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La bibliothèque de 14 000 livres de Carlos Fuentes : ce qu’en dit sa veuve, Silvia Lemus

07juil

Dans El Pais du 4 juillet dernier,

un très intéressant article intitulé La biblioteca superviviente de Carlos Fuentes,

par David Marcial Perez,

et qui donne la parole à la veuve de l’écrivain (Panama, 11 novembre 1928 – Mexico, 15 mai 2012),

Silvia Lemus (née en 1945) ;

dont j’avais remarqué la vidéo d’un remarquable entretien, en 1998,

avec mon cousin l’écrivain argentin Adolfo Bioy Casares

(Buenos Aires, 15 septembre 1914 – Buenos Aires, 8 mars 1999).

….

Voici donc cet article,

qui, au passage, évoque aussi Bioy et Silvina Ocampo.

La biblioteca superviviente de Carlos Fuentes

 

EL PAÍS entra en la casa del escritor mexicano, donde aún permanece su colección personal : 14.000 libros. Es uno de sus pocos archivos que no tendrá como destino la Universidad de Princeton

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La periodista Silvia Lemus, en la biblioteca del escritor Carlos Fuentes.MÓNICA GONZÁLEZ 
DAVID MARCIAL PÉREZ

México – 05 JUL 2020 – 00:30 CEST

Pocos días antes de morir _ le 15 mai 2012 _, Carlos Fuentes escribió el esqueleto de lo que podría haberse convertido en su próxima novela. En una hoja de papel con fecha de mayo de 2012 fue apuntando a mano, con bolígrafo negro, una lista de 28 escenas y personajes: “el baile del centenario”, “Madero”, “la madrugada”, “madre-hijo”. Al terminar, grapó la cuartilla a la pared de su escritorio. Aquella hoja sigue en el mismo lugar ocho años después. En el hueco de la estantería, detrás de la silla de trabajo. Encima del fax, sobre los dos retratos enmarcados de sus padres y al lado de unas viñetas gráficas del New Yorker. Uno de los estilizados chistes recortados del semanario en el que un hombre entra a una peluquería a cortarse el cabello y cuando termina sale de la tienda sin cabeza.

En los cajones también están sus plumas, rotuladores, marcadores de hojas y hasta un hatillo de antifaces para dormir. Una pila de libros, algunos en doble y triple fila, cubren la mesa de madera en forma de ele. “Siempre trabajaba en un huequito a pesar de la mesa grande que le compré. Quién sabe por qué. Manías de escritor”, explica sentada en la silla de trabajo de su marido Silvia Lemus, su esposa durante los últimos 40 años _ depuis 1973 _ y albacea de su legado. Mientras nos explica más anécdotas, Lemus intenta echar el respaldo de la silla para atrás sin conseguirlo: “Al no usarla nadie desde hace ocho años, está tiesa”.

Como si el tiempo se hubiera detenido aquel 15 de mayo de 2012, todo está prácticamente igual en el escritorio de uno los grandes nombres del boom latinoamericano. Incluida la extensa biblioteca _ qui m’évoque tout aussitôt l’extraordinaire bibliothèque de Bioy en son célèbre appartement de la Calle Posadas, dans le quartier de la Recoleta, à Buenos Aires _ que se abre a la izquierda colonizando la pared de la habitación del estudio. Ocho filas de estanterías que van del suelo al techo. Es la zona de ensayos: filosofía, antropología, historia. Otras dos hileras ocupan el espacio de la esquina con traducciones al indio, al polaco o al chino de sus propias obras La muerte de Artemio CruzAuraTerra Nostra _ un sidérant chef d’œuvre !  Solo queda libre una pared con diplomas, la puerta y el ventanal que da paso a la azotea de la vivienda. Más de 14.000 títulos repartidos por toda la casa. Una elegante y ascética construcción de Luis Barragán, el único premio Pritzker mexicano, en un barrio residencial del sur de la Ciudad de México, donde se asentó la pareja tras los diferentes destinos del escritor como diplomático mexicano : París, Washington o Londres. En el apartamento que Lemus aún conserva en la capital inglesa hay otros 8.000 volúmenes.

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Diferentes traducciones de la novela de Fuentes, ‘Aura’.MÓNICA GONZÁLEZ

Dos veces a la semana, una bibliotecaria viene a la casa de los Fuentes a poner orden en el caudal de libros. La colección es uno de los pocos supervivientes del acervo del premio Cervantes mexicano. Casi todo el archivo está ya a resguardo en la Universidad de Princeton por deseo expreso del propio autor. De hecho, los envíos a la universidad estadounidense, donde fue profesor durante la década de los ochenta, aún no han finalizado. Los otras dos habitaciones del estudio guardan cajas y cajas de material. En uno de los archivadores se lee : “Correspondencia 1943-2012. Revisar y enviar a Princeton”.

Silvia Lemus tiene, sin embargo, otros planes para la biblioteca. “Vamos a donarla a la Universidad Veracruzana. Su familia paterna viene de allí”. La decisión también la dejó encargada en vida el autor. El nuevo fondo universitario llevará por nombre Biblioteca Carlos Fuentes Lemus. Su bisabuelo fue un migrante alemán que en el siglo XIX fundó una hacienda cafetalera en el lago de Catemaco. Su padre, ya veracruzano, fue también diplomático. En una de sus primeras paradas internacionales, en Panamá, nacería el escritor en 1928 _ le 11 novembre 1928. En Brasil, mientras su padre trabaja como secretario del embajador, ensayista, narrador y poeta Alfonso Reyes ; el hijo, como él mismo solía contar, aprendió “a ser novelista sentado en las rodillas” del prototipo de intelectual liberal mexicano.

De la larga tradición de escritores-diplomáticos también formó parte Octavio Paz. Ambos se conocieron en París, en 1950, cuando Fuentes tenía 21 años y el futuro Nobel mexicano 35. “Nos hicimos amigos inmediatamente”, cuenta el propio Fuentes en A viva voz, un compendio de conferencias y otros textos sobre literatura publicado por Alfaguara a finales del año pasado. Junto a Elena Garro, Bioy Casares o Silvina Ocampo _ et voici mon cousin et son épouse _, los dos amigos salían de fiesta por los cabarets de Saint-Germain-des-Prés, “donde Albert Camus demostraba ser un gran bailarín de boogie y donde Luis Buñuel regresaba al triunfo de Los olvidados en Cannes”. Cinco años después, ya en México, continuaron las correrías : “organizábamos fiestas toga parties con muchachas muy guapas”. Eran los días de vino y togas, antes del giro conservador de Paz, que lo alejó de Fuentes y tantos otros escritores latinoamericanos. “Aun así —recuerda hoy Lemus— fue un amigo a quien siempre quiso. Lo quiso de verdad”.

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La máquina de escribir Olivetti Lettera 30 de Carlos Fuentes. MÓNICA GONZÁLEZ

En uno de los pocos huecos sin libros en las paredes del estudio hay cinco fotografías enmarcadas de algunos de sus escritores fetiche : Balzac, Kafka, Faulkner, Poe y Melville. A casi todos dedicó el autor mexicano reflexiones y alabanzas. En su libro de conferencias, se centra en una de las primeras novelas de la serie La Comedia Humana, de Honoré de Balzac. El protagonista _ de La Peau de chagrin _ es un joven que recibe de un viejo anticuario una extraña piel con poderes mágicos. Un vehículo para abordar la ambición, la miseria, el ascenso social, o la corrupción como ingredientes del naciente capitalismo. Temas centrales en la novela naturalista y que, de alguna manera, Fuentes integró también en su narrativa. A modo de lección, reflexiona en su ensayo : “Acaso el protagonista balzaciano sea el primer héroe del absurdo moderno”.

De Herman Melville, dice que “la loca cacería de la ballena blanca por el capitán Ahab _ de Moby Dick _ revela el desastre al que puede conducirel orgullo fatal” de un hombre y un país que se despiden de su inocencia”. Una alegoría universal, pero que resuena con fuerza al analizar el México posrevolucionario y la vileza de sus caudillos, núcleo central de La muerte de Artemio Cruz. Sobre Faulkner, del que tanto bebieron los exponentes del boom, destaca la importancia del territorio mítico de sus novelas, el condado de Yoknapatawpha, perdido en algún lugar del sur profundo de EE UU. Y subraya: “Como en los casos de la Comala de Rulfo y el Macondo de García Márquez, a mayor intensidad local corresponde mayor significancia universal”.

Las notas sobre sus lecturas solía apuntarlas a mano, sobre las mismas hojas de los libros o en cuadernos. “Vivíamos siempre rodeados de libros. Los subrayaba, escribía en el margen y utilizaba códigos. Algún día se descifrarán sus garabatillos”, apunta Lemus con una sonrisa. Luego, sale del estudio a la terraza y por unos escalones a la derecha baja directamente al dormitorio. También aquí hay libros. En las dos mesillas de noche. En la del lado derecho de la cama, el lado de Fuentes, todo sigue también intacto desde hace ocho años. La lámpara y los cinco libros : Un ensayo de Orson Wells, otro sobre Faulkner, una antología de poemas de León Felipe, otra de poesía Latinoamericana y una novela policíaca. “La novela negra —explica Lemus— le ayudaba a dormir”.

 

Voilà.

Ce mardi 7 juillet 2020, Titus Curiosus – Francis Lippa

Ecouter le velours du « Besame mucho » de Lucho Gatica

15nov

Avant-hier,

mardi 13 novembre,

nous parvenait, de Mexico, la nouvelle de la disparition, à l’âge de 90 ans,

du chanteur chilien de Boleros

Lucho Gatica.

Nonobstant la récente superbe version que vient de donner en son CD précisément intitulé Besame mucho

Juan Diego Florez,

l’excellent ténor péruvien

_ cf mon article du 24 septembre dernier :  _,

la version de cet archi-célèbre Bolero qu’est Besame mucho

par Lucho Gatica

comporte une saveur de velours sans égale !!!

Prétez-y l’oreille !

Voici ce qu’en disait El Pais d’avant-hier mardi :

Muere el legendario cantante de boleros Lucho Gatica a los 90 años

El cantante chileno, que interpretó temas como ‘Historia de un amor’, ha fallecido este martes en Ciudad de México

Santiago de Chile 14 NOV 2018 – 12:49 CET
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En vídeo, los mejores boleros de Lucho Gatica. EFE | EPV

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Chile llora la muerte de su cantante más internacional, Lucho Gatica. El rey del bolero ha fallecido la tarde de este martes a los 90 años en Ciudad de México, donde vivía desde hace más de medio siglo. El Gobierno ha decretado un día de duelo oficial por la muerte del artista de extensa trayectoria, famoso en toda América y en España. “¡Buen viaje! Te amo”, escribió en su cuenta de Instagram su hijo, el actor mexicano Luis Gatica, junto a la imagen de un crespón negro.

La causa de su muerte por el momento se desconoce, pero su deceso remeció a los países iberoamericanos, donde su prestigio se propagó desde mediados del siglo XX gracias a interpretaciones de boleros como Historia de un amorEl relojContigo en la distancia o La barca. “Era un símbolo cultural. Lucho Gatica hizo lo imposible : ir a venderle boleros a los mexicanos y conquistarlos. Era su marca y su atrevimiento”, señaló la periodista Marisol García, especialista en música popular chilena, en una entrevista en una radio local.

A través de su ministra de Cultura, Consuelo Valdés, el Gobierno chileno reaccionó a su deceso: “Mi más sentido pésame a la familia y amigos de Lucho Gatica, reconocido con la Orden al mérito artístico cultural Pablo Neruda 2012, quien con su enorme talento conquistó grandes escenarios del mundo, dejando una huella imborrable en un género musical”. El ministro del Interior, Andrés Chadwick, agregó que “fue y será un gran embajador » del país.

Fue admirado por la gente y por sus pares. “Dicen que The Beatles escuchaban a Lucho Gatica”, señaló García, la investigadora chilena. “Nómbrenme a cualquier cantante realmente famoso del mundo y seguro tendrá opiniones de admiración sobre este bolerista”. La fotografía que lo retrata conversando con Elvis Presley revela “el peso que llegó a tener el bolero como género”, agregó la periodista. “Cruzó países, gustos, generaciones. Y Gatica fue el emblema de ese género y su voz más rutilante y admirada. Nunca se despegó de Chile y su voz se educó en este país”.

Se sabía poco de su vida actual. Una de las últimas veces que se le vio en público fue en la Feria del Libro de Guadalajara, en 2012, cuando Chile fue el invitado del encuentro y Gatica compartió su música con la comunidad de chilenos residentes y los artistas invitados.

El pasado 11 de agosto, en su ciudad natal, Rancagua –a unos 100 kilómetros al sur de Santiago de Chile–, se celebró su 90 cumpleaños. En el teatro regional de la ciudad se inauguró una estatua de bronce de dos metros que lo retrata junto a su hermano Arturo, con quien comenzó en el canto. En el homenaje estuvo presente Juanita, una de las hijas del intérprete: “Mi padre siempre trabajó con la conciencia de que aportaba algo más allá de él”, señaló en aquella ocasión, según la crónica del evento escrita por la periodista García. “A mi papá lo quieren en Cuba, lo quieren en España, lo quieren en Brasil, en México y en tantos países, pero por supuesto que este cariño chileno es diferente y especial para él”, destacó la hija mexicana del cantante. “Todo esto está hermoso, y qué padre sería que él estuviese aquí. Le encantaría verlo”.

Gatica con Elvis Presley

Gatica con Elvis Presley
 …

Gatica festejó su 90 aniversario en la casa de otra de sus hijas, Aída, en Ciudad de México. Sus 11 nietos le regalaron el registro en estudio con sus voces a cargo de un popurrí de varios boleros que él ayudó a volver universales. De acuerdo a la crónica, el cantante vivía “bajo los cuidados requeridos por una diabetes y el parcial deterioro cognitivo, alejado del canto profesional, aunque no de la vida social ni del entusiasmo por la música”. En sus últimas semanas de vida, ponía discos y pasaba horas cantando solo en casa.

En sus 70 años de carrera, participó en 15 películas y grabó 13 discos de estudio. El último en 2013, a los 85 años. Lo tituló Historia de un amor y versionaba algunos grandes éxitos con dúos con Miguel Bosé (Sabor a mí), Michael Bublé (Quizás, quizás) o Laura Pausini (Historia de un amor). Lucho Gatica era una leyenda en Iberoamérica y fue México su segunda patria, porque desde ese país internacionalizó su carrera. “Fue un reto ir a cantar boleros a México, patria de los mejores boleristas, pero yo tenía mucha fe en mi trabajo y salí airoso« , declaraba Gatica en 1990. “En los últimos años, el gusto popular se ha decantado más por las baladas que por los boleros”, reflexionaba el cantante. “Pero en el fondo es lo mismo : la balada es una continuación del bolero, siguen siendo igual de románticas”.

Nacido como Luis Enrique Gatica Silva –Pitico le llamaban sus siete hermanos–, a los 13 años comenzó a cantar en Rancagua. En la adolescencia se mudó a la capital para terminar sus estudios de secundaria, que pronto abandonó por la música. En 1946, a los 18 años, cantó , dónde estás en el programa radiofónico La feria de los deseos, del locutor Raúl Matas, que empujó su primera grabación profesional a finales de la década. Gracias a su voz, Chile dejó de lado su tradición tanguera y se inclinó por el bolero, aunque el cantante dejó el país en 1957, cuando se instaló en México después de una gira por Iberoamérica.

Pero su fama incluso traspasó las fronteras de América y España. La productora y distribuidora estadounidense de cine Metro-Goldwyn-Mayer lo invitó a varias fiestas que organizaba y a las que acudían grandes celebridades de la época como Nat King Cole. Desde 2008, el artista contaba con una estrella con su nombre en el Paseo de la fama de Hollywood.

Su influencia fue relatada en joyas de la literatura latinoamericana, como en La tía Julia y el escribidor, de Mario Vargas Llosa. “El paso de Lucho Gatica por Lima fue adjetivado por Pascual en nuestros boletines como ‘soberbio acontecimiento artístico y gran hit de la radiotelefonía nacional’. A mí la broma me costó un cuento, una corbata y una camisa casi nuevas”, señala uno de los pasajes de la novela. “Solo me di cuenta cabal de su fama cuando noté las colas de mujeres, en la calle Belén, esperando pases para la audición”.

Ce jeudi 15 novembre 2018, Titus Curiosus – Francis Lippa

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