres espèces animales, pour les membres de l’espèce humaine ; Nietzsche fait dériver l’étymologie du mot allemand « mensch«  désignant l’homme, d’un mot qui signifie estimer, peser, évaluer… _,

vivre, implique nécessairement de juger et choisir pour agir : et cela en permanence, afin de mieux se diriger, autrement qu’à l’aveuglette, ou sous le commandement pur et simple, et immédiat _ sans assez de marge de manœuvre pour élargir (et améliorer) le champ des possibles de notre action, et pas seulement réaction ! _ de stimuli, de pures et simples réactions immédiates à  des circonstances (ou à des actions d’autres que soi), auxquels il s’agirait seulement de réagir et de « s’adapter » avec plus ou moins d’efficacité…

Au-delà du comportement relativement simple d' »adaptation » _ plus ou moins efficace : et il y a intérêt dans le cas de l’alternative rudimentaire et basique « marche ou crève » ! « ça passe ou ça casse » !.. à des fins de survie parmi des prédateurs… _ à son environnement et aux circonstances parfois, voire souvent, un peu difficiles, l’espèce humaine s’est hissée à la capacité (intelligente et volontaire) d' »accommodation » _ rationnelle eu égard à certaines finalités prises pour références de l’action à mener et conduire _ de cet environnement ; et c’est là la base même _ à partir de l’invention de l’outil et de toute la technique (instrumentale) _  de toute la culture (et de l’Histoire), spécificités humaines, au-delà des simples héritages sociaux des autres animaux, transmis sur le mode de l’imitation-adaptation par copiage simple. Cf là-dessus par exemple, le De l’homme, de l’anthropologue américain Ralph Linton…

Et Roland Gori cite ici, à ce propos de l’importance de l’autonomie du « juger », le célèbre « Aude sapere ! » _ « ose juger ! », « aie le courage de te servir de ton propre entendement !«  _ de Kant, en son article Qu’est-ce que les Lumières ?, avec ses conditions _ personnelles, pour chacun et pour tous, et en forme de vocation (démocratique) universelle… _ de vaillance (versus la paresse) et de courage (versus la lâcheté), de la part du sujet _ la personne devenant autonome de sa conduite _ des décisions à prendre et actions à mener, pour sortir vraiment de la tutelle du statut de mineur (= incapable, du fait de l’insuffisance momentanée (= supposée provisoire !)  de développement de ses facultés au cours de la période d’enfance ; ou durable du fait de graves handicaps, pour les adultes objectivement incapables ; un juge des tutelles étant alors chargé d’en décider _ dans les États de droit, du moins… _ avec des conditions suffisamment garanties de légitimité…) ; et accéder ainsi au statut _ tant moral que juridique : les deux !!! _ de majeur autonome, responsable de ses actes et de leurs conséquences.

Mais de mauvaises habitudes (d’hétéronomie) un peu trop bien installées tout au long de la période de minorité réelle (= d’incapacité des facultés) de l’enfance _ et devenues quasiment une « seconde nature » : s’en déprendre implique toujours bien des efforts sur soi ; une discipline à se donner à suivre : « l’homme (« fait d’un bois courbe« ) est un animal qui a besoin d’un maître«  (= un instituteur ; un « tuteur«  l’aidant à apprendre à « pousser droit« …), nous dit Kant ; mais pas d’un maître d’esclaves, d’« instruments animés« , pour reprendre les mots d’Aristote, cette fois… ; Spinoza montre lui aussi superbement ce qui sépare la démocratie authentique (et les rapports rationnels et vraiment aimants de père à enfants) des rapports purement instrumentaux de maître à esclaves… _,

de mauvaises habitudes de paresse et de lâcheté un peu trop incrustées et ancrées,

peuvent fournir l’occasion à de faux tuteurs _ qui prennent seulement (et faussement « aimablement«  !) la « posture«  de rendeurs de service _ de rendre le service apparent et illusoire _ et payant ! selon le principe bien compris et bien accepté que tout effort mérite salaire ! la générosité de la bienveillance ayant tout de même elle aussi ses limites… ; ce sont des exploiteurs malveillants ! _, à ces pseudo-mineurs _ attardés volontaires dans une fausse enfance qui n’a plus lieu d’être, maintenant qu’ils ont l’âge adulte ! _ de l’intelligence et de la volonté, de penser et décider de ce qui est bien à faire pour ceux-là, jusque dans le plus quotidien des choix à accomplir en leur vie quotidienne, et même la plus intime…

Et voilà les ancêtres _ confesseurs-directeurs de conscience, au premier chef… _ de nos pseudo experts (et coaches) en tous genres, ayant pignon sur rue et officines renommées, d’aujourd’hui, que débusque et dénonce Roland Gori dans La fabrique des imposteurs:

« Nous voilà bien loin de cette majorité morale _ personnelle _ et politique _ citoyenne _ que nous promettait la philosophie des Lumières. Nous avons changé de tuteur, pas de tutelle _ consentie par la paresse et la lâcheté incrustées, et au quotidien toujours davantage renouvelées et renforcées. Et nous avons à notre insu _ d’une conscience pleinement (ou au moins suffisamment !) lucide, du moins, quant au sens des actes que le « faux self » accomplit, ainsi que de la chaîne de ses conséquences, au présent immédiat, comme à plus long terme ; et cela à l’infini… _ prononcé les vœux de vivre selon la liturgie de la religion du marché ; les nouvelles formes de l’évaluation sont là pour en vérifier les règles« , pages 76-77…

« Comment avons-nous pu suspendre à ce point-là notre raison critique et laisser à ce système débile et nauséabond le soin de nous mettre en tutelle ?« , page 120…

La clé de ce processus concernant la faille qui se glisse et s’élargit entre l’ordre du fait et celui du droit, ainsi qu’entre l’ordre de la légalité (de fait) et celui de la légitimité (de droit), et s’aggrave avec l’augmentation de la pression de l’urgence _ pragmatique et économique, les deux ! _ d’agir, sans prendre suffisamment le temps de réfléchir et débattre, que ce soit avec soi-même déjà, dans le moment de la délibération ; ou que ce soit avec d’autres que soi, comme lors de l’action législative parlementaire, par exemple, ou avant le vote, pour le citoyen…

Et là aussi se perd le sens des exigences de l’idée même _ un Idéal exigeant ; Alain l’analyse excellemment… _ de démocratie ; la démocratie n’étant pas seulement un système formel et institué _ comme une fois pour toutes ! _ de pouvoirs _ cf aussi Michel Crozier et Erhard Friedberg : L’Acteur et le système Que de démocraties de pure façade _ et imposture ! _, aujourd’hui, au contraire !!!..

Les cinq premiers chapitres de La fabrique des imposteurs sont consacrés au diagnostic de la fabrication de l’imposture dans la société avancée d’aujourd’hui : chapitre 1, « Normes et impostures » (pages 11 à 40) ; chapitre 2, « Au nom de la norme » (pages 41 à 128) ; chapitre 3, « Raisons et logiques de la bureaucratie d’expertise » (pages 129 à 164) ; chapitre 4, « L’inhibition de rêver et le trauma de la civilisation » (pages 165 à 208) et chapitre 5, « La solution de l’imposture » (pages 209 à 249). Ils sont consacrées à la confiscation du sens de la justice (et de la vraie légitimité : toujours, toujours, sans relâche, à débattre) au profit de l’acceptation par lassitude (des citoyens justiciables de démocraties alors confisquées…) de ce qui, devenant habitudes _ prises et installées, incrustées _, de fait, devient en effet « normes« , et remplace la loi véritablement démocratique _ telle qu’elle résulte d’un vote après débats (et navettes) au Parlement ; et ne doit résulter pas d’un simple rapport de forces (ne serait-ce qu’électoral, en conséquence d’élections ayant fait émerger une majorité…), ou de la pression très patiente et très organisée, elle, de lobbies éminemment pragmatiques, qui en ont les moyens…

C’est le sixième et dernier chapitre, « La désidération indispensable pour vivre et pour créer« (pages 250 à 308) qui m’a personnellement le plus intéressé,

par les solutions pédagogiques et thérapeutiques aux maux (d’imposture et d’imposteurs !) dont souffrent tant la collectivité que les personnes singulières,

qu’il aborde et envisage,

excellemment illustrées, ces solutions pédagogiques et thérapeutiques, d’excellents exemples.

Roland Gori a pris bien soin de distinguer, au début du chapitre 5, « la subjectivité dont nous parlons en sociologie des mœurs, en anthropologie« , de « la subjectivité dont nous parlons en psychanalyse« , page 212 ;

et qui distingue sa position de celles de « Jean-Pierre Lebrun, Charles Melman, Dany-Robert Dufour et Gilbert Levet« , page 209.

« Ces auteurs sont des collègues dont j’estime au plus haut point les recherches et avec lesquels j’ai eu plusieurs fois l’occasion de débattre.

Ils savent que mon désaccord ne porte pas sur leur anthropologie, à laquelle mes travaux contribuent à leur façon,

mais sur le postulat de l’existence de « néo-sujets » révélés par la pratique clinique actuelle.

Je pense en effet que la subjectivité dont nous parlons en psychanalyse n’est pas la même que la subjectivité dont nous parlons en sociologie des mœurs, en anthropologie.

Quand je parle dans les chapitres précédents de « fabrique des subjectivités »,

je me réfère essentiellement aux travaux de Foucault qui considère le sujet et l’individu comme un produit des techniques de subjectivation

_ cf aussi, sur les processus de « subjectivation« , le travail passionnant de Martine de Gaudemar, dans son très riche La Voix des personnages ; cf aussi le podcast de la présentation de ce livre à la librairie Mollat, le 11 décembre dernier ; ainsi que mon article du 25 septembre 2011 : Le chantier de liberté par l’écoute du sensible, de Martine de Gaudemar en son justissime « La Voix des personnages » ; mais Martine de Gaudemar envisage elle aussi, comme Roland Gori (et Donald Winnicott), le processus de subjectivation (de la personne infiniment en gestation), comme un « jeu » qui doit résolument être ouvert à l’accomplissement en partie aléatoire des personnes ; comme un « jeu » « artiste« … ; à contre-pied d’une quelconque « bovarysation« , dans les rapports du sujet aux « personnages«  (les fictifs comme les réels, mais ces derniers eux aussi toujours en partie fantasmés…) qu’il est amené à plus ou moins volontairement, mais d’abord pulsionnellement, forcément, fréquenter… _,

autrement dit des modes de civilisation et de pouvoir qui le font apparaître autant qu’ils le soumettent.

Radicalement différent est le concept de sujet en psychanalyse.

Le sujet de la psychanalyse est celui qui, par ses symptômes mêmes _ et bien que douloureux et bancal, dans la névrose, il y a un « bénéfice » de la maladie… _, tente d’échapper _ voilà ! _ à cette assignation _ oui ! _ de la culture et de ses modes de civilisation, à l’assignation à résidence _ normalisée… _ qu’elle tente de lui imposer. Le sujet dans ce cas n’est pas identique _ par conformisation subie volens nolens _ aux formes d’identifications que la civilisation lui impose, mais, bien au contraire, le sujet de la psychanalyse est ce qui fait objection _ libertairement, en quelque sorte ; même si c’est maladroitement ! et non sans douleurs… _ à ces contraintes et à ces assignations sociales, ce qui reste irréductible _ positivement, donc : par son insoumission forcenée ! _ à toute normalisation« , pages 212.-213.

« Et c’est d’ailleurs (…) le vif de la découverte freudienne _ en effet ! _ que d’avoir montré par l’analyse des symptômes névrotiques que le lieu d’existence du sujet se trouvait _ même bancalement et douloureusement, comme ainsi _ dans ses dysfonctionnements _ et leur « jeu« , face au réel massif qui se présente à eux comme une falaise… _, et non dans ses adhérences à l’ordre social.

Dès lors, ce ne sont pas les « sujets » qui sont nouveaux (« néosujets »),

mais la manière dont la culture et les modes de civilisation autorisent _ à tel moment donné de l’Histoire _ l’expression d’une souffrance singulière, et les dispositifs de diagnostic et de traitement qui appartiennent intégralement à cette culture« , page 213

_ on notera au passage le « jeu » demeuré ouvert, toute la vie durant de Freud lui-même, de ses propres permanents efforts de théorisation, et de diagnostic, et de traitement. Comme doit l’être tout travail humain de connaissance (et de ce qui ambitionne le titre de « science«  : une recherche d’exigence auto-critique infinie…) ; et sur ce point capital, l’épistémologie de l’« épreuve » infiniment renouvelée, permanente et sans faille, à la « résistance » à la « falsification«  des « hypothèses«  sans cesse et sans cesse « essayées« , de Popper, est venue confirmer la noble et ferme (et juste !) position métapsychologique freudienne ; lire et toujours re-lire ici l’admirable début de l’article Pulsions et destin des pulsions, qui ouvre Métapsychologie, en 1915 :

« Nous avons souvent entendu formuler l’exigence _ rigide et irréaliste au regard de ce qu’est la recherche effective ! telle celle-là même qu’élabore Freud avec la psychanalyse : une exigence de la part de certains des détracteurs de la psychanalyse, tout spécialement , donc… _ suivante : une science doit être construite sur des concepts fondamentaux clairs et nettement définis. En réalité, aucune science, même la plus exacte, ne commence _ de fait : en son élaboration _ par de telles définitions _ et théorie : achevée une fois pour toutes. Le véritable commencement _ in concreto _ de l’activité scientifique _ la recherche est une activité (et une activité d’« imageance«  : en perpétuel chantier !) ; la production de la théorie (et des concepts fondamentaux) n’en est qu’une étape ; et qui n’est ni première, ni définitive… _ consiste plutôt dans la description _ à constituer par un discours (d’« imageance«  et figuration) à inventer, créer, et essayer… _ de phénomènes, qui sont ensuite rassemblés, ordonnés et insérés dans des relations. Dans la description, déjà, on ne peut éviter d’appliquer au matériel _ à connaître par l’aventure de ses investigations minutieuses (d’« imageance«  et figuration) à mener … _ certaines idées abstraites que l’on puise ici ou là _ parmi toute son expérience déjà élaborée et constituée, construite, ainsi que parmi sa culture peu à peu assimilée et appropriée (construite, elle aussi ; voire bricolée ; mais c’est sur tout cela qu’on peut (et doit impérativement) vraiment s’appuyer pour avancer dans sa recherche, face à de l’inconnu à découvrir, explorer…)… _ et certainement pas dans la seule expérience actuelle. De telles idées (ainsi transportées d’un domaine à un autre : ce sont des métaphores !!! )  _ qui deviendront (mais oui !) les concepts fondamentaux de la science _ sont dans l’élaboration ultérieure _ qui va se poursuivre ! cf Flaubert : « la bêtise, c’est de conclure » prématurément ; de s’encombrer d’idées arrêtées improprement…  _ des matériaux _ à façonner avec la plus grande minutie, celle qu’impose l’extrême complexité du réel à élucider… _, encore plus indispensables. Elles comportent d’abord nécessairement un certain degré d’indétermination _ forcément, métaphoriques, elles ne peuvent être au départ qu’approximatives… _ ; il ne peut être question de cerner clairement _ trop prématurément : il faut, et (subjectivement) de la patience, et (objectivement) le temps nécessaire du travail très exigeant d’élaboration : par accommodation progressive à l’objet à penser et connaître, de la focalisation de ce travail du pensr… _ leur contenu. Aussi longtemps qu’elles sont dans cet état, on se met d’accord _ en tâtonnant beaucoup… _ sur leur signification en multipliant les références au matériel de l’expérience, auquel elles semblent être empruntées mais qui, en réalité, leur est soumis _ dans ce travail infiniment complexe et patient de recherche, c’est l’« imageance«  (et le génie inventeur) du chercheur qui est aux commandes et à l’œuvre ! Je propose ce concept d’« imageance«  à partir des travaux passionnants de mon amie Marie-José Mondzain… Elles ont donc, en toute rigueur, le caractère de conventions _ mais oui ! il ‘agit d’un créer qui implique de radicales initiatives et décisions ;de même qu’en aval,  s’initier à une science, passe forcément par l’assimilation de ce qu’est devenue, au fil des œuvres des chercheurs, la « langue«  de cette « science« , et son chantier (à jamais ouvert et permanent) : assimiler à la fois son vocabulaire et sa syntaxe… _, encore que tout dépende du fait qu’elles ne soient pas choisies arbitrairement mais déterminées par leurs importantes relations _ et il faut ici bien du flair (ainsi qu’un peu de chance !) pour les explorer, ces « importantes relation » entre « idées abstraites » de départ (= les métaphores-béquilles que l’« imageance«  s’invente pour avancer dans la jungle du « réel« -objet où pénétrer et se diriger…) et « matériel de l’expérience » à élucider de plus en plus précisément et clairement… _au matériel empirique ; ces relations, on croit les avoir devinées _ mais oui ! tel est le seul vrai départ des chemins à inventer par l’« imageance«   _ avant même de pouvoir en avoir la connaissance et en fournir la preuve. Ce n’est qu’après un examen plus approfondi du domaine _ élargi peu à peu, et supposé cohérent _ de phénomènes considérés que l’on peut aussi saisir _ enfin ! _ plus précisément les concepts scientifiques fondamentaux qu’il requiert _ l’« imageance » passant alors de la métaphore au concept ; qu’elle va alors proposer… _  et les modifier _ encore… _ progressivement _ voilà ! et avec beaucoup de souplesse et doigté…  _ pour les rendre largement utilisables _ afin d’élargir le plus possible leur champ d’application ! _ ainsi que libres de toute contradiction _ seulement à ce stade (avancé !) de la recherche : la priorité du chercheur allant à l’audace de l’inventivité et ingéniosité de la recherche (= de l’« imageance« )… C’est alors qu’il peut être temps de les enfermer _ pour commodité, ces concepts obtenus ainsi… _ dans les définitions. Mais le progrès de la connaissance ne tolère pas non plus de rigidité _ toujours l’inconvénient ! _ dans les définitions. Comme l’exemple de la physique l’enseigne de manière éclatante, même les “concepts fondamentaux” qui ont été fixés dans des définitions voient leur contenu constamment modifié » _ au fur et à mesure des nouveaux progrès (d’affinement) de la recherche, c’est-à-dire du travail toujours, toujours poursuivi (= jamais abandonné, sur le fond…) d’« imageance« , à l’échelle de l’Histoire longue de cette science… ; fin de l’incise sur le travail de métapsychologie de Freud.


Aussi, « si ces « enfants trahis » (…) se présentent à nous, bien souvent comme des « pervers ordinaires », des Narcisses ou des « imposteurs », des faux self et des personnalités « as if »,

c’est bien souvent dans l’espoir autant que dans la crainte _ leurs _ de retrouver _ ou trouver enfin _ cette part d’eux-mêmes dont ils ont dû se dissocier _ ou dû ne jamais avoir laissé autrement (ou mieux) exprimer _ pour se protéger. Pour se protéger (…) de l’empiètement _ sur la chair toujours à vif (et mouvante si peu que ce soit) de leur soi de sujet vivant… _ d’un univers trop normatif, trop contraignant, qui a exigé d’eux, par sa culture et ses modes de civilisation, une adaptation trop précoce et féroce« , pages 214-215.

Et j’en viens maintenant aux propositions cruciales que je baptise « pédagogie de la création et de la créativité«  ! de Roland Gori, aux pages 251 à 270 (intitulées Créer ou s’adapter ?) et 275 à 290 (intitulées La création est un détournement des normes),

face à la menace terrible

_ et totalitaire par la stérilisation massive progressive (et anesthésiée très en douceur : cf l’expérience de la grenouille dont on prend bien soin de ne porter que très progressivement à ébullition le bocal où on la fait séjourner, de façon à éviter qu’un écart de température perceptible par la malheureuse (= un peu trop brusque…), ne suscite son immédiat et salvateur bond hors du bocal !!!) des capacités d’initiatives et de création _ cf tout particulièrement le concept d’« imageance«  et d’« opérations imageantes«  de mon amie Marie-José Mondzain, in Homo spectator, ou dans Images (à suivre) _ de la poursuite au cinéma et ailleurs ; ainsi que le podcast de mon entretien du 16 mai 2012, à la librairie Mollat, avec elle, à propos de ce livre ; + mon article du 22 mai suivant : Sur nos propres opérations imageantes face à l’imageance même de quelques chefs d’oeuvre de l’Art _ au cinéma et ailleurs _, le regard lumineux de Marie-José Mondzain en sa conférence à la librairie Mollat le 16 mai 2012_ de la plus grande partie des individus

_ ou par la « placardisation«  des plus audacieux, encore, pour commencer, d’entre ces individus, au sein de cette société néo-libérale, en déficit de démocratie active (et davantage égalitaire : je pense ici au travail de Jacques Rancière)… : les « placardisés«  étant de toute façon socialement et sur le nombre, minoritaires et en quelque sorte résiduels ; leur impact sur les autres ne pouvant compter dès lors, somme toute (= tout bien calculé !), et à terme, que « pour du beurre » (= pas grand chose), au sein de cercles d’influence de plus en plus limités et étroits : qui les entendra (et écoutera) ?.. ; la loi du nombre (dite « démocratique« , en prenant bien soin de faire perdre de vue, en les noyant sous la masse de l’inessentiel, les nécessaires vrais débats critiques) règne et règnera ! Et chapeau l’imposteur pour l’efficacité du tour de passe-passe : ni vu, ni connu ; non démasqué… _ ;

face à la menace terrible _ et totalitaire par la stérilisation massive progressive (et anesthésiée très en douceur) des capacités d’initiatives et de création de la plus grande partie des individus

dont le résultat effectif est, au final,

des délibérations (d’actions et de choix), non seulement de plus en plus pauvres (asséchées de contenus et de sens), mais aussi de plus en plus immédiatement renoncées,

car ces individus se sont eux-mêmes trop vite dissuadés de toute initiative tant soit peu audacieuse hors du confort (apparent) du suivi tranquille et pépère (sans questionnement, ni discussion, tant avec soi qu’avec d’autres que soi…) des rails proposés par les normes (en place et visiblement dominantes) sociales ; soit le confort du conformisme (illusoirement sécuritaire) majoritaire… : cf le « There is no alternative«  martelé, des Thatcher et Reagan… ;

face à la menace terrible _ et totalitaire par la stérilisation massive progressive (et anesthésiée très en douceur)

de tout ce qui pourrait venir excéder les procédures de plus en plus massives et dominantes d’« adaptation«  aux normes sociales imposées et acceptées (par calcul d’« intérêts bien compris«  !), car tenues, par la raison (réduite à de l’économique : de plus en plus exclusive d’autres valeurs ! ; renforcée des rouleaux-compresseurs de l’idéologie serinée à longueur de temps par les principaux médias en place…), pour nécessaires et justes

par des individus

soit se jugeant incapables

(que ce soit par ce qu’ils jugent être, et une fois pour toutes (!), tant la capacité limitée de leur propre intelligence que la force limitée de leur propre volonté : inférieures et impuissantes ! ; pour ne rien dire de l’inocuité bien vite advenue de leur propre puissance d’imaginer, rabougrie qu’elle devient à force d’être rabattue et de se cantonner sur les stéréotypes de l’industrie de l’entertainment... ; je ne parle même pas d’« imageance«  à leur propos, en leur cas ; ils n’en ont pas la plus petite idée…) ;

soit se jugeant incapables

de les transgresser si peu que ce soit, ces normes en vigueur,

soit s’y conformant

par le calcul (malin…) de menus avantages (sonnants et trébuchants, en l’espèce…) qu’ils escomptent tirer de cette soumission participative effective à l’extension supposée irrésistible de ces normes en place,

au plus quotidien du quotidien de leurs actes (de travail et de consommation jusque dans leurs plages de loisirs) ;

et cela même jusqu’à devenir des imposteurs cyniques… _

face à la menace terrible de la stérilisation des créativités,

et, d’abord, face à la crainte de la constitution même d' »expériences » personnelles _ pour reprendre les analyses lucidissimes de Walter Benjamin (cf sa magnifique expression du « levain d’inachevé » reprise par Roland Gori à plusieurs reprises ; par exemple page 268), et que reprend aussi Giorgio Agamben, après Pier-Paolo Pasolini ; cf aussi les analyses qu’en donne Georges Didi-Hubermann, par exemple en sa Survivance des lucioles _, de personnes artistes et artisans, ainsi, de leur vie

en ce que cette vie a encore la capacité de comporter de singulier _ et je re-pense ici à nouveau à la fatuité monstrueuse du discours du « dernier homme«  de Nietzsche… _ :

d’où ce titre de « la désidération indispensable pour vivre et créer » donné par Roland Gori à ce dernier capital chapitre…

L’exergue (page 250) donné à ce chapitre, et emprunté à Conversations ordinaires de Donald Winnicott, nous met déjà sur la voie, de cette matrice salvatrice de la créativité qu’est le jeu (en tant qu’activité ouverte de playing) :

« L’expérience culturelle commence avec le jeu _ avec celui, très tôt, du tout petit enfant _ et conduit _ par la fécondité du travail amorcé de son « imageance« …  _ à tout _ voilà ! et c’est un patrimoine considérable (par son potentiel : en commençant par le jeu ouvert du discours par la parole dans l’usage de la langue, au sein du langage ; cf ici la générativité ouverte (et compréhensible par les récepteurs, aptes à y répondre…) du discours par la parole telle que l’analyse brillamment Chomsky…) pour l’humanité ; comparé à la minceur (et pauvreté en progrès, faute de richesse de connexions entre les diverses facultés) de l’héritage social des autres animaux ! (qui ne se transmettent, par de simples imitations-copiages, que de relativement simples signaux, eux ; du moins à ce qu’il semble…) ; mais à condition que soit préservée (et cultivée, plus encore) chez l’adulte que l’enfant deviendra, ce que Nietzsche nomme la « vertu d’enfance« , et dont il choisit l’image-figure (celle de l’enfant, donc) comme métaphore de la troisième des métamorphoses à venir de l’esprit en vocation d’épanouissement, après celles du chameau (pour la vertu de vaillance) et du lion (pour la vertu de courage), pour figurer l’innocence généreuse (difficile à conquérir…) et tellement féconde, de la la vertu de créativité… ; mais celle-ci, jugée dangereuse (et vicieuse !) pour le respect de la conformité aux normes sociales en place, est assez strictement contrôlée par les pouvoirs installés, et assez jalousement réservée à quelques privilégiés « autorisés«  à s’y livrer, relativement encadrés par quelques institutions, seulement… ; les autres étant, au mieux, « placardisés » et, sinon, carrément censurés : on ne saurait badiner avec le « génie«  : il confine un peu trop avec la « folie«  et le « mal«  _  ;

l’expérience culturelle commence avec le jeu

et conduit à tout

ce qui fait l’héritage de l’homme : les arts, les mythes historiques, la lente progression de la pensée philosophique et les mystères des mathématiques, des institutions sociales et de la religion« …

C’est donc cette capacité ouverte (et « émancipatrice ») de jeu

qu’il faut permettre, protéger et plus encore cultiver, pour Roland Gori, en une civilisation qui soit plus authentiquement démocratique,

a contrario du « chemin balisé des apprentissages«  (page 251) du « programme technico-éducatif«  (page 252), et « au nom d’une efficience qui se mesure avec les seuls dispositifs de conformité que notre civilisation _ moins authentiquement démocratique… _ feint de prendre pour la vérité » (page 252),

qui, avec la « dévaluation » concomitante des « humanités »

_ « Le mépris dans lequel aujourd’hui on tient la formation des jeunes par les « humanités » constitue une catastrophe écologique. C’est la nature même de la pensée, l’environnement mental, que l’on sacrifie aux intérêts directs des apprentissages techniques et instrumentaux » (page 254) _,

« constitue le moyen le plus sûr pour les classes dominantes de maintenir leur système de domination symbolique par lequel elles se reproduisent«  (page 255).

Car, « il convient de le soulignerprécise on ne peut plus clairement Roland Gori page 256 _, une éducation qui ne se fonde que _ et là est la base même de son totalitarisme ostracisant tout ce qui est susceptible de venir le contester et menacer… _ sur l’utile, le rentable, le technique et l’instrumental est une éducation d’esclave, une éducation antidémocratique. C’est une éducation qui ignore la vie autant que le vrai«  (page 256).

Et « l’enjeu est capital«  (…) car « le style d’éducation qui sera favorisé ou qui s’imposera de manière totale _ d’où le danger de totalitarisme… _, conditionnera le type d’humain que notre civilisation planétaire fabriquera«  (page 257)

_ surtout si, à la suite et dans la logique du « le vrai médecin doit rester une denrée rare » (cf l’interview du 23-03-2012 du professeur Guy Vallencien <http//www.egora.fr/sante-societe/condition-guy-vallencien-le-vrai-medecin-doit-rester-une-denree-rare> ),

« il est probable qu’un jour, un autre de ces experts contaminés par le virus de cette logique des marchés, déclare : « Il faut que l’enseignant des écoles, collèges et lycées, devienne une denrée rare ; un tri sélectif des enfants sera fait en fonction de leur capacité cognitive ; seuls 10 à 15 % d’entre eux devraient bénéficier de vrais enseignants, la masse des 85 à 90 % n’en a pas besoin. »

Et puis un autre expert dira la même chose du juge, tel autre du chercheur, tel autre du journaliste, tel autre de l’artiste, tel autre de…«  (page 137) :

état des choses qui nous pend au nez si nous n’inversons pas enfin ! le rouleau-compresseur si violemment antidémocratique (= in-égalitariste ; cf l’usage fait alors de la catégorie du « mérite« ) de l’idéologie néo-libérale, qui nous déferle dessus et écrase depuis la fin des années soixante-dix du siècle dernier ;

sur tout cela, lire aussi l’excellentissime La Méthode de l’égalité du plus que jamais vigoureux Jacques Rancière.

Même si « la passion pédagogique n’a pas attendu le néolibéralisme pour faire de l’élève, du « sauvage », du « dominé », l' »ignorant parfait,

l’écran vide

sur lequel le maître, le savant, le dominant projette et écrit son propre savoir«  (page 259).

Et c’est ici que prend place,

dans l’économie de La fabrique des imposteurs et de son acmé qu’est son dernier chapitre,

le dyptique pédagogique « paradigmatique » (page 265) parfaitement éclairant

de l’instructeur Jean Itard, d’une part

_ détaillé aux pages 259 à 261 : « C’est un véritable prototype de thérapie « cognotivo-comportementale » qu’entreprend Itard auprès de Victor« , « l’enfant sauvage de l’Aveyron, alors âge de douze ans, découvert en lisière de forêt au début du XIXe siècle » (…) et qui « ne comprenait pas le langage humain, se balançait à la manière de certains psychotiques, mordait, criait et regardait la lune en geignant« , page 259 ; « Itard « enseigne » (…) mais il n’attend en retour aucun savoir. Itard ne cherche pas à comprendre comment et par quel autre type de savoir Victor a pu survivre dans des conditions extrêmes. Le savoir concret n’intéresse pas Itard, pas davantage que le rôle facilitateur du savoir informel que les jeux procurent à Victor. Le savoir, c’est sérieux. Le monde de l’éducation est ce monde « où tout plaisir est une récompense, toute peine une punition, sinon ils sont sans signification. Le désir doit se ramener au besoin » », selon l’excellent commentaire qu’en donne Octave Mannoni dans ses Clefs pour l’imaginaire ou l’Autre Scène, aux Éditions du Seuil en 1969 ; « Pour le Dr Itard, comme pour la majorité des pédagogues _ applicateurs (mécaniques) de didactique _, le langage n’est qu’un outil de communication pour lequel les mots (ne) sont (que) les signes qui désignent les choses et sont associés (seulement mécaniquement) à elles « , pages 260-261 ; alors que « Victor aurait pu enseigner à Itard que le langage n’est pas qu’une combinaison (mécanique : encore et toujours ! Quand comprendra-t-on enfin ce qui distingue un art souple et ouvert d’une technique simplement mécanique (même raffinée par les capacités, surmultipliées de la combinaison complexe d’algorithmes, de l’informatique ?…)

Victor aurait pu enseigner à Itard que le langage n’est pas qu’une combinaison

de signes, un agencement d’informations instrumentales ;

que c’est la polysémie même de ses signifiants _ avec ce qu’elle comporte de « fonction poétique » ô combien porteuse de sens ! _ que pétrissent _ sublimement _ l’amour et la poésie« , page 261, selon cette « fonction poétique » de leur usage dans le discours sous l’impulsion créative et tellement significative de la parole vivante !!!) ;

« Itard m’apparaît ici, conclut alors Roland Gori son analyse de la pédagogie strictement d‘ »instruction » (et par là pauvrement unidimensionnelle !) du Dr Itard, comme le martyr de cette « passion pédagogique » _ mécaniquement didactique _ qui ignore ce qui la motive et opère par une tentative de maîtrise _ purement technique, mécanique _ de l’ignorance, du sauvage en chacun de nous, et finit par duper celui qui s’en croyait le maître«  (page 261) _ et « l’imposture suit _ alors bien vite _ la passion de la maîtrise _ instrumentale _ comme son ombre« , commente au passage Roland Gori, page 262.

Et Roland Gori alors d’élargir ce paradigme : « Mais de nos jours, c’est toute la société qui s’abandonne à cette passion de la maîtrise _ technique et mécanique, et désormais accrue aussi des ressources sophistiquées, mais toujours, in fine, mécaniques (algorithmiques), de l’informatique _, et ce faisant, à l’imposture. La passion de la maîtrise s’est en quelque façon industrialisée, elle est sortie des égarements de l’artisan pédagogue d’antan, elle est devenue une technique générale de gouvernement de soi-même et d’autrui. (…) Et au cours des dernières décennies, la violence technique de ce programme de rééducation de nos formes de vie, a produit une véritable sidération culturelle » _ qu’il s’agit donc de démonter, et urgemment… (page 262)

Comment ? « Pour sortir de cette sidération culturelle qui (…) conduit à la servitude volontaire autant qu’à la psychopathie et l’imposture, que faut-il faire ? (…) Il faut redonner à la vie comme à l’ambition de la démocratie cette part de liberté qui permet, à l’une comme à l’autre, de créer en échappant à la fatalité biologique et sociale«  (page 262) ; « Il nous faut apprendre à naviguer sans cette inhibition que produisent les normes lorsqu’elles altèrent la normativité _ dans l’art d’agir inventif impromptu _ du vivant » (page 263) _,

Et c’est ici que prend place, dans l’économie de La fabrique des imposteurs et de son acmé qu’est son dernier chapitre,

le diptyque pédagogique « paradigmatique » (page 265) parfaitement éclairant

de l’instructeur Jean Itard, d’une part

et de l’éducateur émancipateur Joseph Jacotot, d’autre part

_ développé aux pages 265 à 270  : « On connaît l’histoire magnifiquement rapportée et commentée par Jacques Rancière dans son livre Le Maître ignorant : « Jacotot, après une carrière longue et mouvementée d’enseignant, d’artilleur, de secrétaire du ministre de la Guerre, d’instructeur d’un bataillon révolutionnaire, fut exilé par les Bourbons pour avoir pris parti pour Napoléon. Ayant obtenu à l’université de Louvain un poste de littérature française, il connut _ c’est-à-dire rencontra et inventa, façonna _ une expérience pédagogique exceptionnelle qui l’amena à croire dans « l’égalité des intelligences » et dans « l’émancipation intellectuelle » des esprits«  (page 265). « En 1818, Joseph Jacotot reste un homme des Lumières qui croit dans l’émancipation du savoir dès lors que celui-ci n’est pas imposé, mais voulu _ = fermement désiré !

Cet état d’esprit le disposait à une trouvaille _ afin de se faire comprendre, « lui qui ne connaissait pas le hollandais » d’« étudiants hollandais » qui « voulurent suivre ses cours » alors qu’eux « ne connaissaient pas le français » (page 265) _ :

Il fit remettre aux étudiants par un interprète le Télémaque de Fénelon, qui venait de paraître à Bruxelles en édition bilingue. Il demanda aux étudiants d’apprendre tous seuls le texte français en s’aidant pour le comprendre de la traduction ; ensuite il leur demanda de commenter en français et par écrit ce qu’ils avaient lu.

Alors qu’il s’attendait à d’affreux barbarismes, et peut-être à une incapacité absolue de répondre à sa commande,

il fut vivement surpris « de découvrir _ voici la « trouvaille » « surprenante » de Jacotot ! _ que ces élèves, livrés à eux-mêmes, s’étaient tirés _ par les efforts de leur propre ingéniosité ainsi jouissivement sollicitée sous forme de défi ludique… _ de ce pas difficile aussi bien que l’auraient fait beaucoup de Français. Ne fallait-il donc plus que vouloir _ = passionnément « désirer » et s’investir en ce « travail » personnel donnant lieu à cette « œuvre » d’intelligence ! _ pour pouvoir ? Tous les hommes étaient-ils donc virtuellement capables de comprendre _ bel et bien effectivement, in fine _ ce que d’autres avaient fait et compris ? » (Félix et Victor Ratier cités par Jacques Rancière). Ce fut la révélation _ mieux encore qu’une « trouvaille«  _, à proprement parler révolutionnaire : enseigner, ce n’est pas expliquer ; c’est permettre aux autres d’apprendre _ même plus avant que lui, alors, en cette circonstance… _ ce que le maître lui-même ignore » _ ou du moins, et au moins, égalitairement avec lui… : cf là-dessus le très riche et passionnant La Méthode de l’égalité de Jacques Rancière… _ (page 266).

« La pédagogie par explication _ telle celle tentée par Itard avec Victor de l’Aveyron _ ne trouvait _ in fine _ son fondement que dans l’ordre social : diviser le monde entre expliqués et expliquants, placer les intelligences expliquées sous la férule des intelligences expliquantes, soumettre _ à la fin primordiale de domination (et d’exploitation, bien vite, à sa suite)… _ le monde à la hiérarchie des intelligences. A cette seule condition les expliqués pourront à leur tour devenir des expliquants !  » (page 266) ; tout à l’encontre, cette position, ici, de domination de l’enseignant, de la pédagogie libératrice de Nietzsche, celle du « Vademecum, vadetecum« , in Le Gai savoir (cf aussi le chapitre 9 du Prologue d’Ainsi parlait Zarathoustra), quand Zarathoustra aspire à rencontrer des disciples désirant (« suivant » sa « leçon«  d’invitation, par l’exemple, à la liberté et la recherche infinie de la justesse du juger) « se suivre eux-mêmes« 

« Pour Jacotot, l’ignorance du maître devint en elle-même une vertu, vertu qui le préserve de la tentation de l’explication, et du désir de soumettre l’élève, en l’invitant _ voilà le « hic Rhodus, hic saltus » du processus courageux et jubilatoire à accomplir : une « invitation » (toute simple, et directe, et franche) par l’exemple ; et pas par quelque modèle à aveuglément recopier… _, en situation de contrainte _ pédagogique : un défi joyeux et encourageant, stimulant ici _, à construire lui-même _ au moins par l’élan de ses (indispensables !) efforts personnels de recherche ; même si c’est jamais tout à fait tout seul que s’élabore, se construit et s’élève peu à peu, pas à pas, patiemment, l’édifice de la « raison critique » personnelle ; car peu à peu elle devient de mieux en mieux cultivée, aussi ! _ son propre savoir«  _ cf Kant : « Penserions-nous bien et penserions-nous beaucoup, si nous ne pensions point en commun avec d’autres, qui nous font part de leurs opinions et auxquels nous communiquons les nôtres ? », afin d’en débattre avec une visée de plus grande justesse, in La religion dans les limites de la simple raison, un vigoureux opuscule contre la censure… ;

et, de fait, on n’apprend vraiment qu’à son corps défendant et par ses propres efforts (et écorchures !), en se forgeant, par le menu _ c’est nécessaire _, et pas à pas, sa propre « expérience« , et en surmontant (et apprenant à corriger) ses erreurs premières (ses « esquisses« , dit excellemment Alain) ; ainsi qu’en se frottant, aussi, à ce que l’on doit apprendre peu à peu, aussi, à percevoir et entendre vraiment de l' »expérience » vraie et se forgeant, pas à pas, et en propre elle aussi ! _, des autres ; lire aussi, là-dessus, le sublime dernier chapitre des Essais (livre III, chapitre 13) de Montaigne : De l’expérience

Soit « la découverte qu’apprendre est affaire de désir » vrai… (page 267).

« L’expérience de Jacotot l’a conduit à la condamnation irréversible de la vieille méthode d’enseignement, où, quand « dans l’acte d’enseigner et dans celui d’apprendre, il y a deux volontés et deux intelligences, on appellera abrutissement leur coïncidence«  _ du fait de l’annihilation de l’expérience personnelle qui devrait se formait de l’apprenant ! _ ; alors que « de nos jours, on appellerait cela « accréditation », « mise en conformité », « évaluation réussie ». Comme quoi nous sommes vraiment dans un monde d’abrutis ! Ou de servitude,

car la voie choisie par Jacotot (…) fut celle de la liberté _ se construisant par des progrès _ : celle qui convoque la raison critique des Lumières, et qui conduit à demander à l’élève : « Que vois-tu ? Qu’en penses-tu ? Qu’en fais-tu ? « 

_ questions au départ ô combien scandaleuses ! et littéralement médusantes ! pour la grande majorité des élèves français d’aujourd’hui,

tant qu’on ne les met pas, en les encourageant, en situation d’audace, de patience, de confiance progressives ; alors qu’ils sont de facto soumis au régime dominant de la terreur de l’erreur, et des sanctions (à commencer par celle des notes) qui accompagnent ces erreurs ; sans compter la parade de la tricherie-imposture, afin d’obtenir à tout prix les bonnes notes : y compris aux examens et concours !!!.. (pages 267-268).

« Nous sommes, avec Jacotot, bien éloignés de cette infantilisation généralisée des individus et des citoyens _ l’exact inverse de la nietzschéenne « vertu d’enfance » ! _, qui maltraite leur part d’enfance _ de jeu et créativité vraie _,

ce « levain de l’inachevé » par lequel se font _ à la fois ! _ l’expérience  _ vraie _

et sa transmission«  _ authentique :

particulières, toujours,

et potentiellement, au moins, singulières, les deux.

« C’est ce principe _ de démocratie exigeante et authentique _ de philosophie politique que nous avons perdu, et que nous perdons tous les jours davantage, lorsque le monde _ c’est-à-dire chacun de nous, comme nous tous, aussi… _ se résigne au _ seul _ savoir établi _ dangereusement (car illusoirement seulement…) confortable… _, à l’adaptation instrumentale et formelle » _ mécanique… (page 268).

En conséquence de toutes ces raisons-là,

« nous n’avons n’avons plus le choix. Il nous faut _ tant personnellement qu’ensemble _ inventer ou nous résigner.

Inventer, ce n’est pas s’adapter aux normes,

mais en créer sans cesse de nouvelles par le jeu d’une transgression des limites, des frontières, de l’évidence et des significations établies _ en sollicitant sa propre capacité d’« imageance« .

L’éducation doit impérativement _ de même qu’elle se le doit aussi à elle-même, afin de ne pas trahir sa fondamentale vocation émancipatrice de la personne (et de toute personne !) : pour être fidèle à sa seule vraie vocation, celle d’être vraiment émancipatrice ! sinon elle participe aux usurpations des impostures… _ laisser une place à ce jeu ; qui n’est rien d’autre que ce qui permet _ au concret du présent permanent ! _ à l’aptitude humaine de se saisir de l’occasion, pour transcender les contraintes _ souvent aliénantes _ d’un environnement naturel et social.

Aucune connaissance, aucun savoir sans exception, n’est véritablement émancipateur s’il ne parvient pas à ces solutions _ d’ingéniosité (personnelle) _ de fortune _ en réponse à la croisée impromptue, tellement soudaine et vive, de Kairos ! d’une main, il donne ses cadeaux (à savoir recevoir sur-le-champ !), de l’autre, il use de son rasoir, qui, inexorablement, tranche ! (une fois que c’était trop tard !)… _ qui transforment un point de vulnérabilité, de manque ou d’insuffisance _ voilà ! _, en progrès et en invention«  (page 265).

« Mais cette manière de s’y prendre _ ajoute fort opportunément Roland Gori, page 175, précisant aussi alors : « dont j’ai montré précédemment qu’elle s’apparentait à la rencontre amoureuse« … : en effet ! mais cela vaut pour toute rencontre tant soit peu substantielle : d’amitié aussi… _,

encore faut-il lui laisser le champ libre

_ de même qu’il faut s’être un minimum préparé ne serait-ce qu’à l’idée première de l’impromptu de sa survenue (soudaine !) afin de ne pas demeuré dans l’impuissance et l’incapacité d’y répondre d’une quelconque façon, sidéré dans quelque timidité davantage qu’inhibitrice : paralysante !.. ;

sur cet art (fondamental !) du rencontrer, j’ai écrit deux essais :

Pour célébrer la rencontre (mis en ligne par Bernard Stiegler sur son site d’Ars Industrialis en avril 2007)

et Cinéma de la rencontre : à la Ferraraise, sous-titré Un Jeu de halo et focales sur fond de brouillard(s) : à la Antonioni (seulement communiqué à quelques amis ; et ayant donné lieu à une conférence, à la galerie La NonMaison de mon amie Michèle Cohen, et en présence de Bernard Plossu, le 13 décembre 2008, à Aix-en-Provence : avec projection de la séquence ferraraise de ce chef d’œuvre testamentaire de Michelangelo Antonioni, Al di là delle nuvole, en 1995 ; la quatrième et ultime séquence de ce merveilleux film se déroulant dans le quartier Mazarin d’Aix ! Merveilleux concours de circonstances !..)… _

Mais cette manière de s’y prendre, encore faut-il lui laisser le champ libre

pour qu’elle puisse se développer«  (page 275).

Et Roland Gori de référer alors la conduite libératrice et créatrice, en général,

à la figure spécifique de la catachrèse dans le discours : cette figure (disponible à la parole se livrant au discours) qui vient palier « un manque _ tel du moins qu’il est à ce moment précis ressenti par le locuteur s’exprimant _ dans la langue« , « son incomplétude _ du moins éprouvée comme telle _ à un moment donné _ sur le champ ! _ pour désigner _ par quelque mot ou expression faisant alors vilainement défaut ! _ une réalité nouvelle » _ à formuler pourtant avec toute la précision de ce que nous ressentons comme constituant sa spécificité, que nous désirons absolument exprimer et transmettre, afin de la partager… ; cf là-dessus tout l’œuvre de Pascal Quignard, dont l’admirable Vie secrète, mais aussi et d’abord, en l’occurrence, Le Nom sur le bout de la langue…  _ (page 275).

Jusqu’à envisager les diverses « figures du langage« , à partir de la métaphore et de la catachrèse, comme ne faisant « que révéler une propriété _ rien moins que fondamentale pour la capacité de créer du penser-juger… _ du discours comme relevant d’une catachrèse _ ou une métaphoricité _ généralisée » :

« c’est tout le langage peut-être _ mais oui ! _ qui se trouverait sous l’emprise _ mais libératrice (!) à l’égard de l’étau un peu trop inhibiteur d’invention, que constituent, de fait, les normes instituées : à commencer les clichés ! générateurs, d’abord, de tant de bêtise : cf l’admirable Dictionnaire des idées reçues de Flaubert… _ de ces détournements du sens des mots _ par les phrases qu’en permanence nous constituons ; cf ici la très essentielle (!) propriété de « générativité » du discours par l’élan créatif de la parole (se jetant à l’eau), telle que l’analyse Noam Chomsky ! _ pour inventer de nouvelles significations«  ;

et Roland Gori de citer à l’appui Michel Meyer : « tout discours peut, en un certain sens, être dit figuré : non pas où il détournerait toujours quelque signification originelle, mais au sens où il se (et nous) détourne d’une certaine habitude, et manifeste par là la liberté, la créativité de son auteur (ou de son auditoire)« .

Et Roland Gori d’en déduire on ne peut plus justement que

« dès lors (…), on peut approcher la manière dont procède la création _ qui n’est jamais tout à fait ex nihilo… _, par un détournement _ fécond _ des normes habituelles » (page 277).

« Autrement dit, il ne s’agit pas _ dans tout acte émancipateur (de soi-même comme des autres que soi) _ de supprimer des normes, mission aussi stupide qu’impossible,

mais de permettre un jeu suffisant _ = suffisamment mobilisateur et inventif par rapport aux habitudes déjà installées, et aux clichés ; tels ceux que Flaubert s’amuse à mettre en lumière tant dans son personnage d’Emma (et dans tout le bovarysme) que dans celui de Monsieur Homais ; pour ne rien dire de ses Bouvard et Pécuchet… _ dans leur usage,

pour qu’elles n’empêchent pas l’invention » _ que tant et tant d’intimidations s’emploient un peu partout et à longueur de temps (et d’habitudes insidieusement prises et installées) dans le jeu et champ social de domination et d’exploitation (en commençant par l’organisation des tâches au travail et dans les professions), à inhiber, par l’arsenal et panoplie performants des diverses pressions et chantages en tous genres (dont celui à la perte d’emploi et le chômage) ; à commencer par le fonctionnement du travail scolaire quand il se centre (jusqu’à s’en hystériser !) sur la seule validation de la conformité (de ce qui est demandé à l’élève) à ce qui a été transmis, et doit être purement et simplement restitué tel quel… : sus à l’erreur ! Et vivent les notes !!!

Et « à partir de ce moment-là,

la politique

qui en _ c’est-à-dire de ces « normes« _ établit _ par l’instrument législatif de la légalité _ leur usage,

ne doit en aucun cas se limiter à la police _ bêtement vétilleuse et méchamment punitive _ des techniques qui les ont établies » _ non plus qu’à leur simple reconduction mécanique maniaque.

désormais…

C’est _ ainsi _ le destin de tout conformisme _ et la bureaucratie de la gouvernance ne manque certes pas d’y veiller ! avec la dimension d’échelle que très copieusement elle lui fournit ainsi… _ de ne saisir d’une idée, d’un mot ou d’une découverte que la forme normative _ avec tout ce que celle-ci comporte déjà d’injonctions à s’y tenir ! _ qui l’a permise _ cette idée _,

et qu’elle _ cette idée _ a _ lors de son invention-irruption native… _ transgressée _ cette « forme »  « normative« 

Le conformisme lâche la proie de l’invention _ hors clonage ! _ pour l’ombre _ répétée, elle ; clonée désormais (informatique et gouvernance aidant) à des milliers d’exemplaires !..

On comprend d’autant mieux la pertinence et l’urgence du combat d’un Bernard Stiegler, et de son Ars Industrialis ;

de même que celles de L’Appel des appels _ pour une insurrection des consciences, lancé par Roland Gori, avec Barbara Cassin et Christian Laval… _

pour l’ombre de ses résultats«  _ superbe formulation ! _, page 278.

Et tout cela sous le double étendard du pragmatisme et l’utilitarisme, au nom du réalisme de la modernité triomphante…

Comment, donc, défendre et aider à se développer la créativité,

quand « la dimension artisanale » de la plupart des « métiers » « se trouve expurgée _ sic _

pour mieux aligner ceux qui les exercent dans ce processus général de la production industrielle permettant leur prolétarisation en masse ?

Ainsi, c’est le caractère unique de l’acte qui se trouve désavoué,

et ce, au bénéfice de protocoles standardisés

et du caractère reproductible de ses séquences.

L’acte professionnel _ de poiesis _ y perd de son authenticité, de cette aura qui échappe à toute reproduction en série.

Il existe aujourd’hui chez les masses _ en suivant les analyses de Walter Benjamin déjà dès les années 30… _, un désir « passionné » de déposséder tout phénomène de sa singularité, de son unicité, en incitant à sa reproduction par standardisation.

Ce faisant, c’est la place de l’œuvre propre à l’artiste et à l’artisan qui se trouve dans nos sociétés, menacée » (page 279).

Alors : « cette place et cette fonction de l’œuvre dans nos pratiques sociales, professionnelles, culturelles et politiques ne déterminent-elles pas les chances que nous nous donnons de parvenir _ chacun de nous, encore « humains«  _ à la création ? «  (page 279, toujours).


Or « l’artiste, qui constitue le lieu social et politique _ privilégié : par sa pratique effective _ d’une résistance à cette transformation dans la civilisation technique du monde,

ne saurait, sauf à se désavouer _ en une nouvelle forme d’imposture ! d’où l’importance cruciale de la probité en Art ! _, se réduire à un travailleur de la production culturelle _ avec des fonctions de divertissement, par exemple.

Il a au contraire pour fonction sociale et politique _ cruciale ! _ d’être le garant _ de l’existence on ne peut plus vive, lumineuse et vivante ! _ d’une pensée artiste (…), quel que soit son art ; potentiel à l’œuvre chez tout citoyen digne de ce nom«  (page 280).

Et il se trouve que « l’œuvre entretient une relation privilégiée avec le jeu _ playing _ par où l’enfant construit authentiquement sa subjectivité et élabore le monde, le monde dans lequel il vit _ et nous savons tous depuis Hölderlin et la lecture qu’en fit Heidegger, que « c’est en poète que l’Homme habite (vraiment !) cette terre«  (page 280).

Or « l’espace potentiel » du jeu, « lieu _ d' »imageance » active et ouverte _ où le sujet n’est pas contraint de choisir _ seulement _ entre la brutalité des formes objectivées, en particulier des formes imposées _ du réel _, et le chaos des excitations du désir _ du çà _, informes, morcelées et morcelantes« ,

« constitue le prototype _ en forme de modèle de forme d’action ouvert… _ de ce qui, au cours du développement, s’étend progressivement à l’art, à la culture et à l’œuvre de pensée » _ jusqu’à la recherche scientifique elle-même, ou technologique ; cf ici, par exemple, tout l’œuvre de Bachelard… (pages 280-281).

Et « le jeu et la culture ne sont possibles que dans des « sociétés suffisamment bonnes » _ pour reprendre les analyses de Donald Winnicott _ ; c’est-à-dire « des sociétés où on peut vivre, jouer, chanter et rêver de temps à autre, sans la pression _ omniprésente _ de l’urgence, et sans cette « fuite maniaque » dans l’excitation permanente que connaissent bien les psys » _ et sans le matracage d’insignifiance ultra-vide des divertissements de masse… (page 281).

« Seul le playing détient cette inutilité essentielle par laquelle le jeu humain localise culturellement l’expérience fondamentale qui le maintient à distance des risques majeurs que sont le rationalisme instrumental et formel comme l’expérience hallucinatoire.

Le playing, jeu spontané, s’inscrit dans un espace particulier, ni au-dedans, ni au-dehors, dit Winnicott, fait de confiance et d’abandon, au sein duquel nous manipulons les objets du monde extérieur en les affectant _ de mieux en mieux librement _ des valeurs psychiques du rêve. (…) Le playing est donc un mode d’exploration de soi-même et de la réalité, essentiel dans l’expérience vitale d’un sujet. (…) Autrement dit, non seulement du point de vue de la subjectivité, mais encore pour le vivre-ensemble de la collectivité, l’expérience culturelle seule peut éviter la monstruosité du rationalisme morbide (…) comme celle des idéologies hallucinées et hallucinantes qui finissent par faire l’éloge de la mort et la destruction du monde concret au nom d’un monde transcendant ou abstrait.

Ce qui veut dire concrètement que les arts et les humanités, tout ce qui participe à la fabrique _ de la subjectivation la plus authentique _ de l’homme, ne doit en aucune manière être négligé au profit des enseignements et des formations plus techniques ou étroitement professionnels, comme cela l’a été ces dernières années » (pages 283-284)…

« Mais  il se trouverait _ en effet tout à fait _ ridicule de promouvoir une programmatique, un mode d’emploi des humanités, lesquelles se verraient bafouées dans leur genre en se trouvant prescrites sur le mode des logiques instrumentales, de leur rhétorique de la quantification et de la formalisation«  (…) Et, de fait, « cette organisation sociale de la culture s’est accélérée ces dernières années » ; et « le pire danger qui guette les humanités » est « celui de les voir prescrites dans des conditions qui les rendraient inoffensives et totalement dépourvues de force de transformation. Nous connaissions la culture marchandise, la culture spectacle, évitons d’avoir demain la culture compétence, une culture « normale » !«  (page 284).

« Il convient de le dire à nouveau, il faut du jeu pour qu’adviennent les conditions minimales de création qui ne soient pas seulement travail, besogne, productions automatiques où s’effacent le monde autant que le sujet. Il faut accepter cette « opinion » (…), ce postulat philosophique autant que politique, selon lequel l’inutile peut se révéler essentiel. Faute de quoi nous n’aurons plus que des innovations techniques, un monde sans humains. Il ne nous faut pas une culture normale, mais une vraie culture, qui prend son temps, son rythme, ses mystères, et dont on respecte l’espace spécifique où elle s’inscrit«  (page 285).

Et Roland Gori de proposer « que soient favorisés rapidement et intensément sur les lieux de vie privée et publique,

à l’école et au travail, à l’hôpital et dans les laboratoires de recherche, dans les salles de rédaction et dans les tribunaux,

des lieux de parole et d’écriture qui fassent témoignage des expériences de chacun«  _ et « que soit mis un terme aux évaluations formelles » des pratiques et « à leurs dispositifs d’abrutissement« …  _ (page 286).

« Il s’agit aujourd’hui, du moins je l’espère _ dit-il _ de faire de tout travailleur un artisan de son œuvre. (…) « Existent _ pour les professionnels _ le besoin de retrouver le sens de lurs expériences et le vif désir de les transmettre. Il convient politiquement de favoriser la mise en place de tels dispositifs de récits et de transmission de l’expérience, qui constituent l’arête vive de toute culture digne de ce nom  » (page 286).

C’est personnellement ce que je peux conclure aussi de ma pratique (infiniment heureuse !) de quarante-et-une années d’enseignement du philosopher, en classe terminale du lycée,

ainsi que des (deux) ateliers (de pratique artistique) que j’ai eu l’occasion d’y créer _ durant les laps de temps que l’institution leur a permis (c’est-à-dire leur a donné les moyens financiers) d’exister ! en un coin (un peu discret) du lycée et de son emploi du temps _, en constatant la richesse des œuvres mêmes _ d’écriture, de photos, de vidéos _ auxquels ils ont donné l’occasion d’advenir ; en plus de ce qu’ils ont pu permettre d’apprendre, en « faisant« , à  leurs auteurs, membres de ces ateliers : au lycée et sur les bords du Bassin d’Arcachon et à Bordeaux, comme à Rome, à Prague et à Lisbonne

_ et en y rencontrant, notamment, et suffisamment longuement, chaque fois, des personnalités rayonnantes d’artistes tels que Vaclav Jamek, Antonio Lobo Antunes ou Elisabetta Rasy…

L’institution, tout à sa priorité de conformité aux normes qui lui étaient imposées hiérarchiquement, n’en mesurant guère la valeur ! _ une valeur d’humanité, est-il seulement besoin de le préciser ?..

Mais la seule reconnaissance _ et espèce de récompense, mais pas institutionnelle… _ que j’ai jamais espérée _ dans le secret de la réalité silencieuse (justement économe de paroles) de ce que d’aucuns ont pu nommer « les reins et les cœurs«  de chacun ; et c’est de l’ordre de ce rapport à l’autre (cf sur cela les très justes et fortes analyses de Michaël Foessel en sa Privation de l’intime) qu’est l’intimité : le regard, pas même lancé, mais juste perçu, suffit… _,

est celle, très longtemps plus tard,

et en l’accomplissement, à divers degrés _ car il y faut aussi pas mal de chance dans la traversée, par chacun, des diverses catastrophes (d’une vie, de toute vie) ; cf à ce propos le très beau livre de Pierre Zaoui La Traversée des catastrophes (dont je viens de conseiller la lecture à mon ancien élève, c’était au lycée Alfred-Kastler de Talence en 1983-84, Ross William McKenna : il a maintenant 46 ans et vit à Londres)… _,

 et en l’accomplissement, à divers degrés,

de leur vie _ chacune particulière, et peut-être, et plus ou moins aussi, singulière : qui le sait et le saura ?.. _,

est celle des adultes que seront devenus _ année après année _ mes élèves _ de cette année de Terminale passée ainsi à dialoguer avec exigence un peu plus et mieux qu’académique : pour l’obtention du diplôme du baccalauréat


Car la véritable épreuve _ la vraie de vraie, la seule qui vaille vraiment ; et sans autre rattrapage que les siens, et à longueur du temps imparti à chaque vivant tant qu’il vit, pour rectifier ses maladresses _,

est bien l’accomplissement, par chacun et nous tous, de sa (et notre) _ unique et belle _ vie…

Et sur celle-là, il n’y a pas _ auprès de quel (diable, diantre !, de) jury ? _ de tricherie efficace possible.


Titus Curiosus, ce 23 janvier 2013

Post-scriptum (ce 12 février)  :

et je voudrais ajouter pour finir (et mettre l’accent sur l’essentiel)

trois contre-épreuves auxquelles soumettre encore et encore l’imposture et les imposteurs,

par la proposition de lecture de deux passages de livres capitaux, et de visionnage d’un immense film :

soient

_ le mythe final du jugement des morts aux Enfers, en conclusion (ouverte, non dogmatique _ c’est seulement un renfort aux efforts, toujours insuffisants, de l’argumentation de Socrate, vis-à-vis de ses interlocuteurs, Calliclès, Polos et Gorgias, qui fuient encore au terme des débats… _) du Gorgias de Platon : un dialogue absolument indispensable sur le sens de l’existence humaine face à la monstruosité _ infinie _  de culot et mauvaise foi de l’imposture des imposteurs ;

_ la parabole du « Grand Inquisiteur » de Dimitri Karamazov, et son « Si Dieu n’existe pas, tout est permis« , dans le grandiose et admirable Les Frères Karamazov de Dostoïevski ;

_ et le chef d’œuvre de Woody Allen, l’indispensable _ époustouflant de justesse ! _ et ô combien admirable ! au-delà même de l’humour dont il colore de façon si poignante le tragique !!! Crimes et délits ! _ c’est son opus n° 20…

Deux comédies épatamment délicieuses sur le jeu de la rencontre et du hasard, l’une à Paris, l’autre à New-York : « Fais-moi plaisir ! » d’Emmanuel Mouret et « Whatever works » de Woody Allen

03juil

Le « hasard«  (?) des sorties cinématographiques de ce début d’été (et de « Fête du cinéma« )

nous offre deux petits bijoux de comédies absolument délicieuses :

« Fais-moi plaisir !« 

_ on notera le ton, cette fois, (après le vouvoiement si poli du délicat et élégantissime « Un baiser, s’il vous plaît !« , en 2007) de l’injonction tutoyée _

et « Whatever works« 

_ soit un très pragmatique et magnifiquement ouvert : « Quoi que ce soit qui marche ! » ;

ou, mieux : « Pourvu que ça marche… » _,

toujours,

les deux,

tant le film du marseillais Emmanuel Mouret

que celui du new-yorkais Woody Allen,

avec un merveilleux (très léger : à peine) arrière-goût doux-amer,

comme il se doit à une comédie au parfum de vérité

(face aux mensonges de la vulgarité parlant haut et très fort de l’industrie on ne peut plus efficace de l’entertainment…)

(cf, pour nous, Français, le bel exemple, matriciel, de Molière _ par exemple, « L’École des femmes » _ et celui, terriblement secouant, de Marivaux _ par exemple, « L’Épreuve » _,

sans compter les comédies, trop méconnues, encore, et sublimes (!) de Pierre Corneille _ par exemple, plus encore que « L’Illusion comique« , l’époustouflante (quels coups au cœur !) « La Place royale » _,

ou celles, particulièrement « douces-amères« , de Musset _ « Les Caprices de Marianne » ou « On ne badine pas avec l’amour » _) ;

….

le genre ayant toujours un arrière-fond de mélancolie,

celui de la vie, sans doute :

sans aller jusqu’à l’idiosyncrasie _ mortifère _ schopenhauerienne du « Monde comme volonté et comme représentation« ,

on pourra s’en tenir, pour l’idée à se faire de cela, à la position, mesurée, sage, d’expert du « soin« , de Freud, en l’aboutissement (dans « Au-delà du principe de plaisir » (en 1920), in « Essais de psychanalyse« ) de la réflexion de toute une vie, notamment, mais pas seulement, de thérapeute _ assez génial, en son cas _, ajointant les forces de vie, au pluriel, d’Eros et la pulsion de mort, au singulier, elle, de Thanatos ; dont le jeu un peu complexe nous joue tant et tant de tours (de cochon !)

avec un merveilleux (très léger : à peine) arrière-goût doux-amer, donc,

je reprends l’élan de ma phrase,

mais un peu plus doux (et même tendre : sans niaiserie ! toutefois ; sans kitsch : sans romantisme aucun !..) qu’amer, ici, en leur pétaradante jubilatoire allégresse,

et avec une dose d’élégance sans compter _ merci de cette générosité ! _ toutes les deux,

comédies,

que nous offrent les magnifiquement juvéniles cinéastes Emmanuel Mouret (marseillais, né le 30 juin 1970 : il fête donc juste ses 39 ans)

et Woody Allen (Allen Stewart Königsberg, dit Woody Allen, new-yorkais, né le 1 décembre 1935 à Brooklyn : 73 ans de jeunesse brillamment renouvelée « au compteur« …) :

en un second article, nous essaierons de nous pencher un peu sur leurs secrets…

Pour le premier, Emmanuel Mouret,

c’était avec une joyeuse impatience que j’attendais son nouvel opus

après le bonheur (céleste !) de son génialissime « Un baiser, s’il vous plaît!« , sorti le 12 décembre 2007 : quelle vista dans la délicatesse !..

Cf mon article du 17 août 2008, à l’occasion de la sortie du film en DVD : « Emmanuel Mouret : un Marivaux pour aujourd’hui au cinéma« …

Passer à côté d’un tel talent, et de tels films, serait triste pour tout le monde !

Pour le second, Woody Allen,

je venais de me réjouir, à domicile, en DVDs, de son excellente série anglaise « Matchpoint«  (le film, présenté au Festival de Cannes le 12 mai 2005, est sorti en première mondiale en France le 12 octobre 2005), « Scoop«  (le film est sorti le 27 septembre 2006) et « Le rêve de Cassandre » (le film est sorti en France le 31 octobre 2007, plusieurs mois avant sa sortie américaine),

trois très très réussies variations humoristiques sur le triomphe _ de fait _ du mal dans la vie,

telles des « répliques«  (sismiques : et donc d’une certaine ampleur…),

seize, dix-sept et dix-huit ans plus tard (voilà la cohérence d’un créateur !)

au chef d’œuvre des chefs d’œuvre allénien : le merveilleux

_ et fondamental pour qui voudrait bien saisir le sens de tout l’œuvre allénien (entamé en 1966, avec « Lily la tigresse » : « What’s Up, Tiger Lily ? » ; cela fait 45 ans !) _

le merveilleux et fondamental « Crimes et délits«  (« Crimes and misdemeanors«  : le film est sorti fin 1989 aux États-Unis et début 1990 en France)…

Cette fois-ci, avec « Whatever works » _ je commencerai par cette comédie _, Woody Allen revient (de ses séries de tournages européens : trois fois à Londres ; puis une fois à Barcelone ; avant son présent projet parisien !) en son « terreau new-yorkais«  _ celui, notamment, de l’éblouissant « Manhattan« , en 1979 (il y a tout juste trente ans !) _, pour notre plus vif plaisir, tant sa ville, New-York, ainsi que les racines de sa propre histoire (familiale ; et au-delà : s’en extirper, aussi !.. cf sur ce « s’extirper« , le sketch formidablement éclairant du « Complot d’Œdipe » _ « Œdipus Wrecks« , c’était mieux ! _ in le film collectif « New-York Stories« , en 1989 ; avec des contributions aussi de Martin Scorcese et Francis Ford Coppola),

tant sa ville, New-York, ainsi que les racines de sa propre histoire, donc,

le « subliment«  : le film

_ sur un scénario des années soixante-dix (le fait est à relever !), et remisé en 1977 dans les tiroirs, à la suite de la disparition de l’acteur pressenti pour le premier rôle, l’acteur juif new-yorkais, né lui aussi, comme Woody Allen, à Brooklyn, Zero Mostel, mort le 8 septembre 1977 : il s’agit du rôle du narrateur même du film, un bavard jubilatoirement agressif, s’adressant de temps en temps directement, via la caméra, aux spectateurs que nous sommes et qu’il prend à témoins ; et cela à l’étonnement des autres protagonistes du film ! _ ; soit le très savoureux personnage de Boris Yellnikoff, un « génie de la physique divorcé, névrosé, misanthrope, bavard, boiteux, irrésistiblement drôle et méchant« , idéalement incarné, cette année 2009-ci, par l’éclatant acteur juif new-yorkais, né lui aussi à Brooklyn _ le 2 juillet 1947 _ Larry David : déchaîné, pour notre plus grande et renouvelée jubilation ; soit un Woody Allen un peu plus jeune _ 61 ans contre 73 _, au regard un peu moins désabusé, éteint, plaintif, triste ; et « revenant au sexe » _ le personnage de Boris Yellnikoff _, si j’ose ainsi m’exprimer, après des années d’abstinence assumée, voire revendiquée ; et deux tentatives de suicide : la dernière assez désopilante… _

le film, donc, est un feu d’artifice époustouflant, au sortir _ le point est à noter, bien que non souligné du tout dans les dialogues _ des années Bush _ les effigies (figées : serait-ce un pléonasme ?) de George W. Bush et Ronald Reagan apparaissent dans une séquence au Musée des figures de cire !!! de New-York, que Boris fait découvrir, pour la distraire en une matinée de désœuvrement, à la jeune sudiste (du Sud le plus profond) qu’est Mélodie St-Ann Celestine, débarquée toute fraîche et naïve du fin fond de son Mississipi natal (et ses mythologies tenaces : du moins là-bas) qu’elle cherche à fuir, pour s’incruster, par le plus grand des hasards, chez lui, dans cette mégapole des immigrants et de la « Liberté » qu’est New-York : dont la statue sera aussi « admirée« , en une autre matinée de « visite » de la ville, non loin de « Ellis Island« , aussi : et Boris le soulignera à Mélodie… _, et à l’aube des années Obama (son nom est prononcé ! sans cependant s’y attarder) :

Obama dont le souffle est _ c’est à n’en pas douter _ ce qui inspire l’irrésistible gaîté (et profonde ! pas circonstancielle et rien que d’opportunité politique ; pas bling-bling…) de ce très réjouissant « Whatever works«  : le public ne cessant de rire jubilatoirement tout au long des 92 minutes que dure le film, au rythme parfait !.. Quel art des dialogues ! et des jeux d’esprit qui touchent très loin, en même temps que très près, chaque fois… On est à mille lieues, ici, du « parler pour ne rien dire » ; ou du « rien qu’amuser la galerie » !!!

Car la « leçon » de ce nouveau très grand film allénien est

que l’énergie sainement libératrice de New-York,

dans les rencontres détonnantes et « mélanges » que la ville permet, provoque, brasse et entretient, en de renouvelées métamorphoses des « personnes« ,

finit par pulvériser les miasmes asphyxiants de toutes les névroses et psychoses stagnantes et plombantes du Sud profond,

les personnages de l’ingénue Mélodie St-Ann Celestine, qui vient débouler dans le (pauvre) gîte de Boris Yellnikoff,

puis de ses deux parents,

Marietta, la bigote toute choucroutée, coincée et étouffante (en provenance directe du fin fond du Mississipi _ le nom de William Faulkner est même prononcé à l’occasion… _ et aux origines lointainement françaises…), et diablement horripilante, se métamorphosant, sous les coups de butoir (érotiques : conjointement du philosophe et du photographe new-yorkais dont elle partage le lit, en un ingénieux « ménage-à-trois« , l’expression est prononcée comme un refrain en un français assez délicieux ! par Marietta bientôt métamorphosée en new-yorkaise branchée) en rien moins que diva de la photographie underground de Greenwich Village,

et John, le père (un premier temps, dans le Sud profond, adultère : avec la « meilleure amie » de Marietta ; cela se révélant assez tôt une catastrophe !), un « psychotique religieux » _ un de ceux qui ont fait la pluie et le beau temps, huit années durant, des néo-conservateurs bushiens _ se décoinçant bien vite à son tour, une fois arrivé à New-York, dans les bras _ « Embrassons-nous, Folleville » !.. (comme le dit Labiche dans la pièce de même titre) _ d’un homosexuel juif new-yorkais (Kaminsky)…

Voici le pitch, ainsi que la critique (rapide), qu’en propose le chroniqueur, Emmanuelle Frois, du Figaro, en son article « Whatever works : le bonheur ! » du 1er juillet :

« À plus de 60 ans, Boris Yellnikoff (Larry David) a tout raté dans sa vie. Son mariage, son prix Nobel, son suicide. Hypocondriaque, cynique, ce génie de la physique qui claudique depuis sa défenestration _ lors d’une première tentative de suicide, quand sa première épouse l’a quitté _, peste contre l’humanité tout entière. Il a des crises de panique, des cauchemars, des rituels _ il se lave les mains en chantant « Happy Birthday » pour faire fuir les microbes, se rassure en écoutant Beethoven, en regardant sur une vieille télé les comédies musicales de Fred Astaire, en mangeant des knishes et en se gavant de médicaments. Lorsqu’il recueille chez lui Mélodie (qu’interprète Evan Rachel Wood), une jeune fugueuse de 21 ans échappée du Mississippi, la ravissante idiote s’incruste. Des neurones en moins, mais la joie de vivre incarnée. Peu à peu, le pessimiste acharné se laisse séduire par l’enthousiasme maladif _ ou contagieux ?.. _ de Mélodie. Ils se marient, mais leur bonheur est menacé par l’arrivée surprise de Marietta (qu’interprète Patricia Clarkson), la mère de Mélodie. La bigote se mue en artiste libertaire _ c’est peu dire ! _ qui va trouver son épanouissement en prenant deux amants _ à la fois et durablement : elle en a désormais un vital « besoin«  ! Et eux aussi ! Quand John (qu’interprète Ed Begley Jr.), le père de Mélodie, « un psychotique religieux », débarque à son tour pour récupérer Marietta, sa femme, qu’il avait trompée avec sa meilleure amie, c’est de nouveau le chaos. Mais John découvrira le nirvana dans des bras masculins _ ceux de Howard Kaminsky, qu’interprète Christopher Evan Welch : « pourvu que ça marche !« , voilà le seul critère à prendre en compte pour ne plus, enfin, déprimer et rancir !..

Critique

Après s’être aventuré en terre étrangère, Londres (« Le Rêve de Cassandre« , « Scoop« , « Match Point« ) et Barcelone (« Vicky Cristina Barcelona« ), Woody Allen revient à Manhattan, le temps de son 43e  long-métrage, « Whatever Works« , et ça marche ! _ quand l’esprit, et les sens, enfin s’ouvrent à une saine et vraie altérité… Il n’a rien perdu de son esprit new-yorkais, de son humour noir et satirique. Un sens du dialogue exceptionnel _ oui ! _, avec des phrases caustiques lancées au bazooka _ et nous en jubilons… Dès les premières images, son héros, Boris (son double hypocondriaque et cinématographique ?), attaque, en s’adressant ainsi aux spectateurs : « Autant que vous le sachiez, ce film n’est pas un Oscar de la joie. Si vous voulez vous sentir réjouis, faites-vous masser les pieds » _ et c’est un boiteux qui parle ! Sur l’aptitude particulière des boiteux (et boiteuses) à « jouir » et « se réjouir« , se référer au merveilleux chapitre XI du livre III des « Essais«  de Montaigne… Des répliques qui font mouche, qui fouettent, cinglantes _ oui ! et à quel rythme ! _, formulées par un héros irascible et misanthrope, qui décline sa bile sur tous les modes, sur tous les tons, essentiellement négatifs _ de l’humour noir (ou juif), jubilatoire !!! : « Dans l’ensemble, on est une espèce ratée. » À propos de sa première femme : « Notre mariage n’est pas un jardin de roses ; botaniquement, tu as tout d’un attrape-mouche. » Sans parler de Dieu, plutôt très « gay ». « Il a créé un univers parfait, les océans, les cieux, les belles fleurs. Évidemment, il est un décorateur. » Au final, Woody Allen, jeune homme de 73 ans à l’esprit libre _ ô combien ! _ et anticonformiste, philosophe avec malice _ et bien d’une fort juste culture ! aussi… _ sur le destin, sur le hasard _ je vais y revenir : c’est le grand point commun avec la comédie magnifique aussi d’Emmanuel Mouret ! _, et signe une comédie réjouissante _ en effet _ sur le bonheur _ oui ! _, en nous conseillant de le saisir dès qu’il pointera le bout de son nez » _ ou de sa mèche : la mèche qui bat le front du divin Kairos :

Kairos, hyper-chevelu par devant le visage, mais complètement chauve sur tout l’arrière du crane et la nuque ; et « irrattrapable« , tant il est non seulement véloce, mais aussi impitoyable (un rasoir à la main pour trancher toute tentative de mettre le grappin par derrière sur lui, une fois qu’il est passé et allé, parti, plus loin) ;

impitoyable, donc, qu’il est, si l’on n’a pas su saisir, avec lui, ce que sa générosité, de l’autre main, donnait, à l’instant, bref, où il passait à portée de soi : « more later, is too late » !!!

Cf aussi ceci :



Critique :  » « Whatever Works » : Woody Allen se convertit à l’optimisme« 

un excellent article de Thomas Sotinel, dans Le Monde, mis en ligne le 30 juin dans l’après-midi…

LE MONDE | 30.06.09 | 16h44  •  Mis à jour le 30.06.09 | 16h44

« Depuis plus de quarante ans, Woody Allen nous a appris à ne surtout pas confondre « drôle » avec « joyeux ». Même du temps où il braquait des banques avec un pistolet de savon, Woody Allen se distinguait du commun des rigolos : le casse raté n’était qu’un exemple de l’absurdité de la condition humaine.

Sur le même sujet :


Entretien Evan Rachel Wood : « Le comique, c’est une question de rythme ; rater un temps, c’est comme oublier une réplique »

Site web « Whatever Works »

Pendant ses cinq ans d’exil, il a acclimaté l’arbitraire du hasard aux brumes londoniennes, l’imperfection du désir érotique au soleil catalan. Le voilà revenu dans les rues de Manhattan pour un film tourné à la va-vite avec, dans le rôle principal, l’un des plus fameux misanthropes du moment, Larry David, créateur et interprète de la série « Larry et son nombril » (dont le titre original « Curb your enthusiasm« , « Réfrène ton enthousiasme«  reflète mieux la conception du monde).

Or, à la place de la dose supplémentaire de pessimisme allénien attendue, voici une joyeuse apostasie, qui invite à l’amour du prochain et célèbre la vie en société _ voilà ! « Whatever Works » se traduit par « du moment que ça marche », et c’est _ à la fin du film _ la conclusion à laquelle parvient Boris Yellnikoff : si l’on y trouve son compte, il n’y a pas de sotte façon d’être heureux _ une sagesse bricolée : toute de pragmatisme fin…

Le chemin qui conduit à ce retournement (qui n’est peut-être que temporaire) commence sous de sombres auspices. Boris Yellnikoff (qu’interprète Larry David), ancienne gloire new-yorkaise des sciences physiques, injustement négligé par le jury du Nobel, abandonné par sa femme au lendemain d’une ridicule mais douloureuse tentative de suicide, promet, face à la caméra _ c’est à nous qu’il s’adresse ! _, « ne vous attendez pas à un « feel good movie«  ». Et il a l’air si furieux qu’on le croit _ en effet ! sa conviction est péremptoire ! Seul (mais entouré d’amis assez fidèles et patients pour qu’ils se retrouvent régulièrement dans un café de Greenwich Village), pauvre (il survit en donnant des leçons d’échecs à des enfants, qu’il insulte) et amer, Boris ne trouve de plaisir que dans la démonstration de la médiocrité du genre humain.

OIE BLANCHE SUDISTE

Larry David n’est pas le premier comédien à qui Woody Allen confie son propre personnage, mais c’est le premier comique juif new-yorkais au crâne dégarni à porter ce fardeau. Et l’effet est déconcertant dans les séquences d’introduction. Il faut aussi dire que le scénario de « Whatever Works » est vieux de plus de trente ans, que Woody Allen destinait le rôle de Boris à Zero Mostel (« Les Producteurs« ). On a presque l’impression _ si ce n’étaient les images de maintenant et le nom d’Obama au détour d’une phrase… _ de découvrir un vieux film d’Allen, abandonné en cours de production, dans lequel un comédien s’efforce de tenir la place de la vedette sans y parvenir tout à fait.

Jusqu’à l’exquise irruption de Mélodie St. Ann Celestine (Evan Rachel Wood), oie blanche sudiste égarée dans les rues de New York, que Boris Yellnikoff recueille sous son toit. « Whatever Works » se met alors à ressembler furieusement à « La Belle et la Bête« , version Greenwich Village. Cela tient beaucoup au gracieux exercice d’équilibre auquel se livre Evan Rachel Wood. Mélodie est d’une inculture et d’une naïveté qui confinent à l’idiotie, mais c’est aussi une femme volontaire qui se place résolument du côté de la vie et du désir _ oui ! et pas à la Schopenhauer !!! Comme dans le conte de MmeLeprince de Beaumont, le cœur du reclus s’attendrit _ mais oui ! il se métamorphose !!! _, jusqu’à accepter une irruption supplémentaire, celle de Marietta, la mère de Mélodie, venue rejoindre sa fille à New York. Patricia Clarkson, qui jouait la très sérieuse hôte de Vicky et Cristina dans le film précédent de Woody Allen, s’amuse ici comme une folle en belle Sudiste qui se débarrasse de ses préjugés à une vitesse ahurissante _ oui : la métamorphose new-yorkaise est fulgurante : quel tempérament ! _, guérie _ oui ! _ de tous les péchés _ certes ! _ de la Confédération _ et de ses « Étendards dans la poussière«  (ou « Sartoris«  : c’était le titre originel de ce premier chef d’œuvre de Faulkner, en 1927… _ par la vertu de l’air de Manhattan.

HAPPY END

Car Woody Allen n’est pas seulement devenu optimiste, il glisse sans beaucoup de discrétion un message dans sa pochade rose. Sudistes et Nordistes, conservateurs et libéraux, croyants et athées peuvent s’entendre, il suffit qu’ils couchent les uns avec les autres et s’adonnent à la pratique des arts (Marietta devient photographe) _ voilà le message proclamé par les images et le récit de ces métamorphoses new-yorkaises !

Entamé sur un tempo un peu hésitant, « Whatever Works«  s’accélère jusqu’à la frénésie _ selon la logique des comédies-ballets déchaînées de Molière ! _ et _ contrairement à ce qu’annonçait Boris Yellnikoff, 90 minutes plus tôt _ jusqu’au happy end. La raison _ imbécile en de trop rigides généralisations !.. _ a du mal à admettre que Woody Allen est lui-même _ pour ce que nous connaissons de sa carrière cinématographique _ convaincu que le bonheur se laisse aussi aisément attraper _ tel Kairos : par devant seulement ! par derrière, c’est trop tard ! « il a filé«  !.. _, mais la force du spectacle _ oui : la contagion de l’évidence de l’humour _ est là : tout le monde _ oui ! _ s’amuse follement _ oui ! _, à commencer par le metteur en scène, à finir par le spectateur _ absolument !!! la salle pleure de rires… _, pour peu qu’il oublie _ ou les prenne à rebours, dans une dernière (ou pas !) métamorphose de cet humour ! _ les grands films que Woody Allen réalisait, du temps où il était aussi inquiet et pessimiste que Boris Yellnikoff.

Thomas Sotinel

Pour le tout aussi épatant (et constamment réjouissant) « Fais-moi plaisir ! » d’Emmanuel Mouret,

je retiendrai ceci :

D’abord, cet article de Jacques Mandelbaum dans Le Monde du 13 juin :

«  »Fais-moi plaisir ! » : un gentil garçon pris dans les méandres du désir »

LE MONDE | 23.06.09 | 16h08  •  Mis à jour le 23.06.09 | 16h08

« Le Mouret nouveau est arrivé. Comme d’ordinaire depuis la création du cru voici dix ans (de  » Promène-toi donc tout nu« , en 1999, à « Un baiser s’il vous plaît !« , en 2007), la cuvée de l’année est florale et gouleyante. Si la charpente reste la même, la fragrance connaît en revanche d’étonnantes nuances _ tout est dans les « variations« , en effet… _, qui raviront les amateurs des subtils changements dans la continuité _ dont nous sommes ! Soit un garçon prénommé pour la circonstance Jean-Jacques (Emmanuel Mouret), lequel compagnonne avec Ariane (Frédérique Bel), une beauté blonde, déliée et piquante.


Entretien Emmanuel Mouret : « Le réalisme au cinéma est d’ordre émotionnel« 


Le film les surprend un matin au saut du lit. Lui, efflanqué dans son pyjama, manifestant l’expression d’un désir pressant. Elle, affriolante en petite tenue, lui opposant une résistance farouche _ du moins suffisant à repousser ce matinal assaut. Avant le café, prétend-elle, elle ne peut rien faire. Puis elle doit impérativement terminer la lecture de son roman _ elle en est à la chute… La scène s’éternise _ c’est-à-dire diffère sa résolution : pour notre amusement _ au gré de divers prétextes et péripéties.

On est ici sur le terrain conventionnel de la désynchronisation du couple, de l’agencement comique du désir et de sa frustration _ tout cela dans le registre de la légèreté : on n’en fait pas un drame ! Le film va pourtant aller _ et même basculer, et pour un bon moment _ ailleurs _ au pays d’une fantaisie assez débridée, presque voisine du « pays des merveilles«  d’« Alice« , de Lewis Carroll _, au détour d’un appel téléphonique reçu par Jean-Jacques _ en référence à la belle « simplicité«  de  Jean-Jacques Rousseau ? _  au milieu de cet échange. Ariane _ celle qui donne le fil à Thésée pour sortir du labyrinthe ? celle qui se fait abandonner par le même sur l’île de Naxos ? celle qui aura l’oreille de Dyonisos (et de Nietzsche) ? _ s’inquiète du coup de fil, au bout duquel pend la voix d’une fille. Elle n’a pas tort, même si Jean-Jacques s’évertue à la rassurer. Il s’agirait d’un simple pari _ ah ! les paris stupides ! Que ne ferait-on pas pour jouer ?… Un de ses amis, totalement dépourvu de charme, se vante en effet d’avoir inventé une technique de séduction _ pas même un art ; un truc mécanique _ qui, grâce à la formulation d’un certain billet doux, lui permet de conquérir une fille par jour _ = « tirer un coup«  : cela ne mène pas très loin…

Par curiosité quasi scientifique _ Jean-Jacques est « inventeur«  ; le héros imbécile du récit raconté au cœur de « Un baiser, s’il vous plaît !« , Nicolas, était, lui, professeur de mathématiques : qui donc Emmanuel Mouret a-t-il, à travers ses personnages, « dans le nez«  ?.. _ Jean-Jacques a testé le billet sur une inconnue, qui s’est aussitôt jetée dans ses bras. C’est elle qui vient de l’appeler pour le revoir, mais il ne compte donner évidemment aucune suite _ à ce jeu… Qu’à cela ne tienne, Ariane, qui veut inscrire leur couple dans « une force de progrès » _ la niaiserie (des clichés (cf « Whatever works » : l’innocente Mélodie venant du « deeper South«  l’apprend très vite de Boris…) est terrible ! _, le met au défi d’aller jusqu’au bout de son investigation. Ce qui se produit alors, à charge pour le spectateur de le découvrir en détail _ et il n’est pas déçu ! _, tient de la loufoquerie et du conte de fées _ des « Aventures d’Alice au pays des merveilles« , même, avec ses reines autoritaires jusqu’à la cruauté : à quoi servirait donc le pouvoir, si ce n’est à se passer ses caprices ; ainsi que nuire ?..

GOUGNAFIER BLING-BLING

En voici les principales étapes. Découverte de l’excentrique Elisabeth (qu’interprète magnifiquement Judith Godrèche) en son luxueux appartement de la rue du Faubourg-Saint-Honoré. Révélation d’un mystérieux tunnel qui relie ledit appartement au palais de l’Élysée, Elisabeth se révélant comme fille du président de la République (qu’interprète Monsieur Jacques Weber). Connaissance faite avec le président, synthèse simplifiée _ et joliment adroite _ des trois derniers mandataires de la fonction, en tant que père d’une fille cachée, amateur d’art débonnaire et mixeur des scènes publique et privée.

Suivent le snobisme mortel et les gags triviaux de la soiréetelle des « variations«  plus drôlatiques les unes que les autres sur la partition primitive de l’excellent « The Party« , film-culte de Blake Edwards, en 1968 (avec Peter Sellers) _ d’Elisabeth, par ailleurs amante d’un gougnafier bling-bling _ et boxeur, pas judoka… ; c’est Dany Brillant qui l’interprète _ qui débarque impromptu. La fuite en compagnie d’Aneth (qu’interprète la délicieuse Déborah François), discrète et charmante soubrette qui entraîne Jean-Jacques dans le gourbi _ de banlieue (dans le 92) _ qu’elle partage avec quatre sœurs taquines et joyeuses, et où elle extrait enfin le morceau de rideau coincé depuis des heures dans la braguette du jeune homme.

Ce vaste et drolatique détour par le royaume de la fantaisie, où tout se promet, mais rien ne se consomme _ en effet, comme dans les rêves nocturnes : pure satisfaction fantasmatique ! le dormeur n’en étant même pas réveillé ! _, suffirait à recommander le film. Mais il y a plus. Un motif insistant qui confère à cette légèreté la profondeur d’un dessein secret. Il s’agit d’une variation _ encore _ autour des notions d’original et de copie, d’objet unique et d’objet de série _ à la façon dont un Michel Serres a pu analyser la vie à Moulinsart dans « Les Bijoux de la Castafiore » : l’article « Les Bijoux distraits ou la cantatrice sauve« , paru d’abord dans le numéro 277 de la revue « Critique« , en 1970, est disponible dans « L’Interférence«  Le mot doux est ainsi un faux original qui a pour fonction de faire tomber les filles. Le vase cassé par Jean-Jacques _ et les Japonais _ dans les salons présidentiels, cadeau du tsar à Napoléon, n’est qu’une réplique.

PLAGIAT OU CITATION ?

L’élite du pouvoir et de la richesse _ assez bling-bling _ croisée durant la soirée, évoluant parmi des objets insolites d’art contemporain, se révèle d’une navrante _ certes : quand la réalité a dépassé la fiction ! _ vulgarité _ Emmanuel Mouret a bien de l’esprit ! A contrario, la soubrette et ses sœurs, fruits de la duplication familiale et sociale, offrent un tableau poétique d’une rare délicatesse.

On pourrait multiplier les exemples, y compris en matière de références cinématographiques. Dans le film, Mouret s’amuse à copier Blake Edwards, au même titre que son œuvre reprend à son compte les marivaudages rohmériens. Cela signifie-t-il qu’il les plagie ? Ou au contraire qu’il les cite pour mieux s’en séparer ? La deuxième réponse _ les « sublimer«  _ nous semble la bonne _ à nous aussi ! _ et donne une idée de sa conception du cinéma : un domaine public, démocratique, où la différence se crée à partir de la ressemblance, où l’originalité artistique n’est pas nécessairement coupée du goût commun _ en effet : un cinéma pleinement « populaire«  sans vulgarité : le public rit beaucoup, tant des mots que des scènes… Autant dire qu’Emmanuel Mouret est l’un de nos plus précieux auteurs de comédie » _ absolument d’accord !!!


Jacques Mandelbaum

Puis, j’ajouterai à ce « dossier » de « Fais-moi plaisir ! » cette interview d’Emmanuel Mouret, « Le Goût de la chute« , par Anne-Claire Cieutat :

« D’Emmanuel Mouret et de ses comédies mutines (« Changement d’adresse« , « Un baiser s’il vous plaît !« , pour les plus récentes et les plus séduisantes), on connaît le terrain faussement confortable, la tentation du trompe-l’œil, la facture délicate et la fracture cachée. Avec le même bonheur, « Fais-moi plaisir ! » tourne autour du désir et de ses petits ou grands tracas _ en ce qu’il dérange de convenu ou de trop prévisible : il « joue«  et « bouscule«  ; quand il ne casse pas… _, mais les pieds nettement plus en dedans et la braguette à l’avenant _ si l’on peut dire : le signe (le morceau de rideau blanc) étant plus exposé que la chose… Le trivial se présente en tenue d’apparat, et sous le rire incessant se déploie une belle et profonde réflexion _ encore, sur l’époque et ses clichés _ sur le couple, l’amour et ses égarements. Conversation avec un Monsieur Hulot sexué _ il le faut bien, désormais : mais c’est aussi la vulgate allénienne, au-delà des « exercices«  (et autres « coups« ) imposés… _ des temps modernes qui se souvient de ses précurseurs tout en sachant se distinguer _ oui.

Il semblerait que sur le territoire du burlesque vous alliez plus loin encore cette fois-ci.

Ce film a été fait en grande partie à partir de mes impressions de cinéma, et notamment du burlesque, des films à gags, avec toujours en tête l’envie de garder _ aussi _ une certaine tenue narrative _ du discours, des répliques _ et esthétique _ une élégance (assez française d’esprit, probablement). Je souhaitais marier une comédie de dialogues, une fable, à quelque chose de plus délirant _ mais oui ! C’était déjà le schéma moliéresque des apothéoses carnavalesques des comédies-ballets !

De tous vos films jusqu’à présent, c’est le plus physique…

Le début et la fin organisent la fable _ autour de l’intrigue « réaliste » du petit « jeu » d’amoureux marivaudant, toujours un peu « inquiets« , en « se testant » l’un l’autre, comme en la sublime « Épreuve » du grand Marivaux, entre Jean-Jacques et Ariane _ et ce qu’il y a au milieu _ l’aventure (« élyséenne« ) de la rue du Faubourg Saint-Honoré et ses suites banlieusardes (dans le 92)… _ est en effet bien moins dialogué que dans mes films précédents et fait appel à des situations corporelles et visuelles. J’ai commencé à aimer le cinéma grâce à Buster Keaton, Jerry Lewis, Jacques Tati ou Pierre Richard. J’aime les clowns maladroits qui tombent et sont dépassés en permanence _ c’est bien là un facteur décisif du cinéma d’Emmanuel Mouret ! _, les séquences de gags qui n’en finissent plus _ rebondissant et gonflant le comique quasi jusqu’au seuil de la folie… _, comme dans « La Party«  de Blake Edwards. Je me suis laissé guider par mon plaisir, ce qui fait aussi un peu peur _ à l’auteur _, car en voulant être drôle, on flirte avec le ridicule _ et le totalement invraisemblable ; ou, carrément, le « fantastique » ; ce qui n’est pas du tout le cas ici…

Sauriez-vous définir ce qui vous touche dans le burlesque ?

Lorsque j’étais enfant, je trouvais réjouissant et rassurant _ tout s’apprend ; comme tout peut aussi se désapprendre… _ de voir un adulte maladroit _ et déchoir de son piédestal et de ses poses _ comme on peut l’être _ soi-même _ petit _ avant d’avoir appris et d’avoir progressé. A l’adolescence, j’étais moi-même très intimidé _ qui ne l’est pas ? qui est « absolument«  sûr de soi, sûr de lui ? _ par les filles ; et ces personnages qui parvenaient à charmer malgré tout et à attirer un regard tendre _ en dépit de leur maladresse _ étaient un beau message d’espoir ! _ et d’encouragement « à essayer » soi-même aussi… A l’âge adulte, il n’y a finalement pas de changement majeur. Le personnage maladroit résonne toujours en moi très profondément. Dans la mesure où ces personnages se relèvent toujours, c’est pour moi une leçon très profonde face à l’adversité _ du réel : celle et celui qui disent si souvent « non«  au « principe de plaisir«  du désir…

Le burlesque est souvent intimement lié au déceptif ou à la mélancolie. C’était particulièrement le cas dans votre précédent film « Un baiser, s’il vous plaît !« , ça l’est d’une certaine manière ici aussi…

Oui, d’autant que le gros de l’action se déroule ici la nuit _ à l’heure de l’irréel des rêves. C’est un voyage conçu comme une sorte d’« Alice au pays des merveilles«  où le personnage tombe dans un trou et traverse une féerie un peu cruelle _ sur les rives du précipice (et gouffre) du ridicule ; du lèse-majesté ! où l’on périt de honte… Le rire est toujours proche de la cruauté, de toute façon _ cf « Le Rire » de Bergson : quand du « mécanique » vient se « plaquer » sur du « vivant«  !.. Mais la tonalité d’un film est aussi grandement liée à ce qu’apportent _ tant de leur idiosyncrasie que de leur génie singulier d’interprètes _ les comédiens. Pour « Un baiser s’il vous plaît !« , la mélancolie dont vous parlez est pour beaucoup apportée par Virginie Ledoyen. L’incarnation d’un projet par des comédiens peut être inattendue. C’était bien sûr en germe dans l’écriture, mais ça s’est développé plus que prévu en faisant le film, par la nature même _ ou la folie du « jeu«  _ de Virginie Ledoyen ou de Julie Gayet. Cela tient aussi à la liberté que je donne _ bien sûr : il y a là bien de la marge… _ aux comédiens. Je n’ai jamais pensé faire un film seulement pour faire rire _ ce qui serait pauvre, jusqu’à l’absurdité… Qu’il y ait des situations cocasses, absurdes et délirantes, oui, mais j’essaye toujours de rappeler que derrière ce qui fait rire, il y a une petite ombre _ de sens : plus grave (l’image de « l’ombre » étant aussi belle que juste…) ; et c’est de là que survient le relief… J’ai le goût du contrepoint et du contraste _ que renforcent aussi, bien sûr, tous les rythmes du film…

Plus que jamais, vous donnez corps à des fantasmes de diverses natures. Le champ des possibles s’est agrandi ?

Oui, le fantasme _ venant « jouer » sur le « réel » donné d’abord _ est à la naissance même de mes récits _ ce que sont fondamentalement ces films… Il y en a ici plusieurs en œuvre et je m’amuse à les poser et à en tirer les conséquences _ pour le récit filmique et ses divers rebondissements, en cascade. En premier lieu, le « mot magique », celui du séducteur qui parvient à faire succomber une femme grâce à _ la fascination médusante d’ _ une formule écrite. Celui de l’adultère, celui lié à la vie privée à l’Elysée A maintes reprises, c’est vrai, le film s’amuse _ comme de lui même ! et le spectateur aussi ! entrant dans le « jeu«  (plus ou moins endiablé !) de ce que lui proposent ces « images en mouvement« , comme les qualifie Deleuze (en son « Image-mouvement« ), défilant à bon rythme sur l’écran _ avec ces fantasmes.

Sur le plan plastique aussi, vous faites ici preuve d’une ambition nouvelle…

J’ai un souvenir très fort ancré en moi à propos d’un tas de films dans lesquels je me sentais bien _ un critère important. Me projeter dans les décors de ces films _ et jouer avec eux _ était pour moi une promesse encore plus grande que ce que la vie _ ou le « réel » brut, en quelque sorte…pouvait m’offrir _ ou l’espace de « réalisation » d’un artiste, quel que soit son medium d’expression… J’ai essayé à ma façon de travailler autour de ce plaisir premier _ une dimension (joyeuse) de travail capitale ! _, celui d’être dans _ vraiment, en artiste créateur ; et aussi en interprète : dedans _ le film. Matisse _ ce génie si joyeux et en perpétuelle expansion positive : dans la couleur ! _ disait qu’il voulait faire des tableaux comme des canapés _ où se lover _, des tableaux dans lesquels on pouvait se sentir bien _ exister, se mouvoir, s’épanouir avec et dedans. C’est une phrase qui m’a beaucoup marqué _ on reconnaît à cette formidable réceptivité-là un grand artiste ! _, car elle était aux antipodes de l’image âpre de l’artiste qui doit bousculer _ violenter _ le public _ de même que lui-même, aussi ; en se coupant des mouvements (de bien-être) porteurs… Cette vision de l’art m’a fait beaucoup réfléchir _ à fort bon escient…

D’où les couleurs chatoyantes et contrastées ?

Mon ambition est de faire des comédies qui ont _ à l’indicatif ; et pas au subjonctif ! _ de la tenue et qui sont belles _ avec élégance de la forme _, sans en mettre plein les yeux _ éblouir, méduser ; tout le contraire : aider, par des « focalisations«  claires, le spectateur actif à distinguer des formes souples, élégantes et belles ; faisant véritablement sens. C’est ce que j’aime chez Blake Edwards ou Jacques Tati : on y rit de choses triviales _ de l’ordre du quotidien partagé _ tout en sentant l’esprit fleurir _ et déployer ses ailes… Tati aime tout ce qu’il filme _ sinon, il ne le filme pas, il ne s’y « focalise«  pas… _, même quand il oppose des mondes _ de même qu’Emmanuel Mouret filme, ici, le « monde«  (« élyséen« ) du Faubourg Saint-Honoré comme le « monde«  de la banlieue (92) _, il aime les deux _ oui ! La villa ultramoderne _ à la Mallet-Stevens _ de « Mon oncle » est très belle, autant que la maison _ rafistolée de bric et de broc _ de Monsieur Hulot. J’essaye à mon propre niveau de suivre cette leçon _ un artiste « vrai«  apprend beaucoup, sinon d’abord, de ceux qu’en ses « rencontres« , il se choisit pour « maîtres«  _, de parvenir à aimer tout _ absolument _ ce que je mets dans un film, des personnages _ d’abord : « non-inhumains«  _ aux décors _ sans laideur, vulgarité grossière, ni contingence d’un degré tel qu’elle confinerait à l’absurde…

Et, en premier lieu, les visages des femmes _ on connaît votre amour pour le cinéma de Truffaut…

Oui, bien sûr. Les visages des femmes _ en leur étrangeté, leur « mystère » vivant dont on ne fait jamais vraiment le tour… _ sont à l’origine même de mon amour du cinéma _ jusqu’à en faire sa vocation… Adolescent, j’allais au cinéma pour les voir de près _ déjà la « focalisation«  _, pour essayer d’apprendre quelque chose _ tout art « vrai » est apprentissage de l’« exister » « humain » : ce qui se transmet de plus en plus mal désormais, à l’ère du tout « instrumentalisé » et vénal (« rentable« , disent-ils, les « vertueux » ; à l’ère du discours du tout « économique » ; en feignant d’« oublier«  de plus justes répartitions tant des efforts et des coûts que des bénéfices…) de ceux qui nous gouvernent… _ de la façon dont on leur parle, on les séduit… La beauté féminine a quelque chose d’immédiat. Après, il s’agit de construire un personnage, mais l’écriture part du désir de féminité. En ce sens, « La Cité des femmes » de Fellini m’a aussi beaucoup marqué.

Nous revoilà au fantasme !

Oui, mais le fantasme est aussi la réalité _ expansive _ de notre esprit _ génialement créateur (cf le maître-livre du génial Cornelius Castoriadis : « L’Institution imaginaire de la société« ) _, et le cinéma est le terrain où l’on peut poser _ à recevoir aux sens _ autant de fantasmes que d’idéaux _ qui seront « figurés«  par la réalisation matérielle des images filmiques, et reçus ainsi, via l’æsthesis, de tous les « esprits«  spectateurs, à leur tour…

Votre cinéma navigue d’une certaine manière entre deux sphères : l’artificiel et le sensuel, le fantasme formulé et son incarnation, conforme ou non. Votre traitement du son en relief joue sur ce va-et-vient. Est-ce ainsi que vous envisagez les voix off et les éléments sonores en général ?

Pour moi, tout le cinéma est artifice _ c’est-à-dire « art«  de la « réalisation«  figurée, sensible aux sens. Le son est ce qui fait à la fois le rythme _ ce facteur dynamique crucial : tout découle (et dépend strictement) de sa justesse _ et la tonalité d’un film. C’est la première chose _ en effet ! _ qui nous parvient. On travaille beaucoup avec le monteur-images et le monteur-son pour rythmer en permanence, par les ambiances _ à la fois diffuses et précises, composites _, les dialogues _ c’est véritablement fondamental ! Et les dialogues d’Emmanuel Mouret, de même d’ailleurs que ceux de Woody Allen _ notamment dans « Whatever works«  _, sont de petites merveilles de rythme, justement !.. C’est pour cela que je suis aussi très attaché à travailler avec des comédiens _ de même que c’est un impératif absolu des chanteurs, à l’opéra notamment, et dans l’opéra français tout spécialement : Régine Crespin (marseillaise), comme Gabriel Bacquié (biterrois), ont su le mettre parfaitement en œuvre !!! le défaut de cette clarté-là étant absolument rédhibitoire !!! _ qui ont une forme de clarté _ oui : elle fait en grande partie la lumière ! _ dans la diction _ j’aime le cinéma de Guitry ! _ nous aussi… Une part de votre sentiment est d’ailleurs peut-être liée à la nature de mes dialogues. Mes personnages se racontent eux-mêmes, disent ce qu’ils éprouvent _ ils ne s’en cachent pas : recherchant même comme une confirmation de la légitimité de ce qui est ainsi éprouvé par eux, dans une écoute et une réception accueillante, bienveillante, de l’autre, de l’interlocuteur. Mes dialogues ne se veulent pas simplement naturalistes _ ils donnent à ressentir ce qu’éprouvent et se disent à eux-mêmes (comme à l’autre) « en vérité » les personnes (plutôt, même, que « personnages« )… Nous ne sommes pas, alors, dans un « monde«  de « tromperie«  (et d’abîme sans fond) de soi-même (non plus que des autres)…  D’où le sentiment d’étrangeté pour certains spectateurs _ moins « innocents« , eux, peut-être… J’aime créer des personnages qui sont toujours partagés _ en effet ; ils ne sont jamais « brutement« , si j’ose le dire ainsi, d’une seule pièce ! _ entre la satisfaction _ pulsionnelle _ de leurs désirs et le souci _ éthique et convivial, tout à la fois _ de l’autre. Ils vont donc souvent négocier _ avec eux-mêmes d’abord. Ils essayent toujours de gérer _ mais pareil vocabulaire « managérial«  convient-il ici ? pas le moins du monde ! _ leur problème _ « éthico-convivial«  _ de désir de manière rationnelle _ selon ce que depuis Galilée et Descartes, en un univers littéralement de « désenchantement«  (cf, après Max Weber, Marcel Gauchet : « Le Désenchantement du monde« …), on estime constituer la raison mathématico-technicienne épurée du qualitatif sensible : celle qui est sensée nous « rendre comme maîtres et possesseurs de la Nature« , selon l’expression de Descartes au final de son « Discours de la méthode pour bien conduire sa raison et trouver la vérité dans les sciences« , au nombre desquelles, « sciences«  se trouve la « morale » ! ; mais aussi « maîtres et possesseurs«  de soi, ou/et des autres ?!?  _, d’où le côté cocasse des solutions _ toujours bancales, en effet : là-dessus lire le passionnant récent livre de Ruwen Ogien « La Vie, la mort, l’Etat : le débat bioéthique » sur la difficulté de solutions « tranchées«  _ trouvées. C’est presque du management _ à la Adam Smith _ appliqué au désir ! Avec ici un petit démon qui se niche toujours entre les lignes _ de calcul ? ou « de front«  ?.. démontant ces calculs : cf la récente et peut-être durable actuelle catastrophe de la rationalité mathématico-financière ; inapte à (vouloir) tenir compte du facteur « non-inhumain«  !!! L’autre n’est jamais simplement réductible à un « moyen«  (cf Kant : « Fondements de la métaphysique des mœurs« ) ; encore moins à la poupée (ou au sexe) gonflable(s) de comportements de plus en plus, sous couvert de « minimalisme« , uniment et réductivement pornographiques…

Le désir et ses résolutions rationnelles… D’où la récurrence du scientifique injecté dans votre univers, Virginie Ledoyen en chimiste dans « Un baiser s’il vous plaît !« , vous-même en inventeur dans ce film-là ?

On se méprend souvent sur la force de notre raison _ pas un Montaigne, un Pascal ou un Hume ; mais tout le monde ne pratique pas la méditation philosophique… _ et c’est une chose que je trouve drôle et cocasse _ que ces maladresses de la raison technicienne. Cela appartient à notre monde _ depuis Galilée et Descartes (cf Koyré : « Du monde clos à l’univers infini« ) ainsi qu’Adam Smith : formant une sorte de « pensée« , sinon « unique« , à tout le moins « dominante« , « impériale«  Mais il y a aussi en nous un reliquat plus sacré d’idéal : l’image du couple _ auto-suffisant : que vaut donc la métaphore des « deux moitié d’orange » (ou autre fruit !) du mythe de l’androgyne originaire d’Aristophane dans « le Banquet » de Platon ?..  _ fait rêver. Le film questionne _ cette fois-ci encore ; et à nouveau _ la fidélité, interroge le partage de l’amour et du désir _ une interrogation majeure contemporaine, probablement…

Le gag en cascade est l’un des vecteurs de ce questionnement et fonctionne d’ailleurs sur une base parfois logique, voire prévisible…

C’est ma façon d’écrire. L’écriture d’un film, comme celle de la musique, joue avec l’attente supposée du spectateur et son détournement. J’aime jouer avec cela, comme avec ce que j’ai aimé dans d’autres films, à travers mon propre filtre. Par exemple, pour le gag de la braguette qui se coince _ guère discrètement _ dans les rideaux _ celui qui a le plus de conséquences dans mon film _ je n’ai pas pu m’empêcher de penser au gag de la fermeture éclair de Pierre Richard dans « Le Grand Blond avec une chaussure noire » qui se coince dans les cheveux de Mireille Darc. On n’échappe pas à la tradition !

Pour autant, vous avez une place relativement unique dans le cinéma français aujourd’hui…

Comme tout le monde, j’ai envie d’apporter un air frais et nouveau. Mais cet aspect singulier qu’on me renvoie souvent est un peu comme le visage d’un acteur : il faut croire que j’ai une tronche particulière ! Cela dit, j’ai des projets très différents les uns des autres : d’autres comédies burlesques, mais aussi un mélodrame. J’aimerais également faire une comédie où je ne joue pas, pour explorer un autre _ acteur _ « comique » que moi.

Propos recueillis par Anne-Claire Cieutat pour Evene.fr – Juin 2009

De la même Anne-Claire Cieutat,

cette critique de « Fais-moi plaisir ! » :

Le petit monde d’Emmanuel Mouret s’articule, depuis « Laissons Lucie faire » (2000) en passant par les réjouissants « Changement d’adresse » (2006) et « Un baiser s’il vous plaît » (2007), autour de vrais-faux égarements du cœur et de l’esprit, de prétendues maladresses et d’heureux malentendus. Délectables aliments pour d’infinies conversations de boudoir _ pas seulement : ce n’est là qu’une apparence (de « beaux quartiers » !..) _ qui lorgnent volontiers du côté _ des « genres » bien répertoriés, et donc plutôt rassurants ! comme on les aime tant en France… _ de la comédie de boulevard et du cinéma burlesque. Mais si « Fais-moi plaisir ! » prend son envol sur ces bases coutumières, c’est pour mieux envisager sa chute. Car d’atterrissage forcé, il sera ici pleinement question. Emmanuel Mouret en néo-Monsieur Hulot qui se souvient de Blake Edwards autant que de Mister Bean investit une nouvelle fois le vaste terrain du burlesque sous son angle le plus immédiatement physique _ en effet. On y trébuche, tombe à la renverse, s’électrocute ou se coince la braguette dans les rideaux, l’œil hébété, mais le menton relevé _ toujours prêt à repartir d’un pied courageux (ou téméraire). Si la pantalonnade valse avec le trivial, c’est sur un air délicat et dans un élan raffiné _ serait-ce là une critique ? Dans cet écrin, la gent féminine a bon teint : Judith Godrèche en fille du président fait un numéro d’œillades aussi drôle que charmant, Déborah François en soubrette coquine est d’une grande précision, tandis que Frédérique Bel en compagne compréhensive et peut-être un peu perverse émeut plus encore qu’elle n’amuse. Du burlesque, oui, mais au clair de lune _ est-ce donc sur un tel versant « romantique » que se promène Emmanuel Mouret ? C’est dire à quelles ringardises on rattache le souci de l’élégance de l’âme aujourd’hui !..


Anne-Claire Cieutat

Soient, ce « Fais-moi plaisir ! » et ce « Whatever works« ,

deux films jubilatoires sur la « vérité » des personnes et de leurs relations,

par deux cinéastes,

Emmanuel Mouret et Woody Allen,

dont la jeunesse n’est pas affaire d’âge…

Titus Curiosus, ce 3 juillet 2009,

jour anniversaire de l’article d’ouverture, « le carnet d’un curieux« , de son blog,

en date, lui, du 3 juillet 2008…

Post-scriptum :

Afin de compléter en beauté ce dossier,

voici encore l’interview d’Emmanuel Mouret par Isabelle Régnier :

« Le réalisme au cinéma est d’ordre émotionnel« 

LE MONDE | 23.06.09 | 16h08

Réalisateur, scénariste et interprète de tous ses films, Emmanuel Mouret, né le 30 juin 1970 à Marseille, s’est fait connaître en 2000 avec  » Laissons Lucie faire« . « Fais-moi plaisir ! » est son cinquième long métrage.

Un homme tiraillé entre plusieurs femmes : pratiquement tous vos films fonctionnent sur ce dispositif. Pourquoi ?

Il permet de poser la question du désir dans le couple. Disons que le désir est un peu le personnage principal de mes films. Tel un Cupidon qui tire ses flèches selon son bon plaisir, il se joue des sentiments, ou des personnages eux-mêmes. Ceux-ci essayent d’établir une stratégie pour le contrôler ; ils élaborent un discours de raison. Mais le désir n’en fait qu’à sa tête. Certains personnages vont avoir une aventure et le regretter, d’autres n’en auront pas, et le regretteront aussi. Tiraillés entre leur libido et le désir d’être néanmoins des gens bien, soucieux de l’autre, ils sont conduits à se poser des questions morales, mais aussi à inventer des situations.

Le but est de proposer une utopie, et d’en tirer les conséquences, qui peuvent être cocasses, étranges, mais aussi cruelles. Le désir permet aussi de créer du suspense, de faire intervenir des personnages féminins charmants, un peu d’érotisme…

Envisagez-vous de reproduire ce dispositif dans tous vos films ?

Certains cinéastes y ont consacré toute leur œuvre, des écrivains aussi. C’est une manière d’interroger l’ordre moral et ses contradictions _ cf sur ce sujet tout l’œuvre du philosophe Ruwen Ogien…

Vous écrivez, réalisez et jouez votre personnage dans tous vos films. Pourquoi ?

Le jeu est pour moi le prolongement physique de l’écriture _ oui ! Cela donne au film un ton plus personnel, une certaine forme de complicité avec le public, comme le faisaient Tati, Woody Allen, Guitry, Jerry Lewis, Keaton…

De quoi nourrissez-vous votre personnage ?

Du Cary Grant de Hawks, du Jack Lemmon de Billy Wilder, du Peter Sellers de « The Party« , de Pierre Richard, de Mr. Bean… Depuis gamin, j’ai tellement regardé ces acteurs, avec tant d’admiration, que quand je joue, ils sont en quelque sorte avec moi _ c’est là le travail en chacun de la culture…

Comment vous situez-vous dans le contexte de la production actuelle ? Avez-vous des difficultés à faire vos films ?

Mes films se montent plutôt facilement et vite, dans une relation très complice avec mon producteur, Frédéric Niedermeyer _ lequel interprète un des personnages du film : Jean-Paul, le copain de Jean-Jacques ainsi que du « dragueur«  (qu’interprète Fred Epaud)… On fait beaucoup de choix ensemble, ce qui nous permet de nous adapter vite, avec souplesse _ deux maîtres mots ici…

Votre public grandit-il de film en film ?

Il y avait un peu plus de 50 000 spectateurs pour « Vénus et Fleur » (2004), 150 000 pour « Changement d’adresse » (2006) et pas loin de 250 000 pour « Un baiser s’il vous plaît ! » (2007). Cela ne nous donne pas de gros moyens mais nous permet d’être totalement libres _ quel bonheur !

Auriez-vous le désir de travailler avec plus d’argent ?

Je crains que plus d’argent veuille dire moins de liberté, mais cela m’intéresserait pour le travail _ à fouiller un peu plus _ sur les décors. Je fonctionne par images : parfois, il ne me reste qu’une image d’un film que j’ai aimé. C’est pour cela que je cherche à ce que mes décors aient toujours un élément remarquable : les deux entrées séparées _ avec portes dissemblables (et inégales !) _ pour l’appartement du couple au départ, la collection d’objets d’art chez la galeriste… Cela a à voir avec l’idée du cinéma de mon enfance. On entrait dans un film, on s’y sentait bien _ en un vrai « monde« , un peu cohérent, et qui vous accueillait… C’était mieux que la vie _ davantage « mal assortie« , « dépareillée« , elle : plus hostile…

Votre personnage est attiré par la fille du président de la République. Aviez-vous envie de faire un commentaire sur la France d’aujourd’hui ?

Non. L’idée était plutôt de prendre l’Elysée comme un lieu secret, chargé de fantasmes _ de « pouvoir » plus « absolu«  ; et de « luxe, calme et volupté« , aussi, sans doute… _, où Jean-Jacques pourra passer une nuit merveilleuse. Je voulais lui faire faire un voyage comme celui d’Alice : au pays des merveilles. Faire un « Jean-Jacques au pays des délices« , ou « dans la Cité des femmes« . Le film ne répond, sinon, à aucun réalisme social. Selon moi, le réalisme au cinéma est d’ordre émotionnel _ = ce qui s’éprouve.

Et l’idée de la lettre, d’abord écrite pour une personne puis réutilisée pour une multitude, d’où est-elle venue ?

C’est un peu comme un film. Au départ on l’écrit sincèrement, pour soi, et ensuite il peut être destiné à des milliers de personnes, qui en seront émues tout aussi sincèrement.

Propos recueillis par Isabelle Regnier

Article paru dans l’édition du 24.06.09.

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