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En cherchant parmi mes anciens articles sur Bioy, celui-ci à propos des testaments de Bioy…

26juil

En cherchant parmi la collection de mes _ nombreux ! _ anciens articles consacrés à Bioy,

je suis tombé sur celui-ci, daté du 17 novembre 2018, intitulé  .

Le re-voici donc :

A propos de mon cousin Bioy : « su herencia : amores secretos y muertes en un juicio de película »

Ecrit le samedi 17 novembre 2018

A propos de mon cousin Adolfo Bioy Casares (1914 – 1999),

cet article-ci, paru dans Clarin le 15 septembre 2014, La herencia de Bioy: amores secretos y muertes en un juicio de películaà l’occasion des 100 ans de sa naissance,

est remarquablement bien documenté :

La herencia de Bioy : amores secretos y muertes en un juicio de película

Clima San Miguel de Tucumán
15/09/2014 – 9:08 am

La herencia de Bioy: amores secretos y muertes en un juicio de película



 “Siempre pensé que las bombas de tiempo debieran llamarse testamentos”, escribió Adolfo Bioy Casares, Premio Cervantes 1990, al recordar las esquirlas que dejó la herencia de su abuela. Pero la frase, recogida en Descanso de caminantes, una edición de sus diarios íntimos publicada en forma póstuma, resume como ninguna lo que pasó cuando apareció su propio testamento, pocos días después de su muerte, el 8 de marzo de 1999. En él, Bioy dejaba el 20 por ciento de sus bienes (que incluían un departamento en Cagnes-sur-Mer, Francia, donde el autor de La invención de Morel amaba pasar el verano), a Lidia Ramona Benítez, su enfermera.

El 80 por ciento restante debía dividirse en dos mitades : una para su hijo, Fabián Bioy Demaría, y la otra, entre sus tres nietos, hijos de Marta Bioy Ocampo. Una seguidilla inconcebible de muertes – la de la escritora Silvina Ocampo, su mujer, en 1993, luego de años con Alzheimer ; la de su hija Marta, víctima en 1994 de un accidente de tráfico ridículo y fatal ; la del mismo Bioy Casares en 1999 y finalmente, la de su hijo Fabián, en 2006, a los 42 años de edad – encadenó varios juicios sucesorios con un resultado insospechado. La carambola del destino quiso que los derechos de autor de dos de los escritores más espléndidos de la literatura argentina del siglo XX y gran parte del patrimonio en juego – valuado provisoriamente en 2007, con un dólar a $3,15, en poco más de 8,5 millones de pesos, según surge del expediente judicial, que consultamos – estén desde el pasado marzo en manos de la madre de Fabián, una de las amantes de Bioy, seductor tan aplicado como admitido.

Al conmemorarse mañana el centenario de su nacimiento, detenerse en los detalles nunca revelados de este folletín judicial de casi 15 años y más de 4.000 fojas es indagar no sólo en las reediciones y futuros libros de inéditos de ABC y de Silvina, sino también en el destino de uno de los tesoros más preciados de cualquier autor, su biblioteca : unos 20 mil tomos de enorme valor literario y económico, que la Universidad de Princeton quiso comprar y trasladar a los EE.UU. en 2000 (Ver en la pág. 44 “La biblioteca …”).

La saga refleja, además, los efectos de la inestabilidad política de nuestro país y sus cicatrices en un patrimonio familiar : el expediente registra cómo, desde 1999 las valuaciones de los bienes y demás cuentas involucradas en la sucesión sufrieron los vaivenes del país. Empezaron en tiempos de convertibilidad y luego fueron parcialmente pesificados, recalculados en diversas ocasiones y consumidos por gastos de mantenimiento, honorarios de abogados y peritos e inflación.

Las versiones difieren : allegados al escritor sostienen que su intención de beneficiar en el testamento a Benítez, la enfermera que lo asistió los últimos nueve años de su vida, era conocida y habría complicado la relación de Bioy con sus nietos, Florencio, Victoria y Lucila, huérfanos desde 1994, quienes a partir de la muerte de su madre, vivieron estos juicios sucesivos como un “trauma” que les llevaba la vida entera, según una fuente que pide reserva. Consultados por Clarín para este artículo, los jóvenes Bioy declinaron participar por tratarse de “un tema muy personal”. Pero declaraciones previas de Florencio, realizadas a Alejandra Rodríguez Ballester para la revista Ñ, traslucen el desgaste emocional de haber vivido “desde los 20 años en sucesión”.

Otras fuentes (entre ellas una entrevista con Fabián, el hijo de Bioy, publicada el 20 de marzo de 1999 en el diario madrileño ABC) indican que la familia se enteró de que Bioy Casares dejaba a la enfermera el quinto de su fortuna cuando Lidia reclamó judicialmente el inventario y la tasación de la biblioteca y demás bienes de los pisos 5to y 6to de Posadas 1650, donde Bioy y Silvina Ocampo vivieron gran parte de su matrimonio de 53 años. La propiedad – 697 metros cuadrados más terraza, situados en una de las mejores esquinas de Recoleta – se vendió por dos millones setenta y cinco mil dólares, en diciembre de 2000. Pero recién en junio de 2013 la justicia ordenó que parte de ese dinero se usara para pagar el grueso del legado. La enfermera cobró, en efectivo, 307.706 dólares, salvados de la pesificación por su carácter de depósito judicial (según resolución de abril de 2002).

No es la única sorpresa de un juicio sucesorio que bien valdría una serie de televisión y del que participaron decenas de abogados (algunos murieron y fueron reemplazados por sus herederos a la hora de trabajar o de cobrar), escribanos, administradores provisorios, peritos, tasadores y expertos varios. Hoy los derechos de autor de la obra de Adolfo Bioy Casares – valuados en diciembre de 2005 en poco más de un millón y medio de pesos – y la mitad de los de Silvina Ocampo – tasados en 258 mil – no están en manos de su familia. Pertenecen a Sara Josefina Demaría, madre y heredera de Fabián Bioy Demaría, el hijo extramatrimonial que Bioy Casares tuvo con ella en 1963. “Finita”, una bellísima mujer de alta sociedad por entonces casada con Eduardo Ayerza, con quien tuvo otros tres hijos, se separó cuando Fabián tenía 6. Al morir este en 2006, soltero y sin descendencia, lo heredó su madre.

La razón de los porcentajes asignados a Fina Demaría y a los nietos de Bioy tiene fundamentos legales. Reconocido por Bioy en 1998 (hasta entonces llevaba el apellido Ayerza), Fabián heredó de su padre bienes y derechos, entre ellos, la mitad del patrimonio de Silvina Ocampo que Bioy recibió a la muerte de ésta, en 1993. Durante el juicio sucesorio, además, Fabián inició otro contra sus sobrinos, para compensar valores por una porción de Rincón Viejo, un campo que el escritor había donado a su hija, Marta Bioy Ocampo (concebida con otra de sus amantes, María Teresa von der Lahr, y luego adoptada, amada y criada por Silvina como propia).

Rincón Viejo, en Pardo, provincia de Buenos Aires, es una propiedad de más valor literario que económico (más de siete millones y medio de pesos, según una tasación judicial provisoria de 2007). Allí, promediando los años 30, Bioy y Borges iniciaron su trabajo en colaboración escribiendo un folleto de yogur para La Martona, empresa de los Casares, la familia materna de Bioy (para otro artículo guardamos el análisis de la increíble amistad entre el donjuán irrefrenable y el tímido sin suerte). Este campo, especialmente querido por Bioy, fue también el sitio donde él y Silvina vivieron antes de casarse y donde él escribió algunas de sus obras esenciales, como la novela El sueño de los héroes (1954). Respetando el deseo del escritor, Rincón Viejo quedó en manos de la familia de Marta. Pero la Justicia reconoció a Fabián el derecho a ser compensado por su valor, de allí que la mayor parte del dinero obtenido por el piso de Posadas le correspondiera a él y, a su muerte, a su madre, Fina.

El campo es administrado por Florencio Basavilbaso Bioy, el nieto mayor del escritor. A él y a sus hermanas – Victoria y Lucila – corresponde la otra mitad de los bienes y derechos de autor de Silvina Ocampo, heredada por Marta. Y además, los derechos morales sobre las obras de sus abuelos. Explica un conocedor de la causa, quien pide anonimato: “Los derechos morales que apuntan a preservar la integridad de una obra y la buena imagen de un escritor, tras su muerte le corresponden más a su sangre que a cualquiera. A Fabián y a Marta, sus hijos, si hubieran vivido ; no estando ellos, a sus nietos.¿Podrían oponerse los nietos a editar o reeditar algunas obras que encontraran inconvenientes? “Tendrían voz en el tema, pero no creo que requieran hacerla oír nunca, porque es un trabajo que se hace con mucho conocimiento y respeto”, señala el experto. Este juego de equilibrios se relaciona con los inéditos de ambos autores en cuya edición y puesta en valor trabajan, desde hace años, los curadores Daniel Martino (de la obra de Bioy) y Ernesto Montequin (de la obra de Silvina Ocampo). El diario íntimo que Bioy llevó por medio siglo le fue donado por el propio Bioy a Martino, junto a quien trabajó los últimos años de su vida en la preparación del monumental Borges. “Los derechos de autor son de Fina Demaría, pero la decisión de qué se publica, cómo se publica y cuándo se publica corresponde a Martino”, precisa esta fuente. Hay además fotografías, una obra que Bioy desarrolló entre 1958 y 1971 y que recién empieza a ser valorada (recogida en Revista Ñ, el 30/8). Una selección integra la muestra “El lado de la luz, Bioy fotógrafo”, que se inaugura el 25 de este mes en el Centro Cultural San Martín.

La conservación y el destino de la biblioteca y papeles privados hallados en el piso de Posadas – que se asignaron en la partición por mitades a la Sra. Demaría y a los nietos de Bioy – mereció un incidente judicial aparte. “Nadie quiere hablar de valores”, afirma un allegado a los herederos. “En 2000 hubo una oferta de la Universidad de Princeton por la biblioteca, pero como todavía no se sabía a quién le iba a tocar y la valuación estaba pendiente, se desestimó.” La oferta de esa universidad llegó al juzgado por correo. En lo peor de su enfrentamiento con el ex marido de su hija Marta, Teresa Costantini ofreció comprarle la biblioteca a Bioy por un millón de dólares, con uso de ésta para Bioy. Recuerda Soledad Costantini, su hija: “Había tantos problemas en la familia por esos años, que mi madre juzgó con sensatez que no teníamos garantía de que podrían cumplir un trato así”. Pero no es la única. En una audiencia del 8 de abril del 2003, el expediente registra otra “propuesta de compra”, ésta de US$ 200 mil, tampoco aceptada. Entretanto, la Biblioteca Nacional está interesada, según dijeron.

Fuente : http://www.clarin.com/edicion-impresa/Amores-secretos-muertes-juicio-pelicula_0_1211878877.html

Ce samedi 17 novembre 2018, Titus Curiosus – Francis Lippa

Un passionnant article, en effet…

D’autres viendront…

Ce lundi 26 juillet 2021, Titus Curiosus – Francis Lippa

Sur la vie quotidienne la plus intime d’Adolfo Bioy Casares, les limites de ce qu’apporte la lecture même très méthodique de ce qu’ont été les publications sélectives du Journal de Bioy…

24juil

Quand a paru _ posthume, et en espagnol seulement… _ le Journal d’Adolfito Bioy Casares (1914 – 1999),

j’ai espéré découvrir quelques détails un peu précis _ dates et lieux, d’abord _ concernant, pour commencer, ses divers voyages en France _ avec ou sans son épouse Silvina…

De même que j’étais parti à la recherche de semblables détails concernant des voyages en France _ et tout spécialement, déjà, en Béarn : afin de rencontrer divers cousins béarnais… _ dans les deux volumes publiés _ le troisième et dernier est hélas demeuré inédit… _ des Mémoires _ non traduits en français, eux non plus, mais vraiment passionnants !.. _ de son père, Adolfo Bioy Domecq (1882 – 1962)…

A chaque génération, les Bioy d’Argentine _ béarnais originaires d’Oloron _ ne manquaient pas, en effet, de refaire le voyage de retour aux origines _ à la façon des saumons remontant vaillamment le gave d’Oloron…

Bien sûr, j’escomptais découvrir là quelques mentions des rencontres advenues,

ainsi que maints détails apparemment anecdotiques, mais pouvant constituer d’inespérés indices pour des recherches élargissant la biographie _ surtout intime, et pas littéraire… _ de Bioy…

Mais j’ai buté sur le fait que la sélection des extraits choisis par l’éditeur reposait sur le principe absolument princeps que ces textes choisis pour cette publication comportent, sous quelque forme que ce soit, une référence de Bioy à son ami _ et complice en littérature _ Borges

_ ce qui, par ailleurs, ne manqua pas d’agacer fortement Maria Kodama, la veuve de Borges, détentrice des droits de l’œuvre de Borges ; et peu proche de Bioy…

Bref, mes découvertes, lors de cette lecture de ce Borges de Bioy, centrée sur les voyages d’Adolfito en France, et tout spécialement en Béarn, sont demeurées alors un peu trop limitées…

Et il me faudrait commencer par procéder à une relecture systématique de mes notes prises à cette occasion,

complétées par quelques échanges notés _ de courriels, voire téléphoniques… _ avec divers témoins de ces venues de Bioy en France,

tels mes chers cousins Bioy de Pau…

À suivre…

Ce samedi 24 juillet 2021, Titus Curiosus – Francis Lippa

Ce qui m’intéresse le plus en Adolfo Bioy Casares : les détails (et petits secrets) de la vie quotidienne d’humain d’Adolfito…

23juil

Ma curiosité envers Adolfo Bioy Casares _ sa personne, essentiellement _,

ne vient pas seulement de raisons familiales :

mon grand-père Paul Bioy (Oloron, 26 avril 1878 – Bordeaux, 6 décembre 1954) était en effet un des cousins germains béarnais (d’Oloron) d’Adolfo Bioy Domecq (Pardo, 27 juillet 1882 – Buenos Aires, 26 août 1962), le père d’Adolfito (Buenos Aires, 15 septembre 1914 – Buenos Aires, 8 mars 1999).

Elle vient surtout des mystères dont Adolfito Bioy n’a cessé de développer, toute sa vie durant, sur les liens qui ont pu l’unir à diverses femmes, dans l’ombre…

Et c’est cela qui m’a poussé à aller jeter un œil _ curieux _ sur les extraits _ seulement, hélas ; même s’ils sont très copieux… _ de son passionnant extraordinaire Journal,

dont la parution a été posthume ;

et surtout centrée _ par l’éditeur _ sur les entrées qui comportaient, toutes, le nom de son ami Borges :

de cet extraordinaire et merveilleux journal intime,

sont, d’ailleurs parues _ et seulement en espagnol _ deux versions, l’une plus généreuse que l’autre ;

la seconde ayant été un peu réduite, pour des raisons le plus probablement commerciales _ le lectorat est réputé se lasser assez vite…


J’avais même fait le voyage de Saint-Sébastien – Donostia, rien que pour m’en procurer la plus longue version ;

et je n’avais réussi à mettre la main que sur la seconde, la moins complète...

Ce que j’y recherchais

ne concernait pas les échanges _ presque exclusivement littéraires _ que Bioy avait pu avoir _ et scrupuleusement notés _ avec Borgès _ pour l’œuvre cérébrale duquel je dois avouer mon défaut d’appétence… _,

mais les plus petits détails _ et les petits secrets habilement cachés : Adolfito avait la politesse délicate (et somptueuse) du plus raffiné des gentlemen… _ de la vie quotidienne d’Adolfito lui-même,

par exemple lors de ses divers voyages en Europe _ en France, et en Béarn, tout spécialement _ ;

 

ainsi ses visites, à Pau, au fils d’Antoine Bioy (Oloron, 9 juin 1872 – Buenos Aires, 31 août 1950) _ Antoine Bioy était le frère aîné de mon grand-père Paul Bioy (Oloron, 26 avril 1878 – Bordeaux, 6 décembre 1954) _,

le Dr Edouard Bioy (Buenos Aires, 18 mai 1908 – Pau, 23 novembre 1999) _ qui continuait d’avoir aussi des attaches à Buenos Aires et sa province.

À suivre…

Ce vendredi 23 juillet 2021, Titus Curiosus – Francis Lippa

Quelques nouvelles de Claudio Magris, lecteur comme auteur, auteur comme lecteur ; un contemporain essentiel : il vient de publier « Croce del Sud »

11sept

Ce matin, je découvre dans le numéro de ce jour du Corriere della Sera quelques nouvelles récentes du cher Claudio Magris,

à travers un entretien qu’il vient de donner,

à l’occasion de la sortie, chez Mondadori, de son livre Croce del Sud ;

ainsi que de sa présence, ce vendredi 11 septembre, au Festival de littérature de Mantoue,

dont le titre est, cette année, « Note a piè di pagina nella storia »…

L’entretien

_ qui prolonge en quelque sorte, à mes yeux, les réflexions d’Alberto Manguel sur sa bibliothèque _

est intitulé : Traduttore, creatore infinito. Ogni libro ne nasconde un altro.

Le voici :

Traduttore, creatore infinito. Ogni libro ne nasconde un altro

Monti, Dreyden, Lin-Shu che rese in mandarino il «Don Chisciotte» senza conoscerne la lingua : storie di parole e scoperte. Claudio Magris l’11 settembre al Festivaletteratura

di CLAUDIO MAGRIS
Stati Uniti, gli incendi devastano la costa occidentale: bimbo di un anno trovato morto
Tim Mara (Dublino, 1948 – Londra,1997), «Lightbulb and book» (1996, litografia e stampa a colori su carta, particolare), courtesy Tate Britain, Londra
shadow

Le parole sotto le parole, scriveva un maestro della linguistica come Jean Starobinski, riferendosi agli anagrammi di un altro grande, Ferdinand de Saussure. Ogni parola ne copre, ne nasconde e ne contiene un’altra e quando la si usa è come smuovere il terriccio, evocarne e farne apparire altre, come oggetti sepolti nella terra o nella memoria, individuale e collettiva _ voilà. Ogni espressione ha a che fare con questa miniera nascosta ; più di ogni altro la traduzione, che per ogni espressione ne ha ben più di una a scelta, una cava stratificata nella mente dell’autore che si traduce e nelle civiltà che si incrociano in lui. Tradurre significa non tanto comunicare quanto ricreare _ voilà _ una vicenda, un destino, facendoli restare se stessi ma insieme diventare altri. Tradurre è una forma di scrittura, non meno creativa di altre cosiddette originali ; Vincenzo Monti ha inciso sulla letteratura italiana più con la sua versione dell’Iliade che con i suoi versi in proprio, e John Dreyden considerava la sua traduzione dell’Eneide il proprio capolavoro letterario.

La copertina del nuovo libro di Claudio Magris «Croce del Sud», in libreria per Mondadori
La copertina del nuovo libro di Claudio Magris «Croce del Sud», in libreria per Mondadori

Si traduce, in genere, da una lingua all’altra ma talvolta — è accaduto spesso — da un testo a sua volta già tradotto, cosa che moltiplica le rifrazioni e rende più ardua, anche discutibile ma non meno creativa e culturalmente importante la ricreazione finale. Un poliedrico studioso e scrittore, Mikaël Gómez Guthart, ha scritto un affascinante e bizzarro saggio, Lin-Shu, autore del Chisciotte. Lin-Shu, racconta Gómez Guthart, era un geniale erudito cinese, pittore, calligrafo e poeta — che per la lirica cinese sono quasi la stessa cosa —, romanziere e soprattutto traduttore. Non conosceva le lingue degli autori che ha fatto leggere ai lettori cinesi — Balzac, Dumas padre e figlio, Hugo, Goethe, Cechov, Ibsen, Tolstòj, Shakespeare, Stevenson, Cervantes, Montesquieu. Si faceva leggere in mandarino orale i testi dai suoi assistenti che conoscevano la lingua originale e poi li traduceva, attraverso gli occhi di un altro, come scrive Guthart _ et je pourrai y adjoindre les traductions du japonais de René de Ceccatty (en collaboration avec Ryôji Nakamura) ; pour ses traductions de l’italien, sa situation à l’égard de la langue à traduire est assez différente, comme il le narre en son magnifique Enfance, dernier chapitre ; cf aussi le podcast de mon entretien avec lui le 27 octobre 2017

Non è certo un corretto procedimento scientifico, perché rischia di trasformare o trasforma la traduzione in una copia-variazione di ventagli che si sovrappongono. Ma anche Isaac Bashevis Singer ha tradotto in jiddisch Hamsun senza conoscere il norvegese, e d’Annunzio senza conoscere l’italiano, diffondendo quei capolavori nella Mitteleuropa e nell’Europa orientale ebraica. Gombrowicz — è sempre Guthart che lo ricorda — riscrive in Argentina, con l’aiuto di due scrittori cubani che non conoscevano il polacco, il suo Ferdydurke, lo ritraduce con l’aiuto di un professore in francese ed è questa la versione che dalla Francia si diffonderà in tutta Europa e nel mondo.

Lin-Shu diviene, in modo analogo, il traduttore-autore del Don Chisciotte. Quel romanzo è, in questa prospettiva, esemplare anche perché alle origini della sua scrittura c’è la segreta idea che ogni testo sia sempre la traduzione o il rifacimento di un altro ; lo stesso Don Chisciotte sarebbe, nella finzione di Cervantes, la versione del romanzo di un autore arabo. In questo gioco di specchi Lin-Shu può apparire l’autore di Don Chisciotte non meno di Cervantes. È come se, sotto ogni libro, ce ne fosse sempre un altro, il caos — prima, contemporaneamente, al di fuori di ogni misura temporale — che il Verbo ordina e sempre ricrea. Probabilmente i traduttori esistevano prima della Torre di Babele. In quasi ogni Robinsonade, le numerose imitazioni e rifacimenti del Robinson Crusoe nel Settecento, il naufrago solitario sull’isola trova segni e carte di un altro naufrago vissuto e morto anni prima, che racconta a sua volta di predecessori. Profondo è il pozzo del passato, dice la prima riga della tetralogia di Mann, Giuseppe e i suoi fratelli.

Il mio maestro Giovanni Getto affermava di aver trovato, nel romanzo secentesco Historia del cavalier perduto di Pace Pasini — che a sua volta si riferiva a una storia di prepotente jus primæ noctis nel Veneto — una sorta di ipotetico «originale» dei Promessi sposi, dando così ancor più spessore al capolavoro manzoniano.



Chi avresti voluto essere? Così sembra talora chiedere l’autore al personaggio che sta narrando e che quanto più vivo e vero, tanto più sente sfuggire al suo controllo, come diceva Tolstoj a proposito di Anna Karenina : «Fa ciò che vuole». Ma l’autore pone talora questa domanda pure a se stesso — ai propri sogni e desideri, alle proprie incertezze, alla nebbia fluttuante della propria persona.

Se lo chiede, nel romanzo _ a-t-il été publié ?Les passants essentiels, un originale traduttore-scrittore, Jean Pastureau, che ha trascorso la vita _ il est né le 26 juillet 1940 à Limoges ; il vit à Apt, en Provence… _ a tradurre splendidamente in francese, insieme alla moglie Marie-Noëlle, libri altrui, soprattutto italiani, traduzioni straordinarie che sono diventate pure la sua scrittura personale, la sua indagine ma anche la sua invenzione della realtà _ Jean et Marie-Noëlle Pastureau sont les principaux traducteurs-passeurs en français de l’œuvre de Claudio Magris… Probabilmente per Jean Pastureau non c’è differenza tra essere narratore e traduttore, quasi due arrangiamenti di un’opera linguistica.

Chi avresti voluto essere ? la risposta a questa domanda è contenuta nel capitolo forse più bello del romanzo, L’homme à la mallette. Una valigia che idealmente contiene quasi tutto — le pagine scritte, le idee su quelle che saranno scritte, le cose da tradurre, la loro immagine che spinge a tradurle, forse un giorno sulla carta ma certo immediatamente nella mente. Anche qui, parole sotto altre parole. La traduzione è, potenzialmente, una piccola e infinita biblioteca di Babele.

Quest’ultima, come nella fantasia borgesiana, contiene tutto, ogni testo, ogni sua versione, ogni sua stesura, ogni diceria sul suo autore. Chissà, forse Jean Pastureau — come Lin-Shu — aspira ad essere soprattutto traduttore ossia scrittore totale. Probabilmente non si fa illusioni sulle sue parole, tradotte o inventate. Forse non cerca nemmeno l’eccellenza letteraria. Ma, come si dice nel romanzo, c’è un’unica vera eccellenza e «risiede nel sopravvivere». La scrittura è forse un filo di Arianna che aiuta non a uscire dal labirinto, come nel mito antico, ma a penetrarvi da tutte le parti, ad avvolgerlo, in modo da depistare il cammino che vuol condurci verso l’uscita dal labirinto della vita. Una scrittura che cerca di aiutare ad uscire di scena un po’ più tardi. Non è molto ma è già qualcosa.

Il logo del Festival di Mantova
Il logo del Festival di Mantova

L’appuntamento al Festivaletteratura

«Note a piè di pagina nella storia» : è questo il titolo dell’evento in programma l’11 settembre al Festivaletteratura di Mantova. Claudio Magris, in collegamento streaming, dialogherà con lo scrittore e critico Alberto Rollo sul tema del rapporto tra vita e finzione letteraria ( ore 17, piazza Castello). Il tema dell’incontro si lega al nuovo libro di Magris, in libreria per Mondadori, Croce del Sud. Tre vite vere e improbabili, che rievoca tre figure reali : un etnologo sloveno, un avvocato francese, una suora italiana. Germanista e scrittore, Magris è nato a Trieste nel 1939.

Claudio Magris, lecteur comme auteur ; auteur comme lecteur :

un contemporain essentiel…

Ce vendredi 11 septembre 2020, Titus Curiosus – Francis Lippa

L’essentialité existentielle fondamentale de la lecture et du livre : Alberto Manguel parlant passionnément de son « Je remballe ma bibliothèque », le 18 janvier 2019, à la Maison de la Poésie, à Paris

09sept

En creusant un peu, sur le web,

et suite à la réception de retours ce matin, déjà, de divers amis

à mon courriel d’hier

comportant mon article ,

je viens de tomber sur la vidéo (de 66′ 06) d’un vraiment passionnant entretien, avec Sophie Joubert,

à la Maison de la Poésie, à Paris, le 18 janvier 2019,

d’Alberto Manguel, à propos de son livre, paru en octobre 2018, Je remballe ma bibliothèque...

Et je suis bien obligé de réviser mon _ très injuste _ a priori d’une certaine cérébralité _ probablement à la Borges _ d’Alberto Manguel, en ses livres.

Préjugé issu, aussi _ en plus de mon peu d’affection pour Borges _, probablement, de mon propre goût des livres, des vrais livres, matériels,

ainsi que de ma propre bibliothèque (et discothèque) personnelle,

dont je suis bien incapable de dénombrer les exemplaires.

Et je dois bien dire que je partage bien des choix et préférences d’Alberto Manguel,

tant à propos de ses rapports aux livres,

qu’à propos de ses conceptions de la lecture ;

dans la suite du rapport amoureux de Montaigne à l’entretien infiniment vivant

_ « tant qu’il y aura de l’encre et du papier«  (ainsi que de la vie, afin de pouvoir lire et pouvoir écrire)… _,

issu de sa propre mise en rapport archi-vivante et foisonnante de la lecture et de l’écriture

de ses Essais.

Bref,

Alberto Manguel me plaît beaucoup en sa passion des livres _ et de ce qu’il sait en analyser _ ;

des livres comme medium infiniment précieux et essentiel d’entretiens vivants et infinis avec leurs auteurs,

bien au-delà, bien sûr, de la disparition physique de ceux-ci ;

et de l’obsolescence matérielle des livres mêmes…

Le livre et la lecture, effectifs tous les deux,

comportent ainsi, et par là,

une consubstantielle et vitale dimension d’éternité

_ à apprendre à saisir ; et ne surtout pas manquer !

Cf aussi ce magnifique article du merveilleux Philippe Lançon, publié dans Libération le 26 décembre 2018 :

Manguel dans toutes ses étagères

MANGUEL DANS TOUTES SES ÉTAGÈRES

Par Philippe Lançon 26 décembre 2018 à 18:46

L’Argentin installé à New York déplore la perte de sa colossale bibliothèque dans une élégie à ses chers livres, en forme d’inventaire.

Alberto Manguel en mai 2013 dans sa demeure à Mondion, dans la Vienne.
Alberto Manguel en mai 2013 dans sa demeure à Mondion, dans la Vienne.Photo Léa Crespi. Pasco

En 2015, suite à des problèmes avec ce calmar géant qu’est l’administration fiscale française, l’écrivain argentin et canadien Alberto Manguel quitte son Nautilus, bâti dans une verte campagne de notre pays. Il y vivait depuis quinze ans _ 2000 _ et avait constitué dans un ancien presbytère, à Mondion près de Châtellerault (Vienne), une bibliothèque de 35 000 livres. Elle était rangée sur deux grands étages dans une grange du XVe siècle. C’était une nef de cuir et de papier. L’avenir et le souvenir, l’espoir et la mémoire, l’imagination et la réflexion, tout paraissait vivre et se conjuguer dans le silence et les légers craquements du bois. «Chaque matin, vers six heures, écrit-il, je descendais, encore tout ensommeillé, me préparais du thé dans la cuisine obscure sous les poutres apparentes de son plafond et m’asseyais sur le banc de pierre, en compagnie de notre chienne, pour regarder la lumière du matin envahir lentement le mur du fond. Alors je rentrais avec elle dans ma tour, qui était attachée à la grange, et je lisais.» C’était le souhait de Montaigne, de Candide également ; mais il est difficile, en ce monde, de cultiver longtemps son jardin.

Consolation. Au moment de son départ, l’écrivain avait 65 ans. Il a d’abord rejoint Buenos Aires, où il est devenu directeur de la Bibliothèque nationale, comme l’avait été Borges. Au moment où Manguel quitta l’Argentine, en 1969, Borges lui offrit son exemplaire de Stalky et Cie, de Kipling, lu en Suisse pendant son adolescence. Mais Borges, contrairement à Manguel, n’était pas attaché au livre en tant qu’objet. Il n’en avait que quelques centaines, et les donnait volontiers à ses amis ; sa bibliothèque était sa mémoire.

Manguel habite New York désormais. Sa bibliothèque dort depuis son départ dans des caisses, au Canada _ à Toronto. Il n’y a plus accès. Je remballe ma bibliothèque évoque celle-ci, son histoire, le lien aux livres propre à l’auteur depuis l’enfance, son usage des bibliothèques publiques, ce qu’il a éprouvé en empaquetant la sienne, ce que peut signifier, pour un homme tel que lui, pour les hommes en général, d’Alexandrie à Don Quichotte, la création et la disparition d’une bibliothèque. L’auteur d’Une histoire de la lecture et des Voyages imaginaires est devenu sa propre métaphore. C’est une métaphore triste. Et donc une élégie, précise le sous-titre. Selon Littré, le sens du mot, qui définissait une forme de poésie grecque, est aujourd’hui : «Petit poème dont le sujet est triste ou tendre.» Ou les deux : «J’ai lu et relu bien des fois Don Quichotte depuis le temps où j’étais lycéen, et j’ai toujours éprouvé, surtout dans le chapitre où Quichano découvre la perte de ses livres, une sympathie profonde pour le vieil homme berné. A présent, ayant perdu ma propre bibliothèque, je crois pouvoir mieux comprendre ce qu’il a ressenti et pourquoi il est reparti de par le monde. La perte vous aide à vous souvenir, et la perte d’une bibliothèque vous aide à vous souvenir de celui que vous êtes vraiment.» Je remballe ma bibliothèque est une autobiographie, un inventaire et une consolation.

D’Israël, où son père était ambassadeur, à la France, en passant par Buenos Aires et d’autres lieux, Alberto Manguel fait donc le récit des vies brèves de ses bibliothèques, de leurs métamorphoses et disparitions. Chaque étape lui inspire une digression, il y en a dix. L’histoire du livre, par exemple de la bibliothèque brûlée d’Alexandrie, se mêle à des réflexions sur la mémoire, sur la justice, sur le lecteur possessif qu’il est : «Quel caprice m’avait fait rassembler ces volumes en un tout comparable aux pays colorés de mon globe terrestre ? […] Et ce que je suis à présent reflète-t-il cette étrange obsession ? Parce que si toute bibliothèque est autobiographique, son remballage semble avoir quelque chose d’un éloge funèbre. Peut-être ces questions sont-elles le véritable sujet de cette élégie.» Il écrit pour retrouver ce qu’il a perdu, et qu’il ne retrouvera pas.

Inquiétude. Perdre ses affaires ne tracassait pas sa grand-mère, une vieille juive émigrée en Argentine qui disait, «dans un curieux mélange de russe, de yiddish et d’espagnol» : «Nous avons perdu notre maison en Russie, nous avons perdu nos amis, nous avons perdu nos parents. J’ai perdu mon mari. J’ai perdu mon langage. Toutes ces pertes ne sont pas si graves, car on apprend à se réjouir non de ce qu’on a mais de ce dont on se souvient.» La tristesse de l’auteur vient en partie du fait que ses livres portaient physiquement _ voilà _ ses souvenirs, qu’ils les faisaient flotter dans l’espace, qu’ils leur fabriquaient une arche et ses ancres. Il n’avait pas besoin de les relire ou même de les ouvrir pour savoir qu’ils étaient là, l’accompagnaient et le guidaient, les bons comme les mauvais, les jamais lus comme les dix fois lus : «J’étais certain, sans avoir à les parcourir de nouveau, que le Nommé Jeudi, de Chesterton, ou un recueil de poèmes de Cesare Pavese seraient exactement ce qu’il me fallait pour exprimer par des mots ce que je ressentais n’importe quel matin donné.» Exactement ? Pas sûr. Si, en effet, les mots ne sont que des reflets captés dans la caverne de Platon, «ce que nous formulons en mots n’est qu’ombres d’autres ombres, et tout livre avoue l’impossibilité de saisir pleinement ce que peut retenir notre expérience. Toutes nos bibliothèques sont le glorieux compte rendu de cet échec.» C’est une maigre compensation à une telle perte. Elle se double aujourd’hui, pour le lecteur ami de cet homme-livres, d’une certaine inquiétude. Si le monde qui vient est, comme il semble, de plus en plus dépourvu de bibliothèques à domicile, les hommes sans livres _ voilà _ vivront l’échec du langage sans même disposer de cet éclatant compte rendu, de ce souvenir. Ils seront simplement un peu plus bruyants et un peu plus bêtes _ comme le redoutait Orwell…

De New York, Manguel m’écrit: «L’exemplaire de Stalky et Cie que Borges m’a donné est toujours avec moi, ainsi que certains autres : mon exemplaire dAlice, mon le Nommé Jeudi, mon Borges complet. Mais tous les autres me manquent et je les entends m’appeler la nuit.»

Philippe Lançon

Alberto Manguel Je remballe ma bibliothèque. Une élégie et quelques digressions Traduit de l’anglais (Canada) par Christine Le Bœuf. Actes Sud, 160 pp.

Ce mercredi 9 septembre 2020, Titus Curiosus – Francis Lippa

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