Le 12 octobre dernier, à la Maison de la Poésie à Paris, au cours d’un fascinant poétique entretien (de 74′) avec Tiphaine Samoyault,
le romancier espagnol Enrique Vila-Matas n’a pas manqué, avec sobriété et douceur dans la voix, de rendre aussi un bel et vibrant discret hommage à son cher et fidèle _ indispensable passeur ! _ traducteur en français André Gabastou _ décédé le 11 novembre dernier ; cf mon article « Décès de notre ami, et traducteur, André Gabastou, le 11 novembre… » d’avant-hier, 17 novembre _,
ainsi que l’a enregistré cette passionnantevidéo_ sur laquelle n’apparaît pas André Gabastou, présent dans la salle… _, autour du très subtil « Montevideo » que venait présenter l’écrivain
_ c’est notre amie Monique Moulia qui m’a signalé l’existence de cette bellevidéoparisienne : « Merci de votre hommage à André Gabastou dont nous avons aimé et admiré le travail et dont nous avions apprécié la présence , l’humour, l’enracinement et l’ouverture au monde, simultanément . Je me permets de vous joindre cette référence à une conférence donnée il y a un mois par Tiphaine Samoyault à la Maison de la Poésie : André Gabastou était dans la salle …et cette conférence intitulée Montevideo pour introduire l’intervention d’Enrique Vila-Matas est magnifique.
Espérant pouvoir partager encore avec vous un peu de cette beauté qui sauve« …
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Les ombres de Julio Cortazar, Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Isidore Ducasse, Jules Laforgue, Jules Supervieille, Idea Vilariño, Julio Herrera y Reissig, Copi, étaient présentes, en effet, rodant, toutes, autour de _ et jusque dans _ la chambre 205 de l’Hôtel Cervantes _ mais est bien là, justement, la puissance shamanique de la magie poétique de la littérature _, comme cela est fantastiquement évoqué, avec une sorte d’humour grave, fin, discret et léger, sans jamais hausser le ton, feutré, ni surtout pas s’appesantir, par les deux ultra-fins interlocuteurs de cet entretien, comme on les aime,
en _ et aussi à propos de _ cette Montevideo « capitale de la littérature » de l’hémisphère sud…
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Pour ma part, j’ai bien sûr pensé aussi à l’amie Silvia Baron Supervielle
un article dans lequel est présent, aussi, je le découvre à sa relecture, l’ami Eduardo Berti, revu ce dimanche après-midi à Malagar, en compagnie de l’unique Alberto Manguel (avec aussi cette fée des convergences littéraires qu’est la merveilleuse Sylviane Sambor…) : je reviendrai prochainement à cette rencontre malagarienne d’Alberto Manguel et Eduardo Berti, pour le bel anniversaire des 20 ans de Lettres du Monde….
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Ce dimanche 19 novembre 2023, Titus Curiosus – Francis Lippa
Los secretos de las cajas 26 de Bioy Casares y Ocampo
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Pruebas de galera de Borges, primeras ediciones corregidas y una carta de Gabriel García Márquez son algunas de las joyas donadas a la Biblioteca Nacional de Argentina
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MAR CENTENERA
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Buenos Aires 6 JUN 2018 – 00:08 CEST
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En 1999, la biblioteca de los escritores argentinos Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo quedó huérfana. Al morir Bioy Casares, cinco años después que su mujer, el librero Alberto Casares dividió los 17.000 volúmenes en diez lotes. Uno por heredero. Incluyó 33 cajas en cada lote y las más valiosas eran las número 26, guardianas de las joyas de la colección. Pero nunca llegaron a repartirse. En 2017, la biblioteca íntegra fue adquirida por patrocinadores por 400.000 dólares y donada a la Biblioteca Nacional de Argentina. Después de meses de restauración y estudio, los secretos de las diez cajas 26 fueron desvelados hoy : está la prueba de galeras del cuento El jardín de senderos que se bifurcan, de Jorge Luis Borges ; primeras ediciones corregidas a mano que dieron pie a nuevas reediciones, una carta de Gabriel García Márquez dirigida a Bioy Casares y una respuesta manuscrita de Silvina Ocampo a Alejandra Pizarnik, entre otras maravillas.
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AMONTONADOS EN UN DEPÓSITO « CON BICHOS DE TODO TIPO«
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Los libros pasaron 15 años amontonados en cajas en un depósito de la capital argentina. « Estaban en condiciones pésimas, con bichos de todo tipo en un lugar malsano« , dijo Manguel. Recuperarlos precisa de un gran trabajo de restauración y su destino será la primera sede de la Biblioteca Nacional, hogar del Centro de estudios y documentación Jorge Luis Borges.
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Borges fue durante años el invitado más asiduo a la vivienda del matrimonio. El genial lector y cuentista llevaba libros para comentar con su amigo Bioy Casares y los dejaba allí, lo que explica todo el material borgeano presente en la colección. « Los libros muestran los vínculos entre Bioy Casares y Borges y son un testimonio más para conocer sus procesos de escritura« , declaró el director de la sala del Tesoro, Juan Pablo Canala, en la presentación. Entre los ejemplares seleccionados figuran dos ediciones, una en inglés y otra en alemán, de Las mil y una noches, uno de los libros favoritos del autor de El Aleph. Borges leyó las dos versiones y las confrontó – llenándolas de notas con su minúscula caligrafía – para preparar el ensayo Los traductores de las mil y una noches.
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Los investigadores Laura Rosato y Germán Álvarez rastrean desde hace años los vínculos literarios borgeanos para reconstruir su universo creativo y se nutrirán de los hallazgos localizados entre los 17.000 volúmenes. « Borges imaginó en el cuento de El Congreso un grupo de gente que hace una enciclopedia del universo. Fallan. Esta va a ser una enciclopedia de la obra de Borges y no va a fallar« , dijo el director de la Biblioteca Nacional, Alberto Manguel, ante la titánica tarea que tienen por delante.
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Las cajas 26 muestran también las amistades literarias que la pareja tejió a lo largo de sus vidas. En una carta fechada en México, en junio de 1991, el premio Nobel Gabriel García Márquez se dirige a su « querido Adolfo« . « Mi asombro por tu resistencia descomunal ante los embates de once discursos« , comienza la misiva, en la que habla de una « cena inolvidable » junto a su mujer, Mercedes Barcha. « Mercedes – que amaneció queriéndote más que a mí – no me perdona mi heterodoxia« , le dice a Bioy Casares.
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En un ejemplar dedicado de La soledad de América Latina, el colombiano escribe : « Para Adolfo Bioy Casares, con el terror compartido por los discursos (dichos y oídos); y la admiración y la amistad« . El libro de García Márquez es su escrito de aceptación del Nobel de Literatura en 1982 y debía conocer muy bien el rechazo del autor de La invención de Morel a dar entrevistas y su temor a hablar en público. « Cuando le concedieron el Cervantes, pasó meses preparando ese texto aterrado porque pensaba que todo eran lugares comunes« , recuerda Manguel.
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Correspondencia con Pizarnik
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Es posible leer también una carta de Silvina Ocampo a la poeta argentina Alejandra Pizarnik como respuesta al libro en francés La mort, de George Bataille, que le había prestado. « Querida Alejandra : escatológica. Qué horrible libro. Me da miedo tenerlo en mi cuarto porque nunca como dulce de leche« , le dice la menor de las hermanas Ocampo a Pizarnik. Admite que « es bueno conocer cosas repugnantes » y le asegura que se dará cuenta en un poema suyo « muy próximo« . « En los diarios de Pizarnik también se aprecian estos intercambios, le gustaba provocar« , cuenta Rosato.
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De la biblioteca nacerán decenas de investigaciones que arrojarán luz sobre la biografía de estos dos grandes escritores y de otros cercanos, asegura Álvarez. Entre los libros infantiles que Ocampo conservó estaba Gollywogg, de Florence Kate Upton, publicado en 1895 y considerado hoy un ejemplo de racismo. El título, que da nombre también al protagonista, se ha convertido en un insulto para referirse a personas de origen africano, pero los estudiosos creen que ayuda a entender la formación literaria de esa generación de las élites porteñas.
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Los investigadores se han asomado a las 345 cajas que quedan por abrir. En ellas hay, por ejemplo, las guías Michelín que consultaban Bioy Casares y Ocampo en sus paseos por Europa y las revistas francesas que la poeta traía de vuelta a casa, que servirán para reconstruir esos viajes. También una colección completa de la revista Sur. Álvarez está convencido de que aguardan ocultas grandes sorpresas: « Hemos visto el 1%, el tesoro dentro del tesoro. Creemos que puede haber cartas, manuscritos, correcciones… Son 17.000 volumenes de expectativas« .
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MÁS INFORMACIÓN
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17.000 libros para descubrir cómo leían Borges, Bioy y Ocampo
El amorío telefónico de Borges y otros secretos de la Biblioteca Nacional
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Ce mercredi 6 juin 2018, Titus Curiosus – Francis Lippa
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D’autres articles sur Bioy et sa famille, et plus originaux, ont été rédigés sur mon blog…
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Ce mardi 27 juillet 2021, Titus Curiosus – Francis Lippa
Monti, Dreyden, Lin-Shu che rese in mandarino il «Don Chisciotte» senza conoscerne la lingua : storie di parole e scoperte. Claudio Magris l’11 settembre al Festivaletteratura
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di CLAUDIO MAGRIS
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Tim Mara (Dublino, 1948 – Londra,1997), «Lightbulb and book» (1996, litografia e stampa a colori su carta, particolare), courtesy Tate Britain, Londra
shadow
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Le parole sotto le parole, scriveva un maestro della linguistica come Jean Starobinski, riferendosi agli anagrammi di un altro grande, Ferdinand de Saussure. Ogni parola ne copre, ne nasconde e ne contiene un’altra e quando la si usa è come smuovere il terriccio, evocarne e farne apparire altre, come oggetti sepolti nella terra o nella memoria, individuale e collettiva _ voilà. Ogni espressione ha a che fare con questa miniera nascosta ; più di ogni altro la traduzione, che per ogni espressione ne ha ben più di una a scelta, una cava stratificata nella mente dell’autore che si traduce e nelle civiltà che si incrociano in lui. Tradurre significa non tanto comunicare quanto ricreare _ voilà _ una vicenda, un destino, facendoli restare se stessi ma insieme diventare altri. Tradurre è una forma di scrittura, non meno creativa di altre cosiddette originali ; Vincenzo Monti ha inciso sulla letteratura italiana più con la sua versione dell’Iliade che con i suoi versi in proprio, e John Dreyden considerava la sua traduzione dell’Eneide il proprio capolavoro letterario.
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Si traduce, in genere, da una lingua all’altra ma talvolta — è accaduto spesso — da un testo a sua volta già tradotto, cosa che moltiplica le rifrazioni e rende più ardua, anche discutibile ma non meno creativa e culturalmente importante la ricreazione finale. Un poliedrico studioso e scrittore, Mikaël Gómez Guthart, ha scritto un affascinante e bizzarro saggio, Lin-Shu, autore del Chisciotte. Lin-Shu, racconta Gómez Guthart, era un geniale erudito cinese, pittore, calligrafo e poeta — che per la lirica cinese sono quasi la stessa cosa —, romanziere e soprattutto traduttore. Non conosceva le lingue degli autori che ha fatto leggere ai lettori cinesi — Balzac, Dumas padre e figlio, Hugo, Goethe, Cechov, Ibsen, Tolstòj, Shakespeare, Stevenson, Cervantes, Montesquieu. Si faceva leggere in mandarino orale i testi dai suoi assistenti che conoscevano la lingua originale e poi li traduceva, attraverso gli occhi di un altro, come scrive Guthart _ et je pourrai y adjoindre les traductions du japonais de René de Ceccatty (en collaboration avec Ryôji Nakamura) ; pour ses traductions de l’italien, sa situation à l’égard de la langue à traduire est assez différente, comme il le narre en son magnifique Enfance, dernier chapitre; cf aussi le podcast de mon entretien avec lui le 27 octobre 2017…
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Non è certo un corretto procedimento scientifico, perché rischia di trasformare o trasforma la traduzione in una copia-variazione di ventagli che si sovrappongono. Ma anche Isaac Bashevis Singer ha tradotto in jiddisch Hamsun senza conoscere il norvegese, e d’Annunzio senza conoscere l’italiano, diffondendo quei capolavori nella Mitteleuropa e nell’Europa orientale ebraica. Gombrowicz — è sempre Guthart che lo ricorda — riscrive in Argentina, con l’aiuto di due scrittori cubani che non conoscevano il polacco, il suo Ferdydurke, lo ritraduce con l’aiuto di un professore in francese ed è questa la versione che dalla Francia si diffonderà in tutta Europa e nel mondo.
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Lin-Shu diviene, in modo analogo, il traduttore-autore del Don Chisciotte. Quel romanzo è, in questa prospettiva, esemplare anche perché alle origini della sua scrittura c’è la segreta idea che ogni testo sia sempre la traduzione o il rifacimento di un altro ; lo stesso Don Chisciotte sarebbe, nella finzione di Cervantes, la versione del romanzo di un autore arabo. In questo gioco di specchi Lin-Shu può apparire l’autore di Don Chisciotte non meno di Cervantes. È come se, sotto ogni libro, ce ne fosse sempre un altro, il caos — prima, contemporaneamente, al di fuori di ogni misura temporale — che il Verbo ordina e sempre ricrea. Probabilmente i traduttori esistevano prima della Torre di Babele. In quasi ogni Robinsonade, le numerose imitazioni e rifacimenti del Robinson Crusoe nel Settecento, il naufrago solitario sull’isola trova segni e carte di un altro naufrago vissuto e morto anni prima, che racconta a sua volta di predecessori. Profondo è il pozzo del passato, dice la prima riga della tetralogia di Mann, Giuseppe e i suoi fratelli.
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Il mio maestro Giovanni Getto affermava di aver trovato, nel romanzo secentesco Historia del cavalier perduto di Pace Pasini — che a sua volta si riferiva a una storia di prepotente jus primæ noctis nel Veneto — una sorta di ipotetico «originale» dei Promessi sposi, dando così ancor più spessore al capolavoro manzoniano.
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Chi avresti voluto essere? Così sembra talora chiedere l’autore al personaggio che sta narrando e che quanto più vivo e vero, tanto più sente sfuggire al suo controllo, come diceva Tolstoj a proposito di Anna Karenina : «Fa ciò che vuole». Ma l’autore pone talora questa domanda pure a se stesso — ai propri sogni e desideri, alle proprie incertezze, alla nebbia fluttuante della propria persona.
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Se lo chiede, nel romanzo _ a-t-il été publié ? _ Les passants essentiels, un originale traduttore-scrittore, Jean Pastureau, che ha trascorso la vita _ il est né le 26 juillet 1940 à Limoges ; il vit à Apt, en Provence… _ a tradurre splendidamente in francese, insieme alla moglie Marie-Noëlle, libri altrui, soprattutto italiani, traduzioni straordinarie che sono diventate pure la sua scrittura personale, la sua indagine ma anche la sua invenzione della realtà _ Jean et Marie-Noëlle Pastureau sont les principaux traducteurs-passeurs en français de l’œuvre de Claudio Magris… Probabilmente per Jean Pastureau non c’è differenza tra essere narratore e traduttore, quasi due arrangiamenti di un’opera linguistica.
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Chi avresti voluto essere ? la risposta a questa domanda è contenuta nel capitolo forse più bello del romanzo, L’homme à la mallette. Una valigia che idealmente contiene quasi tutto — le pagine scritte, le idee su quelle che saranno scritte, le cose da tradurre, la loro immagine che spinge a tradurle, forse un giorno sulla carta ma certo immediatamente nella mente. Anche qui, parole sotto altre parole. La traduzione è, potenzialmente, una piccola e infinita biblioteca di Babele.
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Quest’ultima, come nella fantasia borgesiana, contiene tutto, ogni testo, ogni sua versione, ogni sua stesura, ogni diceria sul suo autore. Chissà, forse Jean Pastureau — come Lin-Shu — aspira ad essere soprattutto traduttore ossia scrittore totale. Probabilmente non si fa illusioni sulle sue parole, tradotte o inventate. Forse non cerca nemmeno l’eccellenza letteraria. Ma, come si dice nel romanzo, c’è un’unica vera eccellenza e «risiede nel sopravvivere». La scrittura è forse un filo di Arianna che aiuta non a uscire dal labirinto, come nel mito antico, ma a penetrarvi da tutte le parti, ad avvolgerlo, in modo da depistare il cammino che vuol condurci verso l’uscita dal labirinto della vita. Una scrittura che cerca di aiutare ad uscire di scena un po’ più tardi. Non è molto ma è già qualcosa.
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L’appuntamento al Festivaletteratura
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«Note a piè di pagina nella storia» : è questo il titolo dell’evento in programma l’11 settembre al Festivaletteratura di Mantova. Claudio Magris, in collegamento streaming, dialogherà con lo scrittore e critico Alberto Rollo sul tema del rapporto tra vita e finzione letteraria ( ore 17, piazza Castello). Il tema dell’incontro si lega al nuovo libro di Magris, in libreria per Mondadori, Croce del Sud. Tre vite vere e improbabili, che rievoca tre figure reali : un etnologo sloveno, un avvocato francese, una suora italiana. Germanista e scrittore, Magris è nato a Trieste nel 1939.
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10 settembre 2020 (modifica il 10 settembre 2020 | 21:45)
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Claudio Magris, lecteur comme auteur ; auteur comme lecteur :
un contemporain essentiel…
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Ce vendredi 11 septembre 2020, Titus Curiosus – Francis Lippa
Et je suis bien obligé de réviser mon _ très injuste _ a priori d’une certaine cérébralité _ probablement à la Borges _ d’Alberto Manguel, en ses livres.
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Préjugé issu, aussi _ en plus de mon peu d’affection pour Borges _, probablement, de mon propre goût des livres, des vrais livres, matériels,
ainsi que de ma propre bibliothèque (et discothèque) personnelle,
dont je suis bien incapable de dénombrer les exemplaires.
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Et je dois bien dire que je partage bien des choix et préférences d’Alberto Manguel,
tant à propos de ses rapports aux livres,
qu’à propos de ses conceptions de la lecture ;
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dans la suite du rapport amoureux de Montaigne à l’entretien infiniment vivant
_ « tant qu’il y aura de l’encre et du papier« (ainsi que de la vie, afin de pouvoir lire et pouvoir écrire)… _,
issu de sa propre mise en rapport archi-vivante et foisonnante de la lecture et de l’écriture
L’Argentin installé à New York déplore la perte de sa colossale bibliothèque dans une élégie à ses chers livres, en forme d’inventaire.
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En 2015, suite à des problèmes avec ce calmar géant qu’est l’administration fiscale française, l’écrivain argentin et canadien Alberto Manguel quitte son Nautilus, bâti dans une verte campagne de notre pays. Il y vivait depuis quinze ans _ 2000 _ et avait constitué dans un ancien presbytère, à Mondion près de Châtellerault (Vienne), une bibliothèque de 35 000 livres. Elle était rangée sur deux grands étages dans une grange du XVe siècle. C’était une nef de cuir et de papier. L’avenir et le souvenir, l’espoir et la mémoire, l’imagination et la réflexion, tout paraissait vivre et se conjuguer dans le silence et les légers craquements du bois. «Chaque matin, vers six heures, écrit-il, je descendais, encore tout ensommeillé, me préparais du thé dans la cuisine obscure sous les poutres apparentes de son plafond et m’asseyais sur le banc de pierre, en compagnie de notre chienne, pour regarder la lumière du matin envahir lentement le mur du fond. Alors je rentrais avec elle dans ma tour, qui était attachée à la grange, et je lisais.» C’était le souhait de Montaigne, de Candide également ; mais il est difficile, en ce monde, de cultiver longtemps son jardin.
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Consolation. Au moment de son départ, l’écrivain avait 65 ans. Il a d’abord rejoint Buenos Aires, où il est devenu directeur de la Bibliothèque nationale, comme l’avait été Borges. Au moment où Manguel quitta l’Argentine, en 1969, Borges lui offrit son exemplaire de Stalky et Cie, de Kipling, lu en Suisse pendant son adolescence. Mais Borges, contrairement à Manguel, n’était pas attaché au livre en tant qu’objet. Il n’en avait que quelques centaines, et les donnait volontiers à ses amis ; sa bibliothèque était sa mémoire.
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Manguel habite New York désormais. Sa bibliothèque dort depuis son départ dans des caisses, au Canada _ à Toronto. Il n’y a plus accès. Je remballe ma bibliothèqueévoque celle-ci, son histoire, le lien aux livres propre à l’auteur depuis l’enfance, son usage des bibliothèques publiques, ce qu’il a éprouvé en empaquetant la sienne, ce que peut signifier, pour un homme tel que lui, pour les hommes en général, d’Alexandrie à Don Quichotte, la création et la disparition d’une bibliothèque. L’auteur d’Une histoire de la lectureet des Voyages imaginaires est devenu sa propre métaphore. C’est une métaphore triste. Et donc une élégie, précise le sous-titre. Selon Littré, le sens du mot, qui définissait une forme de poésie grecque, est aujourd’hui : «Petit poème dont le sujet est triste ou tendre.» Ou les deux : «J’ai lu et relu bien des fois Don Quichotte depuis le temps où j’étais lycéen, et j’ai toujours éprouvé, surtout dans le chapitre où Quichano découvre la perte de ses livres, une sympathie profonde pour le vieil homme berné. A présent, ayant perdu ma propre bibliothèque, je crois pouvoir mieux comprendre ce qu’il a ressenti et pourquoi il est reparti de par le monde. La perte vous aide à vous souvenir, et la perte d’une bibliothèque vous aide à vous souvenir de celui que vous êtes vraiment.» Je remballe ma bibliothèque est une autobiographie, un inventaire et une consolation.
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D’Israël, où son père était ambassadeur, à la France, en passant par Buenos Aires et d’autres lieux, Alberto Manguel fait donc le récit des vies brèves de ses bibliothèques, de leurs métamorphoses et disparitions. Chaque étape lui inspire une digression, il y en a dix. L’histoire du livre, par exemple de la bibliothèque brûlée d’Alexandrie, se mêle à des réflexions sur la mémoire, sur la justice, sur le lecteur possessif qu’il est : «Quel caprice m’avait fait rassembler ces volumes en un tout comparable aux pays colorés de mon globe terrestre ? […] Et ce que je suis à présent reflète-t-il cette étrange obsession ? Parce que si toute bibliothèque est autobiographique, son remballage semble avoir quelque chose d’un éloge funèbre. Peut-être ces questions sont-elles le véritable sujet de cette élégie.» Il écrit pour retrouver ce qu’il a perdu, et qu’il ne retrouvera pas.
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Inquiétude. Perdre ses affaires ne tracassait pas sa grand-mère, une vieille juive émigrée en Argentine qui disait, «dans un curieux mélange de russe, de yiddish et d’espagnol» : «Nous avons perdu notre maison en Russie, nous avons perdu nos amis, nous avons perdu nos parents. J’ai perdu mon mari. J’ai perdu mon langage. Toutes ces pertes ne sont pas si graves, car on apprend à se réjouir non de ce qu’on a mais de ce dont on se souvient.» La tristesse de l’auteur vient en partie du fait que ses livres portaient physiquement _ voilà _ ses souvenirs, qu’ils les faisaient flotter dans l’espace, qu’ils leur fabriquaient une arche et ses ancres. Il n’avait pas besoin de les relire ou même de les ouvrir pour savoir qu’ils étaient là, l’accompagnaient et le guidaient, les bons comme les mauvais, les jamais lus comme les dix fois lus : «J’étais certain, sans avoir à les parcourir de nouveau, que le Nommé Jeudi, de Chesterton, ou un recueil de poèmes de Cesare Pavese seraient exactement ce qu’il me fallait pour exprimer par des mots ce que je ressentais n’importe quel matin donné.» Exactement ? Pas sûr. Si, en effet, les mots ne sont que des reflets captés dans la caverne de Platon, «ce que nous formulons en mots n’est qu’ombres d’autres ombres, et tout livre avoue l’impossibilité de saisir pleinement ce que peut retenir notre expérience. Toutes nos bibliothèques sont le glorieux compte rendu de cet échec.» C’est une maigre compensation à une telle perte. Elle se double aujourd’hui, pour le lecteur ami de cet homme-livres, d’une certaine inquiétude. Si le monde qui vient est, comme il semble, de plus en plus dépourvu de bibliothèques à domicile, les hommes sans livres _ voilà _ vivront l’échec du langage sans même disposer de cet éclatant compte rendu, de ce souvenir. Ils seront simplement un peu plus bruyants et un peu plus bêtes _ comme le redoutait Orwell…
De New York, Manguel m’écrit: «L’exemplaire de Stalky et Cie que Borges m’a donné est toujours avec moi, ainsi que certains autres : mon exemplaire d’Alice, mon le Nommé Jeudi, mon Borges complet. Mais tous les autres me manquent et je les entends m’appeler la nuit.»