Posts Tagged ‘habiter

L’Hémorragie de Vénitiens quittant la Venise insulaire _ actualisation chiffrée, ce mois de décembre 2016

09déc

Ce jour, en parcourant la presse internationale sur le web,

voici que je découvre dans El Mundo, un article (de Monica Bernabé), Los venecianos huyen de Venecia , sur la désertification de Venise de la part de ses Vénitiens,

au profit de la touristification toujours plus massive et invasive de la cité lagunaire.


Cf la série de mes précédents articles à propos d' »Arpenter Venise« , du 26 août au 30 décembre 2012,

dans lesquels apparaissaient certains des auteurs que la journaliste aujourd’hui, à son tour, cite ou convoque :

Ré-arpenter Venise : le défi du labyrinthe (involutif) infini de la belle cité lagunaire , le 26 août 2012 ;

La chance de se livrer pour l’arpenter-parcourir au labyrinthe des calli de Venise , le 4 septembre 2012 ;

Le désir de jouir du tourisme : les voyageurs français de Venise , le 31 octobre 2012 ;

Arpenter (plus ou moins) Venise : les hédonismes (plus ou moins) chics _ le cas du « Grand Guide de Venise » d’Alain Vircondelet, homme de lettres , le 23 décembre 2012 ;

Arpenter Venise : le mérite (de vraie curiosité à l’altérité !) du « Dictionnaire insolite de Venise » de Lucien d’Azay , le 30 décembre 2012.

http://blogamis.mollat.com/encherchantbien/2012/08/26/re-arpenter-venise-le-defi-du-labyrinthe-involutif-infini-de-la-belle-cite-lagunaire/

http://blogamis.mollat.com/encherchantbien/2012/09/04/la-chance-de-se-livrer-pour-larpenter-parcourir-au-labyrinthe-des-calli-de-venise/

http://blogamis.mollat.com/encherchantbien/2012/10/31/le-desir-de-jouir-du-tourisme-les-voyageurs-francais-de-venise/

http://blogamis.mollat.com/encherchantbien/2012/12/23/arpenter-plus-ou-moins-venise-les-hedonismes-plus-ou-moins-chics-_-le-cas-du-grand-guide-de-venise-dalain-vircondelet-homme-de-lettres/

http://blogamis.mollat.com/encherchantbien/2012/12/30/arpenter-venise-le-merite-de-vraie-curiosite-a-lalterite-du-dictionnaire-insolite-de-venise-de-lucien-dazay/

Et regarder aussi de plus près ce que j’écrivais à propos du très judicieux Panorama du voyage (1880 – 1920) de l’excellent Sylvain Venayre,

dans le troisième article de cette série sur Arpenter Venise, en 2012 : Le désir de jouir du tourisme : les voyageurs français de Venise …

 

Voici donc cet article-témoin, en quelque sorte, de Monica Bernabé, dans l’édition du 9 décembre de El Mundo

_ avec en vert quelques farcissures de ma part _ :

TURISMO
Los venecianos huyen de Venecia

 

Un cartel _ Venexodus _ colgado del puente del Rialto denuncia la imposibilidad de vivir en Venecia. REUTERS

La ciudad de los canales pierde población al mismo ritmo que durante la peste de 1630. La nueva pandemia es la masificación turística. ¡En Venecia no hay quien viva!
MÒNICA BERNABÉ Enviada especial Venecia@monicabernabe1 09/12/2016 03:05

« Sólo en una ocasión Venecia ha sufrido un descenso de población comparable al actual : fue durante la peste bubónica de 1630 _ tiens donc ! _, tras la cual necesitó más de un siglo para recuperar el número de habitantes que tenía antes », dice el arqueólogo e historiador de arte italiano Salvatore Settis en su _ passionnant : je l’ai lu ! _ libro Si Venecia muere _  Si Venise meurt (paru le 30 septembre 2015 aux Éditions Hazan). El problema ahora es que es difícil saber si habrá _ cette fois _ una nueva recuperación como sucedió entonces. En la farmacia Morelli, situada en el Campo de San Bartolomeo _ a cuatro pasos del célebre puente de Rialto, tan visitado por los turistas ; et où, tout près de là, se trouve le meilleur (et extraordinaire) disquaire de Venise : Il Templo della musica di Simone Gabbia (dans la venelle du Ramo del Fontego dei Tedeschi, 5368, 30124 San Marco : tout de suite à gauche en redescendant du Rialto)… _, han colocado un contador en el escaparate que indica el número de habitantes que vive en el centro histórico de Venecia _ quelle judicieuse initiative ! Actualizan los datos cada semana, y siempre, irremediablemente, tienden a la baja. Hace dos semanas el contador marcaba 54.926. Ése es el número de vecinos que vive actualmente en la mítica ciudad de los canales _ non compris, bien sûr, les résidents de la Venise dite « de Terre ferme »  : Mestre, Marguera, etc. Nada que ver con la población que tenía hace poco más de seis décadas, en 1951, cuando llegaba a 174.808 habitantes _ quelle hémorragie !!!! la Venise insulaire a ainsi perdu 120 000 habitants ! Soit plus des 2/3 de sa population d’il y a 65 ans… Algunos lógicamente fallecieron, pero muchos otros cogieron sus bártulos y se fueron _ tel est l’exode ! _, porque cada vez son más quienes piensan que en Venecia no hay quien viva. Venecia recibe cada año 10 millones de turistas que pernoctan en la ciudad una media de dos o tres días. A ese número, hay que añadir aquéllos que visitan la localidad durante una única jornada _ sans même y passer une nuit _ y que suman unos quince millones más al año, según datos del consistorio. El resultado es que Venecia está siempre hasta los topes de turistas, con las consecuencias que eso comporta. «Cierran una ferretería y te abren una tienda de máscaras», se queja Matteo Secchi, del grupo de ciudadanos Venessia.com , que batalla para evitar la despoblación de la ciudad. « ¡ El problema es que ya hay centenares de comercios de máscaras, no necesitamos más ! », añade. Lo mismo ocurre con las panaderías. Para encontrar una, hay que recorrer casi media ciudad. Eso sí, en el camino hallas todo tipo de restaurantes y bares. «Los niños no pueden jugar a pelota en las plazas porque están ocupadas por las terrazas de los bares», lamenta Michela Scibilia, de otro colectivo, We are here Venice, que también considera que « una Venecia sin habitantes _ intégralement muséifiée _ no tendrá sentido ni tan siquiera para los turistas ». Hasta los jóvenes venecianos se están poniendo las pilas porque creen que se ha llegado a una situación límite. En junio, crearon la organización Generación 90 para que la avalancha de turistas no sepulte Venecia. « Aquí a las once de la noche ya está todo cerrado, a pesar de que Venecia es una ciudad universitaria. Sólo se piensa en el turismo », critica el portavoz de la asociación, Marco Caberlotto _ et c’étaient là les raisons du vigoureux cri d’alarme Contre Venise poussé, en septembre 1995, par cet amoureux éperdu de la Venise vivante, qu’est Régis Debray (cf les 5 articles de ma série sur « Arpenter Venise » en 2012) ; et quoiqu’en pense, à tort, Philippe Sollers, peu sensible, lui, à la touristification.

Et cela, pour la bonne et simple raison que, s’il vient, lui, Philippe Sollers, passer ses deux fois quinze jours annuels (à la mi-juin et à la mi-septembre) à Venise, dans sa belle chambre d’hôtel (avec vue) donnant par ses trois fenêtres sur les Zattere, c’est seulement pour pouvoir y écrire au calme, dans le simple luxe et volupté du décor (sublime) des allées et venues des paquebots de croisière géants se pavanant sur le canal de la Giudecca, juste là sous ses yeux ; puis, afin de se distraire un moment de sa tâche d’écriture, l’écrivant s’en va une heure ou deux revenir jeter quelques coups d’œil jouissifs à ses chefs d’œuvre préférés de peinture, en deux ou trois musées (dont la très proche Accademia) ou églises, toujours les mêmes ; sans guère de curiosité pour ce qu’il pourrait découvrir vraiment et rencontrer à se perdre si peu que ce soit dans Venise, lui, Philippe Sollers.

 

Vecinos de Venecia protestan el pasado mes de noviembre por la masificación turística. AFP


En lo que adultos y jóvenes coinciden es en denunciar que encontrar un lugar para vivir _ c’est-à-dire habiter, le jour comme la nuit, et résider au quotidien _ en Venecia, se ha convertido en misión imposible. Antonio Guderzo, de la agencia inmobiliaria Grimaldi, en el centro histórico de la ciudad, explica que cuentan con ochenta apartamentos para alquilar a turistas por días o semanas. Cuando se le pregunta si disponen de algún piso de arrendamiento de larga duración, se queda pensativo y al final responde : « Tenemos dos apartamentos. Uno de una habitación _ une seule chambre, donc _, cuyo alquiler es de 1.000 euros al mes. Y otro, de dos habitaciones _ deux chambres _, por 1.200 ». Pero aclara: « Vaya a la agencia inmobiliaria que vaya, encontrará la misma situación en todas partes » _ et c’est ce devenir-là qui menace, à plus ou moins rapide échéance, toutes les belles villes dont les propriétaires-bailleurs misent exclusivement sur ce tourisme de très bref passage ! Matteo Secchi confirma que ése el gran drama _ voilà ! _ de la ciudad. « El propietario de una casa paga los mismos impuestos si la alquila a un veneciano que a un turista », explica. « Lógicamente todo el mundo prefiere _ pour des raisons exclusivement financières _ alquilar la casa a un turista porque así gana tres veces más ». Eso sin contar los centenares de pisos turísticos que existen sin ningún tipo de control. Reset Venezia , otro grupo ciudadano _ colectivos de defensa de la ciudad no faltan _, ha contabilizado que la plataforma AirBnB ofrecía en octubre hasta 4.076 alquileres turísticos en el centro histórico de Venecia, cosa que supone un aumento del 35% respecto a hace catorce meses _ le rythme d’évolution est significatif. « Muchos de esos apartamentos los gestionan sociedades, que tienen a su cargo hasta ochenta casas », asegura Emanuele Dal Carlo, de Reset Venezia , que cree que todo se trata de pura especulación _ voilà ! Muchas viviendas pertenecen a venecianos, pero otras se encuentran en manos extranjeras. A eso se debe añadir la infinidad de hoteles que hay en la ciudad. Todo está por las nubes porque la demanda turística parece no tener fin. El representante de Venessia.com relata que él tenía un hotel en el centro histórico hasta hace un año : « Pagaba diez mil euros de alquiler al mes por doce habitaciones, hasta que el propietario del inmueble incrementó el precio a doce mil euros », detalla. « No me quedó más remedio que cerrar, porque ese alquiler resultaba inasumible », admite. Ahora Secchi se gana la vida trabajando por las noches como portero en un hotel. No es el único caso. Giuliana Longo tiene una tienda de sombreros a pocos metros de la turística plaza de San Marcos, que su bisabuelo abrió allí en 1901. Cuatro generaciones de su familia trabajaron en esas cuatro paredes. « Cada vez que me han renovado el contrato de alquiler, me aumentaron el precio un 100% », declara. « Si lo vuelven a hacer, no podré continuar », confiesa. El presidente de la Asociación Veneciana de Hoteleros , Claudio Scarpa _ a-t-il quelque rapport de parenté avec l’auteur de l’excellent Venise est un poisson : Tiziano Scarpa ? _, expone que la manutención de un inmueble en el centro histórico de Venecia es mucho más cara que la de uno en tierra firme. Pone un ejemplo: ¡« Cada inmueble debe tener su propia fosa séptica, y los vecinos se tienen que encargar de vaciarla », precisa. « La administración debería ofrecer descuentos fiscales, ayudas para reparaciones e incentivos si alquilas a los residentes », opina. De hecho, según Scarpa, la gran culpa de lo que está ocurriendo en Venecia es del propio Gobierno italiano. « Debería existir una legislación especial para Venecia porque es única en el mundo », afirma. Única lo es, aunque réplicas _ si l’on veut… _ han surgido por todas partes. Sin ir más lejos, hay 27 _ pas moins ! _ Venecias en Estados Unidos, según el historiador del arte Salvatore Settis. La primera se construyó en California en 1905. « Era una especie de ciudad-parque de diversión, y fue el precedente de Disneylandia, que se fundó en 1955 », destaca el experto.

 

Un grupo de turistas pasea en góndola por los canales de Venecia. MÒNICA BERNABÉ


La exclusividad de la ciudad italiana se hace pagar al turista. Un paseo de media hora en góndola cuesta la friolera de 80 euros. Y el trayecto en vaporetto _ las barcas a modo de autobús que recorren el Gran Canal _, siete. Para los venecianos, sólo vale un euro y medio. « El Ayuntamiento ni tan siquiera dispone de un elenco de apartamentos turísticos », admite la vicealcaldesa de Venecia, Luciana Colle, que asegura que su formación _ una lista cívica de centro derecha _ está intentando hacer todo lo que puede _ heum, heum… _ para evitar los abusos en la ciudad, desde que llegó al consistorio en junio del año pasado. « Ya hemos verificado 200 apartamentos, y ninguno respetaba la normativa. Nuestro objetivo es revisar hasta 1.300 », afirma. Pero la vicealcaldesa recuerda que los propios venecianos son quienes están contribuyendo a esta situación, porque, destaca, ellos son quienes destinan las viviendas al turismo. « Es un pez que se muerde la cola », insiste. El Ayuntamiento de Venecia arrastra una deuda de 800 millones de euros, heredada del anterior gobierno municipal. La vicealcaldesa reconoce que esa losa tampoco ayuda a encontrar soluciones. En el centro histórico existen centenares de inmuebles públicos vacíos. Se podrían restaurar, pero se necesitan fondos.

A méditer,

y compris à Bordeaux.

Titus Curiosus, ce vendredi 9 décembre 2016

P. s. :

pour qui veut jouir vraiment du dédale involutif des calli de Venise,

le livre à recommander en priorité demeure le merveilleux Petit guide sentimental de Venise _ Venezia, la citta ritrovata, publiée le 1er janvier 1998 aux Éditions Marsilio, avec ce sous-titre : L’idea di città in una nuova guida sentimentale _, de Paolo Barbaro, paru aux Éditions du Seuil en Mai 2003, et toujours disponible en librairie.

En voici le texte de Quatrième de couverture :

Qui n’a pas rêvé d’avoir pour compagnon de voyage à Venise un vrai connaisseur qui le guide dans le labyrinthe ? Parce qu’il aime sa ville plus que tout au monde. Paolo Barbaro a écrit ce « petit guide sentimental » à l’usage des visiteurs qui ne se satisfont pas d’un week-end hâtif dans la cité des doges. Ce sont les Vénitiens de souche qui apparaissent dans ces pages, avec leur tracas et leurs bonheurs, leurs émerveillements qu’ils partagent avec nous, leurs protestations contre la dégradation de leur ville. Grâce à quelques cartes précieuses, un glossaire, un index, nous voici parés pour nous aventurer _ le temps qu’il faudra _ le long des canaux dérobés, dans les ruelles qui échappent au flux des touristes. Et nous écoutons la voix d’un grand écrivain qui accepte de livrer ses secrets pour nous faire mieux connaître et aimer sa ville, pour nous convaincre d’y revenir et, qui sait, d’y vivre.

Ennio Gallo, qui publiait ses (très beaux) livres sous le nom de Paolo Barbaro, était né à Mestrino en 1922 ; et est décédé à Venise le 27 juin 2014.

Il habitait tout près du rio del Gaffaro, Calle della Cereria, à la jointure des Sestieri Dorsoduro et Santa Croce ;

et à proximité immédiate de l’Hôtel Al Sole (un ancien Palazzo Marcello), où je résidai en février 2011, pour le colloque « Un Compositeur moderne né romantique : Lucien Durosoir (1878-1955)« , qui se tenait au Palazzetto Bru-Zane, à la lisière, lui, des Sestieri San Polo et Santa Croce ;

j’aurai pu, sinon lui rendre visite, au moins, peut-être, croiser ce merveilleux Vénitien de 89 ans alors…

le regard de la musicologue sur le regard du philosophe (Bachelard) sur l’activité féconde de l’imaginer

12juil

Ceci

serait comme une conclusion un peu synthétique à la seconde partie de mon article précédent, A propos de la poïétique, deux exercices d’application : Jean-Paul Michel et Gaston Bachelard,

je veux dire un bilan de ma lecture de l’essai de la musicologue Marie-Pierre Lassus _ celle-ci est maître de conférences HDR en musicologie à l’université de Lille-3… _ Gaston Bachelard musicien _ Une philosophie des silences et des timbres

Le titre lui-même de l’essai, déjà, fait un peu difficulté :

ce serait par pur quiproquo qu’un tel essai se retrouvât au rayon « musique«  (ou au rayon « Beaux-Arts« ) d’une bibliothèque _ comme d’une librairie, aussi.

Car le terme « musicien » est pris ici métaphoriquement par Marie-Pierre Lassus :

Gaston Bachelard n’est pas (du tout ; en rien) compositeur de musique ;

ni _ ou trop peu _ non plus, praticien de quelque instrument que ce soit (de musique ; ni même d’une voix s’adonnant au chant !)… Il semble avoir renoncé à toute pratique instrumentale _ peut-être le violon… _ au décès de sa femme, en 1920 _ il avait trente-six ans.

Si la « thèse » de Marie-Pierre Lassus (les expressions qui suivent se trouvent aux pages 15 et 16 du livre)

est bien que

« cet art«  _ la musique ! _ fut le véritable fantôme de son imagination _ œuvrante en Gaston Bachelard : jusque, et surtout, dans l’écriture de ses essais de poïétique : la part probablement la plus originale de sa recherche de pensée, de son travail d’analyste-philosophe : consacré à l’« imaginer«  (ou « rêver«  ; cf, en forme de synthèse, sa Poétique de la rêverie, publiée en 1960… _,

le « clair-obscur » _ irradiant _ de son être,

sa partie vibrante _ et, ainsi, inspirante… ; rien moins ! _ ;

ce qui amène Marie-Pierre Lassus à se demander illico, page 16 :

« Mais qu’est-ce que la musique pour ce poète ? _ l’auteur devrait ici un peu plus et mieux distinguer le caractère poétique de l’écrire (et penser) de Gaston Bachelard d’avec l’objet de l’analyse visé par celui-ci : la Poiesis, à l’œuvre dans l’activité féconde de l’« imaginer«  (que Bachelard nomme aussi, ou baptise, « rêverie« , ou « rêver«  _ Comment écrire ce pur mouvement de la vie ?«  ;

et aussi, encore, page 20, à pointer

que

Bachelard « possédait des dons exceptionnels _ de perception ? d’écoute ? _ de musicien

qu’il a su mettre à profit dans son écriture au style _ = rythme ? _ inimitable » ;

au point que, toujours page 20,

« le philosophe _ analyste de la poiesis _ était _ rien moins que _ habité _ hanté, donc, avec la plus grande fécondité : celle du « génie« , dirait un Kant… _ par cette pensée _ creusante, labourante, fécondante : voilà ! _ musicale,

tellement intégrée à son discours, qu’elle fut pour lui une seconde peau«  _ celle qui ressent, en tout cas, en vibrant de (et par) toutes ses pores ; pas seulement un étui translucide et élastique pour les organes… ;

« la musique était pour Bachelard de l’ordre de l’expérience immédiate« , page 21.

il n’empêche qu’il ne s’agit pas là d’un travail de musicien-compositeur de la part de Gaston Bachelard ;

non plus, d’ailleurs que

d’un travail de poète _ même si tout au long de l’essai Marie-Pierre Lassus parle de la « poésie de Gaston Bachelard«  _ ;

mais de poïéticien…


Par exemple, page 23,

après avoir affirmé que,

à partir d’une « poésie induite » de la musique, « Bachelard a découvert le secret de l’activité poétique, d’origine musicale,

qui doit créer son lecteur et le vivifier«  _ oui ! _,

et noté, dans l’élan, que

« de fait, après une lecture _ de notre part, comme de la sienne à elle, l’auteur de cet essai… _ de Gaston Bachelard,

l’effet éprouvé est comparable à celui qui anime l’auditeur à la sortie d’un concert

ou à l’écoute d’un disque

qui l’a é-mu : on se sent plus vif, plus actif,

et on a la même _ voilà _ impression d’entrer _ mais oui ! _ dans un monde _ riche et cohérent en ses diaprures _ de mouvements et de forces _ c’est bien là LE facteur décisif ! en effet ! _,


Et Marie-Pierre Lassus d’en conclure :

« De là cette magie de l’écriture bachelardienne

_ voilà l’objet de l’analyse de la musicologue ici : ou comment la « poésie«  (en acte !) du style de Bachelard est l’instrument approprié (et efficient) à l’objet de sa recherche analytique (philosophique) : comprendre la poïesis œuvrante de l’« imaginer«  ;

objet traqué par notre philosophe bourguignon sous les espèces variées sensibles et plus ou moins mouvantes (et chatoyantes) de l’air, du feu, de l’eau et de la terre _

qui est le résultat d’une activité intense _ du poïéticien _, transmise au lecteur par l’intermédiaire du texte _ écrit _ et de sa musicalité » _ rien moins !!! page 23.

Et, page 24 :

« Chez Bachelard, « l’excès de vie »

_ Marie-Pierre Lassus emprunte l’expression à la page 40 des Fragments pour une Poétique du Feu, œuvre posthume (inachevée) de Gaston Bachelard, établie et publiée par les soins de sa fille Suzanne Bachelard en 1988 : « si nous pouvions faire sentir que dans l’image poétique brûlent un excès de vie, un excès de paroles,

nous aurions, détail par détail, fait la preuve qu’il y a un sens à parler d’un langage chaud _ voilà : une lave en fusion ! dirais-je, pour ma part… Bachelard mettant l’expression « langage chaud«  en italiques ! _,

grand foyer _ autre métaphore _ de mots indisciplinés

où se consume de l’être,

dans une ambition quasi folle _ de la part du poïéticien qu’il se fait alors… _ de promouvoir un plus-être, un plus qu’être« … :

curieusement, Marie-Pierre Lassus interrompt sa citation à « excès de vie«  : et manque le reste ! si merveilleux ! si lumineusement parlant de l’ambition du style même de Gaston Bachelard à l’œuvre, à l’écritoire ! _ ;

Chez Bachelard, « l’excès de vie », donc _ je reprends le fil de ma citation initiale _,

perçu dans le fil (et l’élan) des « images poétiques«  à déchiffrer-analyser,

provient de son expérience _ sonore (timbres et silences compris)… _ de musicien«  _ toujours cet usage ambigu…

Et d’ajouter, toujours page 24 :

« Bachelard a conservé dans sa poésie _ encore un autre usage ambigu !!! _ cet arrière-plan musical _ à relief et développements _ qui le caractérise »…

Là où l’intuition de Marie-Pierre est beaucoup plus heureuse _ que ces ambiguïtés de formulation et d’usage des termes de « musicien«  et « poète«  _,

c’est dans l’exploration ultra-fine de ce qui demeure de « musical » dans le style philosophique d’écrire et de penser _ mais est-ce dissociable ? _ de Gaston Bachelard s’essayant à l’exploration _ « quasi folle » ?.. _ du poïétique _ opération de « de promouvoir un plus-être, un plus qu’être«  : ces expressions sont cruciales !.. On eût apprécié que Marie-Pierre Lassus s’y arrête, les relève, les retienne, en en déduise (davantage qu’elle ne le fait : trop vite, et trop en passant) ce qu’elles impliquent et de la méthode et de l’ambition quant à l’ontologie (et au rapport de soi et de l’exercice à affiner de ses sens à l’être) _ :


« En répertoriant tous les noms de musiciens, musicologues et chanteurs cités dans ses livres,

nous avons trouvé des révélations sur sa manière _ générale autant que particulière et singulière _ d’entendre », page 24.

« Il nous est apparu ainsi que

la discontinuité

qui est au fondement de la pensée bachelardienne

rejoignait une notion centrale dans la musique du début XXème siècle« 

_ et « parmi les contemporains de Bachelard, Claude Debussy nous est apparu le plus proche en tant que créateur d’une nouvelle manière d’écouter la musique _ celles des choses, ou de l’être, ou du moins de ses flux, de ses ondes, aussi ?.. auxquels se rapporter, soi et ses sens… _ au XXème siècle« , ajoutera l’auteur, Marie-Pierre Lassus, page 25… _

: « loin de se soumettre à une continuité supérieure, d’essence mélodique (comme le pensait H. Bergson),

le temps _ musical, tout autant que bachelardien _ y est toujours jaillissant,

et non donné d’avance

_ ici je renvoie à mon article (du 10 mars 2009) : « la poétique musicale du rêve des “Jardins sous la pluie”, voire “La Mer”, de Claude Debussy, sous le regard aigu de Jean-Yves Tadié« , une lecture de l’essai remarquable de Jean-Yves Tadié : Le Songe musical _ Claude Debussy

En musique, cela correspond au rythme

qui surgit de cet ensemble _ si riche en la complexité qualitative sensible et mouvante, sans cesse « altérée« , activement et ultra-finement « variée« , de son tissu déroulé… : cf ici l’analyse magnifique de Bernard Sève : L’Altération musicale _ ou ce que la musique apprend au philosophe… _ constitué par les sons _ ou, mieux, « les timbres« _ et les silences« , pages 24-25…


Avec ce résultat, page 25, que,

si « le temps est essentiellement affectif » _ la citation est empruntée par Marie-Pierre Lassus à L’Intuition de l’instant (page 39) _,

« la poésie _ de l’écrire, tel que se l’assigne Gaston Bachelard (en sa poïétique), selon Marie-Pierre Lassus _ doit être polyphonique et verticale,

comme la musique et l’homme«  _ cf ici L’Air et les songes (page 283) ; voir aussi L’Intuition de l’instant (page 224)…

Au passage, cela m’évoque la thèse de l’« angularité«  que formule l’assez génial, lui aussi, Henri Van Lier, en son Anthropogénie, paru récemment, aux Impressions nouvelles ; cf le bel article sur ce livre (et ce philosophe hors des sentiers battus : Henri Van Lier), par Robert Maggiori, le 6 mai 2010 dans Libération : « Le tour de l’homme« 

Chez Gaston Bachelard aussi, nous avons affaire et à une anthropologie, et à une « anthropogénie«  ! Je note au passage seulement ici cette remarque de Robert Maggiori à propos des aperçus de Van Lier sur la voix : « Pour la voix, Van Lier ne se contente pas de voir les modifications anatomiques du visage et de la cavité buccale qui ont permis son apparition : il fait une théorie du ton, du timbre _ voilà ! _, du son, du chant, du rythme _ nous y sommes !!! _, des instruments musicaux, une histoire de la musique dans le monde grec, l’Inde ou la Chine, une sémiotique du signe musical, une étude de ses fonctions incantatoires, de la magie, du chamanisme, etc.« … Avec cette thèse : « la chance de l’Homme, c’est qu’il fait des angles »… A comparer avec les intuitions de Bachelard sur ce que la verticalité vient apporter (humainement) à l’horizontalité ; et l’importance décisive, ou cruciale, du rythme… Fin de l’incise Van Lier…


Par là, « l’esthétique bachelardienne et l’esthétique sino-japonaise _ Marie-Pierre Lassus y renvoie de façon judicieuse, notamment via l’œuvre de Tchouang-Tseu ! elle y revient à plusieurs reprises en ce livre ; et la page de couverture du livre présente trois illustrations (« Libellules à fleur de l’eau«  ; « Papillon poudré émergeant des fleurs«  ; et « Les Phénix chantent en harmonie« ), d’après des planches extraites du Fengxuan xuanpin, « un des manuels de cithare qin présentés dans la compilation Qinqu jicheng (introduction à l’étude du qin) dite QQJC, pp. 407 et 398«  _ partagent une même conception du monde fondée sur les éléments de la Nature dans laquelle tout est signe pour l’homme, appelé à en déchiffrer les mystères« , page 26.

Aussi, « en tant qu’imaginaire commun à l’humanité, la Nature, et ses mouvements, fut aussi le point de départ de la musique de Debussy (fervent amateur des estampes japonaises) et de la poésie (sic) bachelardienne« , toujours page 26.


Et Marie-Pierre Lassus d’annoncer qu’elle précisera en le détail des analyses de son livre « en quoi consiste l’universalité de son « esthétique concrète »

et ce que signifie, d’autre part, l’expression de « conscience créante » en regard de la notion d’activité issue de son expérience musicale (sic),

créatrice d’une poétique _ oui ! _ conçue comme une « philosophie de l’acte » ou « philosophie de vie en action »« ,

pour aboutir à cette proposition séminale, page 27 :

« C’est à cette source musicale _ en amont _ que Bachelard revient toujours _ en son écrire ! (ou style) _, en sollicitant _ en aval _ la mémoire sensorielle du lecteur qui, au contact de ses livres _ et à son tour : en lisant vraiment ! _, se reconstruit _ voilà ! _ en apprenant _ en le lisant ! donc… _ à bien respirer (ou à chanter).

Ce faisant, il a ouvert une voie nouvelle à la pensée _ poïétique : dont l’objet d’exploration (=visé) est la poiesis_ et a suivi d’autres chemins que les voies _ traditionnelles, déjà tracées et déjà empruntées par certains _ théoriques _ Aristote distinguait theoria, praxis et poiesis _ ou esthétiques _ en tant que déjà configurées, formées, sinon formatées…

En concevant _ c’est du moins l’hypothèse de travail ici de Marie-Pierre Lassus _ la musique comme une phénoménologie _ en acte (et en œuvres ! en résultant…) _ liée à une expérience humaine _ se faisant et défaisant, et métamorphosant sans cesse : à son plus vif, du moins… _,

il s’est intéressé à ce qui est au fondement _ radical ! _ de la relation _ vivante _ entre les êtres et les choses.

La musique, telle qu’elle est envisagée _ implicitement _ par Bachelard à travers _ principalement _ sa pratique d’écoute,

n’est pas un domaine réservé aux seuls spécialistes et musicologues. Elle fait partie _ de même que la poésie (des poètes ; ainsi que de quelques uns, aussi, des prosateurs…) _ de la vie« …


Alors, « elle est chez lui à l’origine d’une ontologie,

ou d’une « poétique de la relation »

pouvant permettre à l’homme de mieux habiter _ hölderliniennement ! « en poète » ! _ le monde,

à condition de se faire lui-même _ eh ! oui ! sans le craindre, mallarméennement… _ instrument, « harpe éolienne » _ cf le final musical éolien de Vendredi in le Vendredi et les limbes du Pacifique de Michel Tournier… _, à l’écoute des sonorités des êtres et des choses« …


Et Marie-Pierre Lassus de proposer, au final de son « Coup d’archet » d’introduction à son essai,

d' »inviter le lecteur à écouter cette action secrète de la musique sous les mots _ voilà ! c’est ce que signifie le mot « style » ! _

et à les vivre comme le recommandait Bachelard afin de mieux s’éprouver lui-même« , page 28 ;

et mieux penser (musicalement et poétiquement) en le ressentant mieux (ainsi !)

ce qui n’est pas nécessairement visible (= repérable ; ni calculable : ainsi un rythme n’est-il certes pas une cadence mécanique programmable !) :

tels les timbres et les silences, par exemple ;

et les rythmes…

Une dernière chose sur cet essai, Gaston Bachelard musicien _ Une philosophie des silences et des timbres, de Marie-Pierre Lassus :

si le livre ne donne pas lieu à une réelle et claire synthèse en son final, ainsi que je le relevai en mon article précédent,

c’est que l’écrire même de Gaston Bachelard _ à l’instar de celui d’un Montaigne, ou d’un Nietzsche, et de quelques autres de ce même acabit, tel un Pascal aussi… _ ne s’y prête guère,

me semble-t-il…


Et se révèlent infiniment précieuses à cet égard
,

alors,

les remarques de Suzanne Bachelard, sa fille, en Avant-Propos : Un livre vécu (de la page 5 à la page 24) au livre posthume de son père, dont elle a établi une version qu’elle a proposée (au lectorat un tant soit peu curieux) en janvier 1988 : les Fragments pour une Poétique du Feu :

« Quand mon père entreprenait la rédaction d’un livre, après des lectures nombreuses et des notes accumulées,

il commençait par le commencement _ futur, définitif _ du livre _ achevé et proposé ainsi à la lecture du lecteur à venir _,

il ébauchait _ voilà ! _ l’introduction,

plus exactement _ et la précision a toute son importance ! on va s’en aviser… _ le commencement de l’introduction,

parfois avec une note marginale : « un début possible ».

Il travaillait par reprise et rectification. Il ne raturait pas _ mais re-commençait… Il annotait le déjà écrit et récrivait.

Nombreuses sont _ ainsi _ les pages où n’étaient marquées que les premières phrases

auxquelles il attachait _ voilà ! un « départ«  ! _ une valeur dynamique _ de propulsion du penser : de l’écrire comme du lire !

Je me souviens qu’en lisant les Monologues de Schleiermacher il me parla avec admiration du « grand coup d’archet » par lequel commence le livre : « Keine köstlichere Gabe vermag der Mensch dem Menschen anzubieten, als war er im Innersten des Gemüths zu sich selbst geredet hat ».

Écrire les premières pages, c’était prendre son élan _ oui ! se lancer… _,

se donner confiance _ comme c’est juste ! la joie du résultat de l’essayer !

Ces pages ébauchées,

la ligne d’intérêt _ la piste _ suffisamment définie pour être un premier guide _ un premier phare, fût-ce rien que la lueur vacillante d’une lanterne, ou la flamme gracile d’une chandelle ; avec son encouragement ! _,

il se mettait à la tâche, dans un continuel va-et-vient entre l’introduction et les chapitres du livre.

Cette fois _ -ci : pour ce qui ne put pas aller plus loin que des Fragments pour une Poétique du Feu _,

le livre projeté est resté, pour reprendre une expression de mon père, « en chantier ».

Le livre n’est pas resté seulement inachevé. Le livre s’est fait _ aussi ! ou plutôt est demeuré… _ plusieurs. Les intérêts _ les pistes commencées de tracer et explorer… _ se sont multipliés, entrecroisés.

Le choix (éditorial ! impératif !) _ difficile _ est resté ouvert.


Plus loin, page 17,

Suzanne Bachelard note aussi, à propos de l’exploration de l’image du Phénix,

à partir de cette citation de son père : « Pour écrire un livre sur le Phénix il faudrait être maître d’une riche érudition. Il faudrait devenir un historien instruit des mythes et des religions » :

Mon père n’en avait ni la possibilité _ temporelle : il vieillissait _ ni fondamentalement le goût. D’autres intérêts _ d’autres pistes _ l’animaient _ voilà le terme moteur !

Pourtant un regret était _ à demeure et obstinément _ actif _ toujours ce vecteur dynamique ! _ de ne pas être assez instruit.

Éternel écolier _ voilà le sort valeureux de ceux qui ont l’âme sempiternellement curieuse ! _,

mon père aimait _ encore et toujours ! _ apprendre.

On peut noter dans ses livres maintes évocations de l’enfance. Ces évocations sont le signe, non pas d’une nostalgie d’un état _ comme induré _ d’enfance,

d’une nostalgie de l’innocence _ dépassée _,

mais bien plutôt d’une nostalgie des capacités _ voilà ! ludiques ! joyeuses… _ de l’enfance,

capacité d’émerveillement de l’enfant rêveur et libre,

mais aussi capacité d’apprendre _ voilà _ et de se transformer _ ou les métamorphoses de l’épanouir passionné ! 

Le désir se renouvelait constamment de lectures de livres érudits _ à la fois ouvreurs d’autres chemins, encore, et rassureurs de connaissances elles aussi joyeuses…

Transparaissait une tension _ voilà _ entre l’audace de l’imagination libre _ ouverte à de l’altérité et créatrice : génialement peut-être… _

et le contrôle _ plus rigoureux _ d’une pensée instruite _ par-dessus l’ignorance première.

Était en jeu également le besoin de rassurer un imaginaire qui se voulait excessif« …

Voilà…

Une quête sans fermeture d’horizon, de la part de Gaston Bachelard…

C’est de là que m’est venue l’affect (= l’impression première) d’un certain piétinement de la démarche de Marie-Pierre Lassus, en son livre ;

comme si celle-ci (ou plutôt celui-ci, ce livre !) ne nous livrait qu’un état encore un peu trop frais, pas assez (éditorialement) reposé ou muri (= épanoui), de sa propre découverte à elle (= la chercheuse), peu à peu,

du « chantier » infiniment ouvert, et laissé ainsi, de la Poétique (fastueuse en ses audaces comme en sa densité, parfois !) de Gaston Bachelard : des années trente à sa mort, le 16 octobre 1962…

Le dossier est ainsi très riche ; et son exploration par Marie-Pierre Lassus

vaut assurément le détour, déjà…

Merci de ce travail

patient, ample et probe !


Titus Curiosus, ce 12 juillet 2010

Le courage d’intervenir d’un grand architecte, Henri Gaudin : le devenir de l’Hôtel Lambert dans une société veule

26déc

Henri Gaudin vient intervenir publiquement dans le dossier _ en balance, sur la sellette _ du devenir urbanistique (l’île Saint-Louis dans le cœur de Paris) et architectural (l’Hôtel Lambert, un chef d’œuvre de Le Vau) de l’Hôtel Lambert, cette sublime « étrave » au-dessus de la Seine :

dans le numéro du 25 décembre du Monde, « Ne défigurons pas l’hôtel Lambert !, par Henri Gaudin« …

Le courage et l’autorité vraie (d’un artiste réel _ non faisandé, lui !) sont assez rares dans une société de plus en plus veule _ et décomplexée dans sa propension au cynisme (du pouvoir de fait de l’argent) ; et à la corruption (eu égard au Droit) _ pour s’y arrêter un moment, le remarquer, le signaler, lui donner un tant soit peu d’écho au milieu des paillettes de la trêve joliment dite « des confiseurs« …

Ou à propos de la sauvegarde du patrimoine des pierres ; et du sens même de l' »habiter » humain (et inhumain)… Cf ici la parole décisive de Hölderlin…

Voici ce bel article _ et courageux _ de celui, l’auteur des importantes « Considérations sur l’espace« ,

dont Paul Virilio disait, en préface au livre (précédent de l’architecte) « Seuil et d’ailleurs« , en 1992 :

« Henri Gaudin n’est pas un architecte qui écrit, mais plutôt un écrivain, un homme de lettres qui bâtit avec le béton, la pierre ou les mots _ les uns ou/et les autres. Peu importe finalement le matériau, puisque seul compte pour lui le passage, le transfert _ voilà ! _ d’un récit à un autre récit, d’un lieu à un autre lieu. Comment dès lors s’empêcher de le suivre avec curiosité _ oui : vertu précieuse ! _ au travers des méandres d’une pensée qui souvent vous égare _ par ses détours ô combien nécessaires ! à mille lieux du strictement immédiatement utile, c’est-à-dire rentable pour le (seul) profit financier (le plus rapide possible _ Paul Virilio est bien un penseur de la vitesse…), auquel certains veulent réduire l’« économique » (revenir ici à Aristote : « Les Économiques » !!!)… _ pour mieux donner à percevoir _ c’est si précieux, en régime d’anesthésie générale ! On nous endort !... _ le seuil _ crucial ! C’est un terme très présent aussi chez Michel Deguy ; cf mon article d’avant-hier… La ligne de partage des eaux entre le vrai et le faux ? Journal intime tout autant que traité théorique, l’ouvrage d’Henri Gaudin débouche sur l’espérance d’une complexité grandissante _ l’exact opposé de la complication ! ou de la complaisance au vertige maniériste _ qui favoriserait enfin l’ouverture d’esprit, la complicité entre l’architecture et la littérature« , écrivait Paul Virilio…


Voici donc cette splendide « intervention » de Henri Gaudin, architecte, et un peu plus, donc, que de ce seul métier-là, dans Le Monde d’hier (édition datée du 25 décembre, ce jour) ; elle est intitulée, dans le journal, « Ne défigurons pas l’hôtel Lambert !, par Henri Gaudin«  :

« C’est une indignation _ voilà ! _ à la mesure du forfait _ voilà d’abord ! _ qu’on se prépare à commettre à son encontre _ il s’agit de ce joyau d’architecture et d’urbanisme, les deux, qu’est l’Hôtel Lambert (1642), de Louis Le Vau (Paris, 1612 – Paris, 1670), en étrave sur la Seine, de l’Île Saint-Louis, au cœur même de Paris _ : le projet de restauration de l’hôtel Lambert. Cet édifice majeur de l’architecte Le Vau, se dresse sur l’étrave de l’île Saint-Louis, en épousant la courbe de la Seine. Il est rare qu’un tel dynamisme s’allie avec la rigueur d’un ordonnancement au rythme souverain _ qu’on viendrait donc casser…

C’est le quai d’Anjou en son entier qui vient se terminer _ par lui _ sur un jardin suspendu. L’île ménage une proue que domine le corps principal du prestigieux édifice, à la façon dont une passerelle se dresse sur un vaisseau _ Henri Gaudin est aussi un amoureux fou de l’eau, des rives, des ports ; et des bateaux… Le mouvement est si juste, l’assise du jardin suspendu si assurée, le rythme des fenestrages si délicat, l’architecture si dynamique _ adjectifs qualificatifs éminemment sensibles ! _ qu’on croirait voir le bâtiment glisser _ oui : voler même, sans tout à fait désirer s’envoler : il se contente de frémir ! _ le long de la Seine en exposant _ délicatement _ son étrave au courant _ que finit par rejoindre, par un plouf, lui, un Guillaume Apollinaire, un peu plus en aval, au pont Mirabeau… _, sans autre âge que celui de la jeunesse et du futur _ rien moins ! Voilà où existe la vraie modernité !

En abîmer les traits _ comme le ferait, irrémédiablement, le passage à la réalisation de ce « projet de restauration« -là… _, c’est meurtrir la ville _ gravement, grièvement même… _ avec laquelle le magnifique hôtel Lambert fait corps _ physico-biologiquement… Au point qu’on peut parfaitement l’entendre respirer et chanter, pour peu qu’on prête oreille à son souffle chantant : à sa mélodie, comme à ses harmoniques…

Si comme le dit Victor Hugo, « l’usage appartient _ usufruitièrement… ; pour un temps ; car c’est nous (davantage mortels que nous sommes, physico-biologiquement) qui, d’abord, passons (un peu) plus vite : que la beauté des œuvres… _ à quelques-uns et la Beauté appartient _ un peu plus durablement, grâce aux œuvres qui passent, certaines d’entre elles, du moins, un peu plus lentement, tout de même, que nous _ à tous », c’est nous tous _ dotés de nos sens, et pas seulement le regard : encore faut-il apprendre à les « éduquer« , tous ces sens-là… _ qui en sommes les destinataires _ capables de la « recevoir« , l’« éprouver«  : en une « expérience«  ; peut-être en train de se perdre, s’effondrer, celle-là (l’« expérience«  toute personnelle de la « Beauté« ), comme s’en inquiétait, un des tout premiers, un Walter Benjamin (à la suite, sans doute, de Baudelaire)… Qui n’a pas ressenti _ quelques uns, malgré tout : Béotiens, gougnafiers, goujats, barbares (jusqu’à, eux, même « sortir leur revolver« …) _ qu’on ne saurait _ hélas : de droit ! _ séparer la singularité prestigieuse _ architecturale _ de cet édifice _ de pierres _ du tout _ urbanistique _ qu’est la ville ? La manifestation _ éclatante de grâce ! _ de sa beauté dépasse _ en la sidérant _  notre propre personne _ certes : sublimement, même… _ et intéresse la communauté _ non seulement citoyenne démocratique, mais « humaine« , pas moins !.. _ en son entier. Témoignant d’une époque _ d’un classicisme encore baroquisant : 1640, ou 42 ; c’est encore le règne de Louis XIII (et de Richelieu, qui va mourir cette année-là : le 4 décembre 1642, à l’âge de cinquante-sept ans ; Louis XIII le suivra de près dans la tombe, mourant, lui, à Saint- Germain-en-Laye le 14 mai 1643 ; il était né le 27 septembre 1601 à Fontainebleau) _ d’intense activité esthétique et éthique _ les mœurs se raffinaient ; débutait, encore au milieu, certes, de la manie passablement meurtrière , encore, des duels, et à l’Hôtel de Rambouillet, « l’âge de la conversation«  _, l’excellence de son architecture _ française ! Que fait donc le ministre Besson !!! Quid, ici, de l’« identité nationale«  ?!! _, comme toute œuvre d’aujourd’hui, offre sa puissance créatrice à travers le temps _ à nous de la laisser rayonner, au lieu de, stupidement, l’interrompre : en la massacrant (pour une multiplication de salles de bains, d’ascenseurs et d’emplacements de parking)…

Le Vau, son architecte, n’est pas seulement contemporain _ 1612-1670 _ de son siècle, il s’adresse _ oui !

et à dimension d’éternité ; cf John Keats (Finsbury Pavement, près de Londres, 31 octobre 1795 – Rome, 24 février 1821) : « A thing of beauty is a joy for ever« … :

« A thing of beauty is a joy for ever :
Its loveliness increases; it will never
Pass into nothingness; but still will keep
A bower quiet for us, and a sleep
Full of sweet dreams, and health, and quiet breathing
« … (dans « Endymion« , qui paraît à Londres en 1818…) _


à des générations futures, à tous ceux _ en voie de raréfaction ? devenant électoralement minoritaires ? _ qui pensent que la modernité est de tous les âges _ voilà ! le mauvais goût, certes, lui aussi : et incomparablement plus amplement ! vivent nos démocraties populistes ! _, à ceux qui stigmatisent la bassesse par l’exigence _ la plus noble _ de l’esprit _ bassesse et exigence : voilà ! A ne pas trop intervertir ! cependant… Ne défigurons pas une beauté _ telle est bien en effet la menace présente ! _ sous la séduction de laquelle nous tombons tous _ pour peu que nous y soyons, chacun, réellement et activement attentifs ! Soyons à son écoute _ proprement musicale ! 1640-42, c’est l’heure des musiques de Moulinié, Guédron, Boesset, qu’a (et ont) su si magnifiquement (nous) rendre Vincent Dumestre et son « Poème Harmonique«  ; cf le sublime coffret de 3 CDs Alpha « Si tu veux apprendre les pas à danser _ Airs et ballets en France avant Lully« , CDs Alpha 905 : une merveille de vie (et de tout un « monde«  d’extrême beauté !) restituée ! _, respectons l’intransigeance _ parfaitement noble et gracieuse, tout à la fois ! pas « m’as-tu vue«  _ de son architecture, admirons la richesse des prestigieuses peintures de Le Sueur et de Le Brun. Écoutons-en, encore, tout le concert merveilleux des voix… Sur ces conditions-là d’« accueil« , par chacun (= personnellement), de la beauté, relire inlassablement le lumineux « L’Acte esthétique » de Baldine Saint-Girons ; tout particulièrement le récit de la « rencontre-découverte«  avec la ville de Syracuse, en compagnie de deux amis, au chapitre premier, si je puis me permettre ce conseil un peu précis …

Hélas ! le projet de « réhabilitation » manifeste l’intention de construire un parking sans se soucier _ bien effectivement, pourtant ; on ne peut plus élémentairement pragmatiquement ! _ des bouleversements des sols et du dommage causé _ ainsi, si ce projet venait à se réaliser _ aux substructions intouchées depuis 1640.

Lord Byron, Ruskin, Wagner, Proust, tous amoureux de Venise, ont-ils jamais exigé _ mais étaient-ils, eux, il est vrai, somme  toute, assez fortunés, pour l’obtenir ?!.. ils n’y étaient, aussi, que de passage ; et ne prétendaient pas, par l’achat, à un droit de « propriété«  _ que leur carrosse et plus tard leur voiture pût accéder à l’intérieur des palais dans lesquels ils résidaient ? Quelle aberration d’exiger _ pour s’y « installer » et y « demeurer » un peu, en ce « cœur« , vibrant de vie, de Paris… _  l’intrusion d’un parking à l’intérieur de l’édifice, de construire trois ascenseurs, de soustraire des pièces _ les casser, les détruire ; les remplacer par autre chose de mieux adapté à leur présente « commodité« , ou « confort » de « résidents«  à demeure… _ d’une délicate harmonie au profit de salles de bains multiples, d’altérer la proportion de certains salons, de supprimer des manteaux de cheminées et des escaliers élégamment balancés _ la beauté, qui avait résisté au passage du temps : délicate « harmonie« , « proportion« , « élégance«  balancée, faisant brutalement les frais de pareilles « soustraction« , « altération« , « suppression« 

Ignore-t-on _ conseils d’experts aidant… _ que par la surenchère _ hyper-luxueuse _ d’aménagements superflus de salles de bains et par la transformation du chef-d’œuvre en hôtel de luxe, on expose dès lors l’édifice aux impératifs d’une technique qui impose _ technologiquement, bien sûr _ des passages de gaines de ventilation en tous sens, altérant _ gravement, grièvement même _ l’ensemble de la construction et menaçant, par l’ampleur de locaux sous le jardin suspendu, l’intégrité _ de viabilité « technique » élémentaire ! Et patatras !!! _ des fondations _ mêmes.

C’est ne pas entendre _ en tous ses sens ! _ les harmoniques _ au-delà de la strate première des mélodies _ de proportions savantes, c’est être aveugle au rayonnement _ en effet ! l’Art irradie et impulse ! _ qu’émettent _ oui ! toujours ! et encore ! _ les prestigieuses œuvres des peintres Le Sueur et Le Brun, auquel on doit la Galerie des glaces de Versailles ; c’est ne pas écouter ce dont les murs ont _ musicalement _ perçu les échos _ dont ils ont reçu, et perpétuent, jusqu’ici, une subtile imprégnation… Oui ! ces murs ont une âme _ voilà ! _, ces espaces sont investis _ poétiquement ! _ de ce dont ils ont été témoins _ et cela au profit de (plus prosaïques) glou-glous d’évacuation de bondes et tuyauteries de plusieurs salles de bains… Les Nymphes et Dryades (de la Seine) qui fréquentent encore le lieu vont déserter à jamais ce merveilleux rivage parisien…

Il est paradoxal de maltraiter ce qui est _ artisanalement _ authentique et de se soustraire au respect _ admiratif, avec combien d’émotion ! _ d’une œuvre prestigieuse dans le même temps qu’on s’affaire _ contrevenant à l’esprit même d’une époque _ à placer sur les façades des colifichets (pots à feu et autres pots à fleurs) dérisoires _ à l’ère, il est vrai, de la duplication effrénément dé-complexée (cf les parcs d’attraction touristiques de La Vegas, Macao, etc.., aux portillons desquels se bousculent, en foules, des chalands : sources de devises…)…

Qui peut être dupe de cette manière de nous donner _ sur le dossier, du moins _ le change en s’affairant maladroitement _ comme maniéristement (en kitch, seulement !) : à contresens même des fusées et bouillonnements délicats du classicisme naissant _ à l’inessentiel ? Mutiler salons et escaliers, rehausser le soubassement par un parapet qui alourdit sa proportion est une faute _ d’Art. Peindre des menuiseries en trompe-l’œil sur la façade, une mascarade _ ridicule : mais qui en rit à l’heure des révérences kitch ?.. Cf les « installations » _ « festives«  (ainsi que les énoncerait un Philippe Muray) _ à Versailles de Jeff Koons ; cf mon article du 12 septembre 2008 : « Decorum bluffant à Versailles : le miroir aux alouettes du bling-bling«  Et comment peut-on faire disparaître _ à jamais _ de vieux appareillages de pierre dont les assises disjointes témoignent de l’empirisme _ si savant _ des savoir-faire et du travail _ si délicat, alors… _ des maçons ?

Laissons _ donc _ à leur simplicité _ belle, pure _ de vieilles cheminées qui font bon ménage avec l’esprit _ oui _ du Grand Siècle et sont des marques touchantes _ pour les non insensibles, du moins _ de la vie quotidienne _ qui survit un peu ainsi ; cf le témoignage des « scènes de genre » d’alors… Comble de cynisme _ le mot est lâché ! _ : sous couvert de respect _ affiché seulement (et mensongèrement, davantage qu’illusoirement, probablement…), à l’heure de la débauche dévergondée et décomplexée (au pouvoir !) des faux-semblants en tous genres ! affichés ! _ du passé, on se propose de détruire d’authentiques lucarnes et leurs balcons en fer forgé pour leur substituer des succédanés dont la proportion maladroite brise le mouvement ascendant du motif d’entrée _ et voilà ! Ah, les belles âmes que sont les sectateurs d’une authenticité _ de façade seulement !!! _ au service de laquelle on sacrifie le vrai _ irremplaçable, lui _ à la mythologie _ idiote _ de la symétrie et de l’équilibre.

Niaiseries des « nigauds aux goûts appris » _ seulement ; et non, hélas, « compris«  _, persiflait Stendhal, désignant les contempteurs de la dissymétrie et de l’irrégularité de l’admirable place du Quirinal, à Rome _ en ses belles « Promenades dans Rome«  ; cf aussi, hélas, a contrario, le triste contresens (angevin seulement, de Saint-Florent-sur-Loire) de l’« Autour des sept collines«  de Julien Gracq, si insensible à l’idiosyncrasie de la beauté romaine : lui a « tourné autour«  sans jamais savoir y pénétrer si peu que ce soit (le texte original est à la librairie José Corti)…

Peut-on briser _ incisivement ! _ la carapace d’indifférence dont se revêt _ face aux manigances de certains puissants, aidés de la propagande bulldozer de la plupart des medias (au nom de « l’air du temps«  paré des plumes (de paon) de la « modernité«  : la « mode« ... cf le petit livre récent de Marie-José Mondzain : « La Mode«  _ la société ? A travers les mouvements d’indignation contre la mutilation de l’hôtel Lambert, on a l’espoir que oui. Nombreux sont _ encore _ ceux qui saisissent _ et ressentent _ qu’une œuvre est un maillon _ en effet ; et une pierre de touche… _ de la longue chaîne _ à la fois forte et fragile _ de la modernité qui parcourt les siècles, et qui ont foi _ plutôt qu’en le pouvoir (actuel) de leur argent _ en la vie _ tout aussi uniment fragile et forte ! _ de l’esprit _ et en la « civilisation«  Ils savent que, dans une époque d’intense activité éthique et esthétique _ mais où se situe sur ce terrain-là, la nôtre, d’« époque » ?.. _, les créateurs refusent de n’être que les hommes du présent _ à courte vue _, et s’adressent à ceux qui vivront le futur _ il est vrai qu’à d’autres époques on s’est mis à bâtir à beaucoup plus « courte vue« , donc ; pour le « rapport«  (financier) le plus rapide, voire immédiat, possible ; sans souci du « durable » ; ni, a fortiori, de l’« éternel » : l’« inhumanité« , à commencer par architecturale (en dur, mais promise, forcément, à rapide, aussi, obsolescence !), débutant-là son expansion… Et maintenant prolifèrent les investissements « spéculatifs«  (« après nous, le déluge !« ) des fonds de pension…

Si ce bâtiment _ l’Hôtel Lambert, de Louis Le Vau, donc _ est grand _ oui _, c’est parce qu’il est le point d’orgue _ un concept musical, encore, qui implique un souci de l’« ensemble«  ; et de l’altérité : à « intégrer » avec souplesse et délicatesse ; tout un art, en effet !.. _ d’un ensemble _ urbain et urbanistique _ qui s’appelle l’île Saint-Louis. Comme être singulier _ certes ; et même qui « impressionne » !.. _, il _ le bâtiment, la bâtisse _ n’en fait pas moins partie d’un tout _ en effet : à l’heure de l’individualisme débridé ! _, tant il a d’affinités avec des proximités _ l’ïle Saint-Louis tout entière ! _ qu’il emporte _ oui ! _ dans son élan _ splendide ! en effet : voilà ce qu’apporte(nt), à la lecture, le regard et l’écriture, en relais, superbes, d’un Henri Gaudin !.. Avec quelle grâce il se greffe _ à « se fondre« , préciserait Henri Bergson, en son « Essai sur les données immédiates de la conscience«  _ au quai d’Anjou ! Cet édifice met en branle _ il « inspire » l’« Homo spectator«  (et son « Acte esthétique » !..) par sa superbe « respiration » même… _ l’imagination, et nous porte _ nous, « promeneurs«  ou « visiteurs«  « flâneurs«  (un peu mieux que « touristes«  : « consommant« , surtout, ou de plus en plus, à la va-vite, des « clichés » ; et du « simili« -vrai, proposé à très rapide « identification«  : à la louche ; selon la politique à grande échelle mondialisée des « tour-operators« …) ; d’une cité telle que Paris _ à l’essentiel _ voilà : la beauté, la vérité, la justice _ par sa qualité de trait, sa qualité de tension _ oui : c’est un rythme ! _, sa façon d’avoir créé un avenir _ de goût sublime. Ne nous leurrons pas ! Et donc ne laissons pas détruire cela… Qui est sans prix ! S’en rend-on assez compte en hauts-lieux (« de pouvoirs« ) ?.. Ou quand toutes les villes du monde finissent par se ressembler…

Sur le devenir des villes du monde, je renvoie au passionnant « Mégapolis _ les derniers pas du flâneur » de Régine Robin ; et à mon article du 16 février 2009 sur ce très riche travail : « Aimer les villes-monstres (New-York, Los Angeles, Tokyo, Buenos Aires, Londres); ou vers la fin de la flânerie, selon Régine Robin« 

Musil _ hyper-lucide lui aussi ; cf le beau livre de Jacques Bouveresse (sur son œuvre) : « La Voix de l’âme et les chemins de l’esprit : dix études sur Robert Musil«  : Musil (1888-1942), un contemporain capital, décidément… _ nous invite _ en un essai (majeur !) de 1922 intitulé « L’Europe désemparée, ou petit voyage du coq à l’âne« … _ à voir clair : « Jamais plus _ redoute-t-il _ une idéologie unitaire, une « culture » _ vraie ; pas de l’ordre de ce que Michel Deguy qualifie de « le culturel«  ; cf mon article précédent : « la situation de l’artiste vrai en colère devant le marchandising du “culturel” : la poétique de Michel Deguy portée à la pleine lumière par Martin Rueff«  _ ne viendront d’elles-mêmes dans notre société blanche… » C’est pour cette raison qu’on peut être _ à très juste titre ! _ fasciné par l’intensité créatrice _ admirable concept ; et percept ! _ de l’admirable édifice de Le Vau, et que ce n’est pas _ en droit ! _ à lui _ l’édifice de Louis Le Vau _ de se conformer à nos usages, mais à nous _ et qui que nous soyons ! _ de savoir vivre selon _ »vivre selon«  : ou la question de l‘ »ordre » des valeurs ; doublée de celle de ce qui vient les « fonder«  « vraiment«  ! loin du bling-bling ou des commodités _ de fait, lui et elles _ du tout-venant : salles-de-bains, parking, etc… On peut certes se loger (et « parquer«  !..) ailleurs à Paris que Quai d’Anjou… _ ce qu’il émet _ toujours : « a thing of beauty«  ! « a joy for ever« , disait Keats… _ d’échos harmonieux _ musaïques ; Michel Deguy, tout comme Martin Rueff, ont cette musaïque (et musicale ; poétique) oreille _ cf mon précédent article du 24 décembre… Cela doit-il ne concerner que quelques happy few, seuls « demeurés« , et pour combien de temps, vraiment « humains«  ? Cf ici le « Humain, inhumain, trop humain«  de l’ami Yves Michaud…

Former l’aisthesis est, par là, un « enjeu » (éducatif « civilisationnel«  !) à la fois général et singulier

_ cf aussi, du très attentif Jacques Bouveresse, et encore sur l’hyper-sensible Musil, le plus que très judicieux « Robert Musil _ l’homme probable, le hasard, la moyenne et l’escargot de l’Histoire«  : à propos de l’importance et limites (!) des comptes statistiques !.. Et eu égard à ce que Walter Benjamin nomme « la destruction _ générale et singulière, donc ! _ de l’expérience«  ;

et que reprend, en (tout) son œuvre, Giorgio Agamben ; et ce, dès son tout premier livre, au sous-titre parlant ! : « Enfance et Histoire _ Destruction de l’expérience et origine de l’Histoire«  ;

ainsi que le fait remarquer Georges Didi-Huberman à la page 61 de son tout récent « Survivance des lucioles« , paru le 8 octobre dernier : pour en contester le diagnostic, il est vrai ; et y répliquer… :

« les lucioles n’ont disparu qu’à la vue de ceux qui ne sont plus à la bonne place pour les voir émettre leurs signes lumineux«  ; et il poursuit, présentant l’objectif même de son livre : « on tente de suivre la leçon de Walter Benjamin, pour qui déclin n’est pas disparition. Il faut « organiser le pessimisme », disait Benjamin«  ; « et les images _ pour peu qu’elles soient rigoureusement et modestement pensées _ ouvrent l’espace pour une telle résistance« , propose donc en son ouvrage Georges Didi-Huberman…

Cf aussi mon article du 14 avril 2009 à propos du livre précédent de Georges Didi-Huberman « Quand les images prennent position«  : « L’apprendre à lire les images de Bertolt Brecht, selon Georges Didi-Huberman : un art du décalage (dé-montage-et-re-montage) avec les appoints forts et de la mémoire activée, et de la puissance d’imaginer« .

Fin de l’incise à propos de Musil et de Benjamin : on mesure les enjeux de ce débat de « civilisation«  !.. _

former l’aisthesis est, par là, un « enjeu » (éducatif « civilisationnel«  !) à la fois général et singulier

on ne peut plus « prioritaire«  (cf aussi le très important « Le Partage du sensible«  de Jacques Rancière) « de civilisation« , à cette heure de croisée des chemins ; face aux nouveaux barbares (du bling-bling et du fric : qui se croient tout permis ; faute de moins en moins de contre-pouvoirs ; ou d« autorités«  qui aient le courage de leur « faire face«  ; à commencer « leur signifier leur fait«  !!!) ; sur le terrain même de la hiérarchie des valeurs !..

Cf aussi là-dessus, encore, l’urgentissime « Prendre soin _ De la jeunesse et des générations« , du lucidissime, également, Bernard Stiegler…

J’ai entendu, dans la consternation, que les défenseurs de l’intégrité d’un fleuron de notre culture étaient des xénophobes _ eu égard à la nationalité (quatarie…) des propriétaires du lieu. Je m’insurge ! Le sont _ « xénophobes » !.. _ ceux qui menacent l’intégrité d’un patrimoine _ et son « identité« ‘, cher sourcilleux Éric Besson (expulseur d’Afghans pauvres et hyper-démunis, eux, en avion direct pour Kaboul…) ! _ ; ceux qui ruinent les inventions de vivre _ encore une superbe expression ! en ce splendide article ! _ des Asiatiques, des Amérindiens, de l’islam, et participent à la destruction des cultures qui font monde _ « faire monde » : un enjeu essentiel face à la dés-humanisation ! galopante ; et l’« im-monde« 

Où l’on reconnaîtra que les premiers destructeurs c’est nous : à Pékin, à Shanghaï, en Europe et ailleurs. »


Architecte…

 

 Henri Gaudin

Une intervention décisive salutaire d’un artiste qui fait autorité ; là où prétendent dominer les postures _ vaines ! _ des imposteurs (friqués) !

Un blog peut (ou doit) se faire l’écho de tels émois (esthétiques et artistiques, les deux indissolublement conjoints !)

qui ne se résignent pas à ce qu’on est en train de défaire, pierre à pierre, de ce qui « faisait notre monde« 

en sa plus belle « humanité« …

En amoureux du classicisme baroquisant, j’y fais donc, modestement, de ma place toute provinciale, « écho« …

Titus Curiosus, ce 26 décembre 2009

L’incisivité du dire de Martin Rueff : Michel Deguy, Pier-Paolo Pasolini, Emberlificoni et le Jean-Jacques Rousseau de « Julie ou la Nouvelle Héloïse »

12déc

Le choix de Céline Spector de donner la parole, dans le cadre des conférences de la saison 2009-2010 de la « Société de Philosophie de Bordeaux« , à l’excellent Martin Rueff mardi dernier 8 décembre sur le sujet du « temps du récit » dans l’œuvre, multiforme _ et sous cet égard aussi, particulièrement intéressante ! _, de Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) _ entre « L’Émile« , en 1762, et « Julie, ou la Nouvelle Héloïse« , en 1761 ; ou, encore, le premier des « Dialogues » (in « Rousseau, juge de Jean-Jacques« , commencé de rédiger en 1772 et paru, posthume, en 1780) _ en une conférence d’une très grande finesse _ à partir des réactions dont témoigna Rousseau lui-même à l’ultime tableau de Nicolas Poussin dont le sujet est « Le Déluge« , en « L’Hiver » de la sublimissime série des « Quatre saisons » du peintre des Andelys (1594-1665) : on peut les admirer se faisant face, les quatre, à un carrefour de grands couloirs du Louvre (depuis qu’elles furent intégrées, ces quatre-là, aux collections royales, Louis XIV les ayant gagnées, au jeu de paume, en 1665, contre le premier duc (après le cardinal lui-même !) de Richelieu (Armand-Jean, 1639-1715 : celui-ci, petit-neveu du cardinal, héritant du titre par lettres patentes, en 1657) qui les avait commandées au « romain«  Nicolas Poussin !  au sein d’un lot de vingt-cinq tableaux de la collection du duc de Richelieu !.. _ ;

le choix de Céline Spector de donner la parole à l’excellent Martin Rueff en une conférence d’une très grande finesse intitulée « Le Pas et l’abîme _ ou la causalité du roman gris » _ c’est-à-dire faisant (assez virtuosement !..) l’économie du romanesque, à la Samuel Richardson (1689-1761) : « romanesque«  réputé (justement ! se reporter aux chiffres !) vendeur … : avec un immense succès pour pareil exploit d’écriture (grise, donc, ici…) ! Le roman (« gris« ) de Jean-Jacques « Julie, ou la Nouvelle Héloïse« , qui parut en 1761 chez l’éditeur Marc-Michel Rey à Amsterdam et qui allait être maintes fois réédité, fut, en effet, lui aussi, à son tour, après le « Pamela«  (en 1740) et le « Clarisse Harlowe » (en 1748) de Richardson, l’un des plus grands succès de librairie de la fin du XVIIIe siècle _,

le choix de Céline Spector de donner la parole à l’excellent Martin Rueff

m’a non seulement personnellement permis d’un peu mieux pénétrer dans la pluralité des régimes d’écriture du très ingénieux polygraphe qu’a été Jean-Jacques Rousseau, insatiable chercheur de formes de reconnaissance éditoriales (ainsi qu’aussi de la part du lectorat), au moins autant que sociales, de sa singularité, en ce riche « siècle des Lumières« , au milieu de tant de talents d’esprits eux-mêmes acérés et brillants se disputant la focalisation des attentions des regards des membres assidus des salons parisiens _ Céline Spector m’avait déjà recommandé, il y a quelque temps, quand je lui faisais part de mon goût pour le très riche d’enseignements divers « L’Âge de la conversation« , de Benedetta Craveri (après son passionnant, déjà, « Madame du Deffand et son monde« ), du travail foisonnant, lui aussi, « Le Monde des salons : sociabilité et mondanité à Paris au XVIIIème siècle » d’Antoine Lilti _,

mais aussi, et mieux encore _ pour ce qui concerne ma curiosité personnelle ! _, signalé le travail de fond de Martin Rueff _ d’abord, le colloque de Cerisy, en mai 2006 : « Michel Deguy : l’allégresse pensive«  (aux Éditions Belin) ; puis le récent « Différence et identité : Michel Deguy, situation d’un poète lyrique à l’apogée du capitalisme culturel«  _ autour des soucis de l’incisivité de la parole d’un esprit aussi judicieux et lucide que celui de ce contemporain majeur, aujourd’hui, qu’est Michel Deguy _ né en 1930, c’est son ami Jean-Marie Pontévia (1930-1982), mon maître d’Esthétique à la Faculté des Lettres de Bordeaux, qui m’avait fait découvrir son œuvre avec « Actes« , dès 1966… _ :

du « grand » Michel Deguy, lire en toute première et radicale urgence son indispensable et si remarquablement incisif, en effet, « Le Sens de la visite« , paru aux Éditions Stock en septembre 2006 : un livre lui-même majeur (!!!) _ qu’il m’est arrivé plus d’une fois de citer dans des articles de mon blog, tout particulièrement pour sa critique acerbe et tellement perspicace de ce qui se présente, expose, affiche, montre (à quelque reconnaissance « admirative«  d’autres : un public…) comme « culturel« 

Le titre même de ce travail majeur pour l’intelligence même de notre aujourd’hui _ rien moins ! _ qu’est ce « Différence et identité : Michel Deguy, situation d’un poète lyrique à l’apogée du capitalisme culturel »

s’éclairant par ces lignes superbes de l' »Avertissement » (qui ouvre et nous présente le travail de ce livre généreusement ample _ de 460 pages : alertes autant que charnues ! _ en même temps que merveilleusement précis _ l’« Avertissement » court de la page 7 à la page 36) de Martin Rueff, à la page 11 :

« En dépit de ses inachèvements et de sa difficulté, l’étude de Walter Benjamin sur Baudelaire

_ « Charles Baudelaire _ Un poète lyrique à l’apogée du capitalisme » !.. traduite en français par Jean-Yves Lacoste en une parution chez Payot en 1982 ; et rééditée en « Petite bibliothèque Payot » en 2002 _,

dont je reprends le titre

et dont j’essaie de prolonger l’enquête _ nous avise très précieusement Martin Rueff en cette page 11 de son grand essai _

eût dû convaincre les plus obtus

_ c’est-à-dire ceux qui s’obstinent à comprendre « la question de la situation en terme de « réduction » (sociologique, économique, philosophique, etc…) et qui restent prisonniers du schème mal entendu d’une poésie comète impossible à situer, collection d’hapax et de constellations inexplicables« . Avec cette double conséquence (malheureuse !) qu’« ils dessinent des cartes où les fleuves sont privés de source et dont l’embouchure se perd«  et que, alors, « on a du mal à inscrire les noms dans le paysage«  _ de la vraie culture _ ;  qu’« on se perd«  ; et qu’« on se prend à rêver _ seulement !.. _ sur des portulans anciens où la poésie semblait plus facile à situer » _ et pour cause : bien des « routes de culture«  se sont depuis bien brouillées, en la « modernité«  hyper-technologisée… ; il s’agit là des phrases précédant immédiatement celle qui fournit la clé du titre de l’essai de Martin Rueff ! _

eût dû convaincre les plus obtus« , donc, que

« situer un poète,

c’est se donner le moyen de le lire :

se loger dans la réceptivité imposée par son œuvre,

l’habiter,

faire se rejoindre les conditions de son intelligibilité et les dimensions ouvertes par sa sensibilité. »

Ainsi que « comprendre sa beauté« , toujours page 11.

Et Martin Rueff de préciser encore, un peu plus largement, et toujours page 11 de cet « Avertissement«  :

« Toute situation de la poésie implique une réflexion sur l’imaginaire politique et social de la langue, une thèse sur les rapports entre les catégories historiques et les catégories linguistiques. Cette réflexion animait  _ oui ! _ la pensée de Walter Benjamin« . Et « Elle est au cœur de la réflexion de Michel Deguy sur la langue de la littérature  _ « Qu’est devenue la beauté « en français » (ou du français, si vous préférez) ?«  (in « Le Grand cahier Michel Deguy » qu’a dirigé et publié Jean-Pierre Moussaron, aux Éditions « Le Bleu du ciel« , à Bordeaux, en 2007) _ et de ses méditations récurrentes sur la traduction« , toujours page 11 de son magnifique « Différence et identité « 

Voilà pour présenter bien trop rapidement ce grand livre

_ auquel je ne manquerai pas de consacrer un plein (et vrai) article…

L’article récent de  Jean-Claude Pinson sur « Différence et identité : Michel Deguy, situation d’un poète lyrique à l’apogée du capitalisme culturel » de Martin Rueff

est assez judicieux pour que je me permette de le relayer (à lire) ici…

Le voici :

« Si Michel Deguy, parmi les poètes de sa génération, n’est ni le plus immédiatement lyrique ni le plus avant-gardiste, il est cependant, nous dit Martin Rueff, le « plus décisif » _ un adjectif particulièrement perspicace ! Or, pour qu’une œuvre puisse être envisagée à _ juste _ hauteur de ses enjeux et de son ambition propres (de sa décisive incidence _ voilà ! _), il ne lui suffit pas de persister dans son être. Il faut encore qu’elle soit vraiment comprise et lue _ certes ! d’abord réellement « lue« , puis « vraiment comprise« , en profondeur, si je puis m’exprimer ainsi, par un large public qui fasse réellement « sienne«  sa « leçon » !..

C’est seulement alors qu’elle peut opérer _ voilà ! _ dans l’époque, une époque où plus rien de va de soi _ c’est même assez peu dire ! _ quant à la poésie _ face aux usages mercantiles massifs, marketing aidant, de la rhétorique qui a fait son (immense) retour ! Cf ici l’important travail dirigé par Gilles Philippe et Julien Piat : « La Langue littéraire _ une histoire de la prose en France de Gustave Flaubert à Claude Simon« , qui vient de paraître aux Éditions Fayard ; et sur lequel je rédigerai prochainement un article. Un travail très important ! Cette remarque étant, bien sûr, un ajout entièrement mien… Et la chose est d’autant moins aisée que l’œuvre _ poétique de Michel Deguy _, assurément difficile _ tant elle est fine, affutée, pointue jusqu’en l’« abstraction«  de concepts, et jusqu’à quelques néologismes, parfois, qu’elle manie : quand l’occasion de leur « précision«  acérée se fait « sentir«  _, déconcerte l’idée moyenne _ voilà _ de la poésie que façonnent les _ un peu trop _ habituels _ = convenus _ outils de sa réception. Dans cette perspective, en proposant l’approche la plus fouillée et synoptique _ oui ! une analyse magnifique de clarté ! _ que l’on connaisse à ce jour de l’œuvre considérable _ et le plus souvent « creusante« … _ de Deguy, le premier grand mérite _ oui ! _ de l’essai de Martin Rueff est de fournir les cadres conceptuels _ voilà ! _ d’une réception à la hauteur _ c’est exactement cela ! _ d’une poésie et d’une pensée poétique d’une rare exigence _ qui en font, aussi, les deux indissolublement, son prix.

Souvent l’érudition, plus qu’un étai, se révèle être un écran dans l’appréhension d’une œuvre. Bien qu’il fourmille de références et de notes de bas de page, le gros essai _ de 460 généreuses pages _ de Martin Rueff ne tombe pas _ en effet ! _ dans ce travers. Son érudition n’éblouit pas, mais éclaire _ c’est tout à fait cela ! _, convoquant _ avec une très grande générosité, donc _ les travaux des poéticiens comme ceux des philosophes, des anthropologues ou des linguistes, pour mieux mettre à jour et reconstruire de l’intérieur _ oui ! _ la « poétique profonde » _ en son « chantier de fouilles » en permanence poursuivi, sinon perpétuellement recommencé… _ de l’œuvre de Deguy _ voilà ! Et il n’en fallait pas moins sans doute _ au-delà des successifs ouvrages de Michel Deguy lui-même _ pour saisir les enjeux _ oui ! _ d’une œuvre qui se sera frottée _ avec un fier constant courage ! _, tout au long de plus d’un demi-siècle, à la plupart des grandes questions portées par les penseurs et créateurs de notre époque (de Heidegger à Derrida ou Negri en passant par Zanzotto ou Claude Lanzmann). Ce faisant, la somme de Martin Rueff, au-delà de l’œuvre propre de Michel Deguy, se présente _ aussi, même si c’est en une parfaite discrétion ! _ comme un grand traité de poétique _ oui ! _, susceptible de nourrir la réflexion _ oui ! _ de tous ceux qui continuent aujourd’hui à penser que l’affaire de la poésie, dans le moment même de son retrait, demeure paradoxalement une chose des plus sérieuse _ et comment ! Car si la naïveté (une naïveté seconde) peut être aujourd’hui recherchée par le poème, nul ne peut plus ignorer, « après le constat de Schiller et la leçon de Baudelaire », que la naïveté théorique n’est plus, ne peut plus, elle, être de mise _ cf pages 194-195.

En écho à Heidegger («Identité et différence », dans « Questions I« ) et à Deleuze (« Différence et répétition« ), le livre de Martin Rueff sonne, par son titre, comme un traité philosophique. S’il ne s’y réduit évidemment pas, ce n’est pas cependant usurpé _ en effet ! Non seulement parce que Deguy est _ bien _ un « poète métaphysique », mais parce que, déplaçant _ oui  _ les frontières ordinairement reconnues entre poésie et philosophie, l’auteur du « Tombeau de Du Bellay » _ aux Éditions Gallimard en 1973, puis en 1989 _ fait à sa façon œuvre de philosophe créateur (à propos notamment de questions aussi essentielles que celles de la différence ou du schématisme _ en effet ! _). De ce point de vue Martin Rueff n’a pas tort de parler d’un « tournant littéraire » de la phénoménologie, tournant dont le poète serait l’un des acteurs majeurs. Et l’on prend mieux la mesure, à lire cet essai majeur, de l’importance de Deguy aussi comme philosophe _ philosophe singulier, car philosophe depuis la poésie. En effet !

Le titre de l’essai l’indique, c’est rien de moins que dans le grand débat post-hégélien relatif aux limites de la raison dans son rapport au réel que s’inscrit la pensée de Deguy. Débat essentiel, tant pour la philosophie que pour la littérature, où l’héritage critique de Heidegger comme celui de Bataille ont connu maints développements majeurs, aussi bien chez des philosophes comme Derrida que chez des poètes penseurs comme Bonnefoy ou Prigent. Pour le dire très vite, l’apport propre de Deguy est de proposer une théorie de la connaissance poétique _ oui _ comme _ et l’expression est à relever ! _ « empirisme perçant » doublée d’une critique _ acerbe ! _ de notre époque comme apothéose de l’arraisonnement du monde _ voilà ! _ par la technique (le Gestell heideggérien) sous la forme du « culturel » _ d’où des références multipliées, ces derniers temps, aux travaux de Bernard Stiegler, de la part de Michel Deguy… À la réduction tautologique du réel, au clonage généralisé _ voilà ! _ de toute chose qui résulte du triomphe planétaire de l’image-simulacre _ cf ici les références au travail lumineux de Marie-José Mondzain _, au Goliath d’un « culturel » proprement « géocidaire » _ voilà l’urgence et l’étendue du dégât ! _, le David de la poésie et de la pensée poétique oppose, selon Deguy, une démarche qui est celle, homologique, de la comparaison _ et de la métaphore (et du métaphorique, aussi). Hospitalière, jetant de mille façons des ponts _ oui ! _ entre les choses, cette pensée du « comme », au lieu de ramener les choses à l’identique, se fait gardienne _ anti-technique _ de leurs différences _ reliquaires. Ainsi comprise, la poésie est ce qui peut « sauver les phénomènes », par son attention _ toujours singulière ! _ à leur surgissement _ intensif, au rebours des anesthésies extensives _, par le pouvoir d’une « pensée approximative » (fondamentalement métaphorique _ voilà ! _), approchante et rapprochante _ dans l’acte esthétique même du « recevoir » vivant ! _, où la comparaison suppose la comparution _ active ! et « incisive«  !


C’est donc bien dans le sillage de la phénoménologie que Deguy inscrit sa pensée. Mais il le fait, montre Martin Rueff, en mettant l’accent sur la dimension langagière _ avec la poiesis du jeu des signifiants, aussi ; outre celui des « figures » ; et du lyrisme _ de cette comparution. Il infléchit ainsi la phénoménologie dans le sens d’une figurologie, entendue en un sens plus ontologique d’ailleurs _ oui ! _ que rhétorique. À quoi s’ajoute une composante critique en un sens kantien, Deguy s’interrogeant sur les conditions de possibilité d’une parole poétique apte _ oui _ à se saisir _ avec probité ! _ de la vérité du phénomène. Ce pourquoi on trouve dans son œuvre toute une théorie du schématisme (de l’imagination transcendantale) comme source première de toute pensée et de toute diction _ et c’est crucial ! _, l’originalité de l’auteur étant de proposer un schématisme articulatoire _ voilà ! _, i. e. fondé sur les formes du discours, sur la temporalisation propre à la finitude humaine _ ce qui revient à faire de la « raison poétique » le lieu même _ activé _ des analogies de l’expérience et du transcendantal. Il s’ensuit que la poésie est tout sauf ornementale _ certes ! Au contraire, la théorie du « comme » permet d’asseoir l’idée d’une « vérité poétique » qui n’est pas simplement oraculaire. Deguy, pour ce faire, remanie la théorie heideggerienne (celle de l’alétheia, de la vérité comme « dévoilement ») en réhabilitant la vérité de jugement (et son caractère prédicatif) _ et sa responsabilité. D’où la prévalence chez lui, à rebours du privilège accordé par Heidegger à la nomination, d’une poétique _ assez française : au meilleur de son génie historique, veux-je dire… _ de la phrase _ oui _, de l’énoncé articulé.

L’ouvrage s’attache aussi à creuser la question cruciale de l’expérience poétique : comment, dans le contexte de ce que Benjamin a nommé la « chute de l’expérience », le poète peut-il encore témoigner _ oui _ de son être au monde, de son attachement _ oui ! passionné… _ aux phénomènes, s’il n’a plus affaire qu’à du simulacre ? La réponse de Michel Deguy consiste à inventer un lyrisme critique où le oui de l’affirmation, de l’attachement à ce qui survient à la faveur _ aimante _ de la circonstance _ soit l’espiègle dispensateur Kairos !.. _, ne va pas sans détachement _ condition de la hauteur de vue. Dans le droit fil de Du Bellay et de Mallarmé, la poésie est pensée comme « décevante » _ avec une pointe, ainsi, redoutable, de mélancolie... Si elle célèbre, si elle travaille à la « révélation », c’est sur fond de « profanation » _ acerbe, elle. Et cette tension _ oui _, montre Martin Rueff, renvoie en dernière instance à un « Je » de l’aperception lyrique foncièrement temporalisé _ en effet ! d’où le choix de l’expression (et titre) du « Sens de la visite«  : quant à toute une vie !.. En des pages d’une grande densité, l’auteur établit un lien entre la temporalité intime dévoilée selon Hegel par la musique et le « battement ontologique » propre à l’aperception lyrique (propre à une « pulsation d’apparition-disparition » essentielle _ le rythme ! _ chez Deguy). Tout le problème est alors de penser l’articulation de ce niveau temporel-existentiel avec le niveau proprement historique où s’inscrit la thèse benjaminienne de la « chute de l’expérience ». Martin Rueff ne s’y attarde pas explicitement ; il préfère mettre l’accent sur l’opération lyrique consistant, chez Deguy, à « ineffacer » le « devenu incroyable » _ formulation assez cruciale _, à témoigner en mode profanatoire de cette « merveille » qui naguère constituait l’aliment même du lyrisme. Et c’est cette opération négative-affirmative d’« ineffacement » qui explique pourquoi le lyrisme moderne ne peut être qu’ironique et articulatoire : « chez Deguy, ce qui appartient au lyrisme, c’est la phrase ». Le propre d’un ouvrage important consacré à une œuvre « décisive » est de nous conduire au seuil de questions elles-mêmes décisives _ oui !

Pour ma part, j’en retiendrai volontiers deux _ ajoute alors, en forme de « commentaire » un peu plus sien, Jean-Claude Pinson : je le suivrai moins sur ces terrains.

La première a trait au thème majeur du « culturel » ; s’il est certes un phénomène aujourd’hui plus que jamais « total », peut-il être réduit à ce versant apocalyptique _ certes _ que Deguy pointe par exemple dans sa critique du tourisme ? Le risque n’est-il pas, en demeurant trop tributaire d’une opposition frontale _ certes _ du Grand Art et de la culture populaire, opposition héritée de Heidegger autant que d’Adorno, d’appréhender de façon trop univoque cette réalité du « culturel » ? Dans son débat avec Negri, Deguy formule, à propos de l’idée de « multitude », une critique acérée des errements (notamment totalitaires) où risque de conduire l’ «ontologie de l’un » dont serait solidaire cette notion chez Negri. C’est cependant passer trop vite par pertes et profits, me semble-t-il, tout l’apport d’un concept qui, dissocié de celui de « masse », permet de faire droit à l’idée de singularités créatrices confluant vers le commun en même temps que maintenant leurs différences. Ainsi comprise, la « multitude » n’est pas séparable d’une puissance, d’une agency poétique, qui fait de ce que j’appelle _ avance Jean-Claude Pinson _ le « poétariat » autre chose que le sujet passif d’une fatalité d’époque. De ce point de vue, le livre trop méconnu de Negri sur Leopardi (« Lent genêt« ) est un livre décisif pour comprendre les ressorts d’une possible résistance biopoétique au biopouvoir dont l’hégémonie du « culturel » est synonyme.

Une seconde question porterait sur les divers horizons philosophiques possibles pour la poésie aujourd’hui. La démarche de Michel Deguy, Martin Rueff le montre bien, demeure solidaire d’un horizon de pensée qui est fondamentalement celui de la phénoménologie. Il en résulte une inflexion de sa « poétique profonde » dans le sens d’abord d’une gnoséologie, d’une réflexion sur ce que peut la poésie dans l’ordre du connaître. De ce point de vue, quant à la question fondamentale de l’habitation poétique, Deguy est l’héritier de Hölderlin, de sa poétique spéculative (je songe ici aux essais récemment rassemblés et traduits par Jean-François Courtine sous le titre de « Fragments de poétique« ). La dimension pratique, « poéthique » et politique, n’est évidemment pas absente de l’œuvre de Michel Deguy (de l’expédition de l’Améréïde aux réflexions sur la question de la communauté). On ne peut pas ne pas se demander, cependant, ce qu’il peut en être aujourd’hui, « à l’apogée du capitalisme culturel », de la poésie, quelque « décevante » qu’elle soit, si on l’envisage à la lumière d’une philosophie pragmatique plutôt que spéculative : que peut encore la poésie, comme schématisme pratique, dans l’ordre des formes de vie ? Peut-on avec elle reconstruire ? Sans doute alors faudrait-il aller vers d’autres horizons philosophiques, plus soucieux des usages, qu’il s’agisse du second Wittgenstein, de Foucault ou Deleuze, ou encore du Barthes de la fin, celui qui s’inquiétait, en même temps que du quoi (et pour quoi) écrire, du comment vivre. »

Une bien belle analyse de Jean-Claude Pinson ; ainsi qu’un commentaire ouvert…

Composant ce riche dossier,

voici encore une série passionnante de « documents » sur ce travail récent de Martin Rueff :

D’abord, et au premier chef, bien sûr, ce très remarquablement incisif article de Martin Rueff lui-même 

paru dans la rubrique « Monde » le 17/09/2009 à 00h00 du quotidien « Libération » :

« Berlusconi, l’homme qui a mis le spectacle à la place de la politique«  :

par Martin Rueff, poète, critique, professeur de littérature et de philosophie _ vivant et _ à Paris et à Bologne.

« Tu nous manques Pasolini, parce que nous manquent ta capacité de diagnostic et de dénonciation, ton sens des continuités et des discontinuités, ta force de frappe _ ou incisivité ! _ et ton génie poétique. Tu nous manques parce que nous manque ton indignation, que l’Italie va mal et qu’on ne s’indigne pas assez.

S’il est vrai que la société capitaliste contemporaine fonctionne bien plus à la séduction qu’à la répression et que la société du spectacle représente la vérité accomplie du libéralisme réellement existant, Silvio Berlusconi incarne la pointe extrême de ce libéralisme à n’en pas douter, cette pointe où la séduction vire rapidement à la répression comme au bon vieux temps du fascisme. «Fascisme» ? Le mot importe moins sans doute que les périls qu’il dénonce, et il ne doit certes pas nous rendre indifférent à ses avatars modernes. Berlusconi est la figure de ce règne autocratique de l’économie marchande qui a accédé à un statut de souveraineté irresponsable et a pu plier un pays tout entier par la domination spectaculaire. Il gouverne le spectacle et le spectacle gouverne l’Italie.

Aujourd’hui, la situation italienne a de quoi glacer le sang. Elle est effrayante ; et seules les images que la France s’obstine à entretenir _ bien trop folkloriquement, hélas ! _ de l’Italie expliquent que le danger ne soit pas dénoncé de manière plus pressante et plus systématique. Non, Berlusconi n’est pas un clown sympathique porté sur la bagatelle, amateur de soirées libertines et incarnant les excès de l’italian way of life (spaghetti e mandolino). Non, Berlusconi n’est pas un homme politique extravagant. Berlusconi est un homme d’affaires crapuleux qui s’est enrichi avec l’argent de la mafia, qui entretient encore des rapports étroits avec des opinions criminelles, qui a détruit l’opinion publique italienne en employant un opium plus fort que toutes les drogues, la télévision, et qui fait exploser la séparation des pouvoirs en réformant la justice et en intimidant les journalistes. Berlusconi est un danger pour la démocratie et si l’Europe n’est pas plus attentive à ses méfaits, elle devra _ elle aussi _ plus tard se plaindre qu’il ait fait école _ oui… Qu’est-ce qui constitue la singularité de Berlusconi ? Plusieurs facteurs semblent y contribuer.

D’abord, sa richesse. Ses sources comme ses effets sont dévastateurs. Silvio Berlusconi est l’homme le plus riche d’Italie. Ce fait devrait déjà inquiéter, quand le pouvoir économique et le pouvoir politique se confondent, la démocratie court un danger (Tocqueville : «Lorsque les riches seuls gouvernent, l’intérêt des pauvres est toujours en péril»). Or, les sources de la richesse de Berlusconi sont criminelles. Berlusconi n’a rien du self-made-man. Il vient des milieux les plus véreux de la politique italienne. Sa prouesse a été d’avoir su émerger de l’opération mani pulite [mains propres, ndlr] _ qui avait essayé de mettre fin à la corruption de la vie politique italienne _ comme sa solution alors qu’il avait été une des causes du mal et restait une de ses expressions les plus parfaites.

Les effets ne sont pas moins graves que les causes. Ils sont réels et symboliques. Réels quand Berlusconi achète une partie de la classe politique italienne _ on dit même, dans ce pays où l’ironie est souvent _ qu’on y pense un peu plus ! _ le manteau de la lâcheté : «Avant, Berlusconi achetait des gens ; maintenant, certaines personnes sont prêtes à payer pour se vendre.» Symboliques quand Berlusconi détruit le tissu de la société par une culture de l’argent facile _ oui…

Qu’une certaine population puisse avoir comme idéal _ dont le statut serait à préciser… _ le proxénète organisateur de «ballets roses», qui n’a d’autres désirs _ = pulsions débridées _ que les filles faciles et les gros bateaux, cela peut s’expliquer si cette population se voit bombarder _ et bombardée : les deux ! _ par la représentation permanente de ce même idéal (il en va des images comme des rengaines à la radio : d’abord pénibles, leur répétition _ voilà comme « se font« , au quotidien du fil des jours, des « normes« _ les rend acceptables, puis agréables et enfin nécessaires). Que cet idéal _ le terme faisant décidément « tiquer«  _ soit le seul _ glissant ainsi en douceur vers du « totalitaire«  _ est un drame. Qu’il soit incarné par le chef de l’État, une tragédie. Et que dire de l’image de la féminité que cet obsédé sexuel diffuse par ses télévisions ? Les Italiennes se révoltent contre la société des veline, ces soubrettes en petite culotte qui accompagnent la télévision comme une «image de fond» : et putes, et soumises.

Ensuite, son empire médiatique. Berlusconi n’a rien d’un libéral. Ce n’est ni un homme de droite, ni un homme de droit. On réduit souvent l’opposition des Anglais et d’une grande partie des journalistes américains à Berlusconi à des conflits d’intérêts. Il n’en est rien. Rappelons que Berlusconi est le roi de la concentration et qu’il a tenté de regrouper autour de lui tous les pouvoirs de la presse et de la télévision (avant de vouloir regrouper tous les pouvoirs, législatif, exécutif et judiciaire). Aujourd’hui, nous sommes arrivés à la situation suivante, que les libéraux de droite comme de gauche jugeront épouvantable : le président du Conseil possède les chaînes privées les plus regardées (pour l’essentiel des chaînes de divertissement qui monnaient l’idéologie capitaliste : jeux, défis entre pauvres qui se massacrent et donnent au public l’illusion de sa supériorité, compassion à deux balles, abêtissement organisé, pornographie) et dirige, par sa position politique, les chaînes dites nationales. Non content de cet empire, il va jusqu’à exiger de contrôler les nominations des directeurs de chaîne, le contenu des émissions et le choix des journalistes dans les émissions dites «politiques».

Un exemple suffira. Les affaires récentes qui entachent l’image du président du Conseil : les déclarations stupéfiantes de son épouse, son divorce, les relations qu’il entretenait avec une mineure, celles qui le lient au milieu de la prostitution de Bari, le rodéo sexuel qui a amené une trentaine de jeunes femmes dans sa demeure _ de Sardaigne : la villa Certosa _, le fait que ces femmes aient pu photographier cette maison en toute liberté ; on l’aperçoit, nabab au bandana d’une république bananière qui jamais ne débande, vêtu de blanc, en train de chanter comme un animateur de club de vacances. Ces affaires, donc, n’ont pas été jugées dignes d’être diffusées par les directeurs de l’information de Rai 1. Et la moitié du pays ne sait donc pas ce qui se passe. La moitié ? 80 % des Italiens ne sont informés que par la télévision.

Son pouvoir, ne l’oublions pas, s’étend aux journaux. Parce qu’il en possède (il vient de nommer Vittorio Feltri à la direction de Il Giornale _ journal qui appartient à la famille du président du Conseil et dont dire qu’il est proberlusconien est un euphémisme dangereux _ et la majorité de son équipe de rédaction est constituée par des personnes inculpées dans des procès mafieux) ; parce que ses sociétés entrent dans le capital de la plupart des grands tirages ; enfin, parce que ses pouvoirs économiques sont tels qu’il peut faire mourir des journaux en demandant aux grandes sociétés de ne pas faire de publicité dans ceux qui nuisent à son image.

Troisièmement, sa relation au pouvoir judiciaire. Parce qu’il fait de la politique pour échapper aux procès qui ne cessent de le menacer, Silvio Berlusconi a fait de la justice la priorité de ses réformes. Les lois ad personam ont fait leur effet. Il a réussi à faire passer un décret (la legge Alfano) qui le met au-dessus des lois _ entendons qu’il a fait passer par le Parlement une loi qui décrète son impunité. Mais il y a plus. Il a fait raccourcir les temps de la prescription et augmenter les temps des procès. Ces lois ciseaux lui permettent d’échapper à des condamnations ; le temps de la cassation est si long désormais que la prescription intervient toujours avant que justice ne soit rendue. Il dénigre les juges (dont l’aura avait permis à mani pulite de devenir un véritable mouvement politique). Ce scandale a un effet démoralisant pour un pays. Quand on voit un corrompu capable de corrompre les lois qui pourraient sanctionner sa corruption, il ne reste plus beaucoup de solutions. On les laisse imaginer. Elles vont du désespoir à la violence.

Enfin, sa relation à la politique. Berlusconi n’aime pas la politique. Il n’aime pas les idées, il n’aime pas les livres, il n’aime pas le discours. Il incarne en ce sens une figure décisive de la société du spectacle. Quand on a tout transformé en spectacle, le discours ne vaut plus rien. Le discours révèle sans montrer _ qu’on y médite ! _ _ voilà _ , il s’approche du réel sans prétendre le doubler ou le remplacer, il en dénonce les complexités, les contradictions, les surimpressions, l’épaisseur historique. C’est donc le discours qu’il faut faire taire en le remplaçant par des images. C’est la logique qu’il faut détruire par la spectacularisation du réel : jamais censure n’aura été _ en effet : en douceur (et sourires ; et rires de connivence)… _ si parfaite.

Le 6 août 1968, au moment de présenter la chronique intitulée
«Le chaos» qu’il allait publier chaque semaine dans l’hebdomadaire Il Tempo, Pasolini écrivait : «Il y a plusieurs raisons [à ma contribution]. La première est mon besoin de désobéir à Bouddha. Bouddha enseigne à se détacher des choses (pour le dire à l’occidentale) et le désengagement (pour continuer avec la grisaille de ce langage occidental) : deux choses qui sont dans ma nature. Mais il y a en moi un besoin irrésistible de contredire cette nature.» Il poursuivait : «Pour me justifier, j’invoque la nécessité « civile » d’intervenir _ incisivement ! _ dans la lutte de tous les jours, dans la lutte quotidienne pour clamer ce qui est selon moi une forme de vérité.» A côté de la poésie et des films de Pasolini, à côté de ses romans incandescents, et dont on peut penser que le dernier, « Pétrole« , n’est pas étranger aux événements qui ont causé sa mort, on rappellera l’activité journalistique de Pasolini : sa collaboration aux quotidiens et aux hebdomadaires qui ont donné lieu aux volumes décisifs des « Écrits corsaires« , d’« Empirisme hérétique » et des « Lettres luthériennes« .

Ses interventions ne se contentent pas de noter ce qui est (ce qui est déjà beaucoup tant la puissance de diagnostic _ voilà ! _ est ce qui manque _ hélas ! faute d’assez de prise de recul, tant quant à l’espace qu’au temps ! _ à beaucoup de nos contemporains). Elles prévoient ce qui va arriver (ce qui est le propre des «democratic vistas» des poètes, selon la formule de Walt Whitman _ cet immense poète auteur de « Feuilles d’herbe«  !.. : au souffle si puissant ! _). Mieux encore : elles envisagent aussi ce qui est préférable _ et qu’il faut proférer ! C’est l’œuvre du « génie » de l’imagination active et lucide ; cf ici, par exemple, outre l’œuvre si essentiel de Walter Benjamin, « L’Institution imaginaire de la société« , du grand Cornelius Castoriadis…


Tu nous manques Pasolini.

Puis,

cette participation de Martin Rueff à l’émission de Frédéric Taddei « Ce soir ou jamais » le lundi 5 octobre 2009 sur le sujet de « La Société italienne du spectacle refusé« 
http://ce-soir-ou-jamais.france3.fr/?page=sequence-du-jour&id_article=1583

Lundi 5 octobre 2009

La société italienne du spectacle refusé

« Près de 300 000 Italiens ont défilé dans les rues avant-hier pour protester contre la mainmise de Silvio Berlusconi sur les médias de son pays. Symbole du pouvoir du Président du Conseil italien : les chaînes de télévision publiques et celles dirigée par Il Cavaliere ont refusé de diffuser la bande-annonce du documentaire d’Erik Gandini « Videocracy« . Ce film entend démontrer comment la télévision italienne a façonné les esprits en glorifiant l’argent et la célébrité et en mettant en scène de jeunes filles dénudées. La bande-annonce est notre séquence du jour. »

L’invité :

Martin Rueff
Professeur de philosophie et poète

« Martin Rueff est poète, traducteur et professeur de philosophie et de littérature. Il enseigne à Paris VII et à l’Université de Bologne, en Italie. Il vient de publier « Différence et Identité » (éditions Hermann), ainsi qu’une tribune incisive dans Libération intitulée « Berlusconi, l’homme qui a mis le spectacle à la place de la politique ». »

Cf aussi le blog des Editions Hermann :
Martin Rueff : « Entre regard sur l’Italie de Berlusconi et regard sur l’œuvre poétique de Michel Deguy« 

http://hermannleblog.wordpress.com/2009/10/06/martin-rueff-entre-regard-sur-litalie-de-berlusconi-et-regard-sur-loeuvre-poetique-de-michel-deguy/

Le régime de l’image” par Martin Rueff, de Deguy à Berlusconi…

6 octobre 2009 at 16:44 (Bel Aujourd’hui, Martin Rueff-Différence et identité, Philosophie, Presse écrite, Présentation-Signature, Radio, Télévision, Video, poésie) (Aliocha Wald Lasowski, Éditions Hermann, Berlusconi, capitalisme culturel, Ce soir ou jamais, Danielle Cohen-Levinas, Différence et identité, Erik Gandini, France 3, France Culture, Frédéric Taddeï, Jean-Claude Pinson, L’Humanité, Le Bel Aujourd’hui, Libération, Maison des Écrivains, Matin Rueff, Michel Deguy, Petit Palais, Philosophie, poésie, Ronald Klapka, Séquence du jour, Videocracy)

« Martin Rueff, qui vient de publier, dans la collection « Le Bel Aujourd’hui » que dirige Danielle Cohen-Levinas, un ouvrage consacré à l’œuvre poétique de Michel Deguy intitulé « Différence et Identité : Michel Deguy, situation d’un poète lyrique à l’apogée du capitalisme culturel« , est, depuis quelques semaines, un de ceux qui dénoncent, sur la scène médiatique française, la politique spectacle de Silvio  Berlusconi.

Il était hier soir l’invité de Frédéric Taddeï pour commenter, dans le cadre de la « Séquence du jour » de « Ce soir ou jamais« , les images de la bande-annonce du documentaire de Erik Gandini, « Videocracy« , qui raconte comment la télévision privée a changé l’Italie de ces trente dernières années.

Et, le 17 septembre, il écrivait, dans Libération, une tribune libre intitulée « Berlusconi, l’homme qui a mis le spectacle à la place de la politique« , dont voici un extrait :

« Berlusconi n’aime pas la politique. Il n’aime pas les idées, il n’aime pas les livres, il n’aime pas les discours. Il incarne en ce sens une figure décisive de la société du spectacle. Quand on a tout transformé en spectacle, le discours ne vaut plus rien. Le discours révèle sans montrer, il approche du réel sans prétendre le doubler ou le remplacer, il en dénonce les complexités, les contradictions, les surimpressions, l’épaisseur historique. C’est donc le discours qu’il faut taire en le remplaçant par des images. C’est la logique qu’il faut détruire par la spécularisation du réel : jamais censure n’aura été si parfaite. »

Or, écrivant cela, Martin Rueff rejoint précisément le 7 ème point du chapitre (II) de son livre, « Différence et Identité« , consacré au « culturel » et intitulé “Le régime de l’image, organon et puissance du culturel : la technologie des images ; les quatre indications sur l’imagerie culturelle“. Je vous propose également ici d’en lire un extrait (son début, pages 89-90) :

« Si le culturel impose l’empire des mauvaises duplications et le trafic des doubles, l’image est son organon. Il l’impose, elle le masque _ voilà le dispositif ! Deguy est proche ici de Debord : selon ce dernier, le capitalisme en sa forme ultime se présente comme une immense accumulation de spectacles où tout ce qui était immédiatement vécu s’est éloigné _ déréalisé _ dans la représentation. Pourtant, loin que le spectacle coïncide simplement avec la sphère des images, il « constitue un rapport social entre des personnes, médiatisé par des images ». La formule est devenue célèbre : « le spectacle est le capital parvenu à un tel degré d’accumulation qu’il devient image ». »

Ici, je me permets de citer aussi la conclusion, fort éclairante, de ce passage, aux pages 95-96 de « Différence et identité : Michel Deguy, situation d’un poète lyrique à l’apogée du capitalisme culturel » _ assortie d’un peu de commentaires miens :

« L’image culturelle (…) n’est pas chargée d’histoire car son flot n’est pas tel qu’il nous offre une relation dialectique au présent

_ voilà ce qui devrait être visé ! « une relation dialectique au présent«  ! Martin Rueff vient ici de citer les décisives « images dialectiques«  de Walter Benjamin (in « Paris capitale du XIXe siècle _ le livre des passages« ) : « celles-là mêmes dont Deleuze a construit la théorie (in « Cinéma 1 _ l’image-mouvement« ) et Godard magnifié la pratique » (in « Histoire(s) du cinéma« ), page 95 ; sur ce processus capital, cf aussi mon article du 14 avril 2009 sur la lecture par Georges Didi-Huberman du passionnant l’« ABC de la guerre«  de Bertolt Brecht dans son premier volume de « L’Œil de l’Histoire«  (« Quand les images prennent position« ) : « L’apprendre à lire les images de Bertolt Brecht, selon Georges Didi-Huberman : un art du décalage (dé-montage-et-re-montage) avec les appoints forts et de la mémoire activée, et de la puissance d’imaginer« 

Elle nous en prive _ autoritairement, cette « image culturelle« , donc ! de cette « relation dialectique au présent«  !.. _ parce qu’elle s’y substitue _ mine de rien. Elle fait écran _ voilà ! et massivement… Paradoxalement, l’image culturelle qui opère la réduplication du réel, son retour en force (mais d’une force qui n’est pas _ la distinction est cruciale ! _ une énergie), n’est pas un phénomène de la répétition s’il faut entendre par « répétition » (de Kierkegaard à Deleuze en passant par Nietzsche et Heidegger) ce qui, loin de faire revenir le même, assure _ a contrario _ le retour _ joueur et jouant : c’est décisif ! et avec lucidité ! _ de la différence ; ce qui, loin d’imposer le ressassement _ pathogène, « névrosant« , lui… _, offre la possibilité _ plastique (cf ici les belles analyses de Catherine Malabou, par exemple dans « La Plasticité au soir de l’écriture _ dialectique, destruction, déconstruction« ) et libératrice : épanouissante, c’est là le critère discriminant !.. _ de ce qui a été ; son retour comme possibilité _ mouvante, jouante ; invitant, à notre tour, à « jouer« 

La définition de l’image spectaculaire _ s’imposant à une réception passive et tétanisée : à l’inverse (absolu !) de l’« acte esthétique » selon Baldine Saint-Girons (in « L’Acte esthétique« ) et de l’« homo spectator » selon Marie-José Mondzain (in « Homo spectator« ) : des ouvrages majeurs et admirables, je ne le dirai jamais assez ! _ est qu’elle répète _ et rabat _ à l’identique et impose _ violemment sournoisement : en tapinois… _ cette répétition comme fatalité _ sans nulle autre issue _ en la fermant _ et bloquant, rien moins ! _ sur elle-même : elle transforme _ ainsi, subrepticement ; en parfaite invisibilité (= inconscience des spectateurs passifs, la pupille béatement anesthésiée, tétanisée dans l’insignifiance de ce « spectaculaire« -là…) : ni vu, ni connu ; le tour est ainsi de main de maître (de prestidigitateur) joué !.. _ le nécessaire en réel et le réel en nécessité.

L’image du poème trouve ici _ par lumineux contraste _ sa tâche _ éminemment « humaine », elle : poïétique ! _ : transformer le réel en possible _ tout ouvert, lui : ludiquement (et même artistement ! à quelques exigences à satisfaire près, évidemment…)… _ et le possible en réel «  _ de l’œuvre se réalisant (« in progress« , elle…) : avec une ouverte et dansante, musicale, plasticité…


Soit trouver, ou re-trouver, le jeu même de la vie créatrice, la vie comme jeu riche de l’ouverture de ses créations (imprévisibles, incalculables, improgrammables : ce qui sépare l’art de la technique) « à réaliser« , « se réalisant« , peu à peu _ parfois même à la vitesse de l’éclair ! _ en jouant vraiment…

La démonstration de Martin Rueff est limpide !


« Pour en savoir plus sur l’ouvrage :

la critique de Jean-Claude Pinson

le compte rendu de Ronald Klapka

l’article d’Aliocha Wald Lasowski paru dans L’Humanité du 5 octobre 2009

Par ailleurs, Martin Rueff sera au Petit Palais, en compagnie de Michel Deguy, le mercredi 28 octobre 2009, de 13h à 15h, dans le cadre des rencontres publiques organisées par la Maison des Écrivains, pour débattre de la questionLa poésie, pour quoi faire ?. La rencontre sera diffusée sur France Culture le 16 novembre. »

Voilà le dossier…

Et bonne lecture de « Différence et identité : Michel Deguy, situation d’un poète lyrique à l’apogée du capitalisme culturel » de Martin Rueff…


Titus Curiosus, ce 12 décembre 2009

Survivre aux miasmes bordelais : après les trois M, Montaigne, Montesquieu, Mauriac, la vigne (rageuse) d’écriture d’Annelise Roux

29sept

Quel passionnant, singulièrement prenant autant que magnifiquement consistant et, plus et mieux encore, tellement juste (!), en même temps qu’infiniment poétique, récit de formation (et d’abord de « survie » !) parmi les tenaces et très persistants miasmes bordelais (ainsi que médoquains) vient de nous offrir là, en la maturité de sa quarantaine, la girondine Annelise Roux, avec ce très singulier « La solitude de la fleur blanche« , aux Éditions Sabine Wespieser !..

Sur le fond, sans doute un classique récit (romantique _ « la douleur transmutée en langage« , page 186 _ : mais à la Stendhal ; celui du « Rouge et le noir« , qu’elle cite, mais aussi d’un « Lucien Leuwen« , qu’elle ne cite pas, peut-être parce que, en ce roman inachevé, le héros ne finit pas, lui, à la différence de Julien Sorel, sous le couperet de la guillotine ; mâtiné d’un Rimbaud, celui d »Une Saison en enfer » : « j’explorais un certain nombre de gouffres« , page 188),

un classique récit, donc,

de « survie«  _ « guérir« , « cicatriser« , page 54 _ face aux « avanies«  (page 55) et divers « ratages » de la vie ;

et cela sur plusieurs générations :

« avanies » et « ratages » de ses parents (« rapatriés » d’Algérie transplantés en 1962, en un « exil mal résolu« , page 59, dans l’exotique « désert » de « cailloux » _ à vignes, il est vrai… ; et donc à vins _ médoquain ; et sans « terre qui pût être revendiquée« , page 15 : c’est-à-dire montrée, exposée : Annelise s’éprouvant, en conséquence de quoi, « privée de socle« , page 92… ;

et même « le petit pavillon pour lequel mes parents s’étaient crevé la panse fut bientôt happé par un de ces lotissements où la plèbe est parquée en des banlieues médiocres, alors même que la campagne est toujours là« , encore page 92 ;

et à propos de son père, page 203 : « il s’évapore dans la nature (…) ne répond plus, baisse le rideau, tourmenté comme il l’est par l’affichage permanent de son ratage intime« …)

et grands-parents (paternels : Jacob et Salomé, au premier chef, « rapatriés » d’Algérie eux aussi _ d’ascendance alsacienne huguenote _, et ouvriers agricoles du côté de Margaux ; abondamment décrits en leur réussite (Jacob devenant en ce rude Médoc « Monsieur Jacques« ) et échec (Salomé, qui meurt prématurément peut-être pour une affaire de « bouquet de genêts » déposé sur le tombeau de la famille des sœurs Donnard !) de « survie« … ;

mais aussi maternels : Anna et Jean, même si cela semble un peu plus secondairement dans le récit rapporté par Annelise ; demeurés, eux, en Dordogne _ non loin de Sainte-Foy-la-Grande, cité huguenote, elle aussi _ toute leur vie : Jean va mourir assez jeune ; et Anna s’éteindra un peu plus tard de la maladie d’Alzheimer…) ;

« avanies » et « ratages » siens, ensuite, et peut-être surtout :

« plongée dans l’intranquillité, l’absence d’apaisement« , « je ratais ma vie personnelle à qui mieux mieux« , page 188 :

« Paris me tendait _ comme au Rastignac de Balzac _ les bras _ cf aussi la chanson d’Enrico Macias, en 1964 : « Toi Paris, tu m’as pris dans tes bras »…  _, des chances _ toujours « sociales » ; de carrière ; dans l’horizon de l’« utile«  _ m’étaient offertes. Je restais à Bordeaux, rencognée« , page 188 encore ;

et si sa « jeunesse fut » un « long bardo, sur le chemin d’une impossible résurrection« , page 147,

son « catalogue raisonné des désastres ne manqua _ certes ! _ pas de s’étoffer au fil des ans« , page 149, au sein de ce qu’elle-même nomme un « processus d’« énamauration » :

« avoir été maures _ sur la terre d’Algérie… _, considérés comme tels _ par les divers voisins de ce Médoc passablement âpre et sauvage, en ces années 60 et 70… _ ; et ne pouvoir _ très improbablement ; sinon impossiblement !!! _ s’en remettre _ en un parcours, peut-être seulement de leurre, quasi contraint ; et capital ici ! _ qu’au travers _ ensuite (et en suite…) _ de la compagnie de semblables pareillement proscrits, amochés _ de la vie _ ; ou soustraits, retranchés des insertions _ socialement : cela semble être le critère discriminant d’Annelise ; et son talon d’Achille, probablement… _ convenables : le processus d’énamauration, comme on peut s’énamourer violemment de modèles fantomatiques, de blessures

_ d’amour propre « social« , toujours ! cf déjà page 92 :

« ma perception des hiérarchies sociales bien entendu était brouillée«  ; « juste la notion floue, bombardée d’électrons, de ce que possédaient certains gosses de riches de mon entourage, et que je ne possédais pas, moi qui avais grandi dans une famille d’usurpateurs assez tristement pauvre ; et donc coupable« … _

le processus d’énamauration

était donc lancé _ et c’est on ne peut plus vertigineusement qu’Annelise s’y jette, tel l’heautontimoroumenos de Baudelaire en ses « Fleurs du mal » ;

ou le Rimbaud d’« Une Saison en enfer » :

romantique, disais-je !.. _ ;

le processus d’énamauration

_ ou de « romanichélisation« , aussi, en une autre variante :

cf à la pénultième page, page 231 : « elle

_ la femme qui, non loin « du théâtre du drame paternel«  (page 229), où le père d’Annelise est mort en un accident provoqué par des gitans qui venaient de commettre un braquage, se met à la frapper : « elle m’empoigne par les cheveux et me cogne la tête contre le volant » ; « se saisissant de mon sac à main, elle m’en assène plusieurs coups au visage, sur le nez, les pommettes, les dents. Le cuir dur me cogne, le sang coule… » _

elle n’a pas vu que je suis une romanichelle comme elle _ venant probablement du « camp gitan » (page 223) proche _, vouée à une vie de caravanes évanouies et de campements instables ; que de nos vies non plus _ vies de « rapatriés«  _ personne ne s’est soucié ni n’a fait grand cas »

_ soit la source principale de la souffrance que cette invisibilité sociale-là provoque et fait indurer (cf là-dessus le récent beau travail « L’Invisibilité sociale » de Guillaume Le Blanc, aux PUF, en mars 2009 _,

page 231, pour  cet épisode des « coups » les plus récents reçus par Annelise… _,

le processus d’énamauration

comme on peut s’énamourer violemment de modèles fantomatiques, de blessures comprimées et tues,

était donc lancé, lié aux impasses, aux spectres et autres solitudes indicibles. On ne rallie pas impunément le camps des défunts, ni ne revient du royaume des morts et de l’Absence d’un simple claquement de doigts. Ma petite farandole post-mortem, mon catalogue raisonné des désastres _ donc _ ne manqua pas de s’étoffer au fil des ans« , page 149…

D’autant que « le temps est long sans doute pour que s’installe le discernement« , page 171 : en effet…

Annelise en vint donc à se « représenter le monde comme une énorme sphère dont le terreau est constitué de cadavres entassés pourrissant de génération en génération« , page 185.

Et il va lui falloir pas mal de temps, en effet, sur ce qu’elle nomme « le chemin _ sien _ des cicatrisations« , page 54, pour que, en sa « recherche« , bricolée de bric et de broc, d' »un territoire virtuel _ de mots écrits esquissés sur des pages ! car « la fleur et le secret de la plupart des choses semblaient réservées au livre et au sein de la page » (sic), page 188… _

pour que, en sa « recherche » d' »un territoire virtuel

 » elle serait enfin (!) _ socialement, toujours… _ « acceptée« ,

se construise, peu à peu, et ainsi,

« cette entreprise malaisée, qui, menée à son terme, prend le nom _ à la fois _ vulnérable et opérant de « livre »« , page 15…

Car elle fait le pari que « le verbe

_ rédempteur, davantage que revanchard, peut-être :

faut-il, cependant, tout à fait la croire quand elle affirme, en forme plutôt de « dénégation« , page 59 :

« Je n’avais pas d’idée de revanche, et pas en tête une seule seconde que cela _ sa kyrielle d’« avanies«  tant familiales que personnelles… _ pût être rédimé un jour d’une quelconque façon par l’écriture«  ?!.. _

car elle fait le pari, donc, que « le verbe

est (…) là, qui attend son heure _ et « fait » sa propre « vocation » d’écrivaine !.. _,

tapi sous l’habituel fumier en putrescence,

enfoui, comme on le voit, en un imprévisible et capricieux terreau fait de déroutes, d’avanies _ nous y voilà ! _, de défaites, de déculottées cuisantes« …

Deleuze, en son très beau « Logique du sens« , a commenté la formule crâne de Scott Fitzgerald

_ un des auteurs de prédilection (et référence) d’Annelise, à travers essentiellement « Gatsby le magnifique » et ses tripotées de riches et beaux, des « beaux quartiers » :

Annelise se laisse assez tenter et piéger (?..) par ce type de « freluquets » friqués :

« me voilà donc virevoltant au bras de jeunes gens inintéressants, freluquets cousus d’or, se voulant drôles et cauteleux, dominateurs, légers envers le monde, blancs becs cyniques et forts me laissant tomber dans des soirées chics pour aller boire des coupes de champagne avec des jeunes filles _ davantage _ comme il faut _ que cette « pauvresse » (« privée de socle« , donc, page 92…) d’Annelise _, c’est-à-dire de leur monde ; et riches _ ceux-là… _ comme il faut«  _ en ce « monde« -là ;

« j’étais jeune, entêtée, rétive, d’une ambition démesurée ; et sans le moindre visage _ identifiable, reconnaissable, telle une « marque » de « visibilisation » efficace ! _

et sans le moindre visage, donc, encore,

la moindre tournure _ sociale, toujours ! _ nette,

si ce n’est cette faim carnassière de lecture, cet appétit livresque presque indécent ; inutilisable »

_ alors : un mot qui tue, j’ai bien peur… _,

peut-on lire page 194… ;

« je n’avais rien de consistant à déposer dans la corbeille du mariage avec un quelconque bon parti, n’en avais pas les moyens ;

et, du reste, ne le souhaitais pas, ne l’avais jamais souhaité,

dans une ville bourgeoise et hautaine _ Bordeaux :

« Bordeaux corsetée de façades XVIIIe, ville patrimoniale aux rues pavées d’intentions dont je ne savais juger si elles étaient bonnes ou mauvaises, était une ville compliquée« , page 193 _

où, comble de l’ironie, j’entrai à l’école _ Sciences-Po _ auprès de considérables fils de famille,

dont certains, tout en aspirant à me mettre dans leur lit, ne manquèrent pas de me regarder de haut, par sottise ou pure inclination grégaire,

exactement comme ils auraient regardé de haut leurs voisins de rue les plus recherchés,

au prétexte qu’ils ne se servaient pas chez le même boucher

ou avaient été aperçus dans une échoppe de standing moindre

_ sauf que je le prenais entièrement pour moi

et,

entourée comme je l’étais, de Daisy et de Tom Buchanan _ ces personnages du « Gatsby » de Scott Fitzgerald _,

tenais en mon for intérieur un petit carnet mental des plus alarmants« , page 195… _

Deleuze, en son très beau « Logique du sens« , donc, a commenté la formule crâne de Scott Fitzgerald

en sa sublime « Fêlure«  (« The Crack-up« ) : « toute vie est bien entendu un processus de démolition«  ;

« un processus de démolition » en particulier, ou au premier chef, pour ceux qui choisissent la solution un peu concentrée et accélérée de l’alcool _ la « soûlographie«  ;

Annelise disant à son propre propos, page 193 :

se « débattant puis sombrant _ un moment, alors _ dans une soûlographie noire« …

« Je ne compte pas les fois où (…) on me tournait le dos sans autre forme de procès ; me laissant interdite, déchirée« , page 195.

Scènes qu’elle commente ainsi, page 196 :

« Cette mort-là _ rien moins, pour cette mort « sociale » bordelaise !.. _ est interminable. On la sent venir sans pour autant pouvoir s’y faire.

Je n’étais _ toujours « socialement » _ préparée à rien ; et peut-être pour ces raisons, d’une endurance insoupçonnable, extrême« , page 196.

« Je ne disposais pas de grand chose, à part cette endurance.

J’avais le dos au mur, pas d’arrières à protéger. Devant moi, un avenir qui ne me tendait pas exactement les bras _ ce qui peut se « méditer«  quand on fréquente les amphis de Sciences-Po, sans doute.

Je n’épiloguais sur aucun retour possible« , toujours page 196…

Suit une description de cette confrontation-là, aux pages 197-198 :

« Tout le monde _ du moins sur ce « marché« -là (de Sciences-Po) de la féminitude ; et en ces « soirées » bordelaises-là… _ était en soie ; j’aurais dû _ selon les normes là en vigueur (pour être « performante«  !) _ l’être aussi,

de ces robes qui coûtent l’équivalent d’un mois de salaire de mon père _ petit employé en instance d’être licencié ; à moins que ce ne soit la petite entreprise qui ne soit, elle-même, en instance de déposer son bilan _ et que, bien que je n’en eusse rien dit, à dix-huit ans à peine _ en 1982, donc… _, je devais lui reprocher violemment de ne pouvoir m’offrir lorsque j’avais la soie en question s’étalant _ plus que visiblement, donc ! _ sous mes yeux.

Pas d’accessoires de bon faiseur effroyablement chers _ pourtant absolument indispensables _, au moins pour l’illusion _ à fourguer aux autres _ ;

pas de fanfreluches ni d’atout maîtres _ à ce jeu de poker pas assez menteur ! de Sciences-Po Bordeaux… _ d’aucune sorte cachés dans ma manche,

si ce n’est cette prédisposition brouillonne, déraisonnable, suicidaire _ aussi : à « travailler » un peu-beaucoup de suppurantes plaies dessous des croûtes _ au langage et à l’écriture

qui sont l’autre monde _ sic ! _,

que je dressais au nez de certains en remplacement de l’argent qui me faisait défaut,

tandis que j’allais _ stendhaliennement, à moins que ce ne soit balzaciennement, ici : Zola serait plutôt pour la peinture de « La Terre » du Médoc, provisoirement délaissée par Annelise… _ dans ces maudites soirées vêtue de chinoiseries dérisoires et flagrantes _ hélas ! pour l’efficace de la comédie sociale à proposer… _, d’un pyjama de faux satin dépareillé élevé là au rang de désastreuse blouse du soir,

le cœur brisé qu’on me tînt à l’écart _ voilà la souffrance de (« solitude » : structurelle, parmi le massif d’iris flamboyants !) de la petite (van goghienne) « fleur blanche » du titre du « roman » (sic) : « La solitude de la fleur blanche« … :

« arrogante en diable,

mais pas de l’arrogance qu’on a lorsqu’on est plein de morgue,

celle au contraire que la meurtrissure en état de dépassement confère,

celle de la parentèle déconsidérée à laquelle justice n’a  pas été rendue,

celle du père anxieux classant petitement ses trombones en quittant le bureau, affolé à l’idée de la lettre de licenciement au-dessus de sa tête en suspens, serrée quelque part comme une épée de Damoclès dans les papiers de bureaucrates indifférents, placides comme des sphinx, ignorants des malheurs alentour.

Celle enfin de la fleur pâle _ nous y voici donc ! _, dépourvue de couleur, peinte par Van Gogh au milieu du massif d’iris bleus,

d’une solitude infecte et délicieuse _ cela se voit à sa petite gueule _ en effet ! _ ouverte à contresens et de guingois, à l’adorable bouche jaune d’or entrebaîllée à l’intérieur et comme implorante, mais délicatement _,

sublime parce que c’est là tout ce que voyait Vincent  depuis le soupirail de sa chambre, à l’asile de Saint-Rémy où il était convalescent _ de son oreille tranchée _, avant le coup de revolver«  _ fatal du champ de blé « aux corbeaux » d’Auvers, cette fois, pages 199-200 ; fin de l’incise…

le cœur brisé qu’on me tînt à l’écart, donc,

et ne m’adressât guère la parole que du bout des lèvres _ eux, les « iris » flamboyants du « massif« , donc… _ ;

en secret serrant les poings _ elle, la « petite fleur blanche«  ; en ce (bref) passage « sur » le tableau de Van Gogh, page 200 _,

sachant peut-être _ déjà ! _ que tôt ou tard tous comptes _ tous ! _ seraient réglés,

dans la justesse,

ou au contraire l’injustice terrible,

au travers de ce très grand épouvantail ingouvernable _ heureusement : c’est là la source de la grâce de ce magnifique petit livre ! _ qu’est la fiction« , pages 197-198 ;

par l’écriture, donc :

cf l’incipit même du livre, page 7 :

« J’ai dans la tête des images inventées, des visions tour à tour saugrenues, fausses et véridiques _ se mêlant : le génie de la fiction « déployant » somptueusement les bribes de remémoration initiales _, puissamment _ en effet ! Des réminiscences me traversent«  _ qui demandent instamment, mais avec une infinie, voire implacable, patience, que des « comptes » soient (même fictivement : à cela « sert » le « génie » poïétique !) « réglés » ! « apurés » !

Annelise précise _ mais est-ce ou non de la dénégation ? _ :


« Qu’on ne me fasse pourtant pas dire ce que je ne dis pas :

ce n’est pas tant les béances sociales _ toujours elles _ et la difficulté de leur comblement

qui me mettaient K.O.,

ce qu’on appelle la lutte des classes,

que la conscience prématurée de l’inégalité des chances au départ,

l’écart ne tendant jamais _ et sans fin : mélancoliquement… _ qu’à s’accroître et à se creuser de par toutes les protections dressées pour empêcher le remblai _ je pense à la nature égoïste et mauvaise, ordinairement conservatrice et sourde _ autant qu’aveugle _ au malheur d’autrui de l’homme.

Il n’était pas question de me venger. Me venger de quoi, du reste ?
« , page 198.

« Je me retrouvais _ alors _ dans une impuissance féroce« , page 202.

La solution d’Annelise commence alors à sourdre :

« je voulais écrire« , toujours page 202 (en ce chapitre intitulé « Lueurs de l’autre côté de la baie« ).

« Tout prendrait _ enfin _ sens à travers cela.
Notre naufrage
_ algérien _ en Bordelais, où la vigne est ce pain primordial :

si je parvenais à écrire,

comme elle _ la vigne ! _ qui se nourrissant de pauvreté _ minérale (ses pierres), de la terre, du sol, du « terroir«  _ plonge ses racines _ et fore _ en un sol très profond,

j’irais loin en moi-même pour trouver des raisons de survie _ voilà !

Ma coupe serait pleine et déborderait« , page 202 :

Alleluia !

Même si « pour l’instant, j’en étais aux seuls débordements«  ;

et si « les mots _ d’abord _ et les pensées _ qui finissent par les suivre, en la poiesis courageuse et endiablée d’Annelise Roux,

en cette superbe écriture qui tourne sur elle-même, et, fouissant, finit par creuser profond ! _ se dérobaient » encore…

Sur la vigne du Médoc,

et son produit, le vin de Médoc,

Annelise a de très belles (et tellement justes !) formules :


« la vigne d’ici est ce chant vert, mobile, rafraîchissant comme un océan« , page 69… ;

et sur le vin de Bordeaux :

« les vins de Bordeaux ont toujours en bouche un goût de majestueux trépas,

comme un adieu à l’existence qui s’éternise sous la langue _ comme c’est merveilleusement juste !

 Je déplorai longtemps _ en la juvénilité _ cette solennité profonde ; je la trouvai vieillie, décadente et trop lente.

Il me fallut les fresques d’Arezzo _ par l’immense tranquille Piero della Francesca _,

l’ombre de cave _ en effet _ sous la basilique de Saint-François,

tandis que j’observais _ patiemment et dans l’émerveillement ! _ « La Morte d’Adamo« , « La Mort d’Adam« , à moitié décrépite,

d’une splendeur _ par là : arrachée au temps ; vers l’éternité de tels instants… _ décuplée,

pour en saisir le rayonnement

et y puiser un peu de paix _ oui ! et comblante !


Les églises, à l’instar des caveaux que souvent elles abritent,

gisants et nobles dames, sibylles et saintes endormies sous la pierre, reliques, restes embaumés dans l’odeur des roses et de l’encens,

m’ont instillé de longue date un écœurement fort

en raison de l’évocation _ et un peu davantage… _ des moisissures et du pourrissement

qui énoncent la finitude,

nous préparent au fait

que chaque chose à un instant donné passera la main« , pages 191-192 ;

Annelise craignant aussi, mélancoliquement, de manquer de temps pour l’écrire :

qu’elle se rassure : c’est fait !..


Par là, « le vin n’est pas n’importe quel alcool. C’est une mémoire sensible, en sus de l’ivresse« , page 192…


« Les bouteilles vertes elles-mêmes, rangées à l’abri du soleil et des trop grands écarts de température,

ne sont _ en cela _ que rappel d’une beauté plus ancienne,

écho assourdi et magnifié _ oui ! _ d’un sol, d’un climat :

de fugaces étincelles rendant compte du labeur des hommes,

infini

comme seuls le sont à parts égales leur génie et leur méchanceté« , page 192…


On mesure ici l’immensité

du talent d’écrivain

d’Annelise Roux.

La lire offre un tissu permanent formidablement riche de telles surprises,

d’une richesse tournoyante…

Lors d’une première rencontre à Paris avec un écrivain depuis dix ans au moins admiré,

« un vieil écrivain américain méconnu dans son propre pays, en dépit d’un prix Guggenheim frôlé qui aurait mis du beurre dans ses épinards« , page 204 ;

un « bucheron débarquant de Missoula« , page 205 ;

et séjournant quelque temps à Paris

_ s’étant « pris à rêver de bénéficier là d’une nouvelle audience plus attentive, raffinée, impeccablement dans le style français » ;

« il descend des montagnes à l’occasion de cette résidence. Il ressemble à un bucheron décati ; il est doux, imposant et pauvre, les cheveux blancs, la moustache en bataille, les joues couperosées à cause de la gnôle ou du froid« , page 204 ;

« le vieux bucheron est là, conforme à la légende. Il porte une chemise ad hoc, à carreaux orange et noirs, un pantalon en velours côtelé sanglant son ventre énorme. Son gros œil bleu, humide et rouge, me suit d’un air bonasse, comme frappé d’amnésie, vaguement épileptique.

Alors que c’est une bénédiction que je suis venue quêter,

je me retrouve confrontée à l’Absence elle-même,

à l’incarnation de l’absence« , page 206 :

Jim Harrison ? l’auteur de « Nord-Michigan » ; de « Légendes d’automne » et de « Dalva » ?.. _,

Et puis, page 208,

et c’est la conclusion du chapitre « Lueur de l’autre côté de la baie » :

« le vieux s’ébroue à mes côtés avec des attitudes d’oiseau enivré et fiévreux.

Je suis soûle moi-même, terriblement patraque et perturbée.

J’ai froid ;

et soudain se déploie _ enfin ! _ devant nous le langage mystérieux de l’inspiration.

Son souffle brûle, passe à mon oreille. Je l’entends pour la première fois

et ne l’oublierai pas« , page 208 !

Quant à la conclusion de l’ultime chapitre, intitulé, lui, « Concorde« ,

la voici :


« Quels signes d’apaisement et de réconciliation

savons-nous lire ?

L’instant des coups _ de la romanichelle blonde au « puissant 4×4, entièrement noir, semblable à un corbillard« , avec « un siège d’enfant, à l’arrière. Un bébé visiblement y repose, s’agitant doucement« , page 229 _

comme l’instant de la mort du père _ lors de l’accident au bord des champs d’artichauts, vers Eysines, en 1988 _,

ces enfantements réduits à néant _ lors de sa liaison par là-même avortée avec le cinéaste germano-turc Cem, faute d’avoir « pu avoir d’enfant« , page 229 : « des fausses couches à répétition ont eu raison de notre couple, nous ont conduit en un sens à la séparation, Cem et moi« , page 230 ; « si un enfant était venu au monde, que lui aurions-nous rapporté _ voilà ! c’est un « passage de main«  virtuel renoncé !.. _ des frontières, de l’islam omniprésent dans nos deux histoires, de la chrétienté qui intervient aussi bien chez Cem  _ de père turc mais _ élevé en Allemagne et dont la mère est allemande et protestante, que chez moi ?« , page 230 encore… _ où s’engloutirent de vieilles rancœurs,

les livres écrits à en perdre haleine, portés à bout de bras vers l’entendement des autres,

le moment où ma mère sortit du coma et ouvrit l’œil sur son brancard _ cet œil-là, rose vif, strié de filaments d’or, ne ressemblait à aucun autre ni à rien d’humain, à une figue que le soleil et les guêpes ont ouverte _

furent pour moi comme tous les chants, voix, éclairs et nuées

adressés à Moïse sur le mont Sinaï,

à Élie _ qui a pour autres noms El-Khader, le Vert ou l’Immortel _ afin de le délivrer de son silence au mont Carmel,

lui rendre tangible une grande, irréfutable harmonie« , pages 231-232 ;

en une largissime, enfin, réconciliation…

« L’immersion dans les mots » s’avère ainsi, et c’est capital, « la seule manière d’habiter justement le monde »,

comme le pressentait, proustiennement, mais sans trop oser alors y croire, Annelise,

page 59, en son chapitre « Sang d’encre« , déjà ;

et n’est donc pas _ et c’est un point, au final, essentiel ! _ rien qu' »une sorte de refuge impossible« ,

un « amer » seulement, seulement espéré…

Ou,

à la façon du « Temps retrouvé« ,

la preuve tangible par l’œuvre _ bien que de papier… _ réalisée

_ que cette « Solitude de la fleur blanche« …


Salut l’artiste !

Titus Curiosus, ce 29 septembre 2009

Chercher sur mollat

parmi plus de 300 000 titres.

Actualité
Podcasts
Rendez-vous
Coup de cœur